El Lago

Relato escrito a expresamente para una amiga, en el que realizamos unas extraordinarias vacaciones virtuales.

Me llamas diciendo que tu novio parte mañana por la mañana a primera hora y estará fuera dos dias. Me dices si podremos vernos, que tendríamos todo el dia para nosotros. Como no tengo mucho trabajo decido tomarme dos dias libres para estar contigo.

Al dia siguiente a las 8 a.m. aparco mi BMW plateado en las salidas del aeropuerto y escondido detrás de mis gafas oscuras veo tu coche estacionarse delante de la terminal. Bajas para despedir a tu novio, os besais apasionadamente y mientras el se aleja con destino al interior del aeropuerto tu estacionas tu coche en el parking. Te veo recoger una pequeña bolsa de viaje que habías escondido debajo el asiento y agitando tu mano vienes hacia el auto, abres la puerta y te acomodas en el asiento contiguo al conductor.

-A donde vamos ?- Preguntas Sorpresa -contesto yo.

Enfilamos la autopista del norte. Tu pareces muy contenta y yo admiro de reojo tu cuerpo vestido con una minifalda blanca que deja al descubierto la mayor parte de tus muslos y una pequeña blusa de tirantes roja muy escotada.

La autopista está bastante concurrida a estas horas de la mañana por grandes camiones que transportan sus mercancias a lo largo y ancho del pais. Mientras conduzco despacio, con tranquilidad, se me ocurre una idea:

-Qu llevas puesto debajo la falda ?- Te pregunto

  • Un peqiueño tanga blanco- me contestas sonriendo picarona. Quieres comprobarlo ? – me dices separando un poco los muslos, lo que hace que tu falda suba unos centímetros mas.

  • No, harás lo siguiente –te digo- Bájate el tanga hasta las rodillas, no te lo quites, solo bajatelo. Luego levanta el trasero, subete las faldas y sientate con el culo directamente sobre el cuero de la tapicería. Después quedate sentada en el borde del asiento, echa la espalda hacia atrás y procura que la falda esté lo suficientemente levantada para que tu coño se vea perfectamente.

Sin decir nada obedeces mis órdenes, te contemplo unos instantes sin apartar mis manos del volante. Tu aspecto es completamente lascivo, con las piernas separadas todo lo que permite el tanga que se tiende en las rodillas y los redondos muslos enmarcando tu sexo completamente depilado.

Ahora, les daremos un motivo de alegría a estos choferes de camión para que hoy no tengan un dia tan aburrido – Tócate !

Con una cara mezcla de sorpresa y excitación me obedeces llevando tu dedo índice a la abertura de tu rajita. Entonces inicio el adelantamiento de una fila de caminoes, muy despacio.

El primer conductor, es un hombre corpulento de mediana edad, con el tatuaje de una mujer desnuda en el brazo. Al ver que me pongo a su lado sin acabar de adelantar, mira hacia el BMW y de pronto te ve. Su cara de estupefacción  apenas se gira unos instantes para ver la carretera y sus ojos no se apartan de tu masturbación que empieza a ser frenética.

Guarra !!! grita por la ventanilla. Ven aquí !! al tiempo que hace sonar el claxon repetidamente. En estos momentos aprieto suavemente el acelerador acercandome al siguiente conductor que alertado por los bocinazos del primero te grita a su vez toda suerte de palabras soeces.

Seguimos por la carretera rebasando uno por uno la fila de mas de 20 camiones. Despacio, para que puedan verte a placer. El estruendo de los bocinazos innundan la autopista celebrando los orgasmos que encadenas estimulada por las groserias que los conductores te gritan a su paso. Por fin, salimos de la ruta y tomamos una serpenteante carretera de montaña que nos conducirá a nuestro destino

La carretera es estrecha, empinada y llena de curvas. Está bordeada por una frondosa vegetación. Hemos dejado atrás la autopista, la excitación de los camioneros que te veían masturbándote, sus gritos, sus groserías y el estruendo de los cláxones. Ahora el silencio es casi absoluto, únicamente roto por el suave ronronear del potente motor del BMW.

Tu sigues en la misma postura que antes. No te permito recomponerte. Me gusta mirarte de vez en cuando y observar tu impúdica postura. Con el culo en el borde del asiento y la falda enrollada alrededor de la cintura, muestras tu sexo completamente mojado por los sucesivos orgasmos. Tu espalda está recostada en el respaldo y tus piernas todo lo abiertas que le permiten las bragas tirantes justo por encima de las rodillas. He pensado en mandar que te las quites, pero me gustan mas así. Aunque el tanga a medio bajar no permite que tus piernas se abran completamente, le dan a tu imagen un toque de lujuriosa urgencia que me excita en sobremanera.

En silencio, tomo tu mano y la deposito sobre mi sexo para que me acaricies a través de la delgada tela de mi pantalón de verano mientras conduzco despacio, sintiendo tu caricia y disfrutando alternativamente del verde paisaje y de tu postura soez.

De pronto, la cartera inicia una pequeña recta al final de la cual se abre un inmenso claro. En medio de él, un lago de aguas transparentes bordeado por la estrecha ruta. A su alrededor, a una distancia de unos 50 metros una de otra, se alzan una docena de cabañas de madera. Cada una de ellas posee un porche de madera de teca y un pequeño embarcadero con un bote amarrado en él. En el extremo mas alejado del lago, una construcción mas grande en piedra, alberga un hotel y un restaurante. El conjunto conforma un exclusivo paraje de vacaciones donde nadar, pasear, descansar y naturalmente, follar.

