El juego

Él le propone un juego a ella. Ella acepta aunque luego las cosas se tuercen... pero el placer es mutuo.

Ella llevaba 3 horas atada en la silla, las manos sujetas en los laterales del respaldo y las piernas bien abiertas, con sus tobillos sujetos a las patas posteriores…Desnuda, el cuerpo bañado en sudor, el rimel corrido y jadeando no conseguía acertar ni una palabra. Él, con una sonrisa de satisfacción en el rostro le había propuesto un juego en el que, si acertaba 3 respuestas, la soltaba y dejaba que ella hiciera lo que quisiera con él. Las dos primeras habían sido muy fáciles, pero esta última se le resistía y cuanto más avanzaba el juego, más difícil era concentrarse.

* Bien, ahí va otra palabra – Le dijo él arrodillándose entre sus piernas.

Antes de empezar le acariciaba los muslos, las pantorrillas y los pies. La mano resbalaba por la humedad. Poco a poco hundía su cara en el coñito de la chica, bien húmedo y desprendiendo una olor a sexo que le embriagaba. Sacaba la lengua lentamente y dibujaba sobre el clítoris la palabra maldita que ella debía adivinar. Evidentemente, era todo un maestro en el arte de la escritura clitoriana. Cuando su lengua rozaba el órgano sensible de la chica, ésta se tensaba y soltaba un gemido de placer que la desconcentraba. Los brazos se tensaban, la espalda se arqueaba y su cabeza se movía sin control. Él, con toda la delicadeza del mundo paseaba su lengua por el coñito sin dejar que ninguna zona no recibiera la dulce y húmeda caricia que daba la pista de la letra descrita.

Tantas horas de estimulación del clítoris la estaban matando. Prácticamente no notaba las letras, suplicaba por un orgasmo que no llegaba nunca. Entre palabra y palabra él se acercaba a su boca, la besaba transmitiendo sus propios jugos directamente al fondo de su garganta y luego le daba su polla para que la lamiera y chupara durante un buen rato. Ella deseaba que ese miembro erecto la penetrara y terminara con su martirio pero… no, él no tenía piedad y una y otra vez la retaba a adivinar la palabra maldita.

Lo que ella no sabía es que él le estaba escribiendo la palabra PATANER pero en el sentido inverso, es decir, RENATAP, con lo cual sería imposible que ella jamás la adivinara

Tras un buen rato de intentos fallidos él decidió cambiar un poco el escenario. Le dio una oportunidad para salir del callejón sin salida en la que estaba metida. Como le había atado las muñecas a los laterales de la silla pudo tumbarla sobre el suelo sin problemas. Le propuso las nuevas reglas: Él seguiría dibujando la palabra misteriosa sobre su clítoris pero ella tenía la oportunidad de hacerle una mamada al mismo tiempo. Si conseguía que él se corriera obtendría la libertad y, en consecuencia, la posible venganza en su mano. Si la que se corría primero era ella seguiría un buen rato más atada a la silla con la consecuente estimulación constante de su clítoris mediante un consolador a pilas que la mantendría al borde del orgasmo sin permitir que éste llegara.

Sin muchas opciones para escoger ella digo que vale, que aceptaba. Suavemente la tumbó sobre la alfombra del comedor. El se puso delante de las patas de la silla, soltó los tobillos de la chica y dejó que estirara las piernas, lo que le supuso un gran descanso. Desgraciadamente duró pocos segundos porque volvió a atarlos a las patas delanteras. Entonces él inició un ritual que ella conocía muy bien: sensualmente empezó a besarle los dedos de los pies, uno por uno. Los besos se convirtieron en lametones que los empapaban por completo haciendo que sus labios resbalaran por cada uno de ellos sin dificultad. Finalmente la succión de cada uno de ellos o en conjunto no hizo más que volverla más loca aún. Sabía que le encantaba que le hicieran eso y la imposibilidad de moverse y zafarse de esas caricias aún la ponían más caliente.

