El juego de las lágrimas (2)

La tensa relación entre Iker e Iván se complica cuando se cruza por medio la hermana de Iván, la seductora Carmina. Pero Iker tiene claro que no va a renunciar a ningún placer, aunque su modo de actuar haga sufrir a los demás.

One day soon I’m gonna tell the moon Un día, pronto, voy a hablarle a la luna

About the crying game sobre el juego de las lágrimas

And if he knows maybe he’ll explain Y, si lo sabe, quizá me explique

Why there are heartaches Porqué existen las desdichas

Why there are tears y el porqué de las lágrimas,

And what to do to stop feeling blue y qué hacer para dejar de sufrir

When love disappears cuando el amor desaparece

(The crying game) (Juego de lágrimas)

A partir de aquella noche de mediados de junio, la relación con Iker, durante un par de semanas al menos, puede ser calificada como inexistente. Encerrado en su habitación estudiando como un descosido para superar los inminentes exámenes finales, apenas sacaba tiempo para comer o salir a la calle a hacer algún recado. Hasta el histórico último domingo del mes, cuando, tras vencer con nota en su particular desafío académico, se unió a la batalla final de otros improbables vencedores, nada menos que la selección española absoluta de fútbol, que había hecho la machada de colarse en la final de la Eurocopa, sin previo aviso y sin dar tiempo a reponernos de la sorpresa ante acontecimiento tan inesperado. Y, con motivo de esta inusual ocasión festiva, mi piso de Rodríguez Marín se llenó de pronto de visitantes dispuestos a quemar la noche en caso de que "la roja" se alzara con el triunfo en el estadio Ernst Happel de Viena. Por allí se dejaron caer mi hermano David con su novia, Cristina, mi hermana Carmina (sin su novio Ismael, que se había quedado en Gijón cuidando a su madre, recién operada de la espalda), mis colegas Tinín y Saúl, dos amigos madrileños y otros tres asturianos de Iker, y su primo Matías, de Barcelona. Todo un elenco de figurantes, que, en un pìso tan pequeño, por grande que fuera la pantalla de plasma, no dejaba de chirriar y resultar incordiante para los sufridos vecinos, gente de orden en general. Pero un día es un día, y la posibilidad de repetir una hazaña tan señera como la de entonces tan aleatoria, que bien hicimos la mayor parte de los españoles en tirar la casa por la ventana por una vez.

El grito más coreado entre la parroquia asturiana era, por supuesto, el inefable: "Villa, maravilla, Villa, eh, eh", aunque "el guaje" asturiano no jugaba aquella noche por estar lesionado, pese a lo cual se había convertido en el máximo goleador del torneo con cuatro tantos en su haber. Al no ser natural ni de Gijón ni de Oviedo, sino de la neutral Langreo, y estar fichado por un conjunto foráneo, en concreto el Valencia, el joven jugador representaba por igual los anhelos de asturianidad de la mayoría de los presentes, que le idolatrábamos sin medida, con indisimulado orgullo (y en el caso de Iker y mío, indudable nostalgia por la tierrina). Todo estuvo, sin embargo, bajo control, hasta que a las 21:18 horas, el "niño Torres" marcó el gol que abría el marcador para el equipo nacional y que habría de convertirnos en campeones a la postre. La euforia dio paso al desparrame total, cuando se comprobó que la actual selección alemana no era ni sombra de aquella otra que había asombrado al mundo por sus envidiables condiciones físicas y de juego en décadas anteriores. La sidra y otros licores más fermentados empezaron a hacer acto de presencia en el poblado salón del apartamento, y los saltos, cánticos, besos y abrazos más o menos espontáneos, dieron paso, al finalizar el encuentro, a la masiva entonación de la canción asturiana (y española, diría yo) más universal: el "Asturias, patria querida", una tonada tan breve como inspirada, y poseedora de una letra simple pero tan emotiva como la del mejor blues de Dixieland.

Asturias, patria querida Asturies, patria querida

Asturias de mis amores Asturies de mis amores

¡quien estuviera en Asturias ¡ai, quien tuviere n’Asturies

en todas las ocasiones! En toes les ocasiones!

Tengo que subir al árbol Tengo de subir al árbol

Tengo que coger la flor tengo de coyer la flor

Y dársela a mi morena y dayla a la mio morena

Que la ponga en el balcón. Que la ponga nel balcón

Que la ponga en el balcón que la ponga nel balcón

Que la deje de poner que la dexe de poner

Tengo de subir al árbol tengo de subir al árbol

Y la flor he de coger y la flor tengo coyer.

