El joven vecino
Iniciación de un joven en manos de su vecino mayor, iniciando entre ambos un romance gay.
Autor: Salvador
Dirección: demadariaga@hotmail.com
El joven vecino
Cuando Ricardo vio a su vecinito en el bus, pensó que se le estaba dando la oportunidad que esperaba de un tiempo para intentar un acercamiento a ese joven bien parecido, siempre muy arregladito, algo tímido y retraído, que se le había metido entre ceja y ceja. Estaba seguro de que el muchacho de 19 años tenía actitudes que le delataban como un gay en potencia. Y él quería ser quien le iniciara en el sexo entre hombres.
Juan vivía en el mismo edificio que Ricardo y ambos se habían encontrado en más de una oportunidad en el ascensor, donde el muchachito se mostraba delicado y frágil, actitudes poco comunes en un hombre. Incluso, cuando intercambiaban palabras mientras estaban en el interior del aparato, la mirada del jovencito le parecía algo ansiosa, como si esperara captar alguna conexión entre ambos. Pero Ricardo nunca demostró ninguna inclinación especial por el joven, porque siempre había alguien cerca y no quería que su imagen se deteriorara entre sus conocidos. Su inclinación por el joven era un secreto que no compartía con nadie, incluyendo al mismo muchacho.
Ahora en el bus, le vio parado cerca de la puerta trasera, apoyado en el pasamanos de un asiento y miraba intensamente a otro joven sentado al lado de la ventana y que miraba el paisaje que pasaba ante su vista sin percatarse de que era objeto de la atención de Juan. Ricardo estaba seguro de que el vecinito tenía inclinaciones por los hombres, pero también creía que el muchachito no era conciente de ello, tal vez por una indefinición sexual que aún no asumía. Y Ricardo pensaba que él podría ayudarlo en ese sentido.
Ricardo tenía una vida sexual intensa debido a su permanente ardor, que le inclinaba a probar todo lo que la vida le pusiera por delante. Por ello es que le atrajo Juan y la idea de poseerlo le pareció atractiva. Total, pensaba, un culo es un culo, no importa si sea de mujer o de hombre. Y para él un culo era siempre un objetivo en su vida sexual.
Se acercó al joven y poniéndose detrás suyo acercó su rostro a la nuca del muchacho y le saludó hablándole cerca de su oído, lo que provocó un temblor en el muchacho, debido al aliento que sopló en su oreja. Se dio vuelta y le devolvió el saludo, con el rostro rojo por la vergüenza de haber sido sorprendido en falta. Pero Ricardo hizo como no se hubiera dado cuenta y quedó detrás del muchacho, tomado del pasamano y con su cuerpo apoyado en el de Juan, lo que no pareció extraño considerando el hecho de que el bus iba repleto.
Con el movimiento continuo del vehículo Ricardo acercó su cuerpo al del muchacho y en un momento determinado su otra mano se apoyó en el mismo pasamano de Juan, tocando su mano mientras una erección se insinuaba contra el trasero del joven, el que pareció no darse por enterado. Después de un rato, y debido a las continuas frenadas del bus, Ricardo se soltó del pasamanos superior y llevó su mano a la cintura de Juan para apoyarse y no perder pié. Fue una actitud que parecía normal entre dos personas amigas que van bamboleándose en un bus repleto de gente y se mueve como coctelera.
"¿Puedo afirmarme en tí?"
Le preguntó mientras su mano apretaba la cintura de Juan, al tiempo que apoyaba más aún su cuerpo al del muchacho, haciendo evidente que su sexo estaba apretándose contra el culo del muchacho, que no se atrevió a responder debido a la confusión que tenía. En tanto, Ricardo seguía conversándole de cosas intrascendentes, siempre cerca del oído del joven, haciendo que su aliento golpeara a este poniéndole la carne de gallina. Pero no hizo nada para evitar que ese pedazo de carne contra su trasero saliera de ahí. Es más, a Ricardo le pareció como si el muchachito moviera imperceptiblemente su cuerpo contra su verga. No estaba seguro, pero creía que Juan no debía ser indiferente a su ataque a esas jóvenes nalgas. Y seguía hablándole al oído y el vecinito tenía temblores incontrolables cuando el aliento de Ricardo golpeaba contra su nuca y cuello. Era evidente que Juan estaba completamente excitado por el tratamiento que le estaba dando.
