El Juego de la Perversión 04

Finalmente Jorge pieder la partida, y con ello el último de los jugadores que me faltaba por derrotar... y someter (Dominación bisexual, amor filial, intercambio y lesbianismo).

El Juego de la Perversión

IV

"¿En qué me metí otra vez? ¿En qué me metí otra vez? ¿En qué me metí otra vez?". Esa pregunta resonaba en mi cabeza una y otra vez. "Este juego es peligroso… acordate de Elisa… este juego es peligroso" se escuchaba en mi cabeza. Elisa era mi mejor amiga, hasta que jugamos juntos, era solo una travesura, ni siquiera iba a pedirle que me besara, ni siquiera que me mostrara el brasier, solo quería jugar y divertirme con la mujer que más admiraba en ese momento, con mi mejor amiga.

Jorge lanzó, sacó un 6 que lo llevó a pelear contra un duende de los pantanos. Hizo pelear su Samurai con armas no mágicas, ni siquiera para defenderse, por lo que perdió la pelea. Llamó poderosamente mi atención que no intentó utilizar una capa de la invisibilidad que había ganado, que le daba un turno extra al sacarla y con la que hubiese podido huir del duende. "¡Mierda!" exclamé en mi cabeza cuando lo vi levantar una carta rosada. "Que los 3 jugadores que saquen los números mayores al tirar los dados, te penetren y te cojan por 15 minutos".

  • Esa no se puede porque dice "los jugadores" y aquí solo estamos los 2. – le dije.
  • Pero estamos nosotras… – respondió solícita Aura – y si todavía hay pepinos, pueeesss

Vi rápidamente a Mariana, quería saber qué decía ella, si se opondría. Esperaba que sí, pero solo me contemplaba tranquilamente con sus ojitos cafés y su linda carita de niña, mientras acariciaba mis piernas y se movía el pepino en su ano. Comprendí que ya todo estaba hecho, ya no había marcha atrás en el juego, de hecho no la había mucho antes de darme cuenta.

Jorge se puso de pié, pálido y tembloroso se fue quitando el pantalón y el calzoncillo. Aura se puso de pié en dirección a la cocina, pero antes de salir, buscó aprobación en mi mirada. Se la di, ¿qué importaba ya?, todo estaba hecho, mejor era terminarlo, o por lo menos eso pensé… la verdad era que apenas estaba empezándolo. Aura regresó con un pepino largo, no tan grueso como los de Mariana y Fredi, pero si bastante largo. Y yo entré en un estado famélico, no había nada más que perder, el daño ya estaba hecho, mi familia nunca sería la misma y yo estaba enfermo de lujuria, no podía más. Me saqué la verga otra vez, más que parada y dura, con una seña hice que Fredi sacara la suya que estaba dormida.

  • Mariana, chupale la verga a Fredi, hasta que se le ponga dura como un palo. Así, se podrá coger a tu marido. – Mariana me miró confundida, yo era su amo, pero Jorge era su marido y lo amaba. Pero al final, los deseos de su amo prevalecieron.

Mariana avanzó gateando hacia Fredi, que se puso de pié y estaba meneando su pepino dentro de su culo. Mi pequeña prima lo tomó entre sus labios y comenzó a mamar esa bonita verga. Mientras, tomé a Jorge del pelo y lo llevé a la sala casi a rastras, ya se encontraba completamente desnudo y con una erección de película. Sus 17 cm estaban en alerta, deseaba vehementemente recibir una hermosa verga en el ano.

  • Aura… – dije en voz alta.
  • ¿Si Gua… si amo?
  • Trae el pepino y empezá a metérselo entre el culo a este perro. – Aura puso el pepino en la entrada de su ano, y empezó a presionar provocándole dolor a Jorge, que cerró los ojos con gesto adolorido – Lubricalo primero

  • ¿Dónde mi amo?

  • Entre tu pusa… ¿dónde más?
  • Perdóneme amo.

