El juguete (12)

¿Dónde estará el límite de mi hijo? Ahora me ha preparado una cesión muy especial.

A veces me gustaría saber dónde está el límite de mi hijo, dónde está la línea que no se debe o puede traspasar. Me ha sometido a toda clase de cesiones de sexo, me ha entregado a extraños, ha mantenido relaciones conmigo estando su padre en casa, me ha exhibido y entregado en un cine. Pero a la cesión que me ha sometido ahora no tiene comparación con ninguna otra.

Aquel día llegué a casa muy cansada, mi hijo estaba sentado en el sillón mirando la tele, pero para mi sorpresa, a sus pies había echado en el suelo un perro de color negro. Ignoro de qué raza era, sólo se que era muy grande, con un gran hocico y las orejas grandes y caídas.

Me llevé una gran sorpresa al ver aquel animal allí echado en medio del salón.

*●

Hola Pedro, ¿de quién es este perro?

Hola mamá, es de un amigo que me ha pedido que se lo cuide unos días.

Pero hijo, a ver si va a romper algo, es muy grande.

No te preocupes mamá, es un animal muy noble, y además está muy bien amaestrado.*

La verdad es que aquel perro estaba allí echado, y ni siquiera se había inmutado con mi presencia.

Me fui a mi cuarto para quitarme la ropa, mi hijo se vino tras de mi y se sentó en la cama mientras me desnudaba.

*●

¿Cómo te ha ido en el trabajo?

Vengo muy cansada.

Bueno ahora te vas a relajar.

Antes quiero darme una ducha.

No mejor después, ahora ponte de rodillas sobre la cama e inclinate.

Hijo, estoy muy cansada.

Venga no te hagas de rogar.*

La verdad es que venía muy cansada y no tenía muchas ganas de follar, pero pensé que después de la follada me iba a quedar mucho más relajada. Hice caso a mi hijo y me puse de rodillas sobre la cama y me incliné hacía delante, dejando mi culo y mi coño a su alcance.

Me abracé a la almohada y esperé a que me follara, pero cual fue mi sorpresa cuando siento que me está untando el coño con un líquido viscoso que tenía un olor muy raro. Estuvo un buen rato embadurnándome el coño tanto por fuera como por dentro metiéndome sus dedos.

Aquel masaje me estaba poniendo muy cachonda.

*●

Venga Pedro, follaté ya a mamá.*

Pero mi hijo siguió con su masaje vaginal, hasta que estuve a punto de correrme y entonces paró con su masaje. Pensé que ahora mi iba a follar, pero cual fue mi sorpresa, cuando siento que se incorpora de la cama y me dice:

*●

Mamá, te espero en el salón.*

Salió del dormitorio y se fue al salón. Me sorprendió el que no me follara allí mismo, pero seguramente querría follar en el salón, pensé.

Me había puesto muy caliente y no me hice de rogar y fui tras él. Cuando llegué al salón, mi hijo se había sentado en el sillón. Pero nada más entrar aquel perro dio un brinco y se vino hacia mi. Yo me quedé paralizada.

El perro empezó a olisquearme, sobre todo por el culo y a la atura de mi coño. Yo me asusté mucho.

*●

Pedro, quitame este chucho de encima.

No te asustes, es que te ha visto desnuda y esta identificándote.*

Me quedé quieta, pero aquel animal estaba como nervioso y no dejaba de dar vueltas alrededor de mi. Seguía olfateandome, pero ahora se centraba a la altura de mi coño, metiendo si hocico en mi bello púbico. De pronto aquel animal saca la lengua y me empieza a lamer en la entrepierna.

*●

Pedro, ¡quitame a este chucho!

Tranquilizate mamá, sólo quiere jugar contigo.*

Permanezco inmóvil mientras que el perro no para de olisquearme y darme lametones con su lengua grande y viscosa, dejándome las nalgas y el bello púbico lleno de sus babas. Hasta que se levanta sobre sus patas y se sube sobre mi. Era casi tan grande como yo en altura, me puso una de sus patas en mi hombro y la otra sobre una de mis tetas y me empezó a lamer la cara, pasando su lengua por mis labios. Tenía la lengua muy caliente.

