El lado sexy de la Arquitectura 19
"...I want it all in..."
¿Emma?- susurró Sophia, acariciando la espalda de Emma, que estaba recostada sobre sus brazos y, sobre ellos, su cabeza, su nariz topando el granito negro del desayunador. - ¿Estás dormida?- volvió a susurrar, considerando la remota posibilidad de que en verdad lo estuviera.
No…- murmuró, levantando su cabeza con una mirada un tanto evasiva.
¿Te sientes bien?- su voz era adormitada y preocupada, era evidente que a Emma le pasaba algo.
Sí…sólo estoy un poco cansada…es el jetlag, supongo…- murmuró, forzando una sonrisa que era difícil creerle.
Ven a la cama, mi amor…intenta dormir- dijo Sophia, alcanzándole la mano para que se la tomara, con una sonrisa sencilla y cariñosa.
No he podido dormir, son las cuatro y algo de la mañana, lo sé…llego en un momento, ¿si?
¿Quieres estar sola?- Sophia estaba un tanto preocupada, pues creyó que ya la estaba comenzando a sofocar.
No, Sophie…sólo estaba matando el tiempo, no quería despertarte de tanto que me movía en la cama- volvió a sonreír, viendo que Sophia todavía tenía extendida su mano. “Carajo, Emma, tómasela” .
Ven a la cama, ¿si? Me haces falta…- sonrió un tanto sonrojada, agitándole un tanto la mano para que se la tomara, y se la tomó al fin.
Emma asintió, concediéndole a Sophia algo tan fácil como acompañarla a la cama, sólo abrazarla hasta que se quedara dormida mientras seguía dándole vueltas a lo que le incomodaba, más bien lo que le preocupaba. Pero su atormento era quizás estúpido, o no, pero le daba vueltas en la cabeza y, lo único que la desconcentraba de aquella faceta, era ver a Sophia dormida a la par suya mientras la abrazaba con su brazo, más bien ponía su mano sobre la cintura de Sophia y la movía para acariciar hasta su cadera y de regreso. Sophia si era hermosa, dormía con una sonrisa pequeña en sus labios, su flequillo cayéndole sobre la mitad de su frente y apenas agarrado de su oreja izquierda, un flequillo ya más brillante, junto con su cabello más liso y más manejable. Emma logró conciliar el sueño a eso de las siete y media, cediendo a sus pensamientos, no despertó hasta las tres de la tarde, que Sophia la contemplaba con sus ojos celestes y una sonrisa brillante de dientes, con un listón en su cabello, viéndose increíblemente joven y tierna, ya duchada y con ropa limpia.
Good morning, Stranger- murmuró Sophia, con la misma sonrisa con la que siempre saludaba a Emma. Emma sonrió mientras se estiraba. – Thought we could go and have some late lunch at Per Se- murmuró sin quitarle la mirada de encima.
¿Y eso?- sonrió, olvidándose de aquella pregunta que tanto la atormentaba.
Phillip y Natasha llamaron, pero estabas dormida, querían saber si querías…-dijo, interrumpiéndose con un silencio de corrección y un gesto extraño. – si queríamos ir a un late lunch con ellos- se corrigió.
Está bien, sólo me iré a bañar- sonrió, otra vez un tanto indiferente, igual que en la madrugada.
-Emma…¿qué pasa?
Nada, ¿por qué?
Estás como…rara…
No, Sophia, estoy un poco cansada nada más…- y volvió a sonreír, esforzándose un poco más por hacerla creíble.
¿Tienes sueño todavía? Puedo llamarle a Phillip y a Natasha que no iremos…- sonrió, acariciando a Emma por su mejilla para luego peinarla y pasar su flequillo detrás de su oreja.
No, no es sueño…es como estrés…es como raro- y se puso de pie, acomodándose la camisa y peinándose alocadamente con sus dedos.
¿Qué puedo hacer para desestresarte?- susurró Sophia, arrastrándose con sus rodillas hacia el borde de la cama para abrazar a Emma por el cuello y sonreírle a aquellos labios dormidos y a aquellos ojos atormentados.
Could you get me an Advil?- susurró Emma mientras acariciaba la nariz de Sophia con la suya.
