El jardinero y la falsa princesa

Para pagar las facturas, trabajo cada sábado arreglando jardines en el chalet de un matrimonio muy ocupado y su "princesa" de 19 años, que hoy no tenía planes para salir de casa...

Estaba como cada sábado arreglando el jardín a una pareja rica para conseguir algo de dinero, normalmente no había nadie en todo el día pero esta mañana oí como aparcaban un coche en el garaje mientras yo cortaba el césped. Era la hija de los dueños, no debía tener planes y como cada vez que ocurría me alegraba un poco el turno

Salió del garaje hacia la casa caminando sobre unos altísimos tacones y meneando su apretado trasero redondo muy poco cubierto por unos shorts que casi no lo tapaban. No estaba seguro de si ya había cumplido los 18, tenía esa cinturita diminuta  de jovencita, siempre expuesta y en cambio cargaba unas enormes tetas, aun recuerdo el primer día que comencé a trabajar allí y no podia dejar de mirarlas, tarde semanas en recordar su cara, pero recordaba desde el primer segundo ese maravilloso busto enorme hoy apretado en un escotado top rojo.

Me vio poco antes de llegar a la puerta y me saludo con la mano antes de entrar para volver a salir 10 minutos después a ofrecerme una bebida, observé su trasero alejarse , grabándolo en mi mente para mas tarde y continué llegando poco después al ventanal del salón, las cortinas estaban abiertas y ella estaba reclinada en el sofá viendo la televisión.

Me quede paralizado intentando ocultarme de su vista cuando vi que estaba manoseándose los pechos sobre el top, la observé notando como se me levantaba empujando los pantalones, más todavía cuando se abrió el short y deslizó su mano dentro abriendo las piernas. Habían pasado ya varios minutos y debía seguir trabajando, fue ella quien abrió las cortinas y ya sabía que estaba ahí fuera así que avancé cuando conseguí aparte la vista esperando que me oyera y fuera a otro sitio más privado.

Continuó tocándose aun cuando estaba muy cerca, seguro que podia oírme trabajar, yo intentaba no mirar pero empecé a pensar que quería que la viera y me iban a explotar los pantalones, no podía más así que paré la cortadora y fui rápidamente al servicio de la caseta de jardinería, cerré la puerta a la vez que me abría los pantalones de impaciencia y empecé a machacármela recordando sus pezones marcados en el top, como se los pellizcaba la muy zorra deslizando la mano dentro y fuera de los pantalones, su boca abierta de placer... no tardé en explotar. Recupere el aliento y salí a seguir mis tareas.

Ella ya no estaba en el salón y la televisión estaba apagada, pasé un rato mucho más tranquilo recordando lo que había vivido. Mas tarde estaba guardando la cortadora cuando oí que hablaba a mi espalda.

  • ¿Has terminado? -ahora llevaba una bata rosa muy corta, casi le veía las piernas completamente  y se había soltado el largo pelo negro. Reuní las neuronas para contestar con normalidad.
  • Casi, me iré en unos 15 min
  • ¿Te importaría ayudarme a bajar unas cajas? -me quedé en silencio- Están encima de mi armario, casi no llego y pesan demasiado.
  • De acuerdo -no quería arriesgar mi trabajo pero estaba casi seguro de que quería provocarme.
  • Gracias, sígueme -subió las escaleras delante de mí, dejándome ver claramente su culo asomando descaradamente bajo el batín. O llevaba tanga o no llevaba nada. Tanto dinero y siempre tan desnuda.

Entramos en su habitación, parecía aun de una niña, lleno de rosa y lila, peluches y cojines, y era casi tan grande como mi piso que seguro que era mas barato que su alfombra. Se acercó a un alto armario y señaló las cajas, bajé la primera y me indicó cual era la siguiente, cuando la deje en el suelo ella estaba frente a mi inclinada buscando dentro y enseñándome claramente toda su rajita apretada entre los muslos. Era imposible que no se diera cuenta.