  • ¡Puxa Asturies! ¡Puxa España! – gritamos al tiempo Tinín, David y yo, elevando nuestras copas al unísono

  • ¡Ye tremendu, guajes! – exclamó Tinín emocionado al final de la canción (él y mi hermano David fueron los encargados de cantarla en versión asturiana)

Se me salta la lagrimina al recordarme a Asturias cuando escucho esta canción – reconocí abrazándome por primera vez a mi paisano Iker, que, a pesar de su exótico nombre, ejercía de asturiano y ovetense las 24 horas del día.

No llores tanto por una bobada, no me seas babayu, que ya te harán llorar otros a su debido tiempo – musitó mi compañero de piso en mi oído, esbozando una misteriosa sonrisa que pretendía ser amenazante, aunque no me daba ningún miedo.

Ya veremos quien llora el último entonces – obtuvo por toda respuesta de mis labios.

La algarabía se traslado entonces a la calle cuando decidimos salir a celebrarlo a lo grande. Iker y sus colegas del Foro sugirieron acudir a la sesión dominical de techno progressive en la discoteca People, de la Ronda de Toledo, una de sus favoritas. Y hasta allá nos desplazamos en masa, recorriendo medio Madrid en el trayecto, y evitando la Castellana y Cibeles, zonas congestionadas donde se había congregado ya a esas horas una muchedumbre incalculable dispuesta a celebrar a lo grande tan deseado título. Sin embargo, muy pronto me di cuenta de que, bien por hacerme daño, por que la chavala le gustara o ambas cosas al tiempo, Iker se pasó toda la noche "chisgando los güeyos", que decimos en mi tierra, guiñando los ojos sería la traducción exacta, haciendo ojitos, vamos, a mi hermana Carmina, que no parecía hacerle ascos, como comprobé con aprensión a lo largo de la noche. El pibe es guapo, mi hermana un pibón de la tierra astur…¿Qué otra cosa podía suceder en una noche como esta? Comenté la situación con mi hermano David y con su novia, y a ambos les pareció inadecuado el comportamiento de Carmina, que se había alejado del grupo para entregarse a todo tipo de toqueteos y besos en los rincones más oscuros de la disco con el seductor carbayón. Como hermano mayor, me vi en la obligación de separarla por un instante de las garras de su captor, y recordarla que seguía siendo una mujer comprometida con otro hombre.

¿Qué pasa? ¿Es que has olvidado que Isma te está esperando en Gijón? ¿Es que habéis peleado o que coños estás haciendo con este puto chiribís?

Me da igual que sea chiribís, merengue o culé, a mí me gusta tu amigo

Te repito que no es mi amigo, es sólo un compañero de piso, y un auténtico felpeyu, además. Nada que ver con el Isma, ese sí que es un buen tío.

Los ojos claros de mi hermana se encendieron al escucharme ensalzar a su todavía novio. Llevaban juntos más de dos años, y nunca habían manifestado el menor problema en su relación. Todo parecía marchar como la seda…al menos hasta que Iker Revuelta, haciendo honor a su apellido, revolucionó el gallinero con su mera presencia.

Ya no somos novios, si es lo que quieres saber – me espetó la muy bruja, con un deje de soberbia al expresarlo que me dejó atónito, embarau, que decimos a veces en Asturias.

¿y eso desde cuando?

Desde que he conocido a este monumento de asturiano – y se volvió para sonreír a su nuevo amor, que me miraba desafiante a lo lejos con una copa de Ballantines en la mano – Y además estaba cansada de estar siempre tan protegida por el Isma; sólo tengo 19 años, no soy una mujer casada, necesito libertad.

Y libertad vas a tener con este guaje toda la que deseés, porque vivís en ciudades diferentes…¿no te das cuenta de que estás cometiendo un error irreparable? Todavía estás a tiempo de rectificar. Mañana, con la cabeza despejada, lo verás todo de otra forma. Intenta no hacer nada de lo que te puedas arrepentir después.

Ella liberó el brazo por el que la sujetaba, como tratando de asirla a la realidad, y me dirigió una mirada incendiaria. Sabía que estaba resultando un poco cargante y paternalista, pero lo hacía por su bien. No me fiaba para nada de las intenciones de Iker, pero consideraba a mi hermana lo bastante inteligente como para zafarse de las garras de un ligón de discoteca como él. No obstante, el muy ladino había sabido engatusarla con palabras lisonjeras y con su dulce acento asturiano, y ella había caído en sus redes. No pensé ni por un momento que las intenciones del aspirante a ingeniero fuesen realmente serias, como se demostraría poco después para mi desgracia.