Pasamos por delante de algunas de las cabañas. En la mayoría de ellas se ven parejas en bañador. Algunas desayunando en el porche, otras ya en pequeña playa de césped y arena que bordea el lago. Frente a la cabaña número cuatro, tumbada sobre una estera amarilla, una pareja toma el sol completamente desnudos y al pasar por delante observamos la mano de la chica alrededor del pene del muchacho que presenta una erección considerable.

Detengo el coche frente a la número seis que he alquilado para nosotros y apartando tu mano de mi sexo, bajo del coche, me doy la vuelta y abro tu puerta para facilitarte el descenso. Tu sigues en la misma postura y dudas entre subir o bajar el tanga que sigue en las rodillas impidiéndote andar. Por fin, decides bajarlo del todo y desciendes del coche.

La cabaña es maravillosa. Tiene porche con una mesa de madera y dos sillas y ya en el interior, te abrazas a mi, me echas los brazos al cuello y me besas con pasión sumergiendo tu lengua en mi boca.

El interior es de ensueño. Decorada al mas puro estilo campestre, paredes de madera decoradas con grandes fotografías de paisajes paradisíacos, una mesa y cuatro sillas, un amplio salón con un sofá y un sillón al lado de un hogar para los días de invierno. A un lado una pequeña cocina integrada y dos puertas. Una conduce a un dormitorio presidido por una amplia cama de dos por dos metros con sábanas de satén y la otra a un completo baño con cabina de ducha y yakuzi.

Estás exultante con las pequeñas vacaciones que te he preparado. Entras en el dormitorio, te desnudas en cuatro tirones y enfundándote un pequeñísimo tanga agarras una estera y sales hacia la puerta dispuesta a tomar el sol y bañarte.

-Un momento- te digo- No se si te acuerdas que tu has tenido tu ración de orgasmos en la carretera, de modo que ahora me toca a mí. Y diciendo esto, me despojo a mi vez de la ropa y me siento en el cómodo sillón.

Adivinas mis intenciones, te acercas y te arrodillas ante mi sexo inhiesto tomándolo con tu doca..

  • Desnuda !! Ya sabes que cuando me la chupas, te quiero desnuda.

  • Pero amor, si prácticamente lo estoy –protestas.

  • Completamente !

Obediente, retiras el tanga haciéndolo pasar alternativamente por debajo de las rodillas, a la vez que adoptas la postura que sabes que mas me excita. Abres las piernas, levantas el culo para proporcionarme una buena vista de tu posterior y procedes a lamer suavemente todo lo largo de mi miembro alternándolo con suaves masajes de tus pechos y tus pezones sobre el glande. Luego lo chupas con fruición, acariciando con la lengua la parte maja del pene, donde el placer es mas intenso. No tardo en llenar tu boca con mi semilla mientras tus ojos sonríen al observar mi placer.

  • Nos vamos fuera ? –preguntas impaciente-

-Claro que si amor, para eso hemos venido. Así que recoges la estera y sin molestarte en ponerte el tanga, sales al porche con la estera de baño roja sobre tus hombros y el tubo de aceite solar en la mano. Yo te sigo hasta el borde del agua, con un bañador floreado, mientras contemplo como tu culo se menea ondulante ante mis ojos y los de los vecinos de ambos lados que ya se han percatado de tu presencia..

Corriendo, entras inmediatamente en el lago. Noto un estremecimiento de tu cuerpo cuando tus pies entran en contacto con las frías aguas montañosas. Yo me quedo parado contemplando tu culo mientras avanzas lentamente, para acostumbrarte a la gélida temperatura. El lago está bordeado por una pequeña playa parecida a la del mar, pero en vez de arena fina, esta es mucho mas gruesa, llena de piedrecillas por entre las que aparecen los brotes de hierba. Me gustará follarte en esta playa y sonrió pensando en las marcas que las piedras dejarán en tu espalda y en tu culo cuando te posea con violencia sobre tu cuerpo tendido en ella.

Tu mientras te has alejado nadando hacia el centro del lago y me haces señales con la mano para que me reúna contigo. Sin dejar de sonreír, me lanzo. Siento como agujas clavándose en mi piel al entrar en contacto con las gélidas aguas y en cuatro brazadas me reúno contigo. Nos abrazamos jugando con nuestros cuerpos, nos besamos y mientras las manos recorren los cuerpos. El agua fría opera en nosotros un fenómeno inverso. Mientas que tus pezones se endurecen y crecen ostensiblemente ante mis ojos extasiados, mi pene se ha encogido hasta extremos minúsculos. Al pasar tu mano sobre él, notas los efectos de la frialdad y te ríes de mi.

-Picha coooortaaa !!!! picha corta !! me dices casi cantando.

  • Ya crecerá mi niña, ya crecerá- respondo entre sonrisas y besos- y tu la harás crecer. Y uno a mis palabras unos pequeños pellizcos en los erectos pezones lo cual los hace poner aún mas duros si cabe.

  • Bruto !! -Exclamas con un dulce mohín de tus gruesos labios- Vamos a la orilla.

Nadamos lentamente hasta llegar a la orilla. Y nos quedamos tumbados en ella. El agua cubre parcialmente nuestros cuerpos de los pies hasta la cintura, mientras que los torsos permanecen fuera de ella. Nos hemos acostumbrado ya a su frialdad y esta se convierte ahora en placer, refrescando los cuerpos calientes por el sol y el deseo.

Estamos tendidos uno al lado del otro, con los cuerpos muy juntos. Tu introduces la mano por en mi bañador, buscando un sexo casi inexistente, frió y cansado por la mamada reciente.

  • Si te vuelves a burlar, te ahogo en el lago- exclamo

  • Vemos lo que se puede hacer para remediar esto – proclamas entre risas.

Te das media vuelta hacia mi y empiezas a bajar el elástico de mi bañador.