Así estuvo un buen rato tanto con uno como con el otro hasta que decidió pasar al plan previsto. Se levantó y rodeando la silla se puso en la posición del 69, un tanto peculiar por la silla que obligaba a la chica a tener el cuerpo en la forma de un cuatro. Con toda la mala intención del mundo él se sentó en su rostro, sin dejarla apenas respirar. Sabía que la humillación formaba parte del juego, aumentaría su rabia y su impotencia con lo que bajaría la guardia y sería más fácil que ella llegara al orgasmo. Además, las horas de martirio que llevaba le indicaban que no le costaría nada que la chica obtuviera su clímax en segundos si él se lo proponía, pero había que ponerle emoción. Cuando notó que ella se movía nerviosamente por la falta de aire se desplazó un poco hacia delante. Inspiro profundamente y se preparó para el reto. Puso su polla encarada hacia la boca de la chica y la hundió lentamente hasta casi desaparecer. Ella no podía más que usar su lengua para estimular el miembro de su torturador con la esperanza de que llegara al orgasmo lo antes posible y así poder liberarse del cautiverio.

Esforzándose como nunca intentaba mover su cabeza para estimular el tronco del pene a la vez que su lengua jugueteaba con el glande. De pronto, se paró cuando notó que algo se introducía en su coñito. Ese no era el pacto pero ahora… ni si quiera podía protestar porque tenía la boca "ocupada". El muy cabrón la estaba follando con el dedo mientras que con la otra mano estimulaba el clítoris. Eso era imposible de aguantar pero debía hacerlo si no quería seguir atada a la silla dos horas más.

El chico tenía una visión privilegiada, mirando hacia su miembro veía como la chica chupaba y lamía sin parar. Él mientras se la follaba con el dedo e intentaba masturbarla pero era complicado mantener el equilibrio. Curvando al máximo su cuerpo acercó su lengua al clítoris y de nuevo dibujó la palabra pero esta vez entreteniéndose mucho más en la zona más húmeda y sensible. El 69 era una realidad.

A pesar de lo caliente que ella estaba el chico notó que su orgasmo estaba llegando. Sin pensárselo ni un segundo se levantó y se separó de ella. La chica lo percibió, sabía que estaba a punto de lograr su objetivo pero el muy cerdo se había rajado.

Serás cabrón… estabas a punto de correrte y te has salido. Esas no eran las reglas* . Jajaja, ya lo se… pero la que está atada eres tu, no yo, así que… las reglas las pongo y las cambio yo cuando me da la gana… ¿O acaso no lo has hecho tu un montón de veces? Tú accediste al juego, ahora no te quejes* .

Y sin pensárselo la levantó de nuevo. Ella estaba débil, sin beber agua desde hacía horas y con el esfuerzo que había hecho por no correrse no tenía fuerzas. Esto facilitó que la desatara y le diera la vuelta para volverla a sentar pero esta vez de cara al respaldo. De nuevo le ató las muñecas a los laterales y los tobillos a las patas traseras, forzándola a dejar su culito prácticamente fuera de la silla. Ella, cabizbaja tan sólo pensaba cuándo terminaría ese martirio pero al mismo tiempo estaba impaciente por continuar. De pronto notó su aliento en el cuello.

* Te vas a correr, si… pero a mi manera. Lentamente hasta que el orgasmo llegue prácticamente solo. A los zorrones como tu hay que follárselos atados, para que no puedan defenderse y sientan la total sumisión ante un hombre . – Sabía que provocarla verbalmente la ponía aún más cachonda y no se cortó un pelo.

Ella miró por encima del hombro y una sonrisa se dibujo en su rostro. La estaba martirizando pero en el fondo le encantaba. Entonces vio como había puesto el puf que ella tiene en el comedor justo delante de la silla. Él se sentó y su polla quedó justo a la entrada de su coñito que sobresalía ligeramente. Con las piernas bien abiertas el chico se fue acercando hasta que la punta de su polla encaró la obertura húmeda y caliente. Lentamente fue introduciéndola hasta que ésta quedó bien oculta, hasta el fondo. Ella soltó un gemido, la notaba dentro, incluso diría que sentía el palpitar de su corazón.

