El jubilado me repinta con su gruesa brocha
Mi respiración se agito ante el calor de su miembro y más notando como presionaba entre mis nalgas mientras crecía, pasando ahora la mano que acariciaba mi sexo a jugar con el
Me levanto ardiente pensando en mi nuevo vecino jubilado que tanto gustirrini me había hecho pasar, notando mi sexo se moja al pensar en él y en aquella brocha que poseía con la que pintaba como un artista.
Me tome un café mientras ideaba una estrategia para visitarlo pues las ganas de que me diera un nuevo revolcón, hacia inventara una excusa, y tras ponerme una falta y una blusa ligera y fina con otro café en mano me dispongo a tocar en su puerta, a la que llamo y abre con un pantalón corto y con su pectoral desnudo y una sonrisa picarona en sus labios.
Le digo medio cortada que le llevo un café recién hecho y venía a ver si se aclaraba con todos los botones y funciones de los electrodomésticos de los que había pedio ayuda.
Me dijo, gracias si pasa, tomando el café y dando un sorbo me volvió a dar las gracias y dijo, aún tengo alguna duda sobre todo con las teclas del horno y sus funciones.
No sé si lo dijo en serio o sirvió para volver a embaucarme, aunque esto último lo estaba deseando, cuando nos dirigimos a la cocina y tras comenzar a explicarle las funciones , dejo la taza tras de mí en la encimera y llevando sus manos con delicadeza a mi blusa mientras yo inocentemente explicaba algunas funciones, la fue desabrochando hasta abrirla y meter sus manos dulcemente en su interior sintiendo a la vez el roce de su barba y sus labios en mi nuca, con una serie de besos cariñosos y cálidos que hizo parara rápidamente en las explicaciones.
Sus expertas manos acariciaban mis senos, con un esmero maravilloso en mis pezones que rápidamente se endurecieron y repuntaban hacia arriba con una sensibilidad deliciosa.
Sus besos hicieron mis piernas casi se aflojaran por la sensibilidad y dulzura de estos, sintiendo a la vez como apoyaba su cuerpo contra el mío en especial su abultado paquete a mis nalgas con el solo impedimento de su pantalón y mi ligera falda.
Bajo una mano sin dejar de besarme y acariciarme con la otra, para soltar mi falta y dejarla caer, pasando su mano a rozar liviana y ligeramente con sus dedos mi sexo, abriéndose este ante la sutileza de las caricias a la vez sintiendo una ardor y una humedad en el que me tenía cautivada.
Alargue mis manos hacia atrás y sujetando su pantalón por los laterales tire de este hacia abajo para desprenderlo y sentir el tacto real de su miembro semiduro en mi trasero, consiguiendo este cayera al suelo liberándose el con un sutil movimiento de pies sin dejar de rozarme ahora piel con piel.
Mi respiración se agito ante el calor de su miembro y más notando como presionaba entre mis nalgas mientras crecía, pasando ahora la mano que acariciaba mi sexo a jugar con el introduciendo levemente la yema de sus dedos y rozando todos los labios con estas notando y extendiendo la agüilla que en el manaba por la excitación.
Me pegue instintivamente más hacia él, notando ahora la dureza extrema de su grueso pincel que posicionado entre mis nalgas se marcaba con energía su rigidez, y tras besarme nuevamente por la nuca y jugar con su lengua con mis orejas sabiamente haciéndome caer entre sus brazos, agarrándome fuertemente y tras agacharse un poco me tomo entre estos para llevarme a sus aposentos, besándome dulcemente por el camino con cara de pasión y lujuria.
Sabía que a poco me tocara un poco más o intentara penetrarme iba a explotar de placer por cómo me había calentado, pasando a depositarme con delicadeza sobre la cama volviendo a besarme, bajando desde mis labios con besos continuos hasta mis pechos que devoro con su sutileza mientras un dedo se incrustaba en mi sexo buscando el botón del placer.
Un minuto necesito para hacerme explotar y regalarle mi primer orgasmo, haciendo un inciso en sus besos en mis pezones y riendo me dijo, veo el horno no necesito me expliques como encenderlo y calentarlo volviendo a comer mis pezones mientras yo gemía como una gacela en celo.