Me relajo y observo a ambos lados. La cabaña número 5, al norte de la nuestra, está ocupada por una pareja de lesbianas que tumbadas de lado con los cuerpos pegados no nos quitan el ojo de encima. Observo que la punta de los dedos de la mano de la que se encuentra detrás, una nórdica alta y rubia de pechos enormes, aparecen por entre las piernas de la que se halla delante en una masturbación evidente. En el otro lado, la cabaña número 7 está ocupada por una pareja de color. También nos miran sonrientes. Los dos están desnudos pero el chico tiene una toalla de playa amarilla que le cubre el vientre bajo la cual las manos de la chica se mueven incesantemente. Los movimientos parecen tener efecto ya que la toalla se yergue hacia lo alto en una montaña que parece no tener fin.

Espero que no repares en ello, ya que mi sexo sin ser pequeño, no resistiría la comparación con el del muchacho negro y temo ser de nuevo objeto de tus burlas.

Entretanto, por obra y gracia de tus ágiles dedos el bañador ha descendido hasta el comienzo de las ingles dejando entrever mi poblado vello. Se me ocurre una idea algo perversa para dar un pequeño espectáculo a los mirones y te ordeno:

-Sigue, pero con las manos en la espalda

Te incorporas dudando. Tu cara es una mezcla de excitación, sorpresa y vergüenza, pero conoces mis preferencias dominantes y al venir has prometido someterte a mis caprichos, así que obedeces.

Te arrodillas lentamente entre mis piernas, y retuerces tu cuerpo buscando una posición mas cómoda para tus rodillas que se hunden en el agua colmada de guijarros. Desvías tu vista a derecha e izquierda, sonríes excitada a las dos parejas que nos miran y soltando en voz queda –Vamos a ver si conseguimos que esto crezca- acercas tu boca al elástico de mi bañador y sujetándolo con fuerza entre tus dientes tiras de él hacia abajo. Como mi cuerpo descansa sobre la parte trasera del mismo el esfuerzo es baldío y por mucho que te esfuerzas no consigues bajarlo. Giro mi cabeza a ambos lados. Las parejas de mirones han tomados posiciones para no perderse detalle de nuestros cuerpos mientras se masturban frenéticamente.

Me apiado de tus esfuerzos y apoyándome en los brazos levanto el culo del suelo. Ahora sí, el bañador se desliza por mis muslos por efecto de tus dientes que tiran de el hacia abajo mientras tus manos permanecen cruzadas en tu espalda. Aparece mi sexo, aún reblandecido aunque ha perdido ya su reducido tamaño. Retrocedes un poco, siempre de rodillas, introduces tu cara en las frías aguas y llenas con ellas tu boca que acto seguido engulle mi polla. El efecto es el de un placentero latigazo. Ante el contacto de tu boca y el frió del agua, una corriente eléctrica recorre mi cuerpo y siento mi polla tenderse como un resorte mientras tus labios la recorren desde el glande hasta la base en un masaje digno de rey.

Las parejas de mirones han dejado de tocarse y solo tienen ojos para tu cuerpo. Para conseguir llegar hasta mi sexo con tu boca has tenido que sumergir parte de tu cuerpo. Una ligera brisa ha levantado unas pequeñas olas que golpean suavemente tu cueva del amor que permanece a nivel del agua. Tus manos están crispadas abiertas, cruzadas aún detrás de tu espalda.

Imposible seguir resistiendo. A pesar del reciente orgasmo, mi deseo es incontenible. Te sujeto por las axilas y te deposito de espaldas, medio cubierta por el agua.

Ahora soy yo quien está de rodillas entre tus piernas y te contemplo. Muslos abiertos 90 grados, con las rodillas flexionadas, las olas golpeando tu sexo, la boca entreabierta respirando entrecortadamente, tus pelo mojado enroscándose en tu cara.

Quiero recompensarte con mi boca pero la urgencia es demasiado grande. Ya habrá tiempo para ello en estos maravillosos días que nos esperan.

-Follame ! Follame ya !!! –Exiges

Y sin mas demora inserto mi pene en tu vagina completamente mojada por el agua del lago mezclada con tus jugos.

Te follo con urgencia, hasta el fondo de la vagina. Cuando me retiro, empujas con las plantas de los pies acompañando mi movimiento, como si tuvieses miedo a ser despenetrada. Después caigo sobre ti con todo mi cuerpo, aplastándolo sobre al agua, los guijarros y las hierbas. Pocos movimientos son necesarios Gritas un orgasmo inmenso que deben de oír no solo los vecinos sino todos los habitantes del lago mientras yo te inundo a mi vez con mi leche.

Quedaos exhaustos, me doy la vuelta para no seguir aplastándote y oímos las voces de aliento de los vecinos que saludan nuestra demostración con un cerrado aplauso.

Te ayudo a levantarte, nos abrazamos y nos fundimos en un profundo beso con cada pulgada de nuestra piel en contacto con la del otro. Saludamos a nuestros mirones agitando las manos y con un azote de mi mano abierta sobre tu culo te indico el camino hasta la cabaña.

Iniciamos el camino de regreso. Tu delante, yo unos pasos por detrás para contemplar tu espalda y tu culo que han quedado marcados por los guijarros tal como antes imaginé.

Creo que ahora nos merecemos una profunda y reparadora siesta entre las sabanas de satén y después de ducharnos juntos en la cabina, enjabonándonos mutuamente todo nuestro cuerpo, nos tumbamos en el lecho e inmediatamente quedamos dormidos abrazados.

Cuando despertamos, el sol estaba a punto de ocultarse por detrás de los frondosos montes que rodeaban el lago. Ronroneando como una gatita te pegantes a mi mientras tu mano se dirigía a mi entrepierna.

