El jardinero negro

El jardinero me hace un trabajo extra

Una de las aficiones de mi padre es tener el jardín perfecto. Desde que se compró la casa se ha dedicado en cuerpo y alma a ello. Los fines de semana se los pasa podando árboles, abonando plantas y cortando el césped. Pero con el tiempo se le hace un poco pesado y pide ayuda. Hay un punto de la urbanización en el que se reúnen todos los días un grupo de negros esperando a que alguien les contrate por horas para lo que sea. Mi padre ha ido variando bastante de ayudante porque al final están un tiempo hasta que reúnen el dinero suficiente para viajar a su país. Recuerdo el primer día que vi a Ena entrar por la puerta del jardín. Vestía unos vaqueros anchos y camisa de color beige. De su cara negra lucían unos ojos grandes y unos dientes blancos como el marfil y esa separación tan graciosa que se forma entre las paletas. Llevaba el pelo corto con unos rizos muy pequeños de color negro. Sus manos grandes terminaban en unas uñas rosadas y su 1,88m de estatura formaba un cuerpo esbelto. Yo me quedé prendado de su belleza nigeriana. Los otros jardineros que había contratado mi padre no me llamaron tanto la atención, de hecho nunca me había fijado en un hombre negro, pero Ena hizo que los sentidos que no existen se manifestaran en mi cuerpo y que mi culo empezara a vibrar. Qué bueno estaba el negro!

La primera tarea que le asignó mi padre fue arreglar la tierra de todas las flores que rodeaban la casa. Yo observaba desde mi habitación como Ena manejaba la azada con fuerza. Me puso tan caliente que empecé a fantasear y a tocar mi cuerpo. Me quité la camiseta y pellizqué mis pezones. Bajé mi mano hasta mi polla y empecé a masturbarme sin dejar de observar como el negro seguía arando. Era verano y hacía calor así que Ena se despojó de su camisa mostrando una espalda negra oscura. Me imaginaba pasando mi lengua para limpiarle el sudor. Seguí pellizcando mis pezones sin perder de vista todos los movimientos de Ena y sin dejar de masturbarme. Mi polla estaba a tope y empecé a acelerar mis movimientos hasta que acabé en una corrida que manchó toda la pared. Después de recuperarme, aun seguía cachondo y es que el negro no dejaba de calentarme sin saberlo. Tenía que intentar algo con él antes de que quisiera volver a su país. Me puse un bañador slip bien ajustado y una camiseta de tirantes que casi no tapaba nada. Fui a la cocina, cogí dos botellas de agua fría y bajé al jardín. Le ofrecía una a mi padre.

  • Gracias hijo. Te vas a bañar?

  • Quizá luego. Qué tal el nuevo jardinero?

  • De momento se le ve currante. Vé y ofrécele algo de beber.

Y allí que fui. A medida que me iba acercando más brillante y sudado veía su torso desnudo. Cuando estuve a un metro de él pude ver de cerca esa piel azabache bien empapada de sudor y sin nada de vello. También pude notar el olor que desprendía, que no era muy agradable.

  • Hola soy Marcos, el hijo de Pedro - le di la mano, él me dio la suya que estaba caliente y rugosa.

  • Hola yo Ena - su castellano era bastante claro. Al soltar mi mano se secó el sudor de la frente haciendo que su pecho y sus brazos se marcaran bien.

  • Bonito nombre ¿qué significa?

  • Regalo de Dios - pues si Dios me ha enviado este regalo tenia que aprovecharlo pensé.

  • Quieres agua? - le ofrecí la botella.

  • Sí, gracias - empezó a beber separando la botella de sus labios, dejando que el chorro de agua inundara su boca, salpicando su cara, su cuello y su pecho. Esa imagen me pasó como un anuncio de colonia en la que un tío bueno se rocía de perfume en cámara lenta.

  • Si necesitas algo más me lo dices, que estaré en la piscina - y me fui meneando mi culo.

