El joven macarrilla 3ª parte
El joven macarrilla, me seduce y termina llevándome a su casa. 3ª parte. Cuando accedimos al pequeño claro que quedaba entre aquellos matorrales, la visión que tuvimos fue de campeonato.
Cuando llegamos a Santa Cruz; es un pueblecito de la costa coruñesa, que no debe estar a más de 10 Km. de La Coruña, tiene un Castillo (castillo de Santa Cruz) y dicha parroquia, pertenece al ayuntamiento de Oleiros; pues nada más llegar, nos llevó a su casa, donde dejó la bolsa que traía, comimos algo, y antes de irnos de fiesta, llevó al perro que tenía, y que tan efusivamente nos había saludado cuando entramos en la casa; era un Labrador blanco; a dar una vuelta y luego dejarle agua y comida, mientras nosotros nos íbamos de fiesta por el pueblecito.
Lo llevó; o mejor dicho nos llevó; a un parque natural que hay en Santa Cruz, y que llega hasta la playa de Bastiagueiro. En dicho parque, es una zona donde hay cruising, o cancaneo, después de ciertas horas. Vamos cuando la gente que va pasear o tomar el sol, se va marchando; por lo que pude ver, y lo que nos enseñó el viejo, mientras paseábamos al perro, hay sitios para hacer de todo; de hecho se hacen, e hicimos.
Después de haber dado un buen paseo al perro, habiendo visto prácticamente todo el parque; viendo lugares estupendos para ser follado, y por lo poco que pude observar, allí había movimiento de gente en busca de aventuras con tal fin; nos fuimos a casa del viejo, la cual no quedaba lejos, ya que estaba pegada a dicho parque, donde se quedó el perro; por cierto que era bastante juguetón, y al parecer le había caído bien, porque no me dejó en paz durante todo el paseo que habíamos dado. Una de las veces en que el perro me estaba lamiendo, el joven macarrilla, soltó el comentario, de que estaba tan bueno, que hasta al perro le gustaba, y que seguro que deseaba montarme, y hacerme su perrita.
Fuimos tomar algo hasta un pueblecito vecino, que se llama Sada; donde hay muy buen ambiente; para al final terminar en la discoteca de Santa Cruz.
Ya serían sobre las 2 de la madrugada, cuando entramos en la discoteca. Estaba a tope de gente; era prácticamente toda gente jovencita como yo.
Después de pedir las consumiciones, y haber conseguido una mesa, me fui a la pista a bailar.
Estuve buen rato bailando y bebiendo, ya que de vez en cuando iba por la consumición, a la mesa y beber. El que no se separaba de mi, era el joven macarrilla, que no me dejaba ni un instante.
El que apenas se había movido, fue el viejo, que salvo en 2 ocasiones que al menos yo le había visto, se había levantado, y en ambas, había ido a los aseos, o al menos eso pensé.
Cuando volví a la mesa ya cansado, estaba el viejo hablando con un jovencito. Era más joven que yo, y no estaba nada mal; era bastante guapito. Nos sentamos echando mano a nuestros cubalibres para beber, cuando el viejo llamó al joven macarrilla, hablándole al oído, le comentó algo, levantándose luego el viejo y el jovencito, y marchar juntos.
Va a un recado; me dijo el joven macarrilla; luego nos vemos en el parque donde estuvimos con el perro, allí nos espera, en media hora.
Ya eran más de las 4 de la madrugada, y aquello estaba empezando a ir quedando con menos gente.
Cuando nosotros salimos, no antes de haber bebido otras consumiciones, después de que se hubiera marchado el viejo, ya eran casi las 5 de la madrugada. Fuimos en dirección a la casa del viejo, pero adentrándonos en el parque.
El joven macarrilla, iba metiéndome mano; cada poco se paraba y me morreaba. Ya estábamos dentro del parque, cuando nos paramos a encender un cigarrillo, y fumarlo mientras estábamos sentados en un banco desde donde se podía ver La Coruña.
Mientras estábamos allí sentados fumando, me contó que el viejo, había venido al parque a follar con el jovencito aquel. Que estaba en uno de los parajes que habíamos visto por la noche. Que le diera media hora de tiempo, luego que me llevara con él, y nos reuniéramos allí.