Ahora no tenía dudas de que el muchachito podía ser sodomizado.
Cuando llegaron a la bajada descendieron en silencio y en silencio caminaron al edificio. Entraron al ascensor y aunque estaban solos ninguno de los dos dijo ni una palabra, hasta que Ricardo invitó a Juan a beber una bebida. El muchacho no dijo nada, pero le siguió.
Ya instalados en el living, el joven pidió una cerveza. Sentados frente a frente, se miraron a los ojos y Ricardo empezó el diálogo, que esperaba llevar hacia rumbos que le permitieran concretar sus planes para con el joven, que ahora se mostraba con cierto aplomo pero siempre con un rubor en su rostro que le daba un aire femenino que aumentaba su hermosura.
Al cabo de un rato, Ricardo derivó la conversación hacia terrenos más propicios.
"¿Te gusta alguien en la facultad?", poniendo énfasis en el "alguien" en lugar de "alguna muchacha"
" Si" , respondió el joven, bajando la vista.
Con la confianza que daba el alcohol, Ricardo se atrevió a dar un paso más atrevido.
"¿Un compañero?"
"Ricardo, ¿por qué dice eso? ¿Cómo se le ocurre?"
"Juan, conversemos francamente. Dime la verdad"
"Pero si no me gustan los hombres"
"Juan, te voy a aclarar algunas cosas que creo no sabes"
"¿Qué cosas?"
"¿Me responderás con la verdad?"
"Mmmm. . . . si, bueno ya"
"Dime, ¿tienes novia?"
"Nunca he tenido novia"
"¿Has tenido sexo con alguna muchacha?"
"No"
"Ahora dime, ¿te sientes extraño cuando estás cerca de otro hombre?"
"Esteeeee"
"Vamos, prometiste decirme la verdad"
"Bueno ya, si"
"¿Y cuando estás en la ducha con otros jovenes, qué sientes"
"Mmmm, me pone nervioso"
"¿Y te gusta?"
"Por favor"
"Responde"
". . . . si"
"¿Ves? Es tu lado femenino que se está manifestando"
"¿Mi lado femenino? ¡Cómo se le ocurre!"
"Juan, todos los hombres tienen un lado femenino. Y en tu caso se está manifestando"
"¿En serio?"
"Mira, dime, ¿te gustó sentir cómo te apretaba en el bus?"
"Ricardo, por favor"
"Esa fue otra manifestación de tu lado femenino, muchacho"
"No creo"
"A mi me encantó ponerte mi paquete por detrás"
"¿En serio?"
"Si. ¿y a ti?"
"Si, me encantó"
"Me alegra que al fin te hayas soltado"
"Tal vez son las cervezas, Ricardo"
"¿Sentiste mi verga contra tu culito?"
"Si"
"¿Has visto alguna vez una verga?"
"Si"
"¿Cerca de ti?"
"No, eso no"
"¿Te gustaría ver una cerca?"
"¿Cómo?"
Sin darle tiempo a pensar al joven, Ricardo abrió su pantalón y sacó su verga, que estaba completamente parada, desafiante, dispuesta a todo.
"¿Qué dices?"
"¡Es grande!"
"¿Ves lo gruesa que es?"
"Parece un tronco"
"Apuesto que tu mano no alcanza a rodearla"
"No te creo"
"Prueba"
Y sin darle tiempo a reaccionar, Ricardo le puso su verga en la mano. El muchachito rodeó con su mano el pedazo de carne, cubriéndolo. Sólo en ese momento se dio cuenta que había sido engañado para que tomara la verga de Ricardo. Pero en lugar de molestarse, con una sonrisa pícara en sus labios apretó el instrumento que tenía en la mano.
