El jardinero

Una historia de amor.

Vivo en un barrio muy lindo en el cual todos los vecinos somos muy cuidadosos con la limpieza y el matenimiento de los jardines, tanto es así que es uno de los pocos barrios de la ciudad en el cual todo se ve bien y es un gusto caminar para recorrerlo.

Lo logramos porque uno de los vecinos ha conseguido un señor de mediana edad que es el encargado de cuidar todo lo externo de cada casa, a su vez cada uno de nosotros cuida personalmente o tiene un jardinero para el mantenimiento de los jardines o parques interiores.

Yo, no soy la excepción a la regla y también tuve uno, además de los servicios de don Juan, que así se llama el encargado del barrio. Pero en el verano de 2004 se produjo una coincidencia que en principio me causó molestias, tanto don Juan como el jardinero particular mío tomaron sus vacaciones a partir del primero de enero, para los del hemisferio norte debo decir que enero es un mes muy caluroso en esta zona y yo particularmente, por motivos laborales no podía viajar a ningún lado por lo tanto estaba dispuesto a pasar el tórrido verano en casa.

El reemplazo de don Juan fue muy particular, un joven bien parecido de esos que yo pensaba que no le gustaría mucho hacer su trabajo, por lo que esperé, que al cabo de unos días se notara la ausencia de nuestro querido Juan.

Cual no sería mi sorpresa al notar que ocurría todo lo contrario, el barrio se veía aún mejor que antes, debido a eso empecé a mirar al joven de otro modo pensando en la posibilidad de que, si le quedaba tiempo libre, se dedicara a mantener mi jardín interior y un día, que pasaba cerca suyo con el automóvil, se lo dije y él muy educadamente me contestó que no tenía problemas, tres días de la semana, al terminar sus tareas vendría a mi casa a cuidar el mío. Debo decir que la satisfacción que sentí al cerrar el trato fue muy intensa, tanto que hasta a mí me sorprendió esa reacción que creo la sentí en el abdomen.

Al lunes siguiente más o menos a las cinco de la tarde llegó Mariano, ése era su nombre, a trabajar en casa, yo en ese momento también estaba trabajando pero en el ordenador en el escritorio, habitación que tiene un amplio ventanal que da justamente al jardín trasero.

Mariano traía puesta una prenda que, en mi país llamamos jardinero, es un jean con pechera y debajo de él una camiseta blanca que, pese a estar transpirada, se veía aún blanca, era un joven morocho de cabello negro y prácticamente lacio de aproximadamente mi altura, 1,78 metros de ojos negros hombros muy anchos y caderas estrechas, justamente la estrechez de sus caderas hacía que el paquete que tenía se notara más, los glúteos eran de ensueño, de esos que hacen como una depresión a los costados y salen disparados para atrás, bien duros y bien paraditos, luego de observarlo me dediqué a seguir con el trabajo que tenía entre manos.

De vez en cuando levantaba la vista y siempre lo encontraba enfrascado trabajando, eso me hizo dar cuenta que yo no sufría calor porque estaba con el aire acondicionado encendido, pero él tenía la piel brillante por la transpiración y ahí dí el primer paso para lo que vino después.

Me levanté fui hasta el refrigerador tomé una gaseosa, la serví en un baso alto y fino y se la llevé, al verla los ojos de Mariano se iluminaron, me agradeció de manera efusiva pero controlada y se la bebió de un trago, mientras yo me encargaba de ver cómo su nuez de Adan, muy prominente, subía y bajaba cada vez que tragaba, hecho esto volví al escritorio a enfrascarme en mi trabajo y me olvidé de su presencia.

Había pasado un tiempo largo cuando me di cuenta que no escuchaba más el ruido de la cortadora de cesped y eso me produjo cierta curiosidad. salí al jardín a ver qué estaba haciendo y me lo encuentro quitando de todos los arbustos las hojas que no estaban lozanas, trabajo que por supuesto yo no se lo había encargado.

Debo reconocerme muy trabajador y que siento una gran admiración por cualquiera que haga su trabajo a conciencia, eso ya me puede, cuanto más si es un joven, en mi casa, cuando yo estoy solo, volví a entrar y ataqué nuevamente el refrigerador pero esta vez salí con un par de cervezas bien frías y le ofrecí una.

Nuevamente su cara de sorpresa, su hermosa sonrisa y su agradecimiento sincero, lo invité a que nos sentáramos en una reposera a beberlas y que terminara la próxima vez que viniera, aceptó rápidamente pero con la condición de terminar esa parte de su trabajo al día siguiente, hecho que yo acepté gustoso.

Bebiendo nuestras respectivas cervezas en el jardín al atardecer comenzamos una conversación de lo más trivial, como puede ser la conversación de dos personas que acaban de conocerse, pregunté por su familia, él por la mía, por sus estudios ya que con claridad no tendría más de 22 años y me contó que era estudiante de Genética y que hacía este tipo de trabajos para pagarse los estudios ya que su familia era humilde, esta situación terminó de enternecerme.

Lo invité a que tomáramos juntos un baño en la piscina, en realidad lo hice sin segundas intenciones, Mariano se negó de plano argumentando que era un exceso de confianza de su parte, le insistí, fui a mi cuarto volví con dos trajes de baño, muy recatados por ciertos e insistí para que se colocara uno, se diera una ducha y dejara el otro para mí; con un poco de pudor, decidió acceder a mi invitación.