Tiramos el cigarrillo, emprendiendo de nuevo el camino por el parque. Cuando estábamos llegando a uno de los parajes que habíamos visto por la noche, se escuchaban unos jadeos, que provenían de unos matorrales altos, donde al entrar por una abertura que tenía, se accedía a un claro que había, el cual quedaba rodeado por aquellos matorrales. Aquel era un lugar perfecto para follar; de hecho estaba lleno de condones, y papeles utilizados después de las folladas que allí se llevaban a cabo.
Cuando accedimos al pequeño claro que quedaba entre aquellos matorrales, la visión que tuvimos fue de campeonato.
Allí se encontraba el viejo de pie, sin los pantalones, con aquella tremenda polla, ensartada en la boca del jovencito, que desnudo como dios lo trajo al mundo, se hallaba a cuatro patas, y siendo montado por el perro del viejo.
¡Dios! se me puso la polla tiesa al momento, al ver aquel cuadro.
Al jovencito se le veía una cara de felicidad, y de estar gozando a tope. Tenía un tremendo pollón ensartado en la boca, y en el culo, a un perro follándolo, y seguro que con un buen rabo.
Aquella visión, tan morbosa, y caliente, además de ponerme la polla tiesa como un burro, hizo que mi excitación, subiera por las nubes ¡dios! hasta el culo me palpitaba.
Por supuesto que al joven macarrilla, le pasaba como me pasaba a mí, y no se hizo de rogar, empezó a morrearme sin quitar la vista de aquel espectáculo que nos estaban brindando.
Empezó a desabotonarme la camisa, luego me desabrochó el cinturón, para cuando lo desabrochó, sacarme la camisa, junto a la cazadora, dejando que cayeran al suelo.
Empezó a morderme los pezones, mientras yo le iba desabrochando su cinturón, luego le iba bajando su pantalón y slip, dejando que saliera la larga verga que tenía, y que ya se mostraba con todo su poderío.
Me mordió las tetillas y pecho, para luego hacer lo mismo con el cuello, mientras me iba desabrochando el cinturón, desabotonarme el pantalón, e irlo bajando, junto al slip.
Ya tenía el pantalón y slip en los tobillos, cuando se agachó para sacarse sus zapatos, haciendo lo mismo con los míos. De esta manera, terminamos de sacarnos el pantalón y slip, dejándolos allí tirados.
Primero me comió por todo el cuerpo, para agacharse y meter mi polla en su boca, a la vez que me acariciaba los huevos, y con la otra mano, me iba metiendo un dedo en mi culito.
Ahora se escuchaba al jovencito gemir, dando pequeños grititos ¡aaaaaaaaahhhhhhh! mmmmmmm, se le escuchaba, mientras su lengua le iba lamiendo los huevos al viejo, y seguía siendo montado por el perro labrador.
El joven macarrilla que me estaba mamando mi polla mientras me metía un dedo en el culito, se levantó, me metió su lengua en mi boca, mientras ahora con sus manos apoyadas sobre mis hombros, me empujaba hacia abajo, para que le mamase yo la polla.
Cuando abrí la boca, metiendo aquella larga verga, noté que en su glande ya tenía unas gotas de semen. Seguro que aquel espectáculo, lo tenía supercaliente.
No dejó que se la chupase ni 2 minutos, cuando me levantó con sus brazos, a la vez que decía; ay putito, quiero follarte ya, quiero darte por el culo, que estoy que reviento.
Me dio la vuelta, pidiéndome que me agachara, y me pusiera a cuatro patas, igual que el jovencito, que estaba siendo montado por el perro, mientras le lamía los huevos y polla al viejo.
Me hizo arrimar hasta ellos, quedando mi cabeza junto a la cabeza del jovencito, y la polla del viejo. Se puso de rodillas detrás de mí y sin más miramientos, me enterró su larga polla en mi culito; ¡aaaaaaaaaahhhhhh! grité cuando me enterró aquella larga polla en mi culito.
En ese momento, el viejo con su mano agarraba su polla, dirigiéndola a mi boca, mientras el otro jovencito, le lamía los huevos con su lengua.