*●

Venga Pedro quitame ya este perro de encima.

No seas mala mamá, que el animalito sólo quiere jugar contigo.

Pero es que me va a lastimar, es muy grande. Y me está dejando toda perdida.

Es que el pobre está incomodo. ¿Por qué no te pones a cuatro patas?

¿Para qué quieres que me ponga a cuatro patas?

Para que estés a su altura, verás que pronto se cansa de jugar y te deja en paz.*

Hice caso a mi hijo y me puse de rodillas en el suelo. El perro seguía muy nervioso jadeando y dando vueltas alrededor de mi, de vez en cuando se paraba a la altura de mi trasero y metía su hocico para olerme y darme lametones con su lengua. Pero como ahora estaba de rodillas e inclinada, pude sentir la lengua de aquel perro que llegaba a mi coño. Dí un respingo al sentir la lengua de aquel animal en mi coño.

Me quise levantar, pero mi hijo se había colocado delante de mi y lo impidió.

*●

Mamá estate quieta y deja que el perro te chupe.

Pero hijo a ver si me va morder.

Si no te mueves no te muerde.*

El chucho siguió un rato chupándome, pasándome la lengua por las nalgas el ano y el coño.

*●

Mamá agachate, inclínate un poco hacia adelante.*

Aquellas palabras de mi hijo me hicieron comprender el juego que se traía entre manos.

*●

No, Pedro, no. Con el perro no voy a follar. ¿Estás loco o qué?

No te da lástima el animalito.

¡Te he dicho que no!

Si los perros se corren enseguida, además no creo que atine a metertela, solo se refregará un poco y cuando se corra te dejará en paz.*

No sé porque le hice caso a mi hijo, pero me incliné dejando mi coño a la vista. El perro lo lamía con ansiedad. Mi hijo para facilitarle el trabajo me separo las nalgas, por lo que la lengua de aquel animal llegaba perfectamente a mi coño.

Era una sensación rara, tenía la lengua caliente y viscosa y sus lametones me cubrían todo el coño.

Cuando se hartó de lamerme el coño se subió sobre mi y empezó a hacer movimientos como si estuviera follando.

*●

Mamá, ahora no te vayas a mover.*

Hice caso a mi hijo y me quedé muy quieta. El perro tenía las patas delanteras sobre mis hombros, y como tenía su cabeza a la altura de mi cara sentía como jadeaba. Sentía como golpeaba con su pene en mis nalgas y en mi ano, su movimiento era muy rápido, así que pensé que mi hijo tenía razón y que se correría enseguida.

Pero en uno de sus movimiento atinó con el coño y puede sentir el pene del perro entrar en mi coño. El perro también lo notó y aceleró la follada. Yo me asusté y me quise deshacer de aquel animal, pero mi hijo me tenía agarrada y no me pude soltar.

*●

Pedro dejame, con el perro no.

Te quieres callar y quedarte quieta.

Pero hijo con un perro...*

El perro había atinado con el coño y metía sacaba su pene de mi coño muy rápido. Me quedé quieta con la esperanza de que aquel animal se corriera pronto. Pero no se corría, sino que su pene empezó a crecer. Notaba como se le iba poniendo gordo muy gordo a la vez que me embestía con más fuerza.

Mi hijo me tenía sujeta con fuerza mientras que aquella bestia me follaba cada vez con más fuerza, ya apenas me sacaba el pene y notaba como una bola de carne golpeaba en mi coño. El perro seguía bombeando con fuerza hasta que mi coño empezó a ceder y la bola de carne se abría paso hacía dentro de mi coño. Una vez que la tuvo dentro mis labios se cerraron y dejaron aprisionada toda aquella masa de carne.

Notaba como mis entrañas ardían ante la bestialidad de la inmensidad del tamaño del pene de aquel perro.

*●

Pedro, sácame al perro, me duele mucho el coño.

