El jarrón

Me arrepentí aquella misma tarde, y al día siguiente entré de manera furtiva en la habitación de mi primo para intentar pagar mi error.

Lo recuerdo como si estuviese hablando de ayer, aunque hace ya casi 10 años de aquello...

Y, aunque después de aquel verano, pasados unos años, he vuelto a ver a mi primo, ya él estudiando en la facultad e intentando llegar a ser un hombre de provecho, nunca recuperamos aquella buena relación que teníamos antes de que pasara "lo del jarrón".

Aquel verano, ya en los últimos días de mi adolescencia, mis padres me dejaron unos días en el pueblo de mi tía, mientras iban a cuidar de mi abuela, que había estado delicada, y ahora se encontraba de nuevo en su casa, aunque no podía manejarse todavía del todo bien.

El pueblo de mi tía, estaba en la costa, por lo que realmente... era algo agradable la estancia allí. Muchas tardes, íbamos a la playa y acabábamos volviendo a las tantas, después de haber pasado un día maravilloso, entre juegos, sol, chapoteos y helados.

... Parece como que le esté dando largas, llevo varios párrafos y... aún no he dicho nada de mi primo.

Mi primo, pues... a ver, era un par de años menor que yo. Un poco "tontín". Delgado, rubilampiño, algo repelente y gafotas. Guapete. Pero bueno, eso es lo de menos, ya que como he dicho, quedaba eclipsado por todo lo anterior.

Me llevaba maravillosamente bien con él. En cierto modo, era como "su hermana mayor". Hijos únicos ambos... era una relación muy estrecha.

Siempre habíamos jugado pues... a juegos de mesa, a las cartas, en la playa a tirarnos agua y hacernos ahogadillas, yo que sé, eramos dos adolescentes un poco aún con el pavazo propio de esas edades. En mi caso con más delito, puesto que ya no era ninguna "niña", y aquellas dos tetitas que tenía con 12 años, se habían convertido en un par de firmes tetas, el rostro me había madurado, y el cuerpo se me había moldeado, convirtiéndome en un pequeño proyecto de mujer. Al contrario de mi primo, yo era morena, con el pelo ondulado y largo, ojos avellana grandes y mirada de niña buena.

Ese día, recuerdo que cogí de casualidad un cuaderno de mi primo para dibujar en él, y descubrí que en la última página tenía escritas cosas. Empecé a leer con los ojos encendidos y sonrisa traviesa y descubrí bajo los típicos "días de examen" y "notas", una especie de tosco poema dedicado a "Mi princesa".

Estaba en lo mejor cuando entró él y me cazó cotilleándole el cuaderno. Se puso hecho una furia y me pidió a voces el cuaderno. Yo, que quería jugar un poquito, me levanté con él apretado contra mi pecho y escapé de la habitación mientras medio forcejeaba con mi primo. Abrí el cuaderno y leí en voz alta mientras mi primo se avalanzaba de nuevo hacia mi:

"Oh, delicada princesa, que turbas mi pensamiento, tengo calor por las noches..." - Aquello me mató de risa... jajajajajajajajaja, "Tengo calor por las noches" jajajajajajajaajajajajaja. No pude evitar reirme mientras mi primo intentaba quitarme el cuaderno. Con el forcejeo, me empujó y al intentar equilibrarme me apoyé sobre la mesita baja del salón y ésta cedió, moviéndose. Y el jarrón que se alzaba sobre ella, al verse ausente de nada que lo sujetase, cayó... cayó estrepitosamente al suelo, y se hizo mil pedazos. La cara nos quedó blanca a mi primo y a mi, y supimos que habíamos metido la pata, pero bien.

Aquel jarrón lo había traído el padre de mi tío, cuando se fue a la China, hacía chorromil años y costaba un buen dinero. A ver, no era de la dinastía Ming, ni nada de eso, pero era caro... caro de cojones. Además, como era de su padre y hacía ya unos años que... en fin, que mi tío, tenía en mucha estima aquel recuerdo de su padre. Aquello era bronca, y... de las buenas. Mi tío tenía un mal genio impresionante. A mi me daba miedo, la verdad.

Fui una cobardica. Al escuchar el estruendo vino mi tía a ver qué pasaba y en 0 segundos comprendió todo. Se nos quedó mirando como intentando pensar en algo la buena mujer, muy apurada. Pero no dio tiempo. Mi tío entraba por la puerta antes siquiera de contarle nada a mi tía y su cara cambió como de la noche a la mañana. "Niños, iros cada uno a vuestra habitación". Nos dijo nuestra tía.

Las voces se deberían estar oyendo en Pernambuco. Entre vozarrón y vozarrón escuchaba como mi tía decía frases como: "habrá sido sin querer", "estarían jugando" y "no sé quién ha sido, pero eso no importa, José". Escuché pasos venir hacia mi dormitorio, y tragué saliva. Mucha saliva.