MI cuerpo vibraba ante el juego de sus dedos y mano con mi conejito cuando bajo a este con su boca y comenzó a comerlo, aprovechando yo la ocasión de ponerme debajo de su miembro y ver en primer plano el tamaño de aquellas dos hermosas y peludas bolas que colgaban sobre mi cara, agarrando con mi mano su grueso y duro miembro al que baje no sin algo de esfuerzo hasta mi boca para degustar su jugoso y suave cabezón.
Estaba en una posición del 69 maravillosa pues el sabiamente levanto la cadera para que yo pudiera degustar sin problemas su miembro al que intentaba tragar no sin muchos problemas debido al grosor y longitud, degustando al final su enorme cabezón y parte del tronco pues me ahogaba y me faltaba respiración si intentaba meterme más dentro de mi dilatada y caliente boca.
Movía su cadera ligeramente, como follando con sutiliza mi boca, mientras disfrutaba de una comida de mi ratoncito al que pronto le hizo explotar mojándole su lengua y boca con mis jugos fruto del tremendo placer que hizo mi cuerpo vibrara con fuertes espasmos que lo pusieron rígido por segundos.
Al ver mi estado cambio de postura sacando su miembro de mi boca y tras ponerme de lado se puso frente a mí en la misma posición, haciendo un pasar un pie por encima de su cadera a la vez que con maestría dirigió su grueso rabo hasta mi sexo frotando este con su lubrificada cabeza hasta que mi flor se abrió como una rosa y la fue metiendo lentamente con la ayuda de su cadera.
Estaba abrazada a el de lado cara con cara, besándome ahora mientras movía su cadera lentamente, haciéndome casi imposible mantener su boca pegada a la mía por los gemidos que me hacía manar por esta al darme tanto placer, aunque el insistía y metiendo su lengua esta recorría mi boca atosigando y acorralando a la mía, sintiendo el roce de su barba en mi cara y llevándome a un mundo de placer difícil de explicar.
Tras unos minutos cambio de postura volviendo a caer sobre mi cuerpo bocarriba mientras el ahora movía su cadera hacia los lados y hacia arriba y abajo con una maestría que me hacía parecer una mujer poseída por mil demonios.
Le arañe la espalda con mis uñas así como su trasero, aunque no fue mi intención pues era fruto del placer que estaba recibiendo, haciendo el caso omiso a mis arañazos que creo incluso le animo más a insistir en sus artes, cambiando a veces el ritmo con el que me penetraba provocando en unos minutos un orgasmo impresionantemente placentero y duradero que termino por fundirme y quedarme en la cama con los brazos abiertos y mi cuerpo inerte a merced de los empujes de aquel macho jubilado que ahora intensifico sus acometidas, que dieron su fruto en un minutos posterior a mis orgasmo para inundar mi conejito casi ahogándolo por una sarta de ráfagas de espesa y jugosa crema mientras su portador gemía como un toro bravo a la vez que las liberaba dentro de mí.
No me libero en varios minutos quedando aprisionada por el peso de su cuerpo y ensartada por su gruesa brocha que tan bien me había pintado, hasta que tras una larga y fuerte respiración como tomando aliento, me desclavo y se echó a un lado de la cama mientras me miraba y veía que una apenas podía abrir los ojos, acariciándome ahora mis pechos y pezones con su nidillos, así como bajando délficamente hasta mi sexo y acariciando este aun supurando la nata sobrante de su copiosa corrida.
Yo estaba en otro mundo pues era incapaz de reconducir mi cuerpo a su estado normal, cuando volvió a besarme dulcemente mientras me decía que era una mujer increíble que sabía disfrutar como ninguna del buen sexo.
Le dije que no era el mérito mío sino del artista que tenía a mi lado y de su experta brocha que sabía pintar en mi cuerpo como pocas.
Me dijo entre risas, viniste realmente a explicarme lo del horno o esto fue una excusa para abusar de mi… me reí por su cómica y picara pregunta y agarrando su relajado pero no pequeño miembro, le dije… vine a por este que estaba deseando disfrutar de el así como del maestro que lo utiliza tan sabiamente.
Ya me imagine yo, aunque si no llegas a venir esta mañana hubiera pasado yo con alguna excusa para volver a tenerte entre mis brazos.