El Juicio 2da Parte

Vivir en casa de quien peleó por tu libertad, puede tener diversas connotaciones.

El JUICIO

George:

Dos años después del día de mi liberación, aún no logro recuperar mi cordura del todo, se me vienen a la mente imágenes aterradoras, como si de un libro de Stephen King se tratase, un terror que me invade completamente, me paraliza, la conciencia no me deja en paz. Soy, y lo sé, un homicida a sangre fría, cegado por los celos asesiné a un hombre espléndido, esposo maravilloso, un hombre extremadamente talentoso, con quien creía que tenía una relación de exclusividad y con quien imaginaba hasta que dejaríamos a nuestras esposas y buscaríamos la manera de vivir juntos siendo felices por siempre.

Por otro lado, estaba mi mayor miseria, el haber ocasionado la muerte de mi esposa e hijos, mis grandes amores, mis razones de vivir, luchar, poder sobrellevar su ausencia es una tarea titánica, no sé cuántas vidas deberé vivir para poder expiar ese sentimiento de culpa, el de la muerte de Jhon Mulkins, el de mi esposa e hijos, el haber mentido a la señora Mulkins, Helena, diciéndole que su marido regresaría luego, “que estaba formando un equipo de personas en Las Bahamas porque quería abrir un centro comercial allá”.

En realidad mi “libertad”, como la definiera James Forstwoth, mi abogado que me sacó de aquel infierno, logrando que se me otorgara luego de casi dos años de reclusión en esa maldita cárcel de mierda, era relativa, estaba libre de cargos, pero no de la culpa por lo que había hecho, sabía bien las palabras que usaba James el día que se me acercó para darme mi noticia de liberación: “Estarás bajo mi tutela, y vivirás en mi casa hasta que puedas reingresar a tu vida. Espero haber sido claro, si pasaste un infierno desde que lo mataste, no es problema mío, si pasaste un infierno estos casi dos años que estuviste preso, no es problema mío, pero te aseguro, que fuera de esas rejas, el concepto de libertad, para ti, será relativo. Así podré vengar la muerte de mi hermanastro. Voy a hacerme cargo de ti”.

James se había encargado que acudiera a mis terapias de rehabilitación física luego de la operación de columna que se me realizó, se ocupó de que asistiera a sesiones para parar el consumo de estupefacientes, aún debía usar la silla de ruedas, pero no era imprescindible en la casa, su casa es, por decirlo de algún modo, austera. Sólo lo esencial, tres habitaciones, una, la principal, donde obviamente dormía él, las otras dos eran una de huéspedes, y la otra donde tenía el televisor, la computadora, y el multi-fuerzas con todos sus equipamientos adicionales para siempre entrenar. Yo, por mi parte, habito en el sótano de la casa, prácticamente un mono-ambiente, donde al igual que arriba, hay baño, cocina, una especie de gimnasio improvisado, con algunas pesas, mancuernas, caminadora, calefacción, sobre todo útil en invierno, televisión satelital, internet, y todo lo necesario, también tengo una oficina donde puedo hacer mis proyectos, los cuales no los firmo yo, sino Katherine, quien siempre me apoyó, aún a pesar de las circunstancias.

Hola cariño, ya llegué, dijo James en tono burlón, como cada vez que llegaba a casa, llegó el rey del castillo, el carcelero de ésta prisión. ¿Dónde estás metido Georgie? ¿No vas a venir a saludar?

Bajó las escaleras al sótano y me vio acostado en el sofá, sólo vistiendo pantalones cortos, por el calor que hacía de día en el sótano, oyendo música con los audífonos puestos, se me acercó de frente me los quitó y me dijo: ¡Hola! Tierra llamando a George… He traído algunas cosas y quiero que me ayudes a organizarlas, ven.

Está bien, dije incorporándome con cierta dificultad; me extendió los brazos para ayudarme a levantar, lo miré con rabia, sabía que no me gustaba que lo hiciera, que me recordara la situación física que me ponía en desventaja, pero él sólo con su sonrisa en la boca parecía no hacer caso de mis sentimientos.

Ya una vez en la planta superior, me muestra lo que compró: Mira cielo, dice sonriendo y mirándome a los ojos con cierto aire de superioridad, compré algunas verduras, legumbres, algo de carne, cereales, pero se quedarán aquí arriba, no te los vas a llevar abajo, tienes una cocina allá que ni usas, sólo comes cereales, recuerda lo que dijeron los médicos, debes alimentarte bien, para asegurar que puedas sanar. Por lo cual, los cereales serán sólo para de vez en cuando, cuando estemos los dos aquí y más nada.

Así fui viendo y tomando algunas cosas de las que había comprado, para llevar a mi “guarida”. Y… Cuéntame, ¿Cómo has estado? Me preguntó James.

He tenido días mejores, aún me asaltan los recuerdos, y la única manera de evitar pensar en eso, es poniéndome a entrenar, o a trabajar, pero siempre con la música a todo volumen. Le respondí.