Aura se comenzó a restregar el pepino entre su vulva mojada, abriéndose paso entre sus pliegues. Lo metía y sacaba, su rostro se fue enrojeciendo poco a poco, su respiración se fue acelerando y su excitación fue creciendo a la para del placer que el pepino le daba. Sus pezones estaba en pié de guerra y yo tomé uno y lo pellizqué para ver qué pasaba, casi pierde el sentido del orgasmo que estremeció sus entrañas.

Mariana le seguía chupando la verga a mi hermano, el le acariciaba la cabeza mientras ella metía y sacaba los 17 cm. de su pene entre sus delicadas fauces, era obvio que acostumbraba hacérselo a Jorge pues mal no le salía. Tomaba con su mano izquierda ese delicioso órgano rosado y le acariciaba los huevos simultáneamente, mientras que con la derecha, meneaba el pepino que aun cargaba metido entre el culo, moviéndolo en círculos y metiéndolo y sacándolo. Ella también cargaba su pepino entre su sexo, y se moría de ganas por manipularlo. Mi hermano tenía los ojos en blanco, estaba a puto de terminar, pero yo lo impedí:

  • ¡Mariana, qué Fredi no termine!
  • Si amo. – y soltó ese pene de inmediato. Fredi se llevó las manos a él pero yo intervine.
  • No te vayás a masturbar Fredi, te necesito fresco. – y bajó enseguida las manos, con un obvio gesto de decepción. – Aura, ya metele ese pepino entre el culo a Jorge.

Aurora se sacó el pepino de su vagina y lo puso nuevamente en el culo de Jorge, cuyo pene estaba que explotaba. El pepino se deslizó lentamente entre el apretado esfínter anal del esposo de mi prima, estaba más que rebosante de fluidos lubricantes por lo que no hubo mayores problemas. Aun así, Jorge sintió molestias y dolor al principio, pero pronto desaparecieron, dando lugar a un gran placer que nunca creyó sentir. Pronto, Aura le metía y sacaba el vegetal cada vez más rápido y duro, según iba daba de si el apretado culito. El palo de Fredi quería pelea, deseaba tomar el lugar del pepino, Mariana también estaba perturbada, miraba como su prima violaba a su esposo, mientras ella se masturbaba y se excitaba de verlo. Por mi parte, mi verga se desesperaba por entrar en las entrañas de Jorge Torres, que gemía como una verdadera perra. Pero estaba tranquilo, sabía bien que ese culito sería mío de la manera que yo quisiera y todo el tiempo que quisiera.

  • ¡¡¡Aaaaagggghhhhh!!! ¡Ah! ¡Ah! ¡Ah!… ¡Me van a romper el CUUUULOOOOOO! – gritaba mientras la mano de Aura empujaba el pepino.

Puse el vaso que contenía el semen de Fredi bajo su paloma, que no aguantaría mucho tiempo antes de derramar toda su carga. Y así fue, pues apenas poniendo el vaso yo, su pene palpitó y Jorge se convulsionó en un orgasmo que gritó a todo pulmón, ya no me importaba que nos oyeran en la calle. Eyaculó furiosamente dentro del vaso 7 largos chorros de semen, mezclándose con el de Fredi en medio de espasmos y deliciosos escalofríos que le recorrieron la espalda.

  • ¡OOHHHHHUUUUUGGGGGG!
  • Parece que a Jorge le gusta que le den por el culo, ¿verdad Mariana?. – dije burlonamente.
  • Si amo
  • ¿Lo sabías?
  • No amo
  • ¿Y qué te parece? ¿Qué te parece lo mucho que te gustó tener un pepino entre la pusa?
  • ,… – los ojos de Mariana se clavaron en el suelo avergonzados, pero rápidamente los subió y me dijo tímidamente –… me gustó amo… – apenas alcancé a oírla. Miré a Jorge, cuyo pene ya estaba medio flácido, seguía en 4, esperando por el siguiente pene, pues como recordarán, su castigo consistía en encajar 3
  • ¿Quién va segundo? – pregunté.

  • Em… – Fredi no se atrevió a decir que el.