No era la respuesta que Sophia esperaba, hasta se sintió un tanto decepcionada, pues se imaginaba que podía quitarle ese presunto estrés a Emma con un poco de amor y pasión, agitadas piel contra piel, pero no, ella quería una Advil. Emma vio a Sophia sonreír con decepción, con un suspiro sonriente ahogado que la hizo sentir mal, le tenía que decir algo y pronto, pero era simplemente cobarde para esas cosas. La vio salir de la habitación, vistiendo relativamente sencillo; el jeans amarillo pálido de antes y un cardigan verde de botones y un tanto grueso y holgado. “¿Cómo decirle a Sophia; ‘Hey, I’m kinda scared cause maybe, just maybe, you want children’? No es algo tan sencillo de preguntar, ni de procesar, ni de responder.” . Y Sophia no notó que era algo con ella, pues cuando Emma saludó a Natasha y a Phillip con la mayor de las sonrisas, la más genuina, la más brillante pero, Sophia se había sentido mejor, pero le pareció raro que quisiera sentarse a la par de Natasha y no de ella, pero era algo tan banal que no valía la pena pensarlo tan a fondo.
Esa cara de preocupación tiende a acabar conmigo- susurró Phillip al lado de Sophia, dirigiéndose a ella.
¿De qué hablas?- susurró de vuelta, viendo que Natasha y Emma estaban sumergidas en alguna plática sobre alguna cosa, de algún lugar y refiriéndose a alguien, que no eran ni ella ni Phillip, tan sumergidas estarían que era como si lo demás no existiera.
Es cierto que no soy mujer, pero sé cuando una mujer se siente inquieta por algo- sonrió entre aquella barba de tres días que ese día se le veía un tanto diferente.
¿Por qué crees que me preocupa algo?
Porque ves a Emma como si quisieras interrumpirla para preguntarle qué le pasa
Oh…¿tú también crees que le pasa algo?
No, pero tú me acabas de confirmar mis sospechas- sonrió. - ¿Algo en lo que pueda ayudar?
Necesito hacer algo especial para Emma…tú sabes, para empezar bien el año
Buen cambio de tema…pero yo también necesito hacer algo especial para Natasha…¿te importaría si unimos fuerzas y combatimos a nuestras mujeres juntos?- sonrió, como si fuera un niño.
¿Hablas de cómo una conspiración?
Sí. Digo, tú averiguas lo que Natasha quiere, yo averiguo lo que Emma quiere, y nos mantenemos informados para que todos estemos felices, ¿te parece?- volvió a sonreír, con una sonrisa seductora, la que sin duda alguna funcionaba con sus contrapartes femeninos en el trabajo.
Prométeme discreción, por favor- sonrió, extendiéndole la mano para cerrar aquel trato.
Aquí hay reciprocidad, cariño- le estrechó la mano con la misma sonrisa. – Ahora, ¿qué habías pensado para Año Nuevo? Puedes tenerme la mayor de las confianzas- y guiñó su ojo, dándole a entender a Sophia que él sabía todo lo que pasaba en su relación con Emma porque Natasha sabía y no podía mantenerse callada.
Dijo algo de hacer algo con el amanecer de fondo- discreción ante todo, aunque Phillip no era ningún tonto.
Entiendo, hacer el amor con el amanecer de fondo…tengo una idea- suspiró, como si de verdad hubiera tenido la mejor de las ideas. – Podemos hacerlo los cuatro o sólo ustedes dos
¡¿Qué?!- suspiró Sophia un tanto escandalizada, tratando de no llamar la atención de Emma que estaba sumergida en Natasha, contándole algo de Poughkeepsie o un lugar así. - ¿A qué te refieres con los cuatro?
Ay, Sophia- rió Phillip, con esfuerzo por haber tragado un poco de su whisky. – No quiero un cuarteto, ni un trío…me refería a que…agh, cómo te explico…
Inténtalo, que me tienes un tanto asustada
Mmm…tengo un bote, no es muy grande…pero cabemos los cuatro sin molestarnos, podría ponerlo en Westport, para salir a eso de las cinco de la mañana, aunque tendría que ver el pronóstico del tiempo y del amanecer, para darte detalles más exactos…- Sophia asintió, intentando comprender. – Hace demasiado frío como para hacer algo exhibicionista, Sophia…pero estoy seguro que Lady Mia tiene justo lo que necesitas- sonrió.
Who’s Lady Mia?
El bote- y, por primera vez, Phillip ahogó una sonrisa ingenua en un sonido nasal.
