El ladrón de caras.

Lo quiero todo contigo pero sin ti.

Eran horas las que llevaba contemplando tu “yo” dormido,

Observando cómo los cabellos de tu casco caían uno a uno sobre tu rostro,

Ocultándome parte de tu ser.

Tu cuerpo sin embargo parecía estar más vivo que nunca,

Mis manos, asesinas

Mataron tu inocencia,

Arrebatándote así la sábana que te cubría.

Tu tórax subía y bajaba con  gran violencia,

La misma con la que tus caderas se clavaban sobre mi abdomen,

Haciendo que nuestros sexos se fundiesen en uno mismo.

Anoche no estuvimos solos,

Fueron varios los testigos de nuestro sexo,

No pudiste verlos,

Todos ellos…

Eras tú.

Cada vez que tus uñas se arrastraban desgarrando mi pecho,

Cada vez que tu lengua recorría cada uno de los centímetros de mi sexo,

Cada vez que mi mano asestaba un golpe sobre tu cuerpo,

Cada vez que mi polla entraba salvajemente sobre tu recto,

Cada vez que…

Un rostro nuevo se clavaba sobre el tuyo,

Haciendo cada vez más atractiva la idea de mentirte,

De traicionarte,

De romperte en pedazos,

De destruir todo aquello que un día construimos,

No me preguntes por qué,

Pero solo quería eso.

Tal vez todo murió anoche,

Entre gemidos,

Entre arañazos,

Entre nosotros…

Mis dedos,

Mi lengua,

Mi sudor,

Mi alma, yo

Todo sabe a ti.

Dejo una nota en tu mesita,

“Volveré pronto” escribo en ella,

Cojo el coche,

En silencio, torturándome.

Me detengo frente a una casa,

No muy diferente a la nuestra, a la que un día compramos,

Felices,

Ilusionados,

Juntos.

Me acerco,

Toco al timbre,

Aparece ella,

Gemma.

Nos besamos,

Nos arrancamos la ropa,

Nos follamos...

Y mientras eso sucede,

Le pongo la cara de otras muchas.

Pero sobre todo,

La tuya.