  • ¿Tú querés ir ahora hermanito?
  • Si Gua… – una mirada regañona de Aura le indicó que me debía respeto – si usted me lo permite amo.
  • ¿Tú querés?
  • ,… si amo
  • ¿Qué tanto lo querés?
  • Mucho amo
  • Pues arrodillate y mamame la verga perro… si me gusta te dejo

Fredi obedeció ipso facto y metió mi grueso palo entre su boca. Comenzó a mamármela como lo había hecho antes, lamía mi glande y después se lo metía a la boca mientras acariciaba mis huevos y los lamía ocasionalmente. "Meneale el pepino" le ordené a Mariana, que sin chistar se arrodillo detrás de el y lo comenzó a menear. Era increíble ver ese vegetal tan grueso y largo entrar y salir entero del ano de mi hermano, que gemía con voz ahogada por tener mi falo entre sus labios.

"¡Aura!, acostate debajo de Jorge y mamale la verga para que se le ponga dura" y mi hermana obedeció también. Acostó su esbelto y voluptuoso cuerpo en el piso, y engulló la verga de Jorge. ¡Qué visión tan hermosa! Ver a mi hermana tirada debajo de la ingle de Jorge, con la blanca piel de sus senos grandes y jugosos descansando sobre su abdomen, mientras sus labios carnosos besan, chupan y lamen ese pene, que rápidamente volvió a la vida.

  • Fredi… cogételo… Aura, salí de allí y seguí con mi pene. – Fredi se puso tras Jorge, y de un empellón lo empaló hasta el fondo, arrancando un gemido quejumbroso de su huésped. Mientras, Aura María se arrodillaba a mis pies y cogía mi verga con su boca, dispuesta a darme una buena mamada – ¿Te gusta ese palo Jorge?
  • ¡¡SI!!… ¡¡SI!!… ¡Si amo!
  • ¿La querés más duro?
  • Pero… ¡Ug! ¡Ah! ¡Ah! ¡Ah!… me van a des… desgarrar
  • ¿Y?
  • Pero… pero
  • ¡¿Y?!
  • Si… lo quiero más duro
  • ¡NO te oí perro!
  • ¡¡¡LO QUIERO MÁS DURO!!! ¡¡¡HÁGANME PEDAZOS EL CULO!!!

Fredi aceleró sus ataques, convirtiéndose en una máquina frenética de coger. Le metía la verga y se la sacaba muy rápido, con mucha fuerza y dureza. El cuerpo de Jorge se estremecía ante cada acometida, su pene rebotaba sobre su vientre y se batía por todos lados. El gritaba y gritaba, "¡¡ME PARTEN!!…¡¡ME PARTEN!!… ¡HAAAAA! ¡¡ME PARTEN, AY!! ¡¡AY!!" mientras Mariana no despegaba sus ojos atónitos de esta tremenda escena. ¿Qué pensamientos estarían pasando por su mente? Ver a su esposo gozar como una verdadera puta mientras le parten el culo no debe ser normal. Le hice una seña para que se acercara, y ella se puso a la par de Aura, lamiéndome los huevos mientras mi hermana me chupaba el glande. Las 2 se turnaban para darme la mejor mamada que podían, mientras Fredi ya daba señales de querer acabar.

  • Fredi, quiero que acabés en el vaso. – ordené, y Fredi se salió de Jorge y eyaculó berreando su placer dentro del vaso.
  • ¡¡¡AAAHHHHHHHH!!! ¡¡¡QUÉ RICOOOOOOOGGGGGHHHHHHHH!!!
  • Aura, ordeñá a Jorge y volvécela a parar.
  • Amo… – trató de intervenir Mariana, pero no se atrevió, bajó la mirada y siguió chupando.

Aura se puso de pié y se dirigió hacia Jorge, se paró a su izquierda y, tomando su pene entre sus manos, comenzó a frotarlo. De arriba abajo, Aura lo frotaba como ordeñando la ubre de una vaca, pero una vaca que daba una leche distinta. Mariana solo contemplaba esa escena de reojo, cuidando que yo no me diera cuenta del deseo tan intenso que sentía de estar en el lugar de su prima. Ella se casó con Jorge enamorada, así que debió ser un gran sacrificio ver a su esposo siendo poseído de esa manera tan humillante, caer en un estado de vejación tan profundo. Si, le dolió definitivamente, y más debió dolerle ver su pene hinchado cuando yo le ensartaba el pepino en su vagina. Debió ser horrible para ella darse cuenta de que para el solo era una cosa erótica, un juguete de placer. A Jorge le costó volver a ponerse duro. Parecía que el pepino y la verga de Fredi lo habían dejado vacío. Aun así, mi hermana lo logró luego de 10 minutos de intensos toqueteos y chupadas.