Okay, a ver, let me get this straight…¿me estás diciendo que después de lo de Margaret, tú y Natasha y Emma y yo nos subimos a tu Kayak?
No le llamaría Kayak, pero sí, eso es…¿tienes tiempo mañana? Para ir a verlo, así tienes tiempo de conseguir lo que necesitas, si es que necesitas algo, y lo vas a dejar a mi apartamento para que lo tengan ahí listo para ti, ropa si quieres…aunque te acuerdo que hace mucho frío, más en altamar- y sonrió de nuevo, posando su mano en el hombro de Sophia.
¿Y yo qué tengo que darte in return?
-Te diría que nada, pero necesito ayuda…necesito saber qué regalarle a Natasha para nuestra Boda
¿No se supone que tú pagas la Honeymoon?- preguntó Sophia, un tanto ingenua también y, ante la mirada de “Oh, please” entendió que eso era un tanto obligatorio, así como ella pagaba la fiesta a su gusto, él pagaba la Luna de Miel, pero también le daba un regalo, pero no quería algo común como unos aretes o unas joyas. - ¿Has pensado en si van a mudarse a tu apartamento o al de ella o a uno nuevo?
Creo que tendría que ser uno nuevo…tengo que conseguir un apartamento en la zona por donde vive Emma, eso es un “must”, sino Natasha no sobrevive ni la primera semana de realidad
¿Por qué no le regalas a Emma?
¿A Emma?
Tú sabes, compras, rentas, lo que sea, un apartamento para ustedes dos y le regalas a Emma para que decore y modifique, etc
Sophia, a veces me sorprendes, es una buena idea…más porque a Natasha no le gusta lo minimalista y a mí sí
Seguramente Emma puede encontrarles un balance, algo que les guste a los dos
¿Ves? Así de fácil es darme algo a cambio…- sonrió.
¿Por qué tenía que darte algo a cambio?- sonrió Natasha, de vuelta a la vida después de haber estado sumergida con Emma.
Porque Sophia ha accedido a una partida de Esgrima- sonrió, un tanto fuera de lugar.
Tiene que ser mentira- rió Emma. – Sophia no sabe nada de Esgrima pero seguro te patea el trasero- volvió a ver a Sophia, un tanto más tranquila y, ante las cejas hermosas de Sophia, no pudo contenerse una caricia que a Sophia le dio un tanto de seguridad.
Aquella comida se transformó en risas conjuntas, Phillip molestaba a Natasha, y Emma a Sophia, y entre ellos también, era como si fueran amigos de toda la vida, que probablemente tenían buena química, entre algunos más que entre otros, pero daba gusto verlos así de felices en medio de aquel frío blanco de Manhattan. Phillip realmente consideró como acertado el consejo de Sophia y, sabiendo que tenía que vivir cerca de Emma, tenía que esmerarse para encontrar algo de no más de cinco cuadras a la redonda; pues ahora con la palabra “matrimonio” ejerciendo peso sobre los hombros de ambos y como repelente entre ambos, Natasha necesitaría a Emma para desahogarse y Phillip necesitaría a Emma para que se encargara de Natasha, así de simple.
- No me digas que estás leyendo porque sé que sólo estás viendo la misma página desde hace rato- irrumpió Sophia en la habitación del piano, viendo a Emma sentada en el sillón con un libro en las manos. Tenía más de quince minutos de estarla observando en silencio desde la puerta, pues estaba entreabierta. - ¿Me vas a decir qué pasa?- preguntó, abrazándose sobre la bata, pues el frío era un poco mayor que la calefacción, o tal vez no, pero que Emma no amaneciera junto a ella le daba frío, y eso que ni había amanecido.
Emma cerró su libro y lo colocó en el brazo del sillón, bajando sus piernas para posar sus pies sobre el suelo e indicarle a Sophia que se sentara en su regazo.
¿Me vas a decir?- volvió a preguntar, y Emma asintió. - ¿Qué te sofoca? ¿Soy yo?
Sophia…evidentemente no eres tú, ¿por qué crees eso?
Porque te pregunté ayer en la madrugada qué pasaba y me dijiste que nada y no me has hecho el amor, estás como distante- murmuró preocupada y sonrojada.
¿Tú quieres alargar tu estirpe?- sonrió Emma, levantando su mirada y encontrando la de Sophia.
¿Mi qué?
Que si quieres tener hijos, Sophia…
Uhm…no, eso no venía en mi configuración inicial
¿Y en el update?