Los días fueron pasando y Ena seguí viniendo dos días por semana a arreglar el jardín. Mi padre le dio toda la confianza para que él solo decidiera qué tenía qué hacer cada vez. Yo hablaba mucho con Ena. Le llevaba bebida y a veces comida con tal de estar cerca de él. Me contó penas y glorias de su vida. Tan sólo tenía cinco años más que yo y con veintiocho ya tenía 3 esposas y 8 hijos. Yo me hubiera ofrecido a ser su cuarta esposa y darle un hijo mulato, pero creo que nos hubieran cortado la cabeza.

Uno de los días que vino Ena, coincidió que mis padres y mi hermano no estaban en casa, así que me sentí el dueño y señor de las tierras mientras el sirviente negro trabajaba en el jardín. Así que vi la oportunidad de arriesgar a ver la reacción de Ena. Me puse el bañador slip un poco tanga y bajé a la piscina.

  • Buenos días Ena!

  • Buenos días. Cómo está?

  • Acalorado, voy a darme un chapuzón - extendí la toalla en el césped doblando mi cuerpo y mostrando bien mi culo. Cuando me giré Ena estaba mirando y riendo.

  • Tú gusta dar culo - no entiendo por qué me lo dijo.

  • Sí me gusta y a ti?

  • No, yo mujer - se rio.

  • Deberías probar - le dije.

  • No, yo culo mujer - no hubo manera de convencerlo. Así que me tiré al agua, nadé un rato y me puse en la hamaca a tomar el sol y en ese relax se me ocurrió que hay una cosa que une a todas las religiones: el dinero. Me tumbé de espaldas y le pedí a Ena si podía ponerme crema. Vino hacia mí y cuando se acercó un hedor a sucio me vino de repente, pero me tenia tan excitado que hasta eso me gusto.

  • Solo crema - me dijo. Y empezó a extender el protector solar por mi espalda con suavidad. Yo notaba sus manos antes rugosas, ahora bien hidratadas y abiertas cubriendo cada rincón de mi espalda.

  • Oye Ena, mi padre cuánto te paga?

  • 15 euros la hora.

  • Yo nunca he estado con un chico negro y tú eres muy guapo. Te doy 100 euros si me follas - me puse de lado mirando su reacción. No sabía si había entendido la frase.

  • Follar? - le pregunté mientras le hacía el gesto.

  • Sí sí entiendo. Ok - me dijo.

  • Qué rápido ves una mujer eh! - voy a por el dinero. Tú mientras date una ducha.

Subí a mi habitación a por el dinero mientras desde la ventana veía como Ena se quitaba el pantalón y se bajaba el calzoncillo y colgando de su cuerpo aparecía una anaconda negra. Desde mi altura era inmensa a ver cuándo me acercara. Volví de nuevo a la piscina y cuanto más me acerba más se ampliaba la imagen de su polla. Me quedé observando cómo Ena debajo de la ducha iba lavando cada parte de su cuerpo. El agua se encargaba de dar brillo a cada poro de su piel. Estaba muy sexy. Y yo muy cachondo viendo como agarraba su manubrio negro y se lo lavaba a conciencia. Cerró el agua de la ducha y vino hacia mí, haciendo que su polla se balanceara de un lado al otro. Yo tenía la boca abierta y no podía cerrarla.

  • Ya está - me dijo mientras se sacudía el pelo - tienes dinero?

  • Sí. Cógelo - me di la vuelta mostrándole mi culo y entre medio de la raja un billete verde.

  • Me gusta tu bolso - se rio mientras con sus dedos tocaba mi nalga, para después separar mi bañador de la raja de mi culo para coger el billete. Lo miró detalladamente.

  • Es bueno. Todo lo mío es bueno no te preocupes - fue a guardar el billete en su pantalón. Yo me bajé el bañador lentamente para que viera que mi culo y me puse a cuatro patas en la hamaca.

  • Tu culo bueno - me dijo mientras me lo acariciaba.

  • Buenísimo. Cómemelo! - le dije. Me sentía como una señora infiel que obliga al jardinero a darle placer. Ena se arrodilló y empezó a lamer mi agujero. Pude notar que tenía una lengua muy larga y que sabía manejarla bien.

