El Juego (V)

Final

Este relato esta dedicado a una persona muy especial, Virginia un abrazo! Te quiero!.

De nuevo mis agradecimientos a los comentarios y valoraciones es rico saber que les agrada mis escritos! Besos!

El Juego (V)

Tome asiento en la cama, note mi cuerpo desnudo y el de Betania, aun dormida, bajo las mismas condiciones. Sentía una resaca dominando mis ánimos, me dolía en exceso la cabeza. No recordaba nada.

Intente levantar a Betania.

  • ¿Qué pasa? ¡Déjame dormir!

  • ¡Tengo demasiada resaca! ¿Cuántos bebimos?

  • Tres días.

  • ¡¿Qué?! – Mercedes debe estar muy feliz. Aun somnolienta estire mi cuerpo y sentí un dolor en la parte alta de la espalda. - ¿Betania que tengo en la espalda? – se giro a verme.

  • ¿No te acuerdas? Jajaja

  • Obvio que no, dime, ¿Qué es? ¿Un morado? ¿Me caí?

  • Tienes un lindo dibujito – se carcajeo.

  • ¡Otra vez no! – me levante en busca de un espejo.

La última vez que Betania me dijo eso fue porque tenía un kanji en la parte baja de la espalda, que según el Sr. Tatuador dice, “Vida Libre”.

Me observe en el espejo, ciertamente tenía un lindo dibujito, un escorpión, por mi signo asumo, estaba muy bien hecho solo le faltaba otra capa de color.

  • ¿Quién me haría esto? – pregunte para mí misma, pues Betania roncaba de nuevo.

  • Me entristece que no me recuerdes – me volteé a ver. Una chica salía del baño semi desnuda y secando su largo cabello negro con un paño, observe su anatomía y los múltiples pequeños tatuajes que coloridamente le adornaban la piel, realmente se veía sexy.

  • Con esta resaca no recuerdo mi propio nombre – me excuse, me regalo una sonrisa, mientras terminaba de vestirse.

Se acerco a mí empuñando en su mano una tarjeta.

  • Ten, aquí está la dirección de mi local para culminar tu tatuaje, y mi numero de celular, para cuando recuerdes lo rico que la pasamos – sello su frase con un intenso beso que ciertamente logro despertar en mi un par de recuerdos.

La observaba irse y se detuvo.

  • ¡Ah!, se me olvidaba, lleva a Betania contigo, a el tatuaje de ella también le falta.

Aquello hizo que me fijara en la figura desnuda de Betania, tenía un Cupido en la nalga izquierda, me causo mucha gracia eso, ¡Que mariquera!

La chica partió y yo me metí a la ducha por un largo rato buscando así despertarme.

  • Betania ¿Dónde están las llaves de mi moto? ¿Dónde está mi moto? – la movía para despertarla.

  • ¡Déjame coño! No sé, busca, por ahí debe estar – en ese estado era un caso perdido preguntarle.

Encontré la moto en el garaje ahora me faltaban las llaves, busque por toda la casa hasta encontrarlas bajo una mesa de la sala.

Moría de hambre y Betania en su casa jamás tiene algo más que “snacks”, pues no sabe cocinar y las señoras que contrata para esa labor renuncian muy rápidamente gracias a los continuos relajos que presencian.

Salí en busca de un Burguer King o cualquier sitio capaz de venderme una buena hamburguesa de pollo, no pude hallar mi celular pero aun así me fui, no resistiría el hambre mucho más tiempo.

Me introduje al primer centro comercial que vi, al fondo de la planta baja vi un Burguer, de inmediato busque ir hacia allá encontrándome con la sorpresa de ver a Valeria sentada cercana a una fuente; sin pensármelo dos veces cambie mi dirección para acercarme a ella; su mirada encontró la mía, instantáneamente le sonreí.

  • ¡Aquí estas Alex! – se atravesó de la nada Wendy en mi camino.

  • Hola – dije obligada por su presencia y busque ver a Valeria de nuevo, Cristina había llegado, estaba dándole un beso, Valeria enrojecida la alejo, ¡Maldición se ve hermosa con ese rubor en sus mejillas!

Sin si quiera fijarse de nuevo en mi dirección partió del brazo con ella. No podía engañarme a mí misma, se notaba feliz, ¡la había perdido!

  • ¿Alessandra? ¿Me estas escuchando?

  • La verdad no Wendy, muero de hambre, si me disculpas.

Retome mi camino hacia el Burguer, tan solo para darme cuenta un par de pasos adelante que Wendy inoportunamente me seguía.

  • Necesito hablar contigo.

