El jardinero y la falsa princesa - 2

La niña se metió en la piscina nadando mientras yo continuaba mis cosas que hacer, salió y se tumbó en la hamaca empapada. Con el tiempo me acerqué un poco a donde estaba aprovechando que tenía cosas que hacer cerca. No tardé en oírla hablarme.

Llegué el sábado siguiente a la hora de siempre, temprano y como siempre, no abrió nadie así que entré con mi llave, un par de horas después se abrió la puerta de la gran casa y la princesita salió, con las gafas de sol puestas una toalla a la cintura y un bikini pequeño que le sujetaba con fuerzas las grandes tetas apretadas.

Caminó hasta la hamaca de la piscina y dejó la toalla quedándose en un bikini brasileño que casi dejaba ver todo su culo, sonrió al pasar a mi lado, saludando con coquetería, comportándose como la cría salida de la semana pasada.

La dejé “revolotear” un poco más, sabiendo que este tipo de niña rica es lo que necesita para dejarte hacerles de todo. Aun así tuve que respirar hondo para concentrarme en esconder lo empalmado que me había puesto, casi visible en el pantalón.

La niña se metió en la piscina nadando mientras yo continuaba mis cosas que hacer, salió y se tumbó en la hamaca empapada. Con el tiempo me acerqué un poco a donde estaba aprovechando que tenía cosas que hacer cerca. No tardé en oírla hablarme.

  • ¿No te aburre trabajar cada sábado tan temprano?
  • Algunos tenemos que hacerlo para pagar nuestras facturas.
  • Debe ser muy aburrido
  • Ser princesa tiene muchos privilegios, ya lo ves.
  • Venga deja eso y diviértete -la miré como si dijera algo ridículo y de paso repasé sus curvas aun húmedas con la mirada- Venga, verás como te animo -al volver a mirarla estaba desatándose la parte superior del bikini y soltó las tetas al sol y ante mis ojos, me empezaba a doler la prisión del pantalón.
  • ¿Qué haces?
  • Top-less -me lanzó el bikini cerca y se quedó boca arriba exhibiéndose.
  • Tus padres tienen cámara aquí fuera, vístete.
  • Mmm... saben que me gusta tomar el sol
  • No voy a perder mi trabajo por una niña
  • Vamos adentro, desactivo la cámara de atrás y haces un trabajo extra -me guiño un ojo rozándose la entrepierna sobre el tanga.
  • Olvídalo
  • Yo te pagaré
  • La que se vende eres tu, no yo princesa.
  • ¿Te gusta más eso? ¿Quieres comprarme? -metió la mano en el bikini rozándose y tocándose un pezón con la otra.
  • ¿Sabes dónde están tus padres hoy? -dije ya pensando en hasta donde se la iba a meter, al fin y al cabo, no soy idiota.
  • A unas cuatro horas de aquí, vienen para cenar. -se puso en pie recogiendo sus prendas en la mano- voy a ir dentro, a mirar las cámaras.
  • ¿Seguro que sabrás hacerlo, princesa?
  • Se manejarlas desde pequeña.

Entró en la casa y yo continué mi tarea hasta terminarla apuradamente y acercarme a la puerta trasera de la casa, que estaba ya abierta. Entré directamente a la cocina y la encontré allí de pie esperándome aun solo con el tanga mojado de la piscina y comiéndose un helado.

  • ¿Quieres uno?
  • No gracias -la cogí de la cadera haciéndola girar y darme la espalda para observar su culo, lo agarré y apreté un par de veces, separándole un poco las nalgas.
  • Oye -dijo riéndose.
  • Sigue con eso -le cogí la mano del helado haciendo que volviera a metérselo en la boca, manoseándole el culo un poco más.

Volví a girarla para regodearme ahora son sus tetas, sus oscuros pezones llevaban toda la semana en mi mente, no pude evitar succionar uno y después el otro con ganas antes de lamerlos hasta que le quedaron duros. Volví a manejar su helado dentro de su boca. Lo saqué, ya gastado.

  • Ponte de rodillas y cómetela.
  • ¿No estará muy fría?
  • Si que eres tonta princesa -puso una muesca de ofensa antes de colocarse sin dudar y empezar a lamerla, con la lengua fría del helado y viendo sus duros pezones en esas tetas perfectamente enormes dudé si aguantaría lo que quería hacer con ella.

La dejé comérmela tranquilamente a su gusto durante un par de minutos hasta que la agarré del pelo guiándola para ponerse en pie; la cogí en peso sentándola sobre la mesa de comedor y le volví a meter el helado en la boca para que limpiara lo que se estaba derritiendo.

Le abrí las piernas y separé los labios de su rajita con un par de dedos que dejaros salir pronto todos los jugos que ya estaba soltando, la incliné un poco más para poder chupar un poco más sus tetas, mientras gemía llevé el helado a su entrada, lubricada por mis dedos y lo introduje casi a la mitad, ya gastado solo notaría el frío, dio un salto atrás de la impresión.