Tampoco
¿Ni en el upgrade?
No…¿eso es lo que te tiene así?- topó su frente a la de Emma, rozando las puntas de sus narices, mientras Emma asentía suavemente, intentando frenar sus ganas de besarla. - ¿Tú quieres alargar tu…tu…tu cosa esa?- sonrió, no recordando la palabra aquella tan complicada.
¿Estirpe?
¡Eso!- suspiró a ras de sus labios.
No, estaba asustada pensando que tú sí querías y que yo no- y la besó, por primera vez en el día la besó en los labios, pateando aquel pensamiento en el trasero.
Son las…- murmuró Sophia, levantando su muñeca para ver su Pink Precisionist- Tres veintisiete, ¿Vienes a la cama?- “Quisiera hacerte el amor toda la noche” .
Emma la vio a los ojos y, agarrándola de la cintura con sus brazos, haciendo una fuerza brutalmente increíble, para levantar a Sophia y sentarla sobre la caja de resonancia.
Fuck, Emma…está frío- sollozó Sophia en cuanto su trasero se posó sobre la caja fría.
Lo siento, amor…¿prefieres ir a la cama?- murmuró Emma mientras se colocaba entre las piernas de Sophia.
Y Sophia sacudió su cabeza, pasando sus muñecas alrededor del cuello de Emma y abriendo sus piernas para que Emma rozara el interior de sus muslos con su cuerpo, cosa que le encantaba a Sophia, era muy sensible de sus muslos y, la seda de la bata de Emma, le sentaba de maravilla. Emma acariciaba los muslos de Sophia mientras se veían a los ojos sin decirse una tan sola palabra, pero la sonrisa era sincera, cariñosa. Y Emma hizo el primer movimiento, se dirigió al cuello de Sophia, besándolo con besos cortos y paseando su lengua delicadamente a lo largo de él hasta llegar a su lóbulo, abriendo cada sensación en Sophia y dejándolas abiertas con esa succión en su lóbulo. Sophia tenía sus ojos cerrados, guiándose por la lengua y los labios de Emma, y por sus manos que acariciaban sus pantorrillas y sus muslos con delicadeza.
Emma…- suspiró Sophia con su voz un tanto cortada. – Te amo…- susurró entre dientes, ahogándose por le lengua de Emma en su esternón.
Sophia Rialto…no sé qué me haces tú pero creo que no he sentido esto por alguien…nunca- y suspiró en su esternón, aferrándose a Sophia y Sophia abrazándola con sus manos por su cabeza, paseando sus dedos entre su cabello.
I want to feel yours…own me every single way there is…
I’ll do to you whatever you want me to…just tell me how…because I don’t know how- murmuró Emma, despegándose de Sophia y dejando que viera más allá de sus ojos, sí, su miedo.
Sophia sonrió y la comenzó a besar en sus labios, un beso sincero y cariñoso, en el que al principio todo era superficial, como en algún momento quiso Emma que fuera todo, pero luego, Sophia lo hizo más profundo, saboreando a Emma, acariciando la suavidad de sus labios, sintiendo aquel remoto sabor de un Vodka difuminado tomado en secreto, las lenguas jugando discretamente entre los labios de las dos, acariciando no sólo la lengua de la otra, sino también los labios, y sintiendo los jalones suaves que Sophia hacía en el labio de Emma, para terminar con un mordisco en su labio inferior, un mordisco sonriente, lo que le devolvió a Emma un poco de seguridad, opacando su miedo; ese miedo que la poseía de la nada que, hasta cierto punto yo entiendo.
Sophia se bajó del piano, pues le parecía un poco difícil que, si ella se recostaba sobre él, Emma no podría besarla con comodidad, por eso prefirió la cama. Llevó a Emma a la cama, encendiendo la lámpara de la mesa de noche, para tener el mínimo de luz, que creaba un poco de sensualidad, pero nunca se supo por qué. Y Emma amó a Sophia en cada segundo, en cada milímetro y en cada mililitro. Sophia se colocó encima de ella, pero Emma se irguió y se besaron con la mayor de las comodidades, como si hubieran sido hechas una para la otra, Emma deslizando la bata de Sophia hacia afuera, besando su pecho y acariciando sus antebrazos con sus dedos fríos, dejando a Sophia su tanga negra, que sí, ya le había encontrado el poder a la tanga negra, y en una camisa blanca desmangada y un tanto gastada, que hacía que sus pezones se marcaran tanto en relieve como en color, y eso que Sophia no era tan oscura de esos lugares, así de desgastada estaría la camisa.