"Me engañaste. Sabías que mi mano lo cubría totalmente"
"Sí, y no me arrepiento. ¿Estás enojado?"
"Es bien grueso, de todas maneras"
"Fíjate, cuando lo aprietas late"
"Cierto, lo aprieto y late"
"Ahora pasa tu mano de arriba abajo"
"¿Así?"
"Si, así. Eso se llama hacer la paja"
"Te hago la paja y se agranda más aún"
"Es que me tienes muy caliente, muchachito"
"¿Te gusta lo que te hago?"
"Si, es rico. Sigue, sigue"
Mientras Juan pajeaba a Ricardo, éste se desprendió de su pantalón y su camisa, quedando completamente desnudo. Ante la mirada asombrada del muchacho le explicó que así estaría más cómodo. Y le pidió que hiciera lo mismo, pero el muchacho no se atrevía y se negó a hacerlo. Ricardo insistió pero Juan tenía mucho pudor y nuevamente se negó, aunque no podía evitar las miradas al cuerpo desnudo que tenía delante, pasando sus ojos especialmente sobre el instrumento que continuaba parado, desafiándolo. Ricardo se acercó al muchacho y poniendo sus manos sobre los hombros de Juan, empezó a presionar para que bajara, lo que el joven empezó a hacer, intuyendo lo que vendría. Y mientras bajaba no dejaba de mirar a Ricardo a los ojos, en tanto su cabeza se ponía a la altura de la verga desnuda. Sabía lo que vendría y no hacía nada para impedirlo. Tal era su excitación.
Cuando la verga de Ricardo quedó a la altura de su rostro, sin que nadie dijera nada se acercó al pedazo de carne y abriendo su boca se lo tragó. Sintió dos manos en su cabeza, moviéndola para imprimir ritmo a las mamadas que daba al instrumento que devoraba. De pronto sintió que Ricardo apretaba más aún su cabeza contra su verga y que su cuerpo se envaraba, próximo al clímax que inundaba su cuerpo. Y un golpe de semen fue a dar hasta el fondo de la garganta del joven, que lo recibió estoicamente, intentando engullir la mayor cantidad posible.
"¿Qué te pareció?"
"Nunca creí que haría algo así"
"¿Te gustó?"
"Si, para qué negarlo"
"¿Te gustó chuparme el pico"
"Si, me gustó mucho"
"Y a mí me gustó la manera en que me lo chupaste, mijito"
"Me excité chupándotelo"
"¿Sigues caliente?"
"Si, ahora sí que estoy caliente"
Y empezó a desnudarse para quedar igual que su compañero.
Ricardo se acercó y lo llevó contra el sillón, poniéndolo de manera que quedara con sus manos sobre el mueble y el cuerpo inclinado, con su culo parado. Juan supo que sería de él, que su vecino lo iba a penetrar. Y eso le gustaba, sentía que deseaba que la enorme verga que chupara hace unos momentos se metiera en su culo virgen.
Ricardo puso crema en el hoyo de Juan y poniendo sus manos en la cintura del joven puso su verga a la entrada del culo que tanto deseaba. Y empezó a empujar, poco a poco, intentando vencer la resistencia del angosto canal pero no presionando demasiado para no asustar a su victima, que estaba ansioso por ser sodomizado.
Finalmente logró que su verga penetrara al joven y sintió la estrechez del túnel juvenil apretando su trozo de carne que se fue dilatando a medida que la verga de Ricardo iba perdiéndose en su interior. Y en un impulso final, Ricardo hundió completamente su herramienta en el culo inviolado de Juan, chocando sus bolas contra los cachetes del muchacho que, apretando los dientes, ahogaba los gritos que pugnaban por salir. Sabía que al dolor seguiría el goce. Y así fue, entregándose ambos a enloquecidos movimientos que hacían que la verga entrara y saliera del culo de Juan, que parecía enloquecido por el gusto de tener un pico en su interior.