  • Mariana, poné a duro a Fredi otra vez… y Jorgito, ahora vas a sentir lo que es una verga de verdad. – le dije acariciándome la verga por todo lo largo, desde la base hasta la cabeza.

Mariana cabizbaja se dirigió hacia Fredi, que se movía frenéticamente el pepino en su ano. Tomó su pene flácido y se lo llevó a la boca, obedeciendo mi orden. Por mi parte, me posicioné detrás de Jorge con mi mástil de 19 cm. apuntándole el culo, y de un golpe seco entré en el hasta las pelotas.

  • ¡¡¡¡OOOHHH DIOS MÍO!!!! – gritó el infeliz, abriendo los ojos desesperadamente, tensando todo su cuerpo y aferrándose con desesperación del sillón – ¡¡¡¡YAAAAA!!!! ¡¡¡¡YAAAAA!!!!… ¡¡¡¡NO PUEDO MÁS!!!! ¡¡¡¡YA NO MÁS GUAYO!!!!… ¡¡¡¡TE LO SUPLICO!!!!

Jorge se trató de liberar, trató de empujarme y de salir corriendo, pero yo no lo iba a permitir. Mis 190 cm de estatura me daban plena ventaja sobre sus 178. Logró salirse de mi verga y trató de correr, pero lo agarré de los brazos y lo tiré al suelo. Allí forcejeé un poco con el, pero al final le puse una rodilla en la espalda y sujeté sus muñecas con mis manos.

  • ¡Fredi! Agarralo de las muñecas. – sacando su pene de la boca de Mariana, la dejó allí y se dirigió conmigo, sujetando fuertemente las manos de Jorge, que suplicaba piedad.
  • ¡Ya no Guayo! ¡Ya no! Por piedad… por piedad
  • ¡Callate perro! Fuiste vos el que pidió verga… vos sacaste la carta rosada habiendo 2 azules allí… ¡No me jodás y no me digás Guayo! Yo soy tu amo.
  • ¡Por favor amo! – gimió Mariana arrastrándose hacia mí – Hágame a mí lo que quiera pero deje a mi esposo… se lo suplico
  • Contigo haré lo que se me de la gana porque puedo, ¿o no soy tu amo? Decime Mariana, ¿te pedí que me llamaras amo?
  • ,… – Mariana se quedó callada.
  • ¿Le pedí a alguno de los presentes que me llamaran amo?
  • ,… – siguió callada y con la cara clavada en el suelo, llorando silenciosamente.
  • ¡Noooooo! No le pedí a nadie que me llamaran así. Todos aquí decidieron jugar y todos aquí llegaron lo lejos que quisieron. Fredi ya no se sacó el pepino del culo aunque podía… y tú me pediste que te dejara el tuyo metido cuando yo ya te lo había sacado. Nadie fue obligado a nada aquí, si tu marido está así es porque quiso, punto.
  • (snif), (snif), (snif)… – Mariana lloró quedamente, y luego subió su linda carita llena de llanto y esbozó una sonrisa llena de ternura - Tiene razón amo… perdóneme… es que esto es nuevo para mí… – ella había aceptado su condición de sumisión a mis deseos voluntariamente.
  • Mariana, quiero que le quités las correas de los zapatos de tu esposo y que lo amarrés. – sabía bien que ella hubiese preferido no cumplir esa orden, pero se puso de pié y se dispuso a hacerlo presta. – Ahora, a este perrito maleducado le va a ir mal… – le dije a Jorge, que me miraba atemorizado, pero con, creo yo, un vejo de emoción y excitación en su mirada

CONTINUARÁ

Garganta de Cuero

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