-Vamos, vamos –te digo apartándote con suavidad- no soy ningún semental turco. No hemos comido, estoy hambriento y tu también supongo, así que levántate y arréglate que vamos a cenar. Guardaremos lo demás para la noche.

-Está bien cielo –respondes- pero esta noche ...

-Esta noche será nuestra noche, y ahora a la ducha.

Entramos juntos en el amplio cuarto de baño. Tu te sumerges en el yakuzzi mientras yo tomo una ducha rápida y me afeito. Insistes en que entre contigo en el baño burbujeante. Ante mi férrea negativa levantas con impudor tus caderas y empiezas a masturbarte ante mis ojos.

-Quieta ! Que se hace tarde. Tengo mesa reservada en el restaurante del lago y no quiero llegar tarde.

-Un restaurante ? –te sorprendes- Pero cielo si no he traído apenas ropa. Solo bañadores y poca cosa mas, no puedo ir a un restaurante en tanga y camiseta. Anda, intenta conseguir algo comestible, comemos algo aquí y después... –dejas la frase en suspenso mientras paseas tu lengua por tus gruesos labios en impúdica sugerencia.

-Tranquila que está todo previsto –respondo- tu acaba tu baño y vente al dormitorio.

Cuando completamente desnuda entras en el dormitorio, yo ya estoy vestido con unos pantalones blancos y una camisa de lino también blanca por encima. Unos mocasines de piel clara a juego con el cinturón completan mi atuendo.

Sobre la cama he dispuesto algo que compré para ti pensando en esta noche. Un vestido negro de la línea prêt-a-porter de Carolina Herrera, unas sandalias con un tacón de 15 centímetros y un par de paquetitos mas.

Al verlo, lanzas una exclamación tomas el vestido y te cubres con el cuerpo, mirándote al espejo.

-Dios mío ! –me dices- es precioso. Te prometo hacerte muy feliz esta noche !

-No lo dudo –respondo- pero vayamos por partes. Primero pruébate los zapatos, quiero ver como te mueves sobre ellos.

Me haces un mohín con la lengua y susurras un –pervertido !- pero te los calzas. Son unas sandalias de piel que constan únicamente de una estrecha tira justo donde terminan los dedos y una brida que los sujeta a los tobillos. Enseguida le vas cogiendo el porte y paseas ante mis ojos que contemplan golosos el movimiento de tus caderas acentuado por los tacones cuando te alejas y el suave mecer de tus pechos y caderas cuando te acercas.

-Estás magnífica ! Y ahora la ropa interior. –Y uniendo mi palabra a los hechos, abro un diminuto paquete del que aparece una cajita blanca ribeteada en negro. Saco de él un pequeño frasco. –Chanel número 14, explico- El número 5 es mas famoso pero yo prefiero el 14, tiene un olor menos dulzón.

Abro el frasco y dejo caer una gota en cada uno de tus pechos. Te pido que levantes tus cabellos, lo cual haces llevándote las manos a la nuca. Aprovechando esta postura que pone de relieve tus pechos con los pezones ya erectos, los miro con deseo mientras deposito dos gotas mas. Una detrás de cada oreja. Por fin me agacho y deposito otra gotita en el nacimiento de tu hendidura.

-Listo –proclamo

-¿Y donde está la ropa interior ? – me dices con cara de sorpresa.

-Ya la llevas puesta cariño. Que mejor ropa interior para una belleza como tu que esta deliciosa fragancia. Y ahora, pruébate el vestido.

Entre sonoras carcajadas te lo pones. Es negro, de seda gruesa que sin ser apretado insinúa lo que hay debajo a cada movimiento. Extremadamente sexy pero elegante a la vez. Un broche plateado une los tirantes detrás de tu cuello. Un escote no muy pronunciado por delante, que deja la espalda al aire por detrás, hasta insinuar el nacimiento de tus rotundas nalgas donde la seda reposa en unos pliegues. Como es holgado, por los lados también se pueden entrever la curva de los senos. Por fin, se estrecha en la cintura se y se abre de nuevo en una falda hasta medio muslo.

-Estás preciosa ! –exclamo- mientras cierro alrededor de tu cuello el contenido del último paquete. Un collar de plata de un centímetro de ancho que lo rodea sin llegar a apretarlo y unos pendientes a juego que dispongo en tus orejas.

  • En marcha ! Vamos a cenar !

Te tomo de la mano y nos dirigimos al embarcadero que está frente a la cabaña. Una lancha de unos 4 metros de eslora está amarrada en él y te ayudo a subir a bordo. La popa recta está ocupada por un amplio sofá tapizado de lona a rayas blancas y azules que puede convertirse en solarium abatiendo el respaldo. Tiene poco calado, en el mar no resistiría el menor oleaje, pero es perfecta para las tranquilas aguas del lago. Cerca de la proa, una pequeña torreta contiene el timón y unos sencillos mandos. Pongo en marcha el motor eléctrico, que alimentado por potentes baterías, apenas hace ruido a la vez que no contamina con expulsiones de fuel las cristalinas aguas.

-Siéntate en la popa –te ofrezco- pero para no arrugar el vestido, levántalo hasta la cintura y siéntate directamente sobre la lona. Observo tus movimientos que dejan tu depilado sexo al descubierto y tus divertidas muecas cuando la humedad de la noche acaricia tus desnudas nalgas.

Arranco y nos deslizamos suavemente por la aguas plateadas por el reflejo de la luna hacia las luces que en otro extremo del lago indican la presencia del restaurante.

Un barquero nos recibe. Le largo un cabo y amarra la embarcación mientras te ayudo a descender. Veo que no puede quitar los ojos de tu culo, así que cuando nos alejamos por la pasarela que conduce al restaurante, hago descender mi mano por tu espalda, levanto el vestido y te acaricio la hendidura No me doy la vuelta pero estoy seguro que sus ojos se salen de las órbitas.