"Sandra, ¿qué cojones es lo que ha pasado?" - Mi tío tenía los ojos encendidos, y a continuación hizo LA PREGUNTA - "¿Has roto tú el jarrón?"

"N...n...no..." - Atiné a decir, roja como un tomate de la vergüenza.

"¿Y qué ha pasado entonces?, porque si no has sido tú, ha sido Javi".

"Es... es... que... verás..." - Y miré a mi tío con mis profundos ojos avellana abiertos - "Es... es... estábamos jugando y Javi se ha enfadado porque yo quería dibujar en un cuaderno suyo y... y... me lo ha tirado y le ha dado al jarrón, sin querer" - Mentí. Y a cada palabra que decía me sentía rara. Era como si aquello no lo estuviese diciendo yo realmente. Pero sí que lo estaba diciendo. Mentí como una bellaca para salvar el culo. Y debo decir que respiré aliviada cuando mi tío, enfurecido, tomó aire, se irguió, y se dio la vuelta y se fue.

Unos minutos más tarde escuchaba la bronca de mi tío a mi primo a través de la pared. ¿Cómo podía haber sido TAN MENTIROSA?.

Mi primo intentaba defenderse como podía, pero no tenía nada que hacer... yo tenía tetas y cara de niña buena, mi primo tenía pito y cara de tonto, y mi tío era el típico macho ibérico español de los de las películas de hacía 50 años. Injustísimo completamente, pero así fue.

La soberana ostia con la mano abierta que se llevó mi primo creo que la escucharon en el pueblo de arriba. Se me escapó una lágrima de culpabilidad.

Tras eso, la cosa se calmó. Mi tío salió de la casa y se hizo el silencio. El temporal había pasado.

Al día siguiente, mi primo se levantó, desayunamos juntos pero no se dignaba ni a mirarme a la cara. Yo sólo hacía buscarle con la mirada y los ojos arrepentidos. Pero él tenía la cabeza gacha y el gesto decepcionado. Fue la mañana más larga de todas las que estuve en casa de mi tía. Se me hizo eterna.

Tras el almuerzo, mi tío salió como de costumbre y mi tía se quedó en la parte de arriba, ya que le gustaba bordar al solecito en la terraza (y de paso charlotear con alguna de sus vecinas, que también se asomaban). No lo pensé dos veces y me dirigí al cuarto de mi primo que se encontraba en el más profundo silencio.

Di un golpecito en la puerta y entré rapidamente. Allí estaba mi primo echado sobre la cama, sólo con el calzoncillo. Se estaba cascando una paja. Se sacó rapidamente la mano del boxer e intentó disimular.

"¡¡Pero qué haces imbécil!! ¡¡no quiero saber más de ti!! ¡vete de mi cuarto!¡estaba ... durmiendo!"

Agaché la cabeza sonrojada y le dije: "Primo, tenía muchísimo miedo, tu padre me da mucho miedo, y he mentido, lo sé, lo sé. Perdóname"

"¡Que no quiero saber más de ti!" - Negó con la cabeza - "¡Me das asco!"

Y yo también me di asco en ese momento. Me sentía la mayor hija de puta del reino. "Primo... lo siento muchísimo de verdad, pídeme algo, lo que tú quieras, yo hago lo que tú quieras, pero perdóname por favor".

"¡Que me dejes en paz! que me das asco..."

"No... asco no, primo, no me digas eso." - Y me acerqué lentamente hacia donde él estaba - "Primo, no te avergüences, yo sé que te he pillado masturbándote. No te tiene que dar vergüenza, yo... alguna vez también me he tocado. No me eches así de tu cuarto. Yo venía a hablar y no sabía..." - Dije mirando su abultado calzoncillo.

"Enséñamelo todo" - Dijo él cortante.

"¿Cómo?"

"Que te desnudes... me has puteado, te has reído de mis poemas, mi padre... y ahora encima no me dejas ni ... estar tranquilo"

Yo asentí, y me quité hacia arriba la camiseta rosa que llevaba dejando al descubierto el bikini verde. Me bajé la falda vaquera, y quedé en bikini frente a él, algo a lo que ya debería estar acostumbradísimo aquellos días.

Hice un mohín con la barbilla y con las manos detrás de la espalda de aflojé el nudo de la parte de arriba del bikini y cubrí la parte de mis pechos con las manos, mientras retiraba el bikini suavemente. Mi primo abrió la boca mientras quedaban al descubierto mis dos firmes y bronceadas tetas, con la marca del bikini bajo ellas.

Me quedé mirándole un instante con mis grandes ojos avellana...

"Sigue, que no has acabado" - Ordenó él.

Y suspirando, me bajé la parte de la braguita y al alzarme, quedó al descubierto frente a él, todo mi coñito, aún con el vello de la adolescencia. Brillante. Apretado.

Mi primo se bajó los boxers y su polla se irguió apuntándome al coñito. Estaba dura. Húmeda de líquido preseminal.