Estate quieta y verás como se te pasa.*

Mi hijo me acerco una silla para que me apoyara. El perro aún se movía, pero ahora lo que intentaba era cambiar de postura. Mi hijo le ayudó y pasó una de sus patas sobre mi, y entonces el perro quedó de espaldas a mi, notando su trasero pegado a mi culo.

Mi hijo sacó la videocámara y empezó a grabarlo todo, yo permanecía inmóvil apoyada en la silla y el perro se quedó quieto jadeando. Luego mi hijo acercó su polla a mi boca y me obligó a que se la chupara.

*●

Venga mamá, chupame la polla mientras.*

Se la estuve chupando hasta que se corrió en mi boca, tragándome su semen. Justo en ese momento siento que del pene del perro sale un liquido caliente que inunda mi coño, y de un tirón saca todo su pene de mi coño, haciendo un ruido parecido al que se hace al descorchar una botella de champan. Cuando saca su pene noto como sale de mi coño aquel líquido caliente.

Caigo al suelo muy dolorida, entonces mi hijo me ayuda a levantarme. Pero apenas me puedo mantener en pie, por lo que me tiene que coger en brazos y me lleva al baño. Me deja sentada en la taza del water mientras llena la bañera de agua, luego me introduce dentro me da un beso en la boca y se marcha.

Estuve un buen rato dentro de la bañera. Notaba como mi coño tenía como palpitaciones y lo tenía muy dolorido. Cuando me relaje salí del baño y me dirigí al salón. Allí estaba mi hijo viendo tranquilamente la tele y aquella bestia echado a sus pies.

*●

Ya estás más relajada mamá.

Si, pero el coño me duele mucho.

Pues seguramente el perro te va querer follar otra vez.

Pues te lo llevas a la calle y que busque a una perra.

¿Para qué? Si Ya tiene aquí una.

Pero yo ya no puedo más, tengo un límite.

Habrá que darle una solución entonces.

¿Y qué quieres que haga? Ya te he dicho que me duele mucho el coño y que no puedo más.

Chúpale el pene.

¿Cómo?

Que se lo chupes, si no quieres que te vuelva a follar. No ves lo nervioso que se ha puesto otra vez.*

Aquel perro estaba de nuevo merodeando a mi alrededor y tuve miedo que me hiciera daño si no me dejaba coger.

*●

¿Y cómo se la voy a chupar si no se está quieto?

Yo te ayudo, no te preocupes.*

Mi hijo le puso una correa y le mantuvo sujeto.

*●

Venga cogele el pene con cuidado y chupaselo.*

Me puse debajo del perro le cogí el pene y empecé a acariciarlo con mi mano. No tardó mucho en aparecer la parte carnosa del pene y me lo metí en la boca dándole lametones con mi lengua. Tenía un sabor extraño, pero no me era desagradable.

El pene empezó a crecer, tanto que ya apenas me cabía en la boca. Entonces pude comprobar por mi misma todo lo que había tenido metido dentro de mi coño, y cuando apareció la bola de carne no podía creer que todo aquello había estado dentro de mi.

*●

Mamá agarrale la bola de carne con un mano, para que se quede quieto.*

Hice lo que me dijo mi hijo y el perro se quedó quieto, como si ya estuviera enganchado con una perra.

Yo seguía chupándole le pene, metiéndome en la boca todo lo que podía dándole lametones con mi lengua, cunado de pronto el perro se empieza a convulsionar y me llena la boca de aquel líquido caliente que antes había llenado mi coño.

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No lo escupas mamá, dejatelo en la boca que quiero verlo.*

Una vez que el perro había dejado de expulsar el líquido se marchó lamiéndose su miembro.

*●

Mamá abre la boca que vea la corrida del perro.*

Abrí la boca para enseñarle a mi hijo aquel líquido.

*●

Ahora, tragatelo.*

Cerré la boca y me tragué todo lo que tenía en la boca, luego me relamí bien los labios para saborearlo bien.

*●

Así me gusta mamá.*

Me dio un beso en los labios y se marchó a su cuarto.