¿Acaso algún nuevo proyecto? ¿Te ha contactado algún nuevo cliente?

Realmente, no, estoy haciendo bocetos y maquetas para poder mostrar cosas a quienes pudieran estar interesados.

Bueno, querido amigo, no te distraigo más, dijo James quitándose la camisa manga larga ceñida al cuerpo, para luego doblarla y meterla en su cesto de ropa sucia, ya llegué a mi casa, voy a ponerme a mis anchas, y a prepararme algo de comer, ¿deseas que te avise al estar lista la comida?

Sería genial, estaré abajo.

Si, sé dónde vives… dijo riéndose.

Bajé, organicé las compras, me puse el mp3, y empecé mi entrenamiento, necesitaba hacer mi rutina de piernas, aún me cuesta estar de pié, y debo fortalecerlas, también los músculos de la espalda, la prótesis biomecánica que me pusieron por columna no es lo que pensaba, creía que tendría super poderes, o algo por el estilo, tal vez una concepción un tanto infantil, pero estaba ya en un 80% de mis habilidades. Unas dos horas de entrenamiento más tarde, me fui a bañar, mientras, me viene a la mente James…

Su torso perfectamente musculado, su espalda que parece un refrigerador de dos puertas, sus vellos negros y mezclados con canas en todo el pecho y abdomen, abdomen totalmente definido, sin un gramo de grasa, sus brazos gruesos, bíceps que parecían que podían usarse como bolas de demolición… y me excité… ¿Por qué? ¿Por qué siento esa atracción hacia James? ¿Será que he ido desarrollando en mí el Síndrome de Estocolmo ? Ni modo, ya estaba excitado, y comencé a masturbarme, nunca lo he visto sin ropa, nunca completamente desnudo, pero empezaba a armar un rompecabezas, y lo peor es que me gustaba. Siento el agua como corre por mi cuerpo, la espuma del jabón que se desliza sobre mi piel, estoy con los ojos cerrados, imaginándome tantas cosas, hasta llegar a acabar, sin poder controlar un río de esperma que fluye de dentro de mis entrañas, como si nunca me hubiera corrido antes.

Salgo de la ducha, tomo la toalla y escucho la voz de James llamándome para ir a cenar.

James:

Hace dos años tengo al asesino de mi hermanastro en casa, he ido atendiendo cada una de sus necesidades, como le dije, lo estoy cuidando, pero no es fácil para mí. El hecho de saber que mi hermanastro era homosexual, me perturba, que ése infeliz lo hubiera asesinado, me pone aún peor, no sé cuánto tiempo más va a durar en mi casa, pero he ido buscando la forma de que no me resulte tan evidentemente incómodo, intento no pensar en lo sucedido, intento no juzgarlo, pero soy humano, y mi cariño por Jhon Mulkins, así como la pérdida de su vida, es algo que no va a ser remplazado.

Le pagué la operación de la columna, una prótesis biomecánica, que lo ha ayudado a poder caminar, a hacer sus funciones normales y hasta cierta independencia le ha dado, debo admitir que el tipo es un buen hombre, no ha dado señas de comportamiento violento, por lo menos en lo que lleva viviendo en mi casa, a lo mejor lo hace cuando no estoy, pero siempre y cuando mi vida no peligre, estaremos bien. Además de la operación, le hice entrar en un programa de desintoxicación, donde lo he acompañado desde el primer día, no ha faltado a ninguna sesión, sí, los primeros 21 días fueron duros, pero ya superada la barrera, ha ido más encaminado. Sigue trabajando, aunque indirectamente, ya que por el juicio no puede, hasta dentro de otros ocho años, ejercer su profesión como tal. Intenté que su libertad incluyera que pudiera trabajar nuevamente de manera normal, pero el juez dictaminó 10 años de suspensión de licencia como arquitecto.

Cada día llego a casa, donde durante muchos años vivió Jhonny mientras la universidad y unos años más, cuando soltero, Jhonny era como le decíamos de cariño en casa, tenía su pequeño mundo en el cuarto de huéspedes, al que siempre queso abrirle una puerta que comunicara al patio trasero, pero yo no lo dejé, no quería perderlo, o perder el contacto con él, él y yo armamos el estudio-gym, junto con mi hermano Aarón el también pasaba mucho tiempo con nosotros en casa, él y Jhonny tenían la misma edad, salvo por unos meses de diferencia en que Aarón era mayor, a quien le ha costado también asimilar la pérdida, y espero no tener que presenciar un baño de sangre, o que se haya ahorcado, no es sencillo. No le he conocido amistades, salvo uno que otro cliente, que viene a casa, pero de vida social, nada, nulo, como si no existiera, a lo mejor se cree que las redes sociales sustituyen eficientemente el contacto físico y personal, sé que tiene miedo, y es natural, raro fuera que no lo tuviera; ya que desde el accidente no puede manejar y entra en pánico cada vez que aborda un vehículo, salvo su silla de ruedas, la cual yo empujo cada vez que debe ir a las terapias y a las citas de narcóticos anónimos.