  • Tu culo como chocho - me dijo. Y agarré su cabeza y la aplasté en mi culo. Él siguió lamiendo mi ojete separando con sus manazas mis glúteos y follándome con su lengua. Cuando me sentí bien dilatado le dije que era su turno. Él se puso de pie y yo le hice una reverencia a su polla. 26cm de rabo se postraban ante mis ojos. Esto no me cabe, por qué le habré propuesto nada? pensé. Pero con paciencia y saliva…agarré su mango que pesaba un quintal y empecé a lamer su capullo. Para poco a poco ir metiendo más trozo en mi boca. Agarré la base mientras iba chupando hasta que no pude tragarme más trozo. La saqué de mi boca y aun sosteniéndola le empecé a lamer los laterales fijando mis ojos en los suyos. Ena permanecía quieto sin decir nada, con las manos en su cintura se movía lentamente ayudando a mi boca a lamer su rabo. Menos mal que no le dio por follármela porque acabamos en urgencias. Volví a meterme su rabo en la boca haciendo presión y esta vez parecía que entraba un poco más de trozo. Me estaba poniendo muy cachondo. Era la primera polla negra que me comía y me estaba encantando. Es una piel más dura y parece como que estás comiendo más carne.

  • Te gusta? - le pregunté. Él afirmó y parecía que iba a decir algo pero no, solo se limitaba suspirar. Seguí chupando su polla sin dejar de apretar su base haciendo fuerza, ayudando a que entrara más adentro de mi boca. De tanto en tanto me la sacaba para encajar mi mandíbula y aprovechaba para pajearla, escupía en su capullo y me la volvía a comer. Empezaba a aprender a comerme un pollón negro y Ena a disfrutar de mi mamada.

  • Me gusta mucho - dijo por fin. Yo lo saqué de mi boca y me planté todo el pollón en mi cara, desde la barbilla hasta la frente. Lo dejé así durante unos segundos provocando la risa de Ena. Bajé hasta sus pelotas negras y colgantes y empecé a chupetearlas con ganas. Eran dos bolas enormes que no me cabían en la boca. No sé si pesaban más los huevos o el rabo.

  • Ahora fóllame - le pedí. Cogí un condón y se lo di. Me dijo que no quería ponérselo.

  • Te lo tienes que poner porque yo no quiero ser madre todavía - él se rio.- Pon tú - me dijo. Yo me lo puse en la boca y lo coloqué en su capullo, haciendo fuerza con mi lengua y mis labios, se lo fui introduciendo pero solo le cubría la mitad.

  • Solo la puedes meter hasta aquí - le dije señalando el final del condón. Cogí la crema solar y le eché un chorro en su polla. Después me puse a cuatro patas sobre la toalla. Apretando el bote de crema dejé caer un buen chorro en la raja de mi culo. Empecé a meter la crema dentro de mi ano junto con mis dedos. Cuando lo noté un poco dilatado animé a Ena a meterla. Él se arrodilló detrás mío y apuntó su rabazo, que por la presión del condón estaba medio morcillón medio erecto, en la entrada de mi culo. Poco a poco fue presionando y yo bufando, pero deseando que el monstruo negro entrara en mi culo.

  • Tú bien? - me preguntó.

  • Si bien, sigue metiéndola - y fue presionando más haciendo que entraran cuatro centímetros más. Yo empecé a masturbarme fuerte para relajarme. Ena subió una de sus piernas e hizo más presión. Ya llevaba la mitad. Yo empezaba a bufar más fuerte. Quería gritar pero sin asustar a Ena. Dejé de masturbarme, apoyé mis codos en el suelo y levanté más mi culo, ayudando a Ena a meter su polla más adentro. Y ahí fue cuando dio un buen empujón y me la clavó. El grito que di lo debieron escuchar los vecinos y creo que el 112 también. Ena acarició mi espalda y mi cabeza.

