El lado oculto de Luisa (5)
Primera orden y de como Luisa parece disfrutar con la situación.
La entrada en su portal fue rápida, se notaba que ella tenía prisa. Después en el ascensor estabamos a solas pero su temor era todavía mayor. No le hice nada, sólo le dije: "Nuestro juego continua, no lo olvides. Desabrocha completamente tu blusa. Ahora". Al llegar a su rellano no había ningún vecino. Entramos en su piso.
El piso de Luisa es un séptimo grande y luminoso. La habitación y el salón dan a un balcón sobre la calle. Le ordené desnudarse y me detuve mirándola. Quiso mirarme pero no le fue posible, no es que se lo impidiera sino que pudo más su recato. Al verla así, completamente desnuda pude contemplar sus pechos y su coño con el detenimiento necesario. La acaricié, desde su nuca hasta su coño pasando por sus pechos y, desde luego por sus mejillas. Es algo que les gusta especialmente y elimina cualquier atisbo de resistencia. Estaba húmeda pero no pensaba hacer nada más en ese momento.
Le dije que me mostrarse su armario. De su vestuario fui eligiendo una serie de prendas y tirándolas sobre la cama. Lo mismo con su ropa interior. Le ordené que cuando me viera lo hiciese con ese vestuario y el que poco a poco le iré comprando. Elegí prendas con aire sexy (no tenía nada exagerado) y que aseguren la mirada de todo hombre con el cual se cruce.
Después fui hasta el cuarto de baño y busqué los útiles de afeitado de su pareja. Con ellos me dediqué a depilarle el coño, no en su totalidad y tan sólo le dejé una línea vertical. En todo esto ella me miraba con una mezcla de gusto y susto. No se atrevía a hablar. Yo me limitaba a silbar una conocida melodía cinematográfica.
Cuando acabé le indiqué una dirección. Mañana la quería allí, a las 6 de la tarde y con la ropa que acababa de elegirle, también le indiqué que viniese en autobús. Añadí: "No falles. Cenarás conmigo y allí te follaré".
Se perfectamente que se quedó esperando algo más. Pero hacerlo hubiese sido ir demasiado rápido y no era necesario.
Al día siguiente decidí esperarla en un local frente a la dirección que le había indicado. Llegó en autobús y por las miradas que le dirigían desde el mismo parecía que había llamado la atención su vestuario. Iba con un vestido de tirantes con una gabardina por los hombros, que tal y como le había dicho no debía abrocharse. No llevaba sujetador y el vestido era de tipo fiesta con tirantes y permitía no sólo adivinar sus pechos sino contemplarlos en gran medida. Un bolso elegante y gafas de sol. También llevaba botas.
Al bajar del autobús y no verme allí miró a su alrededor e instintivamente hizo un gesto de abrocharse la gabardina. Pero no lo hizo, se detuvo y mirando en todas las direcciones pareció desafiarme. Era el momento de enviarle nuevas órdenes.
Le indiqué ir hasta la tienda que había en la proximidad. Era una frutería atendida por un hombre, debía comprar algo de fruta y asegurarse de que el hombre le viera uno de sus pechos. Lo hizo recurriendo a un método demasiado fácil, simplemente se las ingenió para quitarse la gabardina y que uno de sus tirantes cayese lo suficiente para dejar un pecho fuera. Ella sabía que lo estaba viendo y ya imaginaba desde donde le había llamado. Al acabar su pequeña proeza vino hacia mi. Se sentó en mi mesa con un aire de autoridad que en realidad indicaba que estaba dispuesta a todo.
Veremos si es verdad.
Continuará
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