Hoy salí del trabajo un poco más temprano de lo normal, quedé con unos amigos del trabajo para ir a mi casa, ver alguna película, conversar, a ver si George empieza a socializar, por eso pasé haciendo unas compras. Masa de pizza, algunos champiñones rebanados, diferentes salsas, quesos, algunas cervezas, algunas gaseosas, Lena, una compañera del bufete, me dijo que puede colaborar con unos nachos y salsas, Andrew amenazó con preparar unas hamburguesas. Jane, dijo que iba a llevar tequila suficiente para todos, y que nos iba a hacer un show tequilero. Total, es viernes. Ante tantas propuestas de armar una fiesta, llamo al guía de George, le pregunto si estará bien que consuma alcohol, me dice que si, que lo puede hacer, siempre y cuando sea con mucha moderación y bajo mi supervisión, que cualquier cosa, lo llame.

Llego a casa, intento bromear con George, pero o está dormido o está escuchando música otra vez, se va a venir quedando sordo un día de estos. Bajo al sótano, ahí está, echado en el sofá, desnudo aparentemente, al acercarme noto el olor a ropa sucia, a sudor acumulado, le voy diciendo que debe abrir las ventanas, es un sótano, pero tiene ventanas, que encienda un ventilador para que circule el aire, que el aire está viciado, pero ni se inmuta, me acerco lo suficiente para ver que está usando un pantalón corto, por lo menos no está desnudo completamente, con los ojos cerrados, moviendo un pie, como al compás de una melodía, me quedo observándolo un rato, y noto su cuerpo, un torso bastante atractivo, una cara atractiva, Dios, ese hombre podría tener a la mujer, u hombre, que le diera la regalada gana, y sigue en este maldito claustro.

¿Dije… que George me resulta atractivo? ¿Qué mierdas me pasa? Pero lo que a ojos vista está, de anteojos no necesitará. George es un tipo bien parecido, parece sacado de una revista de Men’s Health , alto, de contextura fuerte, con pecas sobre los pectorales, a falta de vellos, como digo yo, y en contraste conmigo, que tengo tanto pelo de la nariz hacia abajo, que de las cejas hacia arriba, no queda uno.

Su cabello es rizado, negro, brillante, con ondas grandes, no lo sabía hasta que empezó a vivir aquí y se lo dejó crecer hasta los hombros, sus hombros anchos, bien trabajados, su espalda, sus piernas, sus pies, sus manos, su abdomen, Dios, vuelvo a ver sus pies, son malditamente perfectos…

Mierda, me estoy empezando a empalmar, que no se dé cuenta, no sé qué mierdas me pasa, será el tiempo de no tener sexo, necesito tener sexo, pero desde que George está en casa, no me atrevo a traer a ninguna mujer, ni siquiera una de esas “amiguitas” eventuales, para evitar cualquier catástrofe.

Para bajar mi visible excitación pienso en gaticos, videos de gaticos, fotos de gaticos… Ok… vamos bien, ya más calmado, ahora si.

¡Hola! Tierra llamando a George… He traído algunas cosas y quiero que me ayudes a organizarlas, ven.

George:

Espero no haya bajado al sótano, suena bastante emocionado. Lo escucho bajar al sótano…

George, ya la comida está casi lista, te sugiero que te vistas algo un poco más cubierto que unos bóxers, ya que acaban de avisarme unos compañeros de trabajo que vienen, cero habladurías legales, sólo es para compartir, pasar el rato. Además, es viernes, y los viernes están permitidos ciertos excesos.

Entonces, ¿debo vestirme de arquitecto para impresionar a tus amigos?

¿Qué sucede? Me preguntó. ¿Estás de mal genio? Sólo te pido que no vayas a salir como habitualmente estás aquí abajo, casi desnudo, como si fueras Tarzán en plena selva. Hoy no estamos solos.

Salió del sótano, creo que me excedí, o él sobredimensionó mi pregunta. Pero está molesto.

Tomo mi teléfono y le envío un mensaje: Lo siento, no quise herirte. Ya subo.

Está bien, no fue tu culpa. Respondió.

Me visto con unos jeans un poco desgastados que alguna vez fueron azules y ahora van más hacia gris, mocasines color ostra, sin medias, una camisa color humo,  con un cinturón en juego con los zapatos. Ahora, a peinarme… un poco de espuma, sobre el cabello aún húmedo como está, y listo, viendo bien, debería cortarme el cabello, ésta melena de bucles está un poco más relacionada con la época victoriana que la actual, no parezco Tarzán en lo más mínimo, ¿Sería como insulto ó como halago? pero de cortarme el cabello no será ésta noche. Tomo mi bastón, y subo las escaleras. Escucho voces, música, llegaron los amigos de James…

Showtime…