El Lago (11)

Una nueva vida.

Capítulo11

El Lago

Aquella noche, de madrugada, cuando Ricardo acabó volviendo a su casa y todos los chicos se marcharon de nuevo al parque, Diego fue a sentarse junto a Julio mientras este hablaba con los demás padres y mayores de la comunidad, que apuraban los últimos restos de otra bandeja de pastas. Se sentía cansado. Después de hacer el amor con Raquel, ella lo había besado y unos minutos después se había ido de nuevo a la sala con los demás, dejándolo solo en la cocina. Cuando él se unió a ellos, nadie hizo un caso especial a Diego salvo Alex, que le preguntó como estaba.

Ahora, de nuevo en el parque, Diego se apoyaba sobre la mesa a la que se habían sentado los mayores mientras Alejandro se despedía de los demás chicos que se empezaban a marchar.

¿Qué tal estás chico? - Le preguntó el padre de los hermanos.

¿Lo has pasado bien hoy?

Si, me ha encantado estar aquí... No me gustaría marcharme -  se aventuró a decir (gracias a toda la cerveza que había ingerido).

¡Ja ja ja ja! -Rió con ganas el fornido hombre acompañado de otros de los presentes.

¡Hasta luego, tíos! - Gritó Alex despidiéndose de Gabriel y Fernando, que se marchaban. Después se acercó a la mesa y se sentó junto a su madre, cerca de Diego. - Bueno qué, te vas a quedar o no, tronco.- Dijo sonriente, en él se notaba más que había bebido bastante.

Hemos pensado... - Empezó a decir Julio, pero Alex lo interrumpió.

¡He tenido una idea! Mis padres me llevan intentando echar de casa desde.. puff... - Dijo mirando hacia arriba, después sonrió a su madre.- Y, como el viejo Mario abrió sus alar y se marchó del nido, tenemos un nido libre para que yo mismo, me instale a vivir allí – explicó sonriente. Los demás permanecieron en silencia, esperando a que acabara.- ¿Qué os parece?

¡Jajajaja! Este chico parece que ha bebido – dijo un hombre mayor desde el fondo de la mesa, los demás rieron unos segundos.

¿Qué tiene que ver ésto con tu amigo?

¡Ah! ¡Ja ja! Pues que podríamos compartir la casa, hay espacio suficiente para los dos – dijo mirándoles a todos. Diego se sintió mareado, tenía ganas de abrazar la cama.- Eso sí – lo señaló con el dedo.- En cuanto me eche novia, te piras.

Todos se echaron a reír y desde ese momento Diego no recordaba nada más. La noche fue muy larga y apenas recordaba el camino de vuelta a la casa de Diego.

Lo despertaron unos rápidos golpes en el cristal de la ventana. Abrió los ojos y volvió a oír los golpes, incorporándose y sufriendo un tremendo dolor de cabeza. Cerró los ojos agarrándose al borde de la cama y oyó la voz de Alex.

¡Eh! Tú, despierta...- Dijo viéndole a través del cristal.

Uhh.. Creo que anoche bebí demasiado - Dijo levantándose para abrir la ventana. Hacía sol y se sentía muerto de calor.

Valla.. lo siento... - Le dijo mirándole.

¿Qué tal? Al final me quedo.. o me voy...- Le preguntó mientras intentaba recordar la noche anterior.

¿No recuerdas nada? Valla, si que bebiste demasiado. Siento decirte que vas a pasar tu primer día como habitante del lago con una resaca enorme.

¿Si? Qué bien... - Se alegró mirándole a los ojos a su amigo. Tras unos segundos en silencio se le ocurrió que debía hablar con Julio para preguntarle cómo podría decirle a su familia que estaba sano y salvo pero que no iba a volver, y esto le aumentó la jaqueca.

Bueno, te dejo que te prepares y desayunes y todo eso.- Le dijo rápidamente su amigo.- Luego nos vemos en el lago – dijo mirando a ambos lados para cerciorarse de que hubiese nadie, después le dio un beso corto y se alejó.