La noche terminó a las cinco de la mañana. Nadie parecía entender que al día siguiente había que ir a currar como cada lunes del año, al menos los que teníamos trabajo, y que para mí era un sacrificio enorme quedarme despierto hasta esa hora. Y no lo hubiera hecho de no haber estado de por medio mi hermana pequeña con su comportamiento caprichoso y voluble, y aquel rencoroso donjuán de tres al cuarto. Cuando regresamos al apartamento para dormir, mi hermana se empeñó en dormir con Iker, lo que hubiera impedido a toda costa, si no fuera porque a esa hora todos los demás excepto yo llevaban una tajada encima impresionante. Confiado ingenuamente en que el borrachuzo de Iker sería incapaz de empalmarse aquella noche dejé que la novedosa pareja, que había venido comiéndose a besos durante todo el trayecto en coche hasta casa, compartiera lecho, asegurándome, eso sí, de dejar la puerta entreabierta de su habitación, para comprobar que no ocurría nada reseñable en su interior. Mal hecho, porque a los cinco minutos, tras un breve calentamiento por parte de Iker, que le lamió con ganas el chocho a la puta de mi hermana, como si le fuera la vida en ello, Carmina se incorporó e hizo suya su portentosa verga, que no acusaba, para mi inmenso dolor, señal alguna de desgaste por las respetables cantidades de alcohol circulantes en sangre.

El hijoputa es como una esponja, todo lo asimila. Y ya está más envarao que el palo de una escoba. Se la va a follar a la muy guarra, como si lo viera – pensé desde el quicio de la puerta, escondido en la penumbra para que no advirtieran mi presencia.

Y, en efecto, tal como prometiera quince días antes, se puso un condón y la abrió de piernas, mientras ella se acariciaba el clítoris. Sentí un poco de vergüenza por estar presenciando un acto de tan íntima naturaleza, con mi hermana de protagonista, pero mi excitación era aún mayor que el pudor natural ante una situación así, y el rabo comenzó a hacer de las suyas, formando la habitual "tienda de campaña·" en el pantalón de pijama (que no debía haberme puesto, pues ya no dormí nada esa noche).

El precioso culo de Iker empujaba en el interior del coño de mi hermana, produciéndome tal impacto ver ese hermoso trasero bombeando y escuchar los desgarradores gritos de mi hermana, que había perdido cualquier sentido de la decencia en aquella ciudad para ella extraña, que no tuve más remedio que pajearme a lo grande imaginando como sería sentir aquella enorme polla en mi interior. En un momento determinado, el chulo ovetense le dio un respiro a mi hermanita, se quitó el traje de luces, y, a pelo, como los perros, se la ensartó por el culo, pese a las lógicas protestas de mi hermana, que decía ser virgen por esa zona de su anatomía. Estuve a punto de intervenir y pegarle cuatro hostias bien dadas a ese capullo, pero, una vez más, el morbo de ver como el tío que me volvía loco se follaba por el bul a mi propia hermana me superó por completo. El muy cabrón se la clavó sin compasión, llamándola zorra y tirándola del pelo, muy en plan peli porno heterosexual. Nunca pensé que un sexo tan abusivo pudiera gustar a una chica tan dulce como Carmina, y desde luego no creo que Ismael la tratara nunca con tan evidente falta de respeto, pero, para mi sorpresa, ella parecía encantada del tratamiento, y simulaba estar más cachonda que María Martillo en un cuartel de legionarios.

Di que eres una zorra y que te encanta que te peten el culo, golfa –ordenó imperioso Iker,

Debo ser una puta, porque me encanta esto que me estás haciendo güei – respondió de forma entrecortada mi hermana, remarcando con la mayor sensualidad la frase central. Hacía tiempo que no escuchaba la palabra en bable "güei" (hoy en castellano).

Sus chillidos de dolor y placer podían ser escuchados perfectamente por los vecinos, pese a lo cual me abstuve de intervenir una vez más. Cuando volví a mirar, Iker había destaponado el ojete de Carmina y se disponía a correrse en su cara, que quedó cubierta de una gruesa capa amarillenta. La visión de mi hermana con la cara cubierta de lefa me causó una impresión imborrable, que tuvo el efecto de hacer desaparecer como por ensalmo mi inicial excitación. Me subí de nuevo el pantalón del pijama, avergonzado de mi atrevimiento, y me retiré a mi habitación. Puse el espectador a las siete y media, sabiendo que me quedaban menos de dos horas de sueño. Al menos disfrutaria de una mínima siesta, si este par de salidos me dejaba, claro. Sentí a mi hermana entrar en el baño y tirar de la cadena, y luego fue Iker quien hizo lo propio. Yo no dejaba de dar vueltas en la cama pensando en todo lo presenciado aquella noche, y en la conveniencia de que David y Cris se hubieran llevado con ellos al hostal a la pequeña de la familia, en lugar de dejarla librada a su suerte. Carmina siempre había sido una niña consentida y mimada, y seguía comportándose con una completa falta de responsabilidad en sus actuaciones. Yo había sacado la (errónea) conclusión en los dos últimos años de que Isma la había cambiado para bien, y que era una chica mucho más madura y centrada en los últimos tiempos; pero todo había sido un espejismo. Me entristeció pensar en la desagradable sorpresa que se llevaría su verdadero novio cuando se enterara de la inevitable ruptura, y de las innobles circunstancias que rodeaban el caso.

