El juego empezó un fin de semana

Al mirarme al espejo para ver como quedaba me vi bastante sexy y se me ocurrió que sería una sorpresa para mi marido que no me pusiera nada más…salvo un abrigo de color rojo que escondiera mi secreto y no permitiera adivinar que llevaba debajo.

Este es mi primer relato, así que espero que me disculpéis si no reúne las condiciones para cumplir con vuestras expectativas y espero que me hagáis llegar por correo vuestros comentarios.

Mi nombre no creo que aporte mucho, no es que me importe compartirlo, pero he pensado en que sería mucho mejor utilizar el seudónimo de “Lynda”.

Tengo 37 años y estoy separada desde haya ya algunos años. Físicamente no soy ninguna “top model” y lamento si eso provoca ya alguna decepción jajajaja, soy castaña, media melena, ojos marrones, delgadita, …..mis pechos no soy muy grandes pero estoy segura de que no os disgustarían

😉

De mi os puedo contar que soy muy dulce, complaciente, cariñosa y que tengo un carácter alegre. Me gustan los juegos de complicidad y hacer realidad las fantasías más morbosas. En este sentido reconozco ser traviesa, juguetona y a través de estos relatos espero compartir con vosotros algunas de mis experiencias, algunas fantasías o mis sueños más morbosos.

Antes de separarme, la relación con mi marido había caído en esa rutina aburrida de muchos matrimonios que solo tienen sexo algunos fines de semana.

Afortunadamente la comunicación no era un problema y decidimos dar un giro a esa situación, sin normas, sin reglas predefinidas simplemente dejándonos llevar por nuestros deseos y fantasías.

El juego empezó un fin de semana que aparentaba ser como uno más pero que resultó ser muy morboso y excitante. De alguna forma, ese fin de semana creo que empecé a cambiar hasta convertirme en la mujer que soy hoy.

La idea para esa mañana era salir a dar un paseo en coche, no parecía muy alentadora hasta que mi marido me sugirió que quizás fuera buena idea empezar a cambiar algunas cosas y me pidió que esa mañana me vistiera especialmente provocativa.

Por mi parte me alegré de que el llevara la iniciativa y me pareció divertida la idea de vestirme especialmente sexy para él.

La verdad es que no tenía gran cosa en mi armario para complacerle como hubiera deseado, pero finalmente me decidí por probarme una corta faldita negra que apenas me había puesto hasta entonces, unas medias negras con borla de encaje y unos zapatitos negros de tacón. De ropa interior escogí un conjunto formado por minúsculo tanga de color salmón pálido y un corpiño del mismo tono…

Al mirarme al espejo para ver como quedaba me vi bastante sexy y se me ocurrió que sería una sorpresa para mi marido que no me pusiera nada más…salvo un abrigo de color rojo que escondiera mi secreto y no permitiera adivinar que llevaba debajo.

El contraste del rojo con el negro de mis medias y falda se convirtió en todo un acierto y cuando salí de la habitación así vestida ya pude escuchar un silbido de mi marido que me aseguró que estaba arrebatadora.

Ya en el coche, no me quité el abrigo, aunque al ser muy corto, igual que la falda, permitía que mi marido pudiera ver mis muslos que ese día lucían especialmente bonitos.

Salimos de la ciudad para dirigirnos a las afueras y encontrar un poco de tranquilidad en algún lugar de montaña.

Por el camino, las caricias de mi marido sobre mis muslos se repetían y notaba como su excitación iba en aumento. Finalmente decidió parar en una zona que parecía que no había nadie y me pidió que saliera del coche.

Yo me baje sensualmente, sin importarme que la corta falda permitiera adivinar el color de mi ropa interior. El estaba embobado mirándome y yo me sonreí porque todavía no le había descubierto mi sorpresa.

Cuando me abrí el abrigo, mostrándole el corpiño, de inmediato ví que la idea le había encantado y que se encontraba complacido por mi elección.

Con voz entrecortada, como si le diera miedo que me pudiera molestar me dijo que era precioso pero que le encantaría verme sin la faldita.

Yo le sonreí y no me hice de rogar, estábamos solos y no parecía que hubiera riesgo de que alguien tuviera que aparecer.

Me quedé de pie frente a él vestida solo con el conjunto de lencería, las medias y los zapatitos de tacón.

Sus manos se fueron directas a cogerme por la cintura, pero yo se les aparté, el juego no había terminado pensé… y decidí darle un poco más de morbo empezando a acariciarme frente a sus ojos que estaban ya locos de deseo.

Cuando colé mis dedos por el tanga el ya no podía evitar tocarse sobre el pantalón que mostraba un enorme bulto…. y sintiéndome yo también excitada, me bajé el tanga a medio muslo sin dejar de acariciarme y esperando que de un momento a otro mi marido no pudiera frenar sus deseos de disfrutar de ese momento.

No tardó mucho en acercarse para acariciarme, lo cual yo aproveché para desabrochar su pantalón y sacar su polla de su prisión. La sentí enorme en mi mano, estaba dura y caliente como a mi me gusta sentirla. Me puse de cuclillas frente a él acercando mis labios para besársela, me encanta besarla, lamerla…chuparla y no me hice de rogar.

Al poco rato se la estaba chupando con ganas, sintiendo como se hinchaba cada vez más hasta que ya no pudo evitar correrse de placer y soltar toda su leche en mi boca que yo saboreé como una dulce y traviesa gatita.

Su rostro reflejaba claramente lo complacido que estaba y más tarde me lo recompensó con una larga sesión de sexo que no terminamos hasta la hora de comer.

Espero que os haya gustado y que me hagáis llegar vuestros comentarios a lynda.bcn@hotmail.com.