Cuando salió de su habitación encontró a Julio preparando el desayuno. Se sentó en una silla y se agarró la frente mientras éste le servía un vaso de leche y un par de galletas grandes.

Tienes pinta de resaca – observó el hombre al verle.

¿Yo?- Preguntó si levantar la cabeza.

Ja ja ja ja, anda tómate este zumo mejor – dijo cambiándole el desayuno.- No está permitido que se metan cervezas en la comunidad, pero todos hemos sido jóvenes y sabemos que siempre a habido alguien que se las ha arreglado para traerlas a escondidas. Tus nuevos amigos son muy astutos.

Diego levantó la vista y vio a Julio de espaldas cuando este se rascaba con una mano la nalga derecha. Aquel acto le hizo sonreir, recordándole la naturalidad de aquella vida que empezaba a vivir. Dio un sorvo del zumo de naranja y volvió a hundir la cabeza entre sus manos.

¿Me quedo? -Preguntó sin más.

Parece que sí, pero Diego – dijo señalándole con el cuchillo lleno de mermelada.- Estas a mi responsabilidad así que no metas la pata.

Tengo que avisar a mi familia de que estoy bien... Seguramente mi novia habrá llamado para contarles lo del atraco.

Lo sé. Podrás llamar desde la casa de Luis. Oye.. estás seguro de que no te quieres marchar... Tu novia...

No quiero pensar en ella... No sabría explicarte por qué, pero pensar en ella no me hace que tenga más motivos para volver – dijo en voz baja.

Bueno, desayuna que luego te sentirás mejor.

Cuando terminó de desayunar y estiró las sabanas de su cama, Diego salió de la casa y se encaminó hacia la cuesta que bajaba al lago. Por el camino vió a Raquel, la chica con la que había hecho el amor la noche anterior, y sintió un escalofrió incómodo.

Buenos días – le saludó.

Hola – dijo ella sonriente apenas sin pararse. Después siguió su camino, haciendo que Diego se alegrara por no haber tomado como algo serio su follada nocturna.

Al llegar al final del camino, Diego vio a Alejandro charlando en la orilla del lago con sus otros amigos y bajó para unirse al grupo.

Buenos días chaval.

Anoche te tiraste a la Raqui,¿no? ¡Qué tío! Menudo estreno – rió Raúl.

Casi ni me acuerdo – mintió Diego.- Bebí demasiado.

Ya nos lo han dicho.

Escucha – dijo serio Gabriel, el chico fuerte y más alto – Raquel es mi chica. Así que no te encapriches.

Aquello descolocó y asustó tanto a Diego que se sintió nuevamente mareado.

¿Qué? ¿Sois novios? – preguntó asustado. Al verlo, los otros se rienron.

Tranquilo, tío – dijo Raúl,- no es celoso, solo te está diciendo que Raquel lo hizo contigo pero que está saliendo con él.

Si no le calleses bien, seguramente te abría aplastado ya – dijo Alex sonriendo.

Si no le calleses bien, Raquel no lo habría hecho contigo – rió Raúl.

No te preocupes – dijo Alex.- Solo quería que lo supieses. No te vallas a asustar, ¿eh? - Le agarró de los hombros.

Vale, vale – intentó articular Diego.- Pero te aseguro que no lo sabía.

Ya, ya. Bueno, ¿nos bañamos o qué? - Preguntó Gabriel cambiando de tema.

Diego intentó tomarse aquello con naturalidad pero le fue muy difícil, aún creía en la posibilidad de que le estuvieran tomando el pelo.

Echaron una carrera de lado a lado del lago, pero durante el camino Diego no pudo concentrarse y dejar de pensar en aquella extraña pareja que eran Raquel y Gabriel. A mitad de camino, Alex se detuvo junto a él. El pelo se le pegaba a la frente, empapado.

Hey, ¿te pasa algo? - Le preguntó tocándolo en la cintura bajo el agua cuando llegó hasta él. Nadie podía ver su mano.

Me he quedado un poco chocado cuando Gabri a dicho eso...

