El juego de las cosquillas
Una deliciosa sesión de cosquillas con el amigo de mi novio.
Era domingo y veíamos televisión en la noche, el estaba sentado y yo recostada en el sillón con la cabeza en su regazo. Masajeaba mis senos con su mano y en los comerciales yo chupaba la punta de su pene que se asomaba por el cierre de su pantalón. De haber seguido así, hubiera terminado ensartándome en su mástil, pero tocaron a la puerta y mi novio se levantó para abrir.
Pude escuchar la voz de uno de sus amigos cuando abrió la puerta y pensé que por ese día me quedaba con las ganas pues lo invitó a pasar.
Hola Mireya ¿cómo estás? -
Bien gracias, pasa, toma asiento -
¿ no interrumpo verdad ? -
No, para nada amigo, ¿qué cuentas? - dijo mi novio
Pasaba y pensé en saludarlos ¿que hacen? -
Veíamos una película - contesté
Platicaron un rato y después mi novio miró el reloj, eran ya las nueve de la noche y dijo que tenía que ducharse, al otro día había que levantarse muy temprano para trabajar.
¿ me esperan ? no me tardo -
no hay problema, cuando termines me voy - contestó su amigo
Acto seguido, mi novio nos dejó platicando, yo le ofrecí un café a su amigo pero el contestó que solo quería agua. Cuando me levanté a servirla, noté que miraba mi trasero mientras caminaba a la cocina. Las mallas negras ajustadísimas seguramente le dejaban ver mis atributos en todo su esplendor.
Le dí el vaso con agua y me senté junto a el en el sofá, en la televisión pasaba una escena donde un chico perseguía a una jóven en el campo y la tiraba en el pasto para después hacerla morir de risa con un ataque de cosquillas.
¿Podrías aguantar eso? - me preguntó
eso y más ¿que tal tu? -
también - contestó
- No lo creo, los hombres son más sensibles a las cosquillas
Pues yo no, ¿probamos quién aguanta más? - sugirió
Ok, pero ponemos un castigo al que pierda - dije entusiasmada
acepto, ¿cuál es el castigo? - respondió
Hacer lo que el otro pida -
Bueno, empieza tú Mireya -
Comencé a picarle las costillas y el estómago y el parecía aguantar, en eso intenté en las axilas y fué donde no aguantó mucho y comenzó a reir.
Se acabó, perdiste - le dije
no, falta ver cuanto aguantas tu -
empieza entonces -
Y se me lanzó a hacerme cosquillas en el vientre y las caderas y me aguanté, pero después usó mi táctica y comenzó a subir a mis costillas y no soporté más, comencé a reír y contrataqué también haciéndole cosquillas. Pronto se convirtió en una guerra de cosquillas y luchábamos en el sofá, yo me comencé a retorcer y de vez en vez sentía sus manos chocar intencionalmente contra mis senos. Como me había quedado cachonda, el jueguito me empezaba a gustar y yo me dejaba hacer sin reclamar nada.
Yo gané, cumple tu castigo - reclamó
No, fué empate, empezamos de nuevo -
¿Otra vez? -
Sí déjame intentarlo de nuevo -
Esta vez comencé sobando su pierna desde su rodilla y subiendo suavemente hasta su muslo y al llegar cerca de su entrepierna soltó un gemido e instintivamente se hizo hacia atrás.
Te dije que ahora sí te ganaba - dije
ok, es mi turno - dijo el
Y mis sospechas se confirmaron, usó la misma estrategia, sobando mi rodilla y subiendo por mi muslo, solo que yo en un esfuerzo aguanté
¿sientes cosquillas? - preguntó
no, en lo absoluto -
¡ mentirosa ! -
Con un poco de desesperación al ver que yo resistía el suplicio el dijo:
- pero abre más las piernas, no seas tramposa -
Yo obedecí y abrí mis piernas
- ¿así está bien? -
Y su mano exploraba el interior de mi muslo, sobando deliciosamente muy cerca de mi sexo. Yo tenía los ojos bien cerrados y me mordía los labios aguantándome no las cosquillas sino la excitación.
Seguramente el sabía el efecto que había provocado en mí, y así sin más subió su mano y comenzó a repasarla en mi ingle, yo para entonces tenía las piernas abiertas a todo lo que podía.
No pude contenerme y tomé su mano y la coloqué en mi vagina indicándole el modo en el que debía frotar. El no dijo nada y comenzó a masturbarme deliciosamente, usaba dos de sus dedos para estimularme el clitoris y yo me derretía gimiendo sumida en el éxtasis.
El retiró su mano y la acercó a su nariz para percibir mi aroma. Yo la tomé y la dirigí de nuevo a mi vagina, pero esta vez permitiéndole hacerlo por debajo de mis mallas. Nos acercamos y lo abracé al tiempo que busqué sus labios para besarnos profundamente jugando con nuestras lenguas. El con la mano que tenía libre ya había alcanzado mis pechos los cuales sobaba por encima de mi sudadera. Nos entregamos a un faje delicioso revolcándonos en el sofá. El no solo sobaba mis pechos, tambíen amasó mi trasero y mis piernas.
Abrazados ya de plano y estando el encima de mí le propuse:
¿me la metes tantito? -
sí - contestó muy decidido
pero rápido, porque no tarda en salir (mi novio) -
Como no podía arriesgarme a quitarme las mallas, me las bajé hasta las rodillas y agachándome contra el respalo del sofá le ofrecí mi abundante trasero.
El de inmediato sacó su poderosa erección y la acercó a mí, después la dirigí rápidamente a la entrada de mi vagina y le pedí:
- despacio por favor -
El con ambas manos tomó mis nalgas y las separó para facilitar la penetración, que fué exquisita, su pene se abrió paso entre mis labios vaginales y en un abrir y cerrar de ojos sentía su cuerpo rebotar en mi trasero.
Con sus manos alcanzó mis tetas por debajo de mi sudadera y del sostén, y así, aferrado a mis carnosas copas empezó el ritmo del mete saca que me empezó a volver loca.
Yo apretaba mi vagina cada vez que el entraba, como queriendo retenerlo dentro, esto pareció gustarle muchísimo porque después de bufar en mi espalda un momento, emitió un gemido largo y casi doloroso mientras yo sentía el torrente tibio de su semen inundar mi intimidad.
No duró mucho, ni siquiera alcancé el orgasmo, pero aún así lo disfruté bastante. El permaneció dentro de mí hasta que el último estertor hubo terminado y su pene se empequeñeció de nuevo.
Me acomodé el sostén, la sudadera y subí mis mallas. Todo fué justo a tiempo porque momentos después salió mi novio del baño.
Era tarde y yo también tenía que regresar a casa. Nos despedimos de mi novio y yo ofrecí a mi cómplice llevarlo a su casa en mi auto.