El lago (2)

Diego despierta y descubre el lugar donde le han llevado.

Capítulo2

El Lago

Despertó sobre una cama bien acolchada a la mañana siguiente, sin apenas acordarse del cansancio de la noche anterior. Bostezó y se desperezó mientras miraba aquella habitación. Parecía ser una casa de madera, como las de los campings. Por la ventana entraban los rayos del sol e iluminaban el centro del cuarto, también vio una mesa de madera y una silla con su ropa encima.

Cuando se levantó miró a través de la venta y vió que hacía un día estupendo, cielo despejado y radiante. Vio que los primeros árboles del bosque estaban no muy lejos de aquella casa así que supuso que el hombre que se encontró viviría en un casa en medio de la montaña.

Su estómago rugió y se sintió hambriento, así que se vistió (encontrando su ropa planchada y lavada) y salió de la habitación.

Al final del pasillo estaba la cocina, donde encontró sentado a la mesa al hombre que lo había ayudado. Llevaba un pijama a rayas y leía el diario. Había servido dos desayunos, el suyo ya se lo había tomado. Al verlo en el umbral de la puerta, levantó la vista del periódico.

  • Buenos días- lo sonrió.

  • Buenos días - miró el desayuno que quedaba y le ofreció asiento.

  • Supongo que tendrás hambre. ¿Te encuentras mejor?

  • Si, muchas gracias por ayudarme.

  • En el lugar donde estás ahora no tenemos teléfonos, pero te acompañaré hasta el pueblo para que puedas llamar a la policía.

  • ¿Cómo que este lugar?

  • Bueno, este lugar en el que vivo no es como cualquier pueblo. Somos una pequeña comunidad que intentamos vivir evitando en lo posible cualquier contacto con el mundo de fuera, con los pueblos modernizados de los alrededores etcétera.

Diego se quedó impresionado y un poco asustado. Sabía que había sitios como aquel pero nunca había pensado que acabaría entrando en uno.

  • Por norma general está prohibida la entrada de gente ajena a la comunidad, pero como nos perseguían opté por acogerte en mi casa.

  • Muchas gracias otra vez - dijo Diego relajándose un poco. Se sentía aliviado. Probó una de las tostadas del desayuno.- Y porqué no quieren que entre nadie, no sé, este lugar parece tan apacible.

  • No nos gustan los curiosos. Nos gusta vivir así.

  • Ahm..

  • Verás, somos una comunidad naturista. No nos gusta que la gente venga a husmear, por eso el poblado está tan escondido, a lo largo de los años la comunidad a conseguido que se creen leyes que protejan la privacidad de la zona.

Diego sintió un escalofrío. Recordó haber visto en la televisión comunidades de naturistas que iban por ahí desnudos y comían solo verduras y cosas por el estilo. Miró el pijama del hombre.

  • Me he puesto el pijama para que no te asustaras, pero sí, normalmente no suelo llevarlo - confesó.

  • Ah… A mi no me importa, respeto mucho el pensamiento de la gente. Yo no voy por ahí sin ropa pero si hay gente que si quiere pues, adelante

  • sonrió y volvió al desayuno.- Esto está exquisito.

  • Gracias - el hombre miró el reloj.- Oye ahora tengo que ir a comentarles tu situación a los demás, dentro de un rato vengo, tu desayuna - se quedó un momento pensativo.- Por cierto, me llamo Julio - tendió su mano.

  • Encantado - respondió aún con comida en la boca.- Yo me llamo Diego.

  • Encantado, Diego.

Mientras desayunaba, Julio fue hasta el otro lado del pasillo y entró unos momentos en su habitación y después salió de la casa.

Diego llenó su estómago al máximo y después se relajó sobre la silla sin saber qué hacer. Al parecer había ido a parar a una comunidad apartada de la sociedad, donde la gente iba desnuda y no tenían ni teléfono por lo que desechó la idea de buscar una televisión.