Eh.. No te preocupes ¿vale? Mario antes de irse también lo hizo con Raquel, y no le pasó nada. Gabriel lo permitió porque Mario era su amigo y... Bueno, nadie consigue entender a Raquel y su novio, pero sabemos que se quieren y que son una gran pareja. Y nadie a intentado nunca entender más, eso nos basta. Pero no te preocupes, si Gabri lo sabe y sigues vivo, todo marcha bien.- Dijo mirándole fijamente, tranquilizándolo.- Además, él me ha dicho que le caes bien, que eres un tio enrollado al haberte adaptado tan bien a nuestra vida.

¿En serio? - Preguntó incrédulo.

En serio, antes de que llegases.

¡Hey! ¿Vais a venir o os retiráis? - Gritó Gabri desde lejos. Habían detenido la carrera al ver que sus amigos se habían quedado atrás.

Vamos – le apremió Alex zambulléndose de nuevo. Diego le vio el culo cuando empezó a nadar. Tardó unos segundos en seguirle.

Cuando pasó la mañana, Alex acompañó a Diego hasta la casa de Mario, la que ocuparían ellos. Estaba cerca del parque, pero al otro lado de la casa de sus padres.

En la entrada había escalones de madera. Cuando entraron, Diego comprobó lo grande que era comparada con las demás. Tenía un salón, la cocina, dos dormitorios grandes y un lavabo, pero de más tamaño que la de Julio. Aún tenía algunos muebles pero Alex le explicó que podrían cambiarlos con el tiempo.

Tenemos un pequeño sillón para tumbarnos por la noche – le dijo en voz más baja cuando llegaron a la sala.

Perfecto – dijo Diego sentándose. Era un sillón cómodo aunque de estilo viejo.- Me echaría una siesta ahora mismo.

Pues echatelá. Esta ya es nuestra casa, Diego... Puedes hacer lo que te apetezca.

¿Sí? - Dijo agarrándole de la cintura y atrayéndolo hacia él. Besó los abdominales marcados de Alex. Su piel olía al lago.- ¿Y tú te vas a tumbar conmigo?

¿A ti no te dolía la cabeza? - Le preguntó, divertido, se sentía a gusto estando a solas con su amigo.

Si pero no puedo contenerme si te tengo aquí, desnudo – dijo agarrando sus huevos.

Ven, apoya la espalda – dijo empujándolo hasta que tocó el respaldo mullido. Alex se colocó de pié con las piernas abiertas encima del sillón, dejando sus huevos colgando a pocos centímetros de la boca de Diego.

Diego le chupó las bolas y su polla, que estaba ya erecta como la suya. Alex le agarró de la nuca para que chupara bien. Su amigo separó las nalgas de Alex y empezó a tocar en circulos el agujero, mintras se la chupaba. Alex se apoyó con las manos en la pared y dedicó un instante a relajarse para que su cujero del culo se dilatara con mayor facilidad y fué bajando poco a poco mientras Diego le chupaba y empujaba u dedo dentro de él. Subió y bajó en un postura que a Alex le resultó excitante, hasta que sacó su dedo y le incitó a sentarse sobre su poya.

Diego veía los músculos de Alex más marcados que nunca. Éste bajaba y subia con lentitud, con las piernas flexionadas a ambos lados de su amigo y se sujetaba con las manos al respaldo del sillón.

Mientras sucedía esto, fuera, al pasar cerca de la casa, Raúl se asomó al oir voces dentro. Al verles, sus ojos se abrieron al máximo devido al susto, ocultándose instaintivamente. ¡Eran Diego y Alejandro! ¡Y estaban..! Se quedó inmóvil unos segundos, cuando de pronto empezó a escuchar los gemidos de Alex. ¡No lo habría jurado ni en un millón de años! Tenía que irse, quería irse de allí, pero estaba inmóvil, y mientras, Alex continuaba gimiendo de placer sobre el chico nuevo.

  • Raúl, ¿qué haces? ¿Vienes? - Le urgió la voz de su novia desde el otro lado de la casa. Eso lo devolvió el movimiento y se alejó de la ventana, comprobando antes de girar la casa que nose hubiera parado sin querer, afortunadamente, su polla seguía tan grande como siempre, sin estar empalmado.