No tengo vestuarios cerca de la piscina por lo tanto solo hay dos posibilidades o entrar a cambiarse o hacerlo frente a mí, la vergüenza no permitía a Mariano elegir ninguna de las alternativas, le insistí pero al ver que se le hacía muy dificil comencé yo, me desnudé dándole la espalda y me calcé el traje de baño, eso lo animó más y comenzó a hacer lo mismo, desabrochó los tiradores dl jardinero y se quitó la camisera dejando ver una espléndida figura, el abdomen parecía una tabla de lavar, sus hombros espectaculares y unos brazos potentes que ya había notado antes de que se quitara la ropa, luego se bajó los pantalones y pude ver sus piernas perfectas y unos gluteos que si bien antes se insinuaban ahora estaban totalmente marcados debajo del boxer negro.

Se lo quitó y quedó desnudo dándome la espalda, al agacharse pude notar un fino vello alrededor del culo que inmediatamente produjo una gran exitación en mí, se colocó el traje que le había dejado y se dio vuelta, recién en ese momento noté lo hermoso que era.

Nos dimos una ducha juntos, sin siquiera rozarnos y luego tirándonos de cabeza entramos a la piscina, el agua estaba muy buena, en la temperatura justa para disfrutarla, en ella estuvimos largo rato platicando y nadando y durante ese tiempo hemos tenido unos ínfimos roces que si bien me calentaban, eran totalmente casuales, en un momento y dado lo bien que nos sentíamos el uno con el otro decidí invitarlo a que se quedara a cenar, Mariano aceptó inmediatamente.

Cuando salimos del agua ya exitía una profunda comunicación entre nosotros, parecía como si hacía ya mucho tiempo que nos conocíamos, a una opinión mía resultaba una suya coincidente y a una suya me ocurría lo mismo, pensé qué fortuna tenía la persona que compartía su vida con la de él y decidí preguntarle quién era la afortunada, me sorprendió su respuesta, estaba solo.

Cociné un trozo de carne al horno con papas, una de las comidas que mejor me salen y de postre tenía un poco de helado, mientras esperábamos que el horno hiciera su trabajo volvimos al jardín, habíamos cambiado las cervezas por el vino titnto, que va mejor con la carne que comeríamos luego, supongo que por efecto del vino, comencé a sentir una especie de exitación mezclada con ternura por ese joven que le estaba peleando a la vida y lo hacía con sencillez y alegría y decidí proponer un bridis por él, fue más de lo que esperaba, se lo notó sorprendido primero y humildemente halagado después.

Durante la cena puse un poco de música romántica y nuestra conversación se fue haciendo cada vez más íntima, nustras voces comenzaron lentamente a bajar el tono y hacerse más graves, como roncas, el vino y las coincidencia sumados a su hermoso aspecto fueron haciendo el resto, algunos roces por debajo de la mesa, al comienzo casuales, luego no tanto, lentamente los dos fuimos notando que tardábamos más de lo necesario para separar nuestras piernas.

Nuestras manos se rozaron también varias veces al alcanzarnos mútuamente algunos utiensilios que son de uso común en la mesa, como el salero por ejemplo, el intimismo comenzó a embargarnos, pero salir de la mesa sin un motivo podría haber roto el encanto, la solución fue proponerle, luego de los postres, una copa de whisky en uno de los sillones de la sala de estar.

Nos sentamos en el sillón más amplio, uno junto al otro, tomamos la bebida, conversamos, lentamente y del modo más natural nos comenzamos a tocar las piernas cuando la conversación así lo permitía. eso fue acrecentándose, un movimiento dio paso al otro y cuando tomamos conciencia estábamos abrazados, besándonos con ternura y con naturalidad, nos fuimos a la cama.

Nos desvestimos, hemos podido admirar el cuerpo desnudo del otro sin problemas, sin apuros, nos acostamos, y a partir de ese momento hemos gozado hasta el infinito. Por primera vez en la vida noté que mi goce dependía total y absolutamente del goce del otro, hice solamente lo que Mariano quería y eso me dio el placer más sublime que pude haber tenido en la vida.

Nos penetramos mutuamente, nos besamos, nos comimos cada parte de nuestros cuerpos, pero con entrega ,con ternura, no fue una posesión, fue una entrega, fue como una nueva oportunidad en la vida, no fue una contienda, fue una comunión, lentamente fui comprendiendo que el amor, en un solo día había comenzado nuevamente a florecer en mi, pero tuve miedo un tremendo miedo de que fuera algo que solo a mi me ocurriera.

Agradezco a no se quién ¿Dioa por ejemplo? haber tenido la apertura para poder permitírmelo y que Mariano también se lo permitiera. Al tiempo vino a vivir conmigo, pero siguió trabajando para pagarse sus estudios, no me permitió que facilitara nada en su vida y eso me dio la certeza que estaba conmigo porque realmente me amaba.

No hemos tenido ningún problema, el uno confía plenamente en el otro, no nos controlamos y si lo hiciéramos el encanto se rompería, la vida se encargó de demostrarnos que entre gays también se puede y eso es maravilloso.

Nuestra realción no la divulgamos, pero tampoco la escondemos, no sentimos la necesidad de mostrarle nada al mundo, estamos el uno para el otro, disfrutamos de nuestros olores, de nuestros sabores, de la necesidad de intimidad y silencio del otro, se los tiempos laborales y sobre todo del tiempo nuestro sin culpas.

Hoy hace ya más de dos años que estamos juntos, Mariano en marzo recibirá su título de Licenciado en Genética, se lo ganó él, lo que no sabe aún que el regalo mío será el tiempo necesario en San Pablo Brasil para que obtenga su doctorado en la especialidad.

Solo le pido a Dios que a más personas gays les pase algo similar, para que podamos comprender que el amor también es posible entre nosotros, que no hace falta poder sobre el otro, solo es necesario saber compartir.