Ricardo se echó encima de Juan y con una mano se apoderó de la herramienta del joven, empezando a hacerle una paja mientras lo desvirgaba. Para el muchacho fue demasiado sentir que la verga de Ricardo entraba y salía de su culo en tanto con una mano le hacía una paja. Terminó en una acaba salvaje que acompañó la que tenía Ricardo, que inundó el culo del muchacho con su semen.
Cubiertos de sudor, se sentaron a descansar.
"¿Te gustó?"
"¡Fue exquisito, amor!"
"Y pudiste acabar en mi mano"
"Nunca había acabado, ni cuando Ana me hacía la paja"
"¿Tu hermanita te pajeaba?"
"Hace mucho tiempo que quiere tener sexo conmigo, pero no lo ha logrado"
"No te atraía porque era mujer"
"Si, ahora puedo decirlo sin vergüenza"
"¿Tu hermanita quería culpar contigo?"
"Muchas veces lo intentó, pero nunca pudo hacerme acabar"
"Pero sí pudiste acabar en mi mano"
"Y no olvides que tenía tu cosita dentro de mí"
"Tienes un culito rico, mijito"
"Es tuyo, amor, cuando quieras"
"¿Qué te hizo tu hermana para que tuvieran sexo?"
"Se metió en mi cama varias veces, me tomó la verga, me la chupó, me pajeó, en fin"
"¿Y nunca logró entusiasmarte?"
"Entusiasmarme si, pero nunca logró excitarme"
"Pero igual tu hubiera gustado tener sexo con ella, ¿verdad?"
"Si, me hubiera gustado sentir lo mismo que me hiciste sentir ahora"
"¿Te gustaría que tu hermana participara con nosotros en una próxima oportunidad?"
"No sé, no creo"
"Déjalo en mis manos y vas a ver que vas gozar también con ella"
"¿Tu crees?"
"Pero yo seré tu macho siempre, ¿verdad?"
"Si, y yo seré tu putita"
"Mijito, eres rico"
Entonces, haz lo que creas necesario, pero no me prives de tu cosita, ¿ya?"
"No vidita, mi verga es tuya, putita mía"
Excitados por sus propias palabras, se fundieron en un abrazo y se dieron el primer beso entre ellos, que estaba cargado de lengua y deseo. Juan estaba en la gloria y su mano se fue al miembro de su pareja, la que tomó con ansiedad y empezó a pajear desesperadamente. Al cabo de un rato se bajó y empezó a chupar el pedazo de carne de Ricardo, volviendo su cuerpo de manera que su propia verga quedara a la altura de la boca de su compañero, que se prendió como ternero y empezó a chupar desesperadamente. Su boca tragaba completamente el pedazo de carne y bajaba hasta las bolas del joven, para volver a subir por el tronco hasta la cabeza, que tragaba con deleite.
Sin decir nada, Ricardo se separó y poniéndose en cuatro pies, a lo perrito, invitó al muchacho a que lo penetrara, lo que el muchacho hizo de inmediato, hundiendo su lanza en el culo de Ricardo que empezó a dar grititos de placer mientras movía su cuerpo para que la verga entrara más aún en su interior, mientras se pajeaba a si mismo, alentado por sus propias palabras.
"Dale, dale, dale, mijito, dale"
"¿Te gusta, mi amor?"
"Es rico, siiiiiii, ricoooooo"
"Toma mi verga, cariño"
"Me gustaaaaaa, es rica"
"Ahhhhhhhhhhhhhh, amor"
"Yaaaaaaaaaaaaaa"
Y ambos terminaron al mismo tiempo.
Se miraron, se abrazaron y se fundieron en un apasionado beso, concientes de que habían iniciado una relación duradera, que les llevaría límites increíbles del placer. Era un camino sin retorno que recorrerían juntos. Y la primera parada sería con Ana, la hermana de Juan.