No había pasado ni media hora de aquellos sucesos, y yo me encontraba aún en esa situación de duermevela, cuando sentí el familiar chirrido de la desengrasada puerta de mi dormitorio. Entreabrí los ojos para observar atónito como Iker, desnudo de cintura para arriba, se acercaba hasta mi cama con una expresión victoriosa en el rostro. Los primeros rayos de sol se asomaban por el horizonte cuando se introdujo entre mis sábanas sin mediar palabra. Hacía menos de una hora que se había tirado a mi hermana, pero, al parecer, su insaciable lujuria no había quedado satisfecha. Mi indignación ahora era legítima y se sustentaba en una base real. Aquel pibe era un verdadero enfermo.

¿Se puede saber que haces aquí? Ya has conseguido lo que querías, follarte a mi hermana. Ahora déjame en paz. Necesito dormir un poco, si no creo que me quedaré frito en la oficina. O tendré que llamar diciendo que no puedo levantarme de la cama, como la mitad de la plantilla esta mañana. Y no están los tiempos como para faltar al trabajo alegremente y sin justificación.

Es que me he quedado con ganas de más – confesó tranquilamente Iker sentado intentando infructuosamente abrazarse a mi agotado cuerpo. Yo me di media vuelta y, sin darme cuenta, le ofrecí el culo. El no perdió la ocasión y me bajó los pantalones, tocándome los glúteos con lascivia manifiesta. Aquello me estaba empezando a rayar de mala manera.

Joder, ¿quieres estarte quieto de una puta vez? - me subí los pantalones y me di la vuelta para encararme a él. Había conseguido desvelarme por completo, y me iba a tener que oír – Pase que te folles a mi hermana, pero no voy a consentir que la hagas daño. Estoy seguro de que ella no lo hace por vicio como tú, y...¿pero que coños estás haciendo?

Mientras yo soltaba mi moralizante discurso, él se las ingenió para introducir su mano a través del menguado hueco de la bragueta, y manosearme la polla a placer, hasta ponérmela morcillona.

No me digas que no lo deseas lo mismo que yo – sus ojos estaban inyectados en sangre, como los de un alcohólico, pero su voz sonaba tan sobria como la de un catedrático de universidad – por una vez, quiero tener la noche ideal. Follar y ser follado…sólo de pensarlo podría volver a correrme; el polvo que le echado a tu hermana estuvo bien, pero desde lo que pasó el otro día estoy obsesionado con que me la metas de nuevo. Y esta noche he decidido completar el círculo, y hacer las dos cosas a la vez.

¿Llevas maquinando esto toda la noche, hijo de puta? ¿Quieres que te folle después de lo que has hecho con mi propia hermana?

Sí, eso no tiene importancia, son cosas distintas. Y además tú llevas mucho sin hacer el amor, también necesitas descargar de vez en cuando.

¿Y tú que sabrás de eso? – no pude continuar porque el muy cabrón se abalanzó sobre mi rabo, que sobresalía del pantalón del pijama. De todas formas tenía tanto calor, que decidí quitarme la escueta prenda que me cubría. Iker se tumbó boca abajo sobre la cama, con su precioso culo perfectamente visible en lontananza, lo que aumentó la ya notable erección que mi visitante nocturno mimaba con una perfeccionada versión de la incompleta mamada de dos semanas atrás.

Muy bien, pedazo de gochu, si quieres guerra la vas a tener – me incorporé de rodillas, pero él seguía mamando con dedicación espartana.