Emma acariciaba el torso y la espalda de Sophia con sus dedos largos, apenas rozando con la punta de sus dedos, viendo cómo Sophia se dejaba llevar, se entregaba a ella, pues se movía para donde Emma la movía con sus manos; tanto que Emma metió su mano entre la camisa y la piel de Sophia y la deslizó lentamente hacia arriba, rozando su torso con las palmas de sus manos y su espalda y sus costados con sus dedos, y Sophia levantó los brazos para quedar parcialmente desnuda ante Emma, dejando sus senos ajustados exactamente frente a su cara, con sus pezones rígidos, a los que Emma no podía quitarles la mirada de encima. Besó en medio de sus senos, con besos cortos y un lengüetazo que recorrió aquel valle, haciendo que Sophia se perdiera entre la lengua de Emma y se sintiera, sólo con eso, alcanzando el cielo. Sophia enredaba sus dedos en el cabello de Emma, apretaba sus dientes y fruncía su ceño, le encantaba.
Emma tumbó a Sophia sobre la cama con cuidado, para hundirse en un beso picante y sensual que bajó por su cuello y su pecho, concentrándose en sus pezones, excitando a Sophia, algo que no siempre funcionaba, pero que, en esa atmósfera, lograba desatar. Se escuchaban los besos y las succiones de Emma entre las respiraciones de Sophia que inundaban la habitación, el jugueteo de las piernas de Sophia en las sábanas de la cama. Y fue cuando Emma bajó por el abdomen de Sophia, mordisqueándolo con cariño, hasta llegar a su tanga, que era bastante especial, un tanto transparente hasta que se hacía más densa en el comienzo de sus labios vaginales. Emma exhaló, causándole cosquillas a Sophia en su entrepierna, y lamió y relamió a Sophia por encima de la tela, sintiendo el calor de sus jugos mezclarse lentamente con su saliva, sintiendo su dulce olor, empapando a Sophia no sólo con ella misma, sino con los labios de Emma; para luego pasear su dedo índice derecho por su hendidura, para que Sophia sintiera la tela rozarle su interior.
Tomó los elásticos y retiró lentamente su tanga hacia afuera, tomando a Sophia por sus pies y deteniéndose para verlos una vez más. Eran dedos perfectos, un tanto delgados, un tanto fríos, con las uñas pintadas de un púrpura casi negro, cortadas planamente en corte cuadrado, un pie egipcio delgado, el que Emma besó; dedo por dedo, calentándolos con sus labios mientras calentaba su pie con las palmas de sus manos. Repitió esto con su otro pie, para luego subir hasta su entrepierna, no antes Sophia quitándole la camisa, después de que Emma se saliera de su bata, arrojándola sobre la lámpara, oscureciendo un poco la atmósfera. Y, tomándole las manos a Sophia, reviviendo la conexión de hacía dos días; cuando tuvieron aquella reconciliación espontánea y madura, se tomaron de las manos, pues Sophia no quería despegarse nunca de Emma, y Emma no quería dejarla ir sola, ni a la luna a través de su orgasmo.
Emma abrió los labios de Sophia con su lengua, saboreando sus jugos directamente, le gustaba, a Sophia ni se diga. Sophia apoyó sus pies sobre los hombros de Emma, mientras ella halaba a Sophia con las manos, para tenerla lo más cerca posible a su lengua, hacerlo profundo y con presión. Emma recorrió los labios de Sophia, haciéndole cosquillas al rozar sus labios menores y bajó, hasta su vagina, haciéndole cosquillas de nuevo con la punta de su lengua, pero no pudo detenerse ahí, sino que tuvo que quitarse los pies de Sophia y abrir sus piernas un poco más para acariciar su perineo con su lengua, y Sophia se contrajo con un gemido entre dientes, con un respingo con su trasero mientras posaba sus manos sobre las de Emma y las tomaba fuerte. Emma todavía no supo detenerse ahí, sino que bajó, con sumo cuidado y delicadeza, hasta aquel agujerito que nunca había pretendido probar hasta ese día, que, por la luz, se le apetecía más de lo normal.