  • ¿Cuántos años tienes...? -se volvió sonriente
  • 19 ¿Por qué?
  • Por tu habitación
  • Mi madre no quiere cambiarla
  • Y ya no eres una niña...
  • Para nada... -paso la mano sobre el escote de la bata abriéndola un poco.
  • Eres una de esas princesitas rebeldes
  • No soy una princesita.
  • Yo creo que sí -señalé a mi alrededor. Si iba a portarse como una zorrita, iba a provocarla para que cumpliera y por su expresión de pequeña rabieta lo estaba consiguiendo.
  • No lo soy
  • Demuéstralo. Ábrete la bata. -vi su expresión de sorpresa pero acabó sonriendo y desatándola para abrirla bien. No llevaba absolutamente nada más, sus tetas jóvenes no caían ni un centímetro, se mantenían más grandes aun que vestida, altas y con unos grandes pezones oscuros mirándome, la rajita depilada por completo. No cambié la expresión, para ponerla nerviosa.
  • ¿Demostrado?
  • Bueno. Aun así creo que aun eres muy niña para mi -podía verla enfadarse
  • ¿Como?
  • Hace falta mucho para satisfacer bien a un hombre.
  • Solo tienes unos años más que yo.
  • Te esta dando una rabieta? -me reí un poco de ella, aun desnuda- te rendirías antes del final.
  • No me conoces.
  • Vale... a ver cuánto tardas en quejarte princesita. -cogí el cinturón de su bata y lo até a conciencia a su muñeca, la lleve hasta el armario y pase el cinturón por encima atándole la otra muñeca para dejarla de puntillas, su cara mostraba duda- ¿te estás asustando princesita...?
  • No... no me harás nada. Trabajas para mis padres, te descubrirían
  • Eres lista princesa.
  • Deja de llamarme princesa
  • Me lo pensaré

Rodeé esas enormes tetas entre las dos manos apretándolas entre si, succioné uno de sus pezones tres veces oyéndola gemir, repetí en el otro mientras ella intentaba mantenerse en pie y metí la mano entre sus piernas, frotándola suavemente con la palma de la mano, noté la humedad enseguida.

Un minuto después sus gemidos eran mas fuertes y temblaba apoyada de puntillas así que le tapé la boca con la mía y observé sus tetas, le había dejado los pezones duros, hinchados y mojados.

  • Me duelen las muñecas, si me sueltas te la chupo
  • A ver como se te da eso -desenganché el cinturón de la bata de el armario, sin soltarlo la dejé bajar los brazos, rápidamente se dispuso a abrirme la bragueta arrodillándose y liberó mi polla, dura de nuevo.

La lamió varias veces dejándomela bien brillante y empezó a metérsela en la boca mirándome, era demasiado lento cuando ya tenia la mitad dentro, de un movimiento de cadera terminé de metérsela hasta notar fondo, viendo la expresión de sorpresa en sus ojos, dejé que se la sacara y respirara un segundo.

  • Seguro que puedes hacerlo mejor princesa.

Volvió a metérsela en la boca, desafiante y empezó a chupar de verdad, succionando bien la punta y llevándosela después hasta el fondo, aproveché uno de esos vaivenes y le coloqué parte del cinturón de la bata en la nuca, cuando se la llevó a la garganta, tiré suavemente manteniéndola dentro. Ella reaccionó rápido respirando por la nariz, aguanté un par de segundos y la solté

  • Coge aire...

En la siguiente venida volví a aguantarla con el cinturón y aguante 4 segundos más antes de soltar, cuando ella aun se estaba retirando para coger aire, tiré de nuevo llevándosela al fondo, empezó a enrojecerse un poco. Volví a dejarla ir pero sin dejar que se la sacara de la boca, se le escapó un poco de saliva que cayó entre sus tetas, intentó limpiarlo enseguida. Repetí una vez más y esta vez apreté un poco mas en su garganta, la niña estaba aguantando muy bien.

La dejé soltarse y se apresuró a coger aire y limpiarse la barbilla, pero en vez de alejarse volvió a cogerla, lamiéndola como si fuera su helado favorito.