Por increíble que parezca, el valiente follador de hembras se había transmutado en un sumiso maricón deseoso de someterse a un macho dominante. Yo no entendía nada de lo que sucedía, y tampoco estaba en condiciones de hacerlo. Me conformaba con esperar que al día siguiente, con la resaca subsiguiente, Iker volviera a arrepentirse de su impulsivo comportamiento sexual, y renegara de su creciente bisexualidad, de la que me sentía en parte responsable, por haberle empujado a ello sin necesidad alguna la noche del ascenso del Sporting. La presencia de mi hermana durmiendo en la habitación contigua, y la morbosa idea de que acababa de mantener sexo con ella, me puso tan cachondo que no pude esperar por más tiempo a que sus torpes intentos de introducirse la verga hasta la garganta dieran resultado; le pedí que me encasquetara un preservativo, y que se buscara la vida para evitar que le hiciera daño con la penetración, porque yo no pensaba tratarle con cariño precisamente.

Déjalo de mi cuenta. Tú sólo haz lo que mejor sabes, clavar la polla en el agujero.

Tú tampoco lo haces mal del todo, según he podido ver antes. Aunque me parece que a ti el tema de los agujeritos te pierde. Pero con el mío no tienes nada que hacer, te lo advierto.

Tranquilo, hombre, que no es eso lo que busco de ti. Para eso ya tengo a tu hermana, que hasta se deja dar por el culo por un desconocido como yo.

Iker se partia la caja al enterarse por mi involuntario desliz de que había sido testigo directo de sus avances genitales en el interior del conducto vaginal y anal de Carmina.

  • Y mucho cuidadito con lo que dices de mi hermana. Y ya puedes tratarla mejor de lo que has hecho hoy si es que tu aventura va a tener continuación. Aunque te advierto que ella tiene novio, y no creo que a él le haga mucha gracia todo esto cuando se entere, a no mucho tardar.

  • No te preocupes, mis intenciones con ellas son serias

  • Sí, ya lo estoy viendo

  • Te repito que esto no tiene nada que ver. Lo otro es amor del bueno y esto es puro vicio y depravación – explicó con su desparpajo habitual mientras acoplaba el condón a mi rotundo miembro.

No le dejé continuar, porque estaba cansado de tanta charla infructuosa. Le obligué a darse la vuelta, corregí su postura pidiéndole que apoyara los codos en la cama para mayor comodidad mía a la hora de penetrar, y le ensarté el primer viaje. No sé si es que el muy perro había estado practicando con algún otro pibe o con algún consolador gigante, pero no se quejó en absoluto de la brutal embestida. Me le follé de todas las maneras, enloquecido por sus muecas de placer y la forma en que se masturbaba. Sus hermosos rasgos y la regularidad de sus facciones clásicas quedaban algo desdibujadas por el extraño rictus, mezcla de dolor y placer supremos, que atravesaban su cara. Mientras le penetraba de frente sentí el impulso de besarle; era una criatura tan perversa como bella, y le comí la boca con el frenesí y la rabia que sólo un imbécil como yo, que se prestaba a servir de objeto sexual para el nuevo chulo de su hermana, podía llegar a sentir. Me veía como el ser más abyecto de la creación, sólo superado por la rata de cloaca que tenía enfrente, a quien sin embargo, en contra de todos los más elementales principios éticos, odiaba y adoraba a la vez, en constante alternancia.

Creo que nunca he vuelto a gozar de un orgasmo tan inmenso como aquel que empapó las sábanas limpias de mi cama y el rostro expectante del amante mi hermana. Luego el tío tuvo el cuajo de volver a correrse de nuevo, esta vez como producto de su interacción con otro hombre, sin que fuera necesario tocarse. Fue sentir la lefada en su frente y mejilla, y salir disparado un chorro de leche espesa en dirección a la pared. Yo nunca había visto nada parecido en los días de mi vida. La capacidad sexual de aquel chaval era realmente extraordinaria. Su juventud tenía mucho que ver en su probada resistencia y ardiente naturaleza, pero su fogosidad no era fingida, nacía de una evidente necesidad interna; en su peculiar código ético, él no cometía ningún pecado cepillándose a la hermana, al hermano y al primo segundo que se pusiera a tiro, de tener la menor ocasión.

Una vez abandonó la habitación, y recuperó su sitio en la cama que compartía ahora con Carmina, me senté en el borde de mi cama, pellizcándome para comprobar que yo había sido capaz de caer tan bajo. Aquel tío había buscado vengarse de mí, y lo había conseguido: por un lado me humillaba rompiendo el culo a mi hermana, y por otro me rebajaba a la categoría de semental a su servicio, relegándome a la categoría de subalterno o de plan B, para cuando le apeteciera comerse un rabo y que un hombre le taladrara sin contemplaciones. Iker lo quería todo, sin arriesgar nada a cambio. El tiempo demostraría que eso no iba a resultarle barato, ni factible en última instancia.

(Continuará)