  • Estoy bien Ena, sigue, no te preocupes - y mientras la iba sacando me iba relajando. Cuando llevaba la mitad fuera le agarré la nalga y la empujé, haciendo que su polla se volviera a meter en mi culo. Esa segunda vez fue mejor. Y la tercera mejor. Y así fue metiendo y sacando su polla de mi culo a un ritmo lento pero placentero. Ena agarró mi cintura para acompasar la follada.

  • Un poco fuerte - le pedí. Y Ena se colocó de cuclillas sobre mi culo y empezó a follarme un poco más fuerte.

  • Pégame en el culo - le pedí. Y me dio un azote tan fuerte que levanté mi culo de golpe haciendo que su polla me atravesara el cuerpo.

  • Pégame más - le pedí. Y empezó a darme azotes igual de fuertes haciendo que su polla entrara y saliera con facilidad. Empezaba a volverme loco. Le dije que me cogiera de los brazos y me follara fuerte. Le di una mano después la otra y las estiró haciendo que su cuerpo se fuera hacia atrás. Así empezó a follarme fuerte haciendo que sus pelotas negras chocaran en mi culo blanco.

  • Siiiiiiii siiiiiiii más fuerte - le pedía. El negro empezó a follarme con rabia mientras empezaba a jadear. Estuvimos así un rato hasta que le dije que se tumbara en la hamaca que me lo iba a montar. Ena se estiró y se re colocó el condón. Yo me puse otro chorro de crema en el culo cuando noté que mi mano se colaba dentro de mi ano. El negro me había hecho un boquete que hasta el momento nadie me había hecho.

  • Me encanta mi agujero grande - le dije y le pedí que me hiciera una foto. Me coloqué en pompa y separando mis nalgas Ena empezó a echarme fotos del agujero negro. Después de la sesión fotográfica me puse de espaldas a Ena, apunté su pollón en mi culo y fui sentándome, colando toda su carne en mi recto. Después me eché hacia atrás apoyando mi espalda sobre el cuerpo de Ena, subiendo mis piernas en la hamaca y empecé a follármelo en esa posición, subiendo y bajando mi culo chocándolo contra su pelvis, notando como mi punto G estaba a punto de estallar. Entonces si que grité y grité mucho, tanto que Ena tuvo que taparme la boca. Seguí botando sobre su polla y empecé a masturbarme, notando como mi cuerpo temblaba y me avisaba de lo que iba a venir, porque en pocos segundos empecé a correrme casi sin tocarme. Un montón de chorros de lefa saltaron en el aire volviendo a caer sobre mi cuerpo, mientras seguía gritando y saltando sobre la polla de mi Dios negro. Cuando acabé de eyacular paré de cabalgar a Ena.

  • Vamos fóllame más hasta que te corras - le pedí. Me estire de espaldas en la toalla y abrí mis piernas enseñándole mi agujero negro. Él se colocó entre mis piernas y me embistió de una sus 26cm negros. Cuando sus huevos chocaron en mi culo comenzó un mete saca fuerte y seguido. Yo lo animaba acariciando su cuerpo de ébano o cogiéndole del culo. Ena cerraba sus ojos concentrándose en la follada mientras todo el sudor de su cara iba cayendo en la mía.

  • Así así Ena, dame fuerte - y empezó a embestirme como un animal hasta que me avisó que se corría. Sacó su polla de mi culo y el condón se había quedado dentro. Él se puso nervioso e intentó sacarlo con sus dedos.

  • No te preocupes que luego lo cago. Ahora córrete en mis tetas -  y como una cascada empezó a brotar leche de su polla que iba mojando mi pecho. La manguera del negro no paró de sacar leche durante medio minuto. Empecé a restregarla por mi cuerpo incluso probé un poco. Mientras Ena más tranquilo hurgó con sus dedos mi culo hasta dar con el condón perdido.

Nos duchamos y nadamos un rato en la piscina. Cuando se fue me abrazó y me dio las gracias por el dinero. Con eso su familia estaría muy feliz. Y yo me sentí feliz. Así que le dije que cuando necesitara dinero que podía buscar en mi culo.