Una escalera de teca conduce a un porche donde espera un negro de mas de dos metros vestido de smoking. Nos franquea la puerta y entramos en un amplio hall con suelo de mármol y arañas de cristal en el alto techo. A la derecha una chica en vestido de noche está sentada tras una mesa. A la izquierda hay media docena de camareras paradas una al lado de otra. Las chicas llevan uniforme de sirvienta francés: Cofia blanca con el pelo recogido, blusa con un gran escote de barca que deja ver el nacimiento de los pechos y faldita amplia cortísima, ambos en negro. Sobre la falda un diminuto delantal de puntilla blanca. El atuendo se completa con medias de seda color humo y zapatos de tacón vertiginoso.

Nos acercamos a la recepcionista que parece habernos identificado. –¿ Los señores de la 6 verdad ? Hace un movimiento con la mano y se acerca una de las camareras.

-Monique, es la camarera que se les ha asignado y se encargará de atenderles en cualquier cosa que necesiten- nos dice con sonrisa pícara, y dirigiéndose a la chica- Monique, acompaña a los señores a su mesa.

  • Si tienen la bondad de acompañarme- Monique pronuncia la frase ritual en voz queda, se adelanta, y nos abre la puerta del comedor. Se adelanta para mostrarnos el camino moviendo exageradamente las caderas y entramos en un espacioso comedor con tantas mesas como cabañas, La decoración es parecida a la del hall, las mesas son amplias y redondas, todas preparadas para dos comensales. La superficie es de cristal completamente transparente y no tienen mantel, únicamente un pequeño círculo de tela debajo de los platos. Es perfecto ya que así puedo contemplar tus piernas a través del cristal. Tus piernas y quizás algo mas a poco que suba tu corta falda.

Mientras Monique va a por las cartas doy un vistazo al local. Mas de la mitad de las mesas se hallan ocupadas y distingo a la pareja de lesbianas, en una mesa mas alejada. También están nuestros vecinos y justo delante, una pareja ya mayor, sobre los 50 y tantos, calculo. Frente a cada mesa, una camarera con idéntico atavío que Monique, permanece en pié, atenta a cualquier requerimiento de los comensales.

Monique me da una sola carta y pregunta si queremos tomar un aperitivo. Elijo champage Möet Chandon Brut Imperial y le indico que vamos a seguir tomándolo durante toda la cena. Ensalada tibia de mariscos y lubina con uvas al champagne. Mouse de chocolate de postres para ti (espero que te guste el chocolate, no me has comentado tus preferencias en postres)

Brindamos con el suave y espumoso vino francés con Monique atenta a rellenar nuestras copas y aprovecho para evaluarla. Alta, medirá mas de 1,70 mts. grandes pechos perfectamente moldeados por la apretada blusa. Es evidente que no lleva sujetador ya que sus pezones erectos por el aire acondicionado taladran el fino tejido. Rubia, pelo recogido bajo la cofia, en suma una preciosidad.

Al servirnos la ensalada se agacha exageradamente ofreciendo una buena visión de sus senos.

Mientras atacamos la ensalada con langosta y cangrejos se me ocurre una pillería. Mojo mi dedo en el Champagne, te levanto la falda y acaricio tu sexo. Monique a un metro escaso de distancia no aparta sus ojos de mi mano mientras tu te estremeces.

  • Si el señor me lo permite, debo decir que la señorita tiene un hermoso sexo, tan depilado – Monique nos sorprende con esta frase al tiempo que baja sus ojos al suelo, quizás avergonzada de su atrevimiento.- Nosotras también lo llevamos así –continua- y con voz mas queda, algo ruborizada- Si quieren verlo puedo mostrárselo.

Aunque tu no pareces muy satisfecha con el ofrecimiento de la chica, yo agarro la situación al vuelo y le pido que nos lo muestre.

Monique separa las piernas y con deliberada lentitud alza su corta falda a la vez que flexionando las rodillas adelanta las caderas para facilitarnos la visión. El espectáculo es impresionante. Enmarcado por un liguero de seda negra y con la seda gris de las medias cortando sus blancos muslos nos presenta un sexo completamente depilado. En el labio izquierdo lleva un piercing en forma de un aro de oro del que cuelga una medalla con el número 6 de nuestra cabaña grabado. Permanece en esta postura hasta que le permito recomponerse y la mando a por el segundo plato.

  • Si el señor lo desea, puedo seguir sirviendo desnuda -me dice- forma parte de nuestras obligaciones.

Como veo que a ti la idea no parece entusiasmarte, decido relevarla de esta obligación, al menos por el momento.

Acabamos la cena, algunos de los comensales han hecho desnudar a sus sirvientas respectivas que permanecen junto a sus mesas. La lesbiana le soba el culo a la suya mientras el caballero mayor que se sienta frente a nosotros juguetea con el piercing de una morena bajita de caderas rotundas. Animado por este espectáculo, mientras tu saboreas tu mouse y yo una copa de Cognac, le pido a Monique que nos muestre sus generosos pechos.

Inmediatamente, la camarera hace descender el escote elástico y aparecen en toda su rotundidad unos pechos blancos, translúcidos como el nácar, que a pesar de su tamaño se mantienen completamente erguidos.

  • Magníficos ! –Exclamo -Creo que son los mejores pechos que he visto en mi vida.

Molesta por mis alabanzas a la chica, haces ademán de marcharte, pero es Monique quien te detiene con estas palabras: -No se enfade señorita. Todas tenemos nuestros encantos y estoy segura que Usted tiene los suyos. Estoy convencida por lo que he podido entrever, que su culo, si los señores me permiten que use esta palabra- es mucho mas bonito que el mío. Si la señorita tiene la bondad de alzarse, podemos hacer que el señor compare y juzgue.