  • ¿Qué haces?
  • No me digas que nunca te has masturbado con algo así, princesita.
  • Ag, nunca así -empezó a gustarle y gimió mientras lo sacaba y metía un par de veces.
  • ¿Con que cosas de casa te has corrido? Vamos, sorpréndeme -saqué el helado pero no quedaba nada, dejé lo que restaba más atrás y abrí sus piernas un poco más.
  • La ducha, me gusta usar la alcachofa y rozarme con el tubo en el clítoris -me agaché lamiendo las gotas de hielo derretido y haciendo que comenzara a gemir.
  • Seguro que hay algo más oscuro, piensa.
  • Mmm... tu lengua en el frío me encanta... -se inclinó un poco hacia atrás.
  • No te distraigas, niña.
  • Creo que con el cepillo de dientes.
  • ¿Solo?
  • En el culo -paré un momento de comer su dulce coño sorprendido.
  • ¿Te gustó?
  • Me corrí rapidísimo solo rozándome un poco -me puse en pie de nuevo bajándole el tanga ya caído que le quedaba.
  • Por eso te gustó tanto lo que te hice la otra vez ¿no? -la giré de espaldas y llevé sus manos atrás atándolas no muy fuerte con el tanga que le había quitado.
  • Me gustó mucho, nunca lo había probado mientras follaba -la guié a uno de los taburetes de la barra de al lado hasta que se sentó y la coloqué un poco más atrás para que sobresalieran sus agujeros frente a mi.

Agarré sus manos atadas a la espalda con una mano y metí un dedo de la mano libre de nuevo en su coño, dio un respingo y se relajó de inmediato, lo introduje varias veces hasta que estuvo mojado y lo puse directamente en su ano empujando despacio hasta meter la mitad mientras gemía y notaba como intentaba cerrar su agujero.

  • Relajálo... -volví a sacarlo notando como se cerraba- Deja que entre -volví a presionar adentro hasta meter un poco más que antes, dejé caer sus manos sobre su cadera y le pellizque un pezón co un par de dedos, presionando cada vez más.
  • Ahh... AH... Ah! -a pesar de los grititos no pedía que parara. El dedo empezó a entrar y salir sin problemas y notaba que me iba a reventar la polla, coloqué la punta en la entrada de su raja y sentí el calor y las gotas calientes saliendo.

Ella levantó un poco el trasero intentando facilitarme la entrada, pidiendo que se la metiera, no hacía falta que lo pidiera más, empujé suavemente hasta meter la punta con dificultad, la princesa estaba y apretada y en esa postura me parecía que la iba a reventar, en cambio ella gemía mordiendo sus labios.

Seguí empujando hasta que la tuvo entera dentro, tenía su coño apretado al máximo alrededor de mi olla, casi sentía mi dedo dentro de su culo aun, por lo que decidí dejársela dentro sin moverme y sacar el dedo de su ano, metiéndoselo un par de veces más. Sonreí notando que aun no decía ni una palabra que no fueran gemidos y la siguiente vez comencé  a apretarle el siguiente dedo dentro del culo.

  • Au... eso duele, ag.
  • ¿No querías venderte princesa? Así es como cede un culo -escupí sobre los dedos e introduje un poco más.
  • Mmm... -se quejaba un poco, saqué un poco mi polla de su raja y volví a meterla despacio, así tres, cuatro, cinco veces, hasta que volvía a gemir, en la siguiente entrada empujé los dedos en su culo y casi entraron los dos por completo- oh! Mm.. están entrando.
  • ¿Ahora te gustan? -los metí del todo y moví un poco haciéndola quejarse. Tardó unos segundos más en contestar mientras la embestía despacio.
  • Siiii... me gusta, si me vas follando me gusta más.

Seguimos un buen rato en esa posición, entrándole y saliéndole por ambos agujeros hasta que empecé a notarme temblar. Entonces saqué los dedos meiténdosela hasta el fondo de un golpe par agarrarla de los pechos y pegar su espalda a mi torso, ella cerró las labios para mantenerse más callada. Doblé un poco las rodillas y empecé a follarla más rápido, más ajustada, apretándole las tetas con fuerza. Temblaba más y ya no podía mantener la boca cerrada mientras gritaba que se corría, sudando.

Una vez noté que acababa su orgasmo y estaba cerca de acabar, giré un poco el taburete y sin sacar mi miembro la hice inclinarse hacia delante hasta que quedó casi boca abajo, colgando de la silla or la pelvis, con el trasero en pompa y las piernas suspendidas en el aire, abiertas como su coño aun relleno. Agarré los muslos haciendo que las cerrase, atrapando mi polla.

  • Que no se te separen las piernas, niña. -coloqué las manos en dud caderas y empecé a embestirla sin parar decidido a correrme en ella. Cada vez que se la tragaba por completo saltaban flujos hacia fuera y tenía gotas recorriéndole las piernas, aun gritando de gusto. Levanté una mano por impulso y le golpeé la nalga derecha.
  • Ah! Dame otra, sí -volví a golpearla en el mismo sitio un poco más fuerte- un más, más fuerte -le di de nuevo con la palma de la mano de lleno, haciéndolo resonar.

Ella gemía mientras la piel de tu trasero se enrojeció un poco. Se llevó un par de nalgadas más mientras notaba que la leche ya venía, estando a punto se la saqué rápido y me la sacudí un poco corriéndome sobre su culo expuesto. Al terminar le empezaban a caer las gotas por la espalda y sobre su raja ya cerrada y mojada. Le desaté el tanga de las manos y lo dejé sobre la barra cerrándome el pantalón mientras ella recuperaba el aliento y se ponía en pie.

  • Me vuelvo a mi trabajo, princesa.
  • ¿Ya?
  • No quiero volver a casa tarde, tengo cosas que hacer.
  • Si quieres pásate antes de volverte a casa.
  • Aun cubierta de semen ¿buscas más polla? -me reí.
  • Tu acabas de sacar la polla de mi ¿Seguro que no estás deseando volver a metérmela?

Salí sin contestarse más que con una sonrisa y me centré en terminar las tareas, este “extra” en el trabajo estaba siendo más que bueno, con más razón no iba a perderlo. La princesa pervertida ahora es insaciable ¿hasta dónde me dejará llegar?