Saqué mi lengua, empezando a darle lametadas a su glande, alternando con pequeñas chupadas a su cabeza.
Así putitos, así, gozar de vuestros machos, que os van llenar de leche esos culitos viciosos que tenéis.
El jovencito, echaba su lengua junto a la mía, y a la vez que lamíamos aquel pollón, lamía mi lengua y labios.
Así así, decía el viejo, lameros la cara, y morrearos, putitos, saborearos con las lenguas, mientras os llenamos de leche.
El jovencito aquel, había metido mi lengua en su boca, y me la sorbía con desesperación, cuando de repente, abrió la boca, a la vez que suspiraba de placer. El perro había terminado de montarlo, y ahora le estaba lamiendo el culo con su lengua.
El viejo se estaba meneando la polla con su mano, delante de nuestras caras, mientras al jovencito, el perro ahora le lamía el culo con su lengua, y a mi me estaba dando por el culo, mi joven macarrilla, con su larga polla, y no paraba de dar gritos de placer.
Abrir esa boquita putitos, que os voy soltar mi leche. Los dos, con la cara pegada el uno junto al otro, abrimos la boca, esperando que nos regara de leche, aquel tremendo pollón, que teníamos frente a nosotros.
¡oooooooooooohhhhhhhhhh! gimió el viejo, a la vez que nos llenaba la cara y boca con su esperma. Estaba eyaculando, y nos estaba dejando la cara llena de semen, y alguna gota que nos había caído en la boca.
El jovencito terminó de chuparle el resto de semen que le había quedado en la polla al viejo, y luego continuó lamiendo mi cara, haciéndole yo lo mismo, lamiéndole todo el semen, que el viejo le había echado por su cara.
Después de haberme lamido la cara, y besado, y saboreada mi lengua y boca, el jovencito aquel, agarrándome la cara, se fue incorporando, y mientras me seguía dando por el culo mi joven macarrilla, me arrimó su polla a mi boca, para que se la chupara.
Cosa que no le hice esperar, ya que abrí la boca y me tragué aquella polla jovencita, saboreándola, mientras me estaban dando por el culo.
No tardó ni 20 segundos, en empezar a correrse el jovencito, llenándome la boca con su semen, mientras me agarraba la cabeza con sus manos, y gemía de placer ¡oooooooohhhhhhh! me corro, me corro.
Tragué todo el semen que me soltó en mi boquita, y mientras seguía con aquella jovencita polla en mi boca, mi joven macarrilla que me estaba dando por el culo, explotaba dentro de mi culo, soltando alaridos de placer, y llenando mi culito de leche.
Ya me vengo, ya ya ¡aaaaaaaaahhhhhh! me corro, me corro. Ay que gusto, que culito más calentito, putito.
Aún no me había sacado la polla del culo, mi joven macarrilla, cuando el jovencito aquel, se tumbó en el césped, y llevando su cabeza a mi polla, se metió mi pollita en su boca. Nada más notar su lengua y cálida boca en mi polla, me corrí en ella ¡oooooooooohhhhh! mmmmmmm ¡ooooooohhhhh! gemía yo, mientras me estaba corriendo en aquella boquita caliente.
El jovencito, con una de sus manos, apretaba mis pelotas, como queriendo exprimirlas, para que soltasen toda la leche que en ellas había.
Quedamos allí tumbados unos minutos, mientras nos reponíamos, nos íbamos acariciando, y morreando con lujuria y pasión. Nos besábamos, a la vez que con nuestras manos, nos acariciábamos la polla y sobábamos los huevos.
Poco a poco, nos fuimos vistiendo, para una vez vestidos, marcharnos de allí a casa del viejo.
Cuando entramos en la casa del viejo, ya iban dar las 7 de la mañana; ya casi estaba amaneciendo.
Fuimos para la cocina, donde tomamos un café que hizo el viejo, y después de fumar un par de cigarrillos, nos fuimos a dormir. Yo fui con mi joven macarrilla, y el jovencito se fue con el viejo para su cama; el único que se quedó solo, fue el perro labrador, que se quedó solo en la caseta que tenía en el patio; pero seguro que feliz y satisfecho, después de la montada que le dio al jovencito aquel.
Fin de la 3ª parte.