Y paseó su lengua en línea recta por el agujerito, sintiendo cómo Sophia se contraía por reflejo y le pedía más entre sus ahogos. Y la lengua de Emma se paseó en círculos, se puso rígida e intentó penetrar aquel agujerito con cariño, sólo con la punta, y Sophia gritó de placer, le pidió más entre un sollozo exquisito, era como música para los oídos de Emma. Emma saboreaba aquel agujero, era lleno de sabor, una textura a la que no acostumbraba a probar, pero, no sabía si era raro, le encantaba, más cuando Sophia se contraía y la punta de su lengua estaba dentro, haciendo que saliera del agujero.
- Do it…please…- sollozó, elevando sus piernas y deteniéndolas con sus manos, ortogonalmente a la cama.
Y Emma sonrió un tanto preocupada, introduciendo su dedo índice derecho en su boca para humedecerlo, así como había hecho con el agujerito que tanto había excitado a Sophia. Y lo lamió y lo relamió, calentándolo para que no sintiera tan extraño. Y, volviendo a lamer una tan sola vez su agujerito, hizo círculos con su dedo, presionando un poco, intentando no penetrar bruscamente aquel agujero del que supuestamente sólo debían salir cosas y no entrar. Y empezó a presionar un poco más fuerte hasta que la punta de su dedo estuvo dentro, Sophia gimió, Emma se detuvo. Era aquella sensación extraña, que no necesariamente era de dolor, era una molestia placentera.
I want it all in…- suspiró, contrayéndose por dentro, no siendo consciente que lo haría también de su ano, apretujando el dedo de Emma ahí dentro. Y gimió.
Mi amor…no quiero lastimarte…- susurró Emma, sacando lentamente su dedo y besando el agujero.
Please…- dijo Sophia, mostrándole un puchero difícil de resistir.
Y Emma volvió a lubricar su dedo y el agujerito, metiendo su dedo lentamente, abriendo a Sophia de aquellos lugares, que le daban una molestia hasta que Emma lo metió todo y se sintió completa y repleta. Emma sentía aquella presión en su dedo, una que no había sentido en la vagina de Sophia, era una presión extraordinaria, pero se relajaba por segundos, pero luego lo volvía a apretar. Emma comenzó a masajear los adentro de Sophia mientras ella guiaba su mano hacia su clítoris y, aquellas dos sensaciones juntas, eran como el cielo en el infierno; hermosas y placentera, pero también era como el infierno en el cielo, que no era malo; intensas e inmoralmente placenteras. Y Sophia gemía de placer puro, con cada penetración de Emma, sintiendo su aliento bucal calentar sus Buttcheeks, era perfecto.
Sophia sintió explotar en menos tiempo del que esperaba, y su clítoris se inflamó, sus labios vaginales se encandecieron, sacaba cantidades exageradas de jugos de su vagina, jugos que se unían a la penetración de Emma. De un movimiento, Emma retiró la mano de Sophia de su vulva, y la atacó con su lengua en su clítoris, haciendo que Sophia quisiera arquearse y no pudo por cómo estaba de rendida ante el placer. Emma la penetró más rápido, aunque todavía con amabilidad, sintiendo el calor aumentar en el clítoris de Sophia y en su ano y, cuando Sophia gritó un angelical “Sweet Mother of Jesus!” el dedo de Emma quedó atrapado en sus adentros y, cuando pudo sacarlo, Sophia volvió a gemir un “Oh my fucking God!” , que, Emma, sin saber, había alargado el orgasmo de su novia, más porque no había dejado de besar su clítoris. Y Sophia temblaba, no dejaba de temblar, el más dulce de los orgasmos.
¿Estás bien, mi amor?- susurró Emma, recostándose al lado de Sophia, tomándole la mano y besando sus nudillos.
Wo-ow…todavía siento un hormigueo que no sé dónde lo tengo…- suspiró, abrazando a Emma por su cintura y recostando su cabeza en su antebrazo.
¿Cómo te sientes? ¿Te duele “algo”?- sonrió, abrazando a Sophia por su cadera y colocándola sobre ella.
No me duele lo que crees…me duele el orgullo porque no he hecho que tú te…corras- susurró, sonrojada, como si era la primera vez que decía algo así.
Mi amor, si no te sientes bien, quisiera quedarme aquí abrazándote…- su sonrisa era más amplia, más sincera, y la apretó un poco más por su espalda, haciendo que Sophia reposara su peso sobre ella, colocando su barbilla en el hombro derecho de Emma.