Recordándote tu promesa de obedecerme, te pido que sigas las instrucciones de Monique. Las dos me dais la espalda y levantáis vuestras faldas. Ante mi aparecen dos magníficos culos. Blanco y lechoso uno con el colgante entre las piernas, rotundo y moreno el tuyo.

Aprovecho la postura para acariciarlos a placer. Me detengo en el piercing de Monique e introduzco mi dedo en tu sexo. Os dejo así a las dos un buen rato mientras sigo recorriendo tu clítoris con mi dedo empapado en Champagne. Estás frente de la pareja mayor, que aunque no ve vuestros culos se percata perfectamente de lo que está pasando y en tu posición debes mirarlos directamente y parecen divertidos con tus jadeos. Por fin, declaro – Efectivamente, Monique tiene razón, tu culo es mejor que el suyo, tanto que es por ahí por donde te poseeré esta noche. Puedes sentarte Jenny.

Monique desaparece con un –si el señor me permite un momento- y regresa con una botellita cilíndrica que contiene un líquido verde esmeralda

-Si el señor desea poseer a la señorita por el... por detrás, le recomiendo este elixir. Lo fabricamos nosotros mismos con unas hierbas que crecen en la parte mas frondosa del bosque y tienen una triple propiedad. Dilata y lubrica el recto haciendo la penetración mas cómoda a la vez que lo estimula con lo que es posible conseguir un orgasmo rectal, placer que a la mayoría de las mujeres les está vedado. Hay caballeros que prefieren la penetración en seco, para producir dolor a la vez que reciben placer, pero si desean probarlo, les aseguro que es una gran experiencia.

Le digo a Monique que nos llevaremos el elixir, pero ella continua- El elixir tarda una media hora en hacer un efecto muy duradero, así que si el señor lo desea, yo misma se lo aplicaré a la señorita ahora mismo.

Acepto entusiasmado y tu debes de nuevo levantarte, inclinar el cuerpo para mantener el culo en pompa y levantarte las faldas. La pareja mayor de enfrente se ríe abiertamente y las demás parejas están así mismo atentas al espectáculo que les brindas.

Monique sumerge el dedo en el frasco y lo introduce en tu ano en un suave movimiento de vaivén. Tu te estremeces con su intromisión y yo con mi pene a punto de estallar dentro de mis pantalones saboreo las últimas gotas de cognag disfrutando del espectáculo.

Por fin, te tomo de la mano para conducirte a la salida. Estoy ansioso por poseerte. Aún Monique se ofrece para acompañarnos, pero esta noche te prefiero a ti sola de modo que despido a la chica lo cual parece complacerte mucho, aunque le indico que a la mañana siguiente la esperamos en la cabaña para que nos sirva el desayuno.

Cruzamos el comedor con mi mano en tu culo, deshacemos el camino de ida y subimos a la lancha en dirección a la cabaña.

Desamarro la lancha y deposito en el suelo una cubitera con hielo, la botella de champagne y dos copas que oportunamente me he llevado del restaurante. Enciendo el motor lo pongo a marcha lenta, lo encaro hacia nuestra cabaña y fijo el timón.

Tu, mientras has abatido el respaldo del sofá trasero convirtiéndolo en un amplio solarium y te tiendes en él. Sirvo dos copas del refrescante líquido y me acerco y te ofrezco una.

La rechazas con un mohín. Estás enfadada.

-Eres un bruto. No te quiero – me dices- lo he pasado muy mal allá dentro, comparándome con esta gorda de Monique, que además me ha metido el dedo,...

Cierro tu boca con un beso –No te enfades, es solo un juego. Te voy a compensar con creces.

Tomas la copa no muy convencida y saboreas el vino. Yo regreso al timón ya que la lancha se está acercando a nuestra cabaña.

La noche es preciosa. Los aires nocturnos refrescan nuestros cuerpos y la luna llena pinta un lienzo de plata sobre las aguas. Me doy la vuelta para mirarte, echada sobre el sofá haces un efecto increíble en mis sentidos. La copa en una mano mientras la otra cae lánguida por el borde. La falda de por sí corta, ha subido por los redondos muslos y entreveo tu sexo medio oculto entre los pliegues. La melena negra cae a un costado y un mechón rebelde cruza tu cara. Te fijo la mirada, sonrío, tu también lo haces y adivino que estoy perdonado. El silencio de la noche es absoluto.

La lancha llega a su destino y la amarro. Tu permaneces echada, inmóvil, iluminada por la luna. Me acerco despacio te rodeo el cuello con mis brazos, me siento a tu lado y pego mis labios a los tuyos. Primero inertes, poco a poco despiertan, tu boca se abre, tu lengua se enrosca en la mía en una danza de deseo. Muerdo tus labios con suavidad y apartándome un poco desabrocho el cierre que sujeta el vestido a tu cuello y lo bajo hasta la cintura. Tus encantadores pechos aparecen ante mis ojos. Solo deseo tenerlos, chuparlos, besarlos, pero me retengo un instante.

Tomo un cubito de hielo y lo paso suavemente por los pezones que saltan erguidos ante el estímulo. Lo meto en mi boca, la refresco y soltándolo aplico mis labios a las aureolas. Reaccionas como un resorte. Tu espalda se arquea buscando mi cuerpo, mi boca chupa desesperadamente tus pezones duros como el mármol. Mi mano ya está en tu sexo, acariciando buscando.

Me arrodillo entre tus piernas abiertas y paso otro pedacito de hielo muy suavemente entre los labios de tu sexo. Esta vez no hay necesidad de apartarlo. Se funde en un instante.