  • Has ganado muchos puntos
  • ¿Ya no me llamaras princesa?
  • Aun no esta claro. Ven aquí

La llevé a su cama tumbándola sobre su edredón rosa y le abrí bien las piernas, sujetándolas lo más separadas posible. Ante mis ojos se abría su cueva, enrojecida y tan mojada que empezaba a gotearle hacia el trasero. Metí la lengua en su agujero notando lo caliente que estaba y fui lamiendo hasta su clitoris provocando un espasmo tras otro, haciendo que se retorciera entre gemidos.

Se me agarró al pelo mientras le temblaban las piernas y empezó a gritar arqueando la espalda, en un minuto más había calado ya el edredón con sus flujos y sentía wue me iba a reventar la polla.

  • Joder! Nunca me lo han comido así, ah..
  • Date la vuelta
  • Dame un segundo por favor
  • Vamos -le quite la bata echándola al suelo y la hice girarse y ponerse en 4- no hace mucho te estabas frotando ahi en el salón y viniste a buscarme, seguro que puedes un poco más -pegué su cabeza al colchón dejándole el trasero completamente alzado y juntándole las piernas.
  • Así que ¿Si podías verme...?
  • Claro que te he visto -ahora veía sus muslos apretados y como le asomaban los labios entre ellos, hinchados y haciendo caer un par se gotas por sus piernas.

Empece a lamerla asegurándome de que se empapaba bien mientras ella intentaba acercarse más, metí el dedo índice en su rajita apretada haciéndola gemir en voz baja, introduje un dedo más aumentando la velocidad. Ella había empezado a balancearse para introducírselos sola cuando se los saqué y me coloqué detrás de ella.

Solo tuve que presionar un poco para empezar a metérsela gracias a su humedad, que empezó a salir tan rápido como un primer gimoteo. Seguí empujando sin parar recorriendo un camino muy estrecho, estaba tan apretada que casi tenia que esforzarme en avanzar pero seguía abriéndome paso oyéndola apretar los labios para contenerse, aguantó hasta que se la hube metido por completo.

Al sacarla era como si me volviera a succionar hacia dentro, le agarré las caderas con fuerza y empecé a bombearla sin parar, pronto empezó a gemir a gritos, pidiendo que se la metiera más adentro aunque ya mis huevos golpeaban su clitoris en cada embestida. Metí la mano entre sus piernas rozando su botón hinchado y mojando bien mis dedos, observando su trasero moviéndose haciendo desaparecer mi polla sin parar.

Mientras ella estaba concentrada en metérsela, pasé la yema de los dedos sobre la entrada de su culo, humedeciéndola, antes de que reaccionara, deslicé dentro el dedo índice que entró sin problema hasta la mitad, ella frenó un segundo el movimiento, pero continue embistiéndola y moviendo el dedo suavemente dentro y fuera muy despacio. Tardó poco en volver a gemir y alzar el trasero.

Saqué el dedo dejándole mi verga dentro y sin sacársela la hice tumbarse estirada bocabajo por completo. Por un momento dude si podría moverla, estaba completamente cerrada y rellena, pero no hubo problema, la follé un rato mas cuando comenzó a gritar temblando.

  • Me corro! Voy a correrme, ahhh sigue, sigue así, aahh!! -debía poder oírsela en toda la casa, se le cerraron las piernas mientras terminaba de temblar, corriéndose una vez mas y llevándome al límite.
  • Date la vuelta - la gire por los hombros manteniéndola entre mis piernas y me subí hasta dejar mi polla a la altura de sus tetas, las agarré rodeándomela y comencé a moverme entre ellas.

Ella colocó sus manos para sujetarlas apretándomela un poco más, abrió la boca sacando la lengua y lamiéndola al llegar, poco más tardé en explotar una vez más esta tarde, pero ahora sobre su cara y su pelo mientras pellizcaba sus pezones.

Terminé por completo antes de quitarme de encima mientras ella se limpiaba con la ropa de cama.

  • ¿Entonces ya no me llamaras más así?
  • Bueno... creo que lo dejare en princesa pervertida.
  • Lo prefiero -me levanté vistiéndome- te vas?
  • Mi turno ha terminado. No me pagan por quedarme.
  • Trabajas el proximo sábado ¿Verdad?
  • Así es