El kiosko (breve inicio)
Me llamo David y soy un novato en esto de escribir relatos eróticos; tengo 18 años y se me ha ocurrido plasmar en letra un sueño que he tenido esta tarde.
Ahí estaba yo, en mi habitación una tarde de Julio mirando con desprecio y aburrimiento el techo de mi habitación... realmente estaba bastante aburrido mientras pensaba en los últimos acontecimientos de mi vida..
(Desde que mi exnovia Úrsula me abandonó de forma humillante por uno de los cachas de su clase pocas preocupaciones sentía yo. Realmente esa relación fue un dolor de cabeza constante ya que pocas oportunidades teníamos de vernos y lo único que merecia la pena era el cibersexo que teníamos rara vez por cam.
Cuando ella me dejó fue un mazazo absoluto; aunque por suerte yo ya estaba fortalecido de sobra de los desamores... aunque ya sería extenderse en exceso contar aquella otra historia.
Yo era prácticamente virgen. Únicamente he follado un par de veces (todas pagando) despues de mi ruptura con Úrsula; ya que si pasaba mas tiempo sin follar me iba a volver loco.)
-Mamá: ¡Hijo! Ves un momento a la tienda de al lado a comprar tres latas de humus y de paso vas al kiosko y te compras algo
Mi madre interrumpió mi rememoramiento amoroso para enviarme a hacer unos recados y como no tenía nada que hacer en ese momento pues le hice caso.
Tomé mi recorrido normal a la herboristería y compré el pedido de mi madre, a continuación me dirigí hacia el kiosko de la esquina para comprarme unas pipas de bacon. Pero algo era diferente en aquella ocasión... la dependienta obesa y anciana que siempre me solía encontrar fue reemplazada por una chica con aspecto de tener mi edad, un pelo negro salvaje que hacia un contraste con el fondo bastante llamativo, unas pestañas preciosas y muy largas, una cara blanquecina que asombraba con unas facciones verdaderamente atractivas. Era, además, delgadita como yo... y aquella camisa negra parecía ocultar unos pechos realmente deliciosos... estaba flipando. Pero actué con normalidad y no me la intenté ligar ni nada parecido, aunque estaba estudiando psicología evolutiva relativa a la seducción de las mujeres... pero era tímido y era muy pronto para poner mis conocimientos en práctica.
-David: Hola, buenos días
-????: Hola, ¿en qué puedo ayudarte? -preguntó con cierta simpatía que me extrañaba
-David: Quiero unas pipas de bacon porfavor
-????: Muy bien, aquí las tienes :), ¿sabes que ahora vienen con unas pegatinas coleccionables?
-David: vaya... no lo sabía, cuando era más pequeño solía coleccionarlas pero dejé de interesarme jajaja
-????: Sí, yo también jajaja, me obliga el jefe a decirle lo de las pegatinas a todos los clientes
Había algo que me resultaba tremendamente raro... su mirada se clavaba en mis ojos (algo que aproximadamente el 0,001% de las chicas suelen hacer conmigo) y además me sonreía con una simpatía como si nos hubiésemos conocido toda la vida... Me quedé bastante sorprendido y ella noto mi reacción (aunque la intenté disimular bastante)
-????: ¿Por qué pones esa cara? ¿he dicho algo raro?
-David: No no... simplemente las dependientas no suelen transmitir algo que tú me has hecho sentir
-????: Vaya... eso es algo que no suelen decirme jajaja
-David: No todos los que pasan por aquí son tan empanados como yo jajaja, bueno, gracias
-????: Me llamo Sonia, encantada :)
Esto último definitivamente acabó por confirmarme que esta chica se había fijado en mí; yo me había despedido y, sin embargo, ella se presentó y me dijo su nombre… Sonia… me gustaba, es un nombre bonito, realmente iba acorde con su belleza.
No era una chica con atributos físicos que concordasen con los cánones de belleza femeninos establecidos, es decir: culo y tetas enormes, era una chica normalita en cuanto a ese aspecto… pero mis preferencias se inclinaban más hacia el tipo de cuerpo de Sonia.
-David: Yo me llamo David, encantado. ¿Hace mucho que trabajas aquí? Es la primera vez que te veo en este kiosko y suelo visitarlo a menudo.
-Sonia: Precisamente hoy es mi primer día de trabajo aquí… y pensaba que aquí solo venían ancianos pero también vienen chicos guapos por aquí
Seguidamente de esas palabras me guiñó el ojo.
Yo no sabía si esa chica era una de esas poco selectivas que le tiraba los tejos a cualquiera, pero algo me decía que había surgido un flechazo real y que su manera de hablarme no era algo habitual en ella.
Yo no soy tampoco un chico con un atractivo seductor natural ni mucho menos, es cierto que a muchas chicas les he parecido bastante guapo y últimamente desde mi ruptura con Úrsula me había puesto muy en serio con el ejercicio pero fue hace poco tiempo y no había dado tiempo a que los resultados saltaran a la vista de manera muy notable.
-David: Veo que no te andas con tonterías jajaja, no me importaría tener una cita contigo la verdad
-Sonia: No suelo ser tan directa sabes… pero claro me encantaría
En ese momento algo me hizo hacerle la siguiente pregunta.
-David: ¿Te gusta ir rápido? (La miré seriamente y fijamente a los ojos después de unos segundos de silencio)
-Sonia: ¿Qué propones?
Como impulsado por una fuerza pueril que no atiende a razones, y sin apartar ni un instante mi mirada de sus ojos me lance a besarla.
La sensación que me transmitieron sus labios era radicalmente opuesta a los pocos besos que me di con Úrsula… aquellos eran vacíos, fútiles, sin pasión incluso me atrevería a decir; sin embargo, el simple hecho de tocar sus labios y de haber acercado mi cabeza a la suya por medio del mostrador me transmitió una sensación indescriptible… a pesar de que únicamente nuestros labios se tocaban, era como si nuestros cuerpos sin ropa estuviesen abrazándose, sentía el calor concupiscente que provenía de su interior, de su alma. Por unos minutos que transcurrieron en microsegundos viajamos a otra dimensión en la que los vestigios de nuestros recuerdos más nostálgicos estallaron en realidad y en absoluta pasión.
Aquello había sido la experiencia más fascinante de nuestras vidas. En ese momento supe que aquella chica que acababa de encontrarme en el mostrador del kiosko era mi alma gemela.
El beso terminó y ambos nuevamente nos quedamos petrificados mirándonos a los ojos, cuando de repente ella me dijo:
-Sonia: Te necesito más, acariciándome, besándome, en mi interior… ven, vamos al almacén corre
-David: ¿Vas a dejar la tienda desatendida por mi?
Seguidamente ella me cogió de la mano y me dirigió a una puerta que había instalada cerca de la parte trasera de la tienda.
No había nadie.