El juego

Lo que comenzó como un juego acabo en una atracción fatal. Me acariciaba el pelo, las mejillas, los labios para luego besarme.

El juego

Lo que comenzó como un juego acabo en una atracción fatal. Me acariciaba el pelo, las mejillas, los labios para luego besarme. Su saliva se mezcló con la mía de nuevo, una vez más como todas las noches que escapábamos juntos para someternos a nuestro pecado.

Le quité la camisa sin dejar de besarle sintiendo su piel caliente chocando contra mi pecho. Los dos de rodillas, completamente desnudos nos tocábamos. Sus manos se posaban en mis hombros y se deslizaban poco a poco hasta mis caderas saboreando el contorno de mi cuerpo.

Sus labios se posaron en mis pechos, los lamieron completamente sin llegar a tocar los pezones y cuando llegaron a estos los mordieron y succionaron haciendo que mi sexo se calentara aún más

Me tendió sobre la cama, colocándose justo encima de mí, y deslizó la punta de los dedos desde mi cara hasta mi entrepierna. La excitación crecía en mí y se dejaba notar en la expresión de mi cara. Sus labios se posaron en mi cuello, lo lamieron y lo chuparon y, desde allí, descendieron hasta mis pezones de nuevo. Los lamieron pero esta vez, con más dulzura y continuo hacia abajo pero esta vez con la lengua hasta llegar a mi ombligo.

Mi ombligo se agitaba al sentir la lengua posarse cerca de él y mi clítoris se hinchaba de sentir su cuerpo entre mis piernas. Siguió bajando hasta llegar a mi sexo, abrió mis labios y observó lo enrojecido que se halaba mi clítoris. Pasó la lengua sobre él de abajo hacia arriba rápidamente y mi cuerpo dio un pequeño brinco del placer que le supuso esto.

Besó mi clítoris y empezó a mimarlo dándole lo que el quería, unos besos y la saliva de una lengua que se movía en círculos alrededor de él. Continuo bajando con su lengua hasta la entrada de mi vagina, allí chupaba la parte superior de esta haciendo que mi cuerpo se arquease y gimiese. Me llevó hasta el punto de alcanzar un orgasmo que llegó como lo más que deseaba.

Se tendió a mi lado boca arriba y me indicó que me colocase sobre él. Lo hice, le besé el cuello, las orejas, el pecho y su ombligo tal y como el me lo había echo antes. Continué bajando hasta llegar a su pene que se erguía como el mayor que había visto. Lo rodee con las manos y lo empecé a mover de arriba abajo pero noté que estaba seco así que me lo metí en la boca pasando la lengua por todo su contorno. Seguí besándolo y chupándolo, lo moví de arriba a abajo dentro de mi boca para luego detenerme en el glande que lamí insistentemente.

Me levanté y me volví a sentar sobre él. Me metí su pene dentro de mí, quería hacerlo poco a poco pero el empujó para que entrase más deprisa. Cabalgué sobre él largo rato y entonces noté como su cuerpo ya daba signos de querer llegar al orgasmo. Mi cuerpo también lo quería así que aumenté la velocidad, me apretó los pechos y cuando alcancé el orgasmo desperté en mi cama sentada sobre la almohada envuelta en sudor y flujos que salían de mi sexo.