  • Pues dime.

Pedí mi orden y tome asiento para al fin tratar de comer.

Ella se sentó a mi frente, esa mujer no se callaba pero en realidad no decía nada de mi incumbencia.

  • Alex, Mercedes ha estado muy preocupada por ti este par de días, no ha parado de llorar – la mire con cierto desdén, no me decía ninguna noticia nueva y estaba agotando mi poca diplomacia.

  • Se que piensas que ese no es mi problema – continúo – pero sí lo es, Mercedes es mi amiga y tú has cambiado demasiado, la estas tratando como a una cualquiera, ella no se merece eso, ¡piénsalo!

Me miro fijamente antes de irse. Su frase revoloteaba en mi cabeza mientras comía, si lo admito, la he tratado muy mal y ciertamente no se lo merece.

Valeria claramente había seguido adelante y yo aun reviviendo su recuerdo, debía olvidarla, ¡ese barco ya zarpo!

Recordé con cierta ternura lo que fue conquistar a Mercedes, estudiábamos en el mismo colegio, ella una año menor al mío.

Siempre iba a su salón con la finalidad de visitar a mis amigos, éramos los atletas de la institución, distintas disciplinas que nos unían a los viajes para las competencias; pero comencé a notar sus miradas, la sorprendía haciéndolo y se ponía nerviosa. Un día me decidí a meterme a una de sus clases, conociendo a la profesora de esa materia no tendría problema en lograr mi cometido. Me senté justo atrás de ella y comencé a enviarle notitas de papel, no fue difícil invitarla a salir, y tras unas semanas, bajo la ocasión adecuada pude pasar la barrera de las tiernas caricias inocentes, fui su primera vez.

Como buenas adolescentes rompíamos tantas veces que se hacía complicado saber si en realidad aun continuábamos juntas; hasta que mis ansias de viaje y libertad me obligaron a irme, poniéndole un final definitivo a nuestra relación.

Apareció en mi puerta como al mes de yo haber regresado, clamando haberme extrañado incansablemente los cinco años que estuve fuera; comenzamos a salir y no me parecía tan insoportable la idea de retomar la relación, después de todo Mercedes es una mujer hermosa y era buena obviando mis “escapadas”.

Tal vez era hora de asentar cabeza y aceptar mi cruel destino.

De salida camine frente a una tienda de dulces, compre una docena de bombones para usarlos de banderita de paz tal vez.

Venia distraída pensando en todo, reviviendo momentos con ambas, me era inevitable pensar en Valeria cuando estaba decidiéndome por continuar con Mercedes.

Gracias a ello no fui consciente de sus gemidos hasta estar a un paso de la entrada de mi habitación, empuje un poco la puerta mal cerrada y la vi, la vi desnuda sobre mi cama siendo penetrada por un tipo desconocido que al verme se detuvo en seco.

  • ¿Por qué te detienes? – exclamo ella entre jadeos.

Arroje los bombones sobre la cama, a su lado, burlándome de mi propia ridiculez.

Di media vuelta para largarme. Observe la puerta de Andrea cerrada, presumí no se encontraba.

  • No es tan bonito cuando te lo hacen a ti, ¿verdad?

  • Por lo que veo disfrutabas de tu venganza – una lagrima de cocodrilo bajaba por su mejilla – cuando acabes espero cojas tus cosas y te largues.

Volví a dar mis pasos para irme y la oí reírse, con cierta incredulidad la observe de nuevo.

  • ¿Cuáles cosas? - su sonrisa de satisfacción me desencajo totalmente y entonces recordé. Realmente nunca hubo tales cosas más allá de las que ya tenía antes en mi casa, jamás quiso ir a buscar sus pertenencias, “temo por mis hermanos, no quiero verlos”, fui demasiado lenta ¿Cómo no pude verlo?

Tras la pausa y sabiendo que al fin lo había entendido culmino diciendo.

  • ¿Me creías lo suficientemente idiota como para no saber que te estabas acostando con Valeria? ¡La zorra esa que dice ser mi amiga! – Mi mirada llena de  cólera se posaba en la suya repleta de malicia – tranquila al fin saldré de tu vida para que seas libre y puedas buscarla; ¡ah cierto!, esa ya no es una opción o ¿Si?; lo siento Cristina si tuvo éxito enamorando a la zorra.

Su sonrisa victoriosa se quedo gravada en mi mente antes de que se girara para volver a mi habitación.

Me largue sin poder procesar lo inmundamente bizarro de todo esto, como no pude verlo, ¡era una trampa, una maldita trampa!

Fin