Cojo la copa de Champagne y vierto el frío liquido sobre tus pechos. Bebo de ellos con avidez mientras tu te estremeces. Me lleno la boca del espumoso elixir y te beso con pasión desatada. Nuestras bocas, nuestras lenguas se funden con el Champagne que bebemos junto con nuestras salivas. Somos uno en nuestras bocas.

Me retiro, me lleno de nuevo la boca, saco la lengua y la paseo con suavidad por los labios de tu sexo, los recorro, la acerco a tu clítoris, suelto el champagne y lo chupo con deleite.

Gritas, me pides a gritos que te folle. Me bajo el pantalón. Mi sexo duro como el acero se introduce en tu sexo. Tu cuerpo se arquea estremecido viniendo a mi encuentro con violencia. Un vaivén frenético se apodera de nuestros cuerpos y gritas un orgasmo tan intenso que despiertas a toda la colonia. Me aparto despacio y te acaricio. Con los ojos cerrados y la respiración aún entrecortada me abrazas. tengo miedo de que mueras de tanto placer como destilas. Las luces de las cabañas se encienden, las parejas salen al porche y nos contemplan con envidia.

Te doy la vuelta con cuidado. Llegó la hora de tomar mi placer y probar el elixir de Monique. Con mis manos separo tus nalgas y mi lengua se pasea con dulzura por el estrecho agujero. Te noto de nuevo excitada, sedienta de placer.

Deposito suavemente la cabeza de mi pene en el secreto pasaje.

-Soy virgen por ahí –murmuras- Te doy mi virginidad.

Con mucho cuidado empujo suavemente mi pene. El líquido verde parece haber hecho su efecto. Lo siento envuelto, apretado, como si quisieras tragarlo para siempre. Lo llevo al fondo y despacio, empieza mi vaivén. Te siento de nuevo anhelante, acompañas tus movimientos a los míos y en pocos instantes un nuevo orgasmo, este concebido por detrás te hace estallar de gozo. Apenas tienes tiempo de rehacerte, mi mano esta en tu clítoris, sintiendo tu sexo inundado de tus jugos mezclados por el champagne. Otro orgasmo se apodera de ti. Oigo tus gritos, siento mi pene apretado, mis huevos rebotando en tu culo y gozo a mi vez como quizás nunca antes lo hice. En pocos minutos has experimentado los tres orgasmos posibles en una mujer: Vaginal, anal y clitoriano.

Permanecemos desmadejados un largo rato sin atender a las demás parejas que nos observan. Al levantarnos despacio, vemos a la pareja del restaurante sentada en un banco, en el camino que rodea el lago a 10 metros escasos de la lancha. Nos sonríen mientras nosotros, desnudos, exhaustos, cogidos de la mano, no dirigimos lentamente a la cabaña.

Tomamos las copas que Monique nos ofrecía de rodillas. Bebimos del fresco champagne, llenamos con el nuestras bocas y nos besamos con deleite mezclando los sorbos en nuestras bocas que eran una. Yo te arranque la blusa y bese tus pezones mientras tu hacías bajar mis shorts y sacabas mi pene ya erecto. Monique permanecía impasible, desnuda y arrodillada ante nosotros sosteniendo la bandeja con las copas.

Quise tumbarte en el sofá pero tu rechazaste mis avances –Espera, primero quiero que nos divirtamos un poco con esta zorrita- y dirigiéndote a ella – A ver Monique, deja la bandeja en el suelo y ofrece tus pechos.

Obediente, Monique nos ofreció sus grandes pechos levantándolos con las palmas de las manos. Yo empecé a manosearlos con una mano, mientras la otra se metía en tu pantaloncito buscando un sexo que encontré chorreante. Tu le pellizcabas con crueldad los pezones tirando de ellos haciéndola gemir de dolor.

-Te duele zorra ? Pues espera que no he terminado aún contigo. Voy a hacer que te arrepientas de haberme expuesto el culo ante todo el restaurante la otra noche. Chúpale ! –ordenaste- pero no lo hagas gozar o te arranco la anilla de un tirón. El goce será solo para nosotros.

Monique se inclinó sobre mi sexo y lo engulló con fruición. –levanta el culo ! Quiero que peda verlo bien mientras le chupas.

Monique puso el culo en pompa a la vez que redoblaba suavemente la caricia de su boca a lo largo de mi pene. Tu te levantaste, te situaste a su lado y quitándote la zapatilla playera de goma, le asestaste un fuerte azote en la nalga derecha que se coloreó rápidamente. Monique, sorprendida por la violencia del golpe, lanzó un gemido y soltó mi pene.

-No te atrevas a dejar de chupar zorra !! o te despellejo el trasero. Chupa mejor puta !

Y mientras la pobre chica seguía recorriendo mi pene con su boca, desde el glande a los testículos, tu iniciaste una secuencia de azotes con la zapatilla cada uno mas fuerte que el anterior. Monique lloraba en silencio y sus lagrimas caían sobre mi pene mezclándose con su saliva. Por fin, temiendo que ella me hiciese gozar, la apartaste de un manotazo, te sentaste a mi lado ya completamente desnuda y abriendo las piernas distes una nueva orden –Y ahora zorrita, prepara mi sexo para que pueda recibir al señor.

En la misma posición, Monique enterró su cabeza entre tus piernas y su lengua recorrió tu sexo mientras yo te besaba y estrujaba tus pechos entre mis manos. Con la espalda arqueada y la cabeza hacia atrás empezaste a respirar entrecortadamente.

Ahora fue mi turno de apartar a Monique de tu sexo para evitar que gozases con ella, te tumbé sobre el sofá y te penetré hasta el fondo mientras tu enroscabas tus piernas a mi espalda.