Él no se movía, le acariciaba la espalda dibujando letras con el dedo que resbalaba por el sudor. Le encantaba ver el culo bien pegado a su entrepierna, la tensión de ella mirando hacia atrás intentando saber qué estaba pasando. Cuando ella se movía para sentir placer con la penetración él la agarraba de las caderas y la mantenía bien quieta, lo cual aún la ponía más cachonda.

Así la tuvo un buen rato hasta que inicio un suave movimiento para que la polla entrar y saliera de la cueva. Ella inició su recital de gemidos. Agarrándose a la silla y apoyándose en el suelo entendió que no debía hacer nada, tan sólo notar como la penetraban suavemente. Bastaron poco más de 5 minutos para que ella rozara su preciado premio. Los gritos provocaron que él, bajando la guardia y dejando de aguantarse también obtuviera su recompensa. Los chorros de semen inundaron la gruta de la chica llegando a un orgasmo al unísono que le dejó exhausto. Él se apoyó sobre su espalda y la abrazó con fuerza por la cintura. La besó y sintió el olor a sudor, sexo y lujuria que desprendía esa mujer. En ese momento comprendió aún más que la química les unía de forma inequívoca y que, de alguna manera, estaban ligados por una fuerza que se escapaba de la comprensión de la gente.

¿Te ha gustado?* – le dijo él recuperando el aliento Me ha encantado pero… yo aún tengo mi orgasmo a punto de salir, cariño. Creo que te has precipitado, jajajajaja* .

Él se incorporó de golpe, sin salir aún de su interior. Eso significaba que… ¡No! Que ella… No podía ser, ¡No podía ser!... había conseguido su liberación.

Lo siento chico, creo que ahora me toca a mi. Por ahora me conformaré con un orgasmo que me regalarás con tu lengua. Más tarde, cuando me haya duchado y recuperado te diré lo que tienes que hacer por mi… y como lo tienes que hacer. De momento sal de dentro de mi coño, túmbate en el suelo y empieza a masturbarme con tu lengua ... ¡Ah! y no le hagas ascos a lo que salga de ahí dentro* .

Evidentemente debía obedecerla, pero al instante tuvo una horrible visión que le paralizó. Él se había corrido, su semen estaba ahí dentro y ella le pedía que le comiera el coño… no podía ser tan cruel, no podía ser… Quería que él se tragara su propio semen al mismo tiempo que la masturbaba.

Decidió no pensarlo más. En su día decidieron que si uno de los dos ganaba en justa lid el otro no debía protestar ni un segundo, debía obedecer y aceptar el precio a pagar. Así lo hizo, salió de su interior y apartó el puf con la mano. Se tumbó en la alfombra y acercando su boca al coño de la chica empezó a masturbarla. A los pocos segundos notó como ella ya no retenía lo que llevaba en su interior y los restos de semen y flujo vaginal se fueron escurriendo por su agujerito y cayendo por la cara de él, entrando una buena parte en su boca. Él se agarraba a su culo para no separarse de ella y con su habitual habilidad consiguió arrancarle, ahora si, un orgasmo de los que hacen historia. Menos mal que los vecinos estaban acostumbrados y la música estaba bastante alta, porque si no igual se presenta la Policía Municipal por alguna denuncia de algún inquilino envidioso.

Mientras él recogía los restos de cualquier líquido que quedara, ella le hizo desatarla para poderse incorporar. Sentado en el suelo por indicaciones de la chica no pudo más que observarla y comprobar lo bien que le sentaban los orgasmos. Estaba preciosa cuando recuperaba el poder.

* Recoge todo esto, voy a ducharme. Luego te diré que quiero para cenar y de qué manera me voy a comer el postre. ¡Ah!... esta noche no esperes pasarla plácidamente, te tengo una sorpresa para mantenerte "en tensión" hasta que salga el sol .

Y sin más se fue, contoneando el trasero y mirando por encima del hombro, sonriendo y provocando que de nuevo el chico tuviera una erección de caballo imaginando lo que le podría suceder durante toda la noche.