El lado oculto de Luisa

Un hombre se encuentra casualmente con una mujer cuya foto vio en internet y la atrapa con su mirada.

El lado oculto de Luisa

Nunca lo hubiera podido creer. Pero allí estaba, era ella y no tenía ninguna duda por sorprendente que parezca. La misma mujer que unos días antes había visto en una foto en internet y que desde ese momento no podía quitarme de mi cabeza. Tenía su cara y su cuerpo grabados en mi mente. Esa mirada entre pícara y vergonzosa, con esa media melena tirada hacia delante como queriendo ocultarse y sobre todo esos labios finos y apretados en un gesto que no adivinaba a interpretar como un gesto de fastidio o de risa inaguantable.

El cuerpo que aparecía en esa foto era sorprendente. Parcialmente desnuda, la ropa que conservaba más que esconder ayudaba a la imaginación y, desde luego la mía estaba totalmente disparada. Pero insisto, no era sólo una cuestión de su cuerpo, sino que el efecto de su mirada y la expresión de su cara indicaba una mezcla de actitudes difícil de ignorar.

Allí estaba. Cuando la vi dudé ese primer instante pero solo fue una fracción de segundo. Al momento estaba seguro y entonces la observé, la miré desde mi posición en la barra del bar. Ella estaba sentada, junto a una amiga, y desde luego que fue consciente de mi mirada. Su primera reacción fue desviar la mirada pero sólo fue un acto reflejo, después me miró fijamente como retándome. Yo resistí el reto y un instante después volvía a esconder sus ojos. Noté su incomodidad seguramente debida a la presencia de su amiga.

Esperé a que se levantara y pasara junto a mi. Entonces la pude ver de cerca. Llevaba pantalones, botines y una camisa oscura que completaba con una americana corta de piel en un tono burdeos muy subido. El mismo corte de pelo, la misma mirada y la misma expresión en sus labios. Nuestras miradas se cruzaron de nuevo apenas un instante que sin embargo contenía un mensaje muy claro: "nos vemos mañana". No llegamos a rozarnos, faltaron unos centímetros pero no fue necesario, sentí que esa expresión era para mi y, al igual que el perfume que pude llegar a absorber, pronto la tendría a ella.

Me di la vuelta y la vi desaparecer tras los cristales.

Lo normal es que hubiese dudado de lo ocurrido y lo atribuyese todo a mi fantasía. Pero no, en este caso no era así, estaba seguro. Al llegar a casa busqué de nuevo esa foto, allí estaba y comprendí que esa mujer me atraía y que mañana estaría allí, esperándome.

Al día siguiente, a la misma hora, en el mismo bar. Al entrar no me dirigí hacia la barra sino que directamente lo hice hacia la mesa que ayer ocupaba ella con una amiga. Hoy estaba sola, al verme no pudo evitar ese gesto en sus labios que tardó más tiempo en ocultar que su mirada. Me senté sin decir nada. Ella me dijo un lacónico "hola". No respondí hasta que el camarero hubo traído el café. Le pregunté como se llamaba y si estaba decidida, a lo que contestó que se llamaba Luisa y que creía que si. Resulta raro lo que de una mirada puede llegar a deducirse, no le había dicho nada y ella ya aceptaba.

La estuve observando. Llevaba un jersey de cuello alto en tono claro y unos pantalones tipo vaqueros. El mismo peinado, el mismo perfume y los mismos labios. Entonces le di la una última oportunidad y la primera de las órdenes. Si realmente estaba dispuesta, mañana la quería allí, a la misma hora, pero esta vez quería que llevara falda. Me miró y entonces añadí: "tranquila, hasta mañana".

Continuará

Agradeceré los comentarios, fotos o propuestas para esta historia.

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