Inicié un galope rápido, entrando hasta el fondo, golpeando con fuerza, retirándome hasta casi sacarla y dejándome caer de nuevo sobre tu cuerpo, oyendo tus gritos de gozo.

-Monique –acarícialo por detrás- ordenaste entre jadeos.

Y mientras la chica paseaba sus pechos por mi espalda y su lengua por mi culo y mis huevos, exploté en tu interior, llenándote de leche y sintiendo los gritos de tu orgasmo que volvían a llenar las tranquilas aguas del lago.

Estuvimos un rato semiinconscientes, aplastando tu cuerpo con el mío. Cada pulgada de piel en contacto con la del otro y mi pene aún en tu interior.

Nos sentamos, pedimos a Monique las copas y como el champagne se había enfriado, las tomaste y vertiste los restos sobre la cabeza de la camarera que los recibió imperturbable, acostumbrada sin duda a ser objeto de vejaciones parecidas.

-Llénalas de nuevo zorrita- y así, bebimos otra vez el fresco vino. Nos levantamos e iniciamos el camino del lago. Te volviste un momento para burlarte una vez mas de la pobre chica que seguía de rodillas con la bandeja de las copas -¿Que te escuece mas putilla, las nalgas o las rodillas? Ja ja ja ja. Bien, recoge todo, límpialo bien y prepáranos el yakuzzi que cuando volvamos del lago queremos relajarnos- Y dicho esto, empezaste a correr hacia las frías aguas, desnuda, mientras mis ojos no podía apartarse de tu bamboleante trasero.

Las mini vacaciones, aunque intensas, tocaban a su fin. Nadamos desnudos en las frías aguas del lago, abrazándonos, acariciando nuestros cuerpos y relajándonos después de la intensa sesión de sexo con Monique. Cansados de nadar, nos dirigimos otra vez a la cabaña, donde ya nos esperaba la camarera. Había limpiado el suelo y puesto orden en la estancia tal como tu le ordenaste antes de salir. Estaba de pié, desnuda en el centro del salón, con las piernas ligeramente abiertas, mostrando su sexo del que colgaba la anilla con su número. Su trasero, perfectamente redondeado, tenía aún bien visibles las marcas rojas de la paliza que le habías propinado con la zapatilla. Al vernos aparecer, bajó sumisamente la mirada

-Los señores tienen el yakuzzi preparado, tal como me ordenó la señorita-nos informó

Entramos en el baño y nos sumergimos en la amplia bañera llena de espuma relajante.

-Champagne Monique ! –le ordenaste con sequedad.

Mientras yo te besaba con pasión entre la espuma, la chica desapareció de nuestra vista. Mi boca chupaba tus pezones y sentía otra vez mi pene erecto rodeado por tus gráciles manos que lo acariciaban despacio. Al poco apareció otra vez la muchacha llevando entre sus manos una bandeja en la que dos copas en forma de tulipán contenían el burbujeante líquido. Una mirada glacial de tu parte hizo comprender inmediatamente a Monique que debía ofrecernos de rodillas lo que le habíamos pedido, e inmediatamente adoptó esta postura poniendo de esta manera las burbujeantes copas al alcance de nuestras manos. Durante unos momentos dejamos de acariciarnos para sorber el refrescante néctar, cuanto el pitido de un teléfono móvil sonó desde el salón.

-Tráemelo Monique –ordenaste.

La muchacha, depositó la bandeja con la botella en el amplio borde del yakuzzi y salió de la sala de baño regresando inmediatamente con tu móvil que sonaba sin cesar.

-Es mi novio- dijiste observando la pequeña pantalla- callaros que debo contestar- y acto seguido pulsaste el botón de respuesta.

-Hola cariño ! Como te fue el viaje ?

Oyéndote conversar con tu novio se me ocurrió una idea perversa. Sin pronunciar una sola palabra, busqué con mi mano tu sexo y comencé a masajear tu clítoris lubricado por la espuma y ya excitado por las caricias anteriores.

Tu voz empezó a se jadeante acusando los efectos de mis caricias

-Si, si cariño (ahhhhh !! ahogando un suspiro) No, no, no me pasa nada AHHHH !!! –esta vez con mas intensidad, sintiendo venir el orgasmo- es que me pillaste haciendo gimnasia. Si, si ya sé… AHHH no no es que hoy me dio por ahí. Si si de acuerdo estás embarcando y en tres horas aterrizas AHHHH AHHHH AHHHH por supuesto que te vendré a recoger y no, no me pasa nada. Ahora te dejo, me voy a duchar y te recojo. Un beso -Y colgaste el teléfono al tiempo que tu orgasmo explotaba ante mi divertida mirada y la sonrisa de Monique.

  • Eres un …. malvado cabrón ! seguro que se ha olido algo. Mi trabajo me va costar explicarle estos jadeos Y tu de que te ríes estúpida –dirigiéndote a Monique- Quieres otra ración de zapatilla ?

Y diciendo esto, saliste furiosa del yakuzzi en dirección al dormitorio.

Media hora mas tarde rodábamos otra vez por la carretera en dirección al aeropuerto. Esta vez el viaje transcurrió sin incidentes. Al llegar, aparcamos en un lugar discreto y mientras esperábamos que tu novio apareciese por la salida de pasajeros me abrí los pantalones, liberé mi sexo inhiesto y con mi mano en tu nuca dirigí hacia él tu boca buscando el último orgasmo que me habías negado en la bañera. Cuando exploté en tu boca tu novio apareció por la puerta de llegadas y levantándote la cabeza te lo mostré. La última imagen que quedó en mi retina fueron tus piernas corriendo hacia él, bamboleando el trasero, mientras que con un pañuelo intentabas eliminar de tu boca los restos de mi simiente.

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