I want to grind my pussy against yours…- susurró, pronunciando aquellas “s” con sensualidad mayúscula, con cierta anteposición de una “h” inglesa imaginaria que a Emma le provocó un suspiro que se confundió con un gemido.
¿Como la vez pasada?- sonrió nerviosamente, sintiendo los besos de Sophia en sus hombros.
Es correcto, Emma…Pavlovic..- susurró, paseando sus manos por los senos de Emma, sintiendo sus pezones rígidos por el frío, rígidos como una roca. – Would you like to take the lead this time?- murmuró, bajando con besos por su cuello y su pecho, besando el lunar del yacimiento de su escote mientras deslizaba sus dedos adentro del pantalón de Emma, acariciando su clítoris con presión y de arriba abajo.
Emma abrió sus piernas para los dedos de Sophia, pues sabía que era cuestión de segundos para que lograra correrse, sentía como si hubieran pasado décadas desde su último orgasmo y, quiera que no, la imagen de su dedo penetrando el agujerito de Sophia le revolviera la cordura, haciendo que cediera a la lujuria. Y Sophia, succionando con avidez los pezones de su novia, desencadenando aquella explosión que sería enviada desde su clítoris hasta la última célula receptora de su cuerpo, gemía con el único fin de excitar más a Emma. Y lo logró, pues Emma apuñó el cabello de Sophia, un tanto doloroso para Sophia, pero le fascinaba cómo su novia se dejaba llevar, y, justo cuando Sophia escuchó la luz verde en el gemido de Emma, un gemido urgido, introdujo sus dedos en su vagina, con un poco de dificultad, pero la penetró mientras que la palma de su mano chocaba suavemente con su clítoris, elevando a Emma, junto con la lengua de Sophia en su pezón izquierdo, hacia la estratósfera.
Y Sophia, en menos de un segundo, ya le había arrancado el pantalón a Emma, junto con su tanga por supuesto, y se tiró sobre Emma, besándola con pasión en sus labios mientras Emma la tomaba de su trasero, que la rodilla de Sophia rozaba la entrepierna sensible de Emma, apretando su clítoris y haciendo que Emma gimiera en su lengua. Emma la tumbó para colocarse encima, entre sus piernas con las suyas, viendo el brillo de Sophia en sus ojos, no sólo excitada pero emocionada también. Y Emma puso de costado a Sophia, aferrándose a su muslo contra su pecho, entre sus senos, y empezó a embestirla así como el día de su cumpleaños, que las imágenes la llenaban de deseo y la hacían gemir al roce de sus labios vaginales contra los de Sophia, quien estaba apuñando las sábanas y gimiendo ahogadamente contra la cama.
Emma tomó la pierna de Sophia con su brazo derecho, para tener la mano izquierda libre y, mientras la embestía suavemente, succionó su dedo del medio para buscar el agujerito de Sophia otra vez y, estando empapada con sus jugos vaginales, le fue fácil introducir su dedo, y excitarse a las dos al mismo tiempo, tanto que Emma logró acelerar el roce y Sophia juntar más su entrepierna con la de Emma, haciendo de ese orgasmo una explosión nivel atómico.
Sabe demasiado bien, ¿sabes?- susurró Emma, con su voz entre cortada, todavía en la misma posición pero succionando su dedo, el dedo de oro. Sophia se sonrojó, retirando su pierna de Emma y dándose la vuelta, todavía agitada al igual que Emma.
Creo que tenemos que trabajar en dormir temprano- rió, peinándose un poco su cabello agitado.
Quisiera hacer sólo tres cosas en toda mi vida…- suspiró Emma, cayendo sobre Sophia para abrazarla.
¿Tres cosas? ¿Cuáles son?- preguntó, pegando su trasero a la pelvis de Emma y abrazando sus brazos que Emma había pasado uno por su cuello y el otro por su cintura.
Dormir, comer y hacer el amor contigo…los tres placeres más grandes que pueden existir- sonrió, o al menos eso creyó Sophia. Emma haló el cubrecama y unas almohadas para acomodarse y, antes de que cualquiera de las dos pudiera darse cuenta, cada quien había partido en su sueño, aferradas una a la otra, con sus piernas entrelazadas y dándose calor, un calor distinto al de la calefacción, superior a cualquier temperatura negativa.