"Y me la comes"

Mis ojos se abrieron de par en par, atónita a lo que acababa de escuchar. No daba crédito a que aquellas palabras hubieran salido de la boca de mi primo, pero en sus ojos encendidos, vi aquél mismo brillo que me daba miedo en mi tío.

"¿Q...q...qué?"

"Que ahora, me la comes, por puta y mentirosa de mierda" - Dijo él tajante mientras me miraba encendido.

Aquella insolencia me estaba dando ganas de partirle la cara. Pero estaba arrepentida. Que ya mi tío el día antes le había propinado un buen guantazo. Y por mi culpa. Por mentirosa de mierda. Exacto.

Y... puta... bueno. Pues pensándolo, pues un poco. ¿No me había quedado en pelotas allí delante de mi primo como pago por mi error?

"N... n... no te voy a comer la polla, primo. ¡Qué dices!. Yo..."

Y con una violencia que desconocía me agarró la cabeza y me empujó hacia su polla. Me dio un poco de miedo y me dejé hacer. Podía oler su polla a escasos centímetros de mi cara. Le miré a los ojos y sentí algo que me puso cachonda. Y lo noté en mi coño, que se mojó.

Abrí la boca y me metí la polla de mi primo en la boca, que me sujetó la cabeza y empezó a balancearse de detrás hacia adelante.

"Así, así, chúpamela puta"... "Así, así... qué ganas tenía de que esto pasara algún día Sandra"

Estaba complétamente fuera de sí, mientras yo continuaba atónita, con su polla en mi boca, succionándola casi como un autómata, escuchando las burradas que decía, mojada, sintiendo como me asía de la nuca y me apretaba contra su polla, y rozaba mi nariz contra su vello púbico y mis labios contra sus huevos.

"Qué buena estás, hija de puta, qué ganas tenía de tener mi polla en tu boca. Así... así... así me gusta... así... sigue mamando, sigue mamando pedazo de fulana"

Me sentía humillada... y cachonda. Mi primo me estaba dando la impresión de que era igual de energúmeno que su padre. Tenía esa mirada rabiosa y brillante en los ojos. Y yo me sentía sucia. Quería sentirme sucia, por lo que había hecho. Pagar mi deuda. Pagar mi deuda por mentirosa. Pagar mi deuda a mamadas, como la puta que me sentía en ese momento. En parte, por como me estaba tratando mi enfadado primo.

Y tomando mi cabeza, se levantó de la cama y la apretó fuerte contra su vello púbico, clavándomela bien adentro. La sacaba casi toda entera y la volvía a meter mientras me sujetaba. Me estaba obligando a comérsela entera.

"Así... así... toda entera... toda entera, pedazo de guarra. Toda entera me la vas a comer. Por puta. Por puta y mentirosa de mierda."

Se paró en seco y la sacó de mi boca, le miré fijamente con mis profundos ojos marrones y mi cara de niña buena.

"Que asco me das". Dijo sujetándome ambos lados de la cabeza, y acercándose a mi cara, me escupió.

"¡Ahh! ¿Qué haces?"

"Me comes los huevos". Y acercándolos a mi boca, me obligó a comérselos, mientras balanceba su polla húmeda de líquido seminal en mi rostro.

Me sentía completamente humillada mientras comía los huevos de mi primo. Los sentí como se cargaban de esperma. Se iba a correr.

"Ahh... ahhh... ahhh... me corro... no te pares... me corro... no te pares..."

Y apartó su polla de mis labios y diriéndola hacia ellos, descargó un buen chorro de lefa sobre mi. El semen cubrió mis labios, mi nariz, y resbaló hacia mis tetas.

Mi primo se largó de la habitación y me dejó allí sóla. Me sentí humillada. Me sentí sucia y puta. Pero con sensación de tener mi deuda "saldada". Respiré aliviada.

Miré hacia abajo y me metí los dedos en el coño. Con sólo frotarme un poco ya estaba corriéndome. Estaba cachonda como una perra. Me corrí en un silencio sólo roto por unos imperceptibles gemiditos de placer. Me pasé los dedos por la boca, y me los chupé.

Me dirigí hacia el baño a darme una ducha. Luego de eso... mi primo y yo volvimos a hablar, pero, no era como antes. Ya no sentíamos rencor, pero nos esquivábamos.

No volvimos a jugar como antes en lo que quedó de verano, hacíamos cada uno un poco "nuestra vida". Cuando volví a mi pueblo, supe que ya no volvería a aquella casa. Que vería a mis tíos, pero todo sería más "de cuando en cuando", estas típicas visitas fugaces, de saludos, un rato y cada uno a su casa. No saqué nunca aquel tema.

A veces... cuando me siento perdida, o ñoña... recuerdo aquel día. Muchas veces termino masturbándome. Y entonces... me pregunto, si mi primo también se hará pajas, recordando aquella vez.