El jardín de las delicias.
Pasaron algunas semanas y yo ya había vuelto de la playa, quedaba poco para que el instituto empezara de nuevo. Me costó bastante dejar atrás el recuerdo del nadador de la playa, pero este era el verano de mi despertar y no quería dejar pasar ni una oportunidad, estaba decidido.
Pasaron algunas semanas y yo ya había vuelto de la playa, quedaba poco para que el instituto empezara de nuevo. Me costó bastante dejar atrás el recuerdo del nadador de la playa, pero este era el verano de mi despertar y no quería dejar pasar ni una oportunidad, estaba decidido.
Con la excusa del inicio inminente de las clases mis mejores amigas organizaron una fiesta con la gente de clase, nada especial una barbacoa con poca carne y mucho alcohol en la piscina de una de ellas. Yo que sabía lo que quería conseguir intenté convencer de la manera más discreta posible a mis amigas para que invitaran a Guille, el otro gay de clase.
Cuando todo esto pasó hace un tiempo, aunque no tanto como se pueda creer, al menos en nuestro instituto las cosas no eran tan claras, yo éramos capaz de reconocer al resto de homosexuales del instituto con facilidad, pero en ningún caso había alguien abiertamente gay o lesbiana, de cara al resto nada de aquello existía hasta que al año siguiente aquella pareja tuvo el valor de hacerlo público.
Siempre habíamos intentado evitarnos, cada uno tenía su grupo de amigos, pero nunca terminábamos de encajar, sin embargo ahora que yo había despertado tenía ganas de experimentar nuevas sensaciones y supuse que Guille sería fácil de convencer para conseguirlo. Era bastante similar a mi en todos los sentidos, parecía tímido como yo solía ser y físicamente tenía mi misma estatura media, al menos hasta antes de verano llevaba el pelo un poco largo y castaño. Sus ojos en eso sí que no nos parecíamos, no tenían un color demasiado especial, eran marrones pero su mirada era muy aniñada, podría decirse que era capaz de sonreír con la mirada.
La semana previa a la fiesta, no podía dejar de imaginar que podría llegar a pasar mientras ayudaba a mis amigas a preparar la barbacoa y al tiempo que me preparaba yo física y mentalmente. Pensaba que si todo salía bien esa noche sería una buena oportunidad para practicar sexo completo, con penetración, quería saber que se sentía, aunque a decir verdad solo era capaz de imaginar cómo alguien me penetraba. Guille era mi igual, de la misma edad y probablemente con la misma inexperiencia, sabía que si él quería pasaría de un modo natural y relajado. Me informé acerca de todo lo que necesitaba saber acerca del tema, tras mucho pensar y con una vergüenza extrema compré preservativos y lubricante. Todo estaba listo, recuerdo que incluso me corté el pelo bastante corto y que decidí no depilarme por miedo a hacerlo mal.
Llegó la noche, me arreglé y esperé, cuando empezó a llegar la gente y para mi sorpresa, una de mis amigas me dijo que Guille no vendría hasta el final de la cena, no me lo dijo con ninguna intención claro, ella no intuía nada o al menos eso pensaba yo, solo quería que pusiera un plato menos en la mesa. Cenamos, yo al menos poco y rápido con la esperanza de que llegara lo antes posible. Y al fin sucedió, apareció por la puerta y estaba igual que cuando lo vi por última vez, sus ojos nos sonrieron a todos al llegar y con un hola muy tímido se sentó en la mesa, era realmente adorable, por un momento pensé que quizás no era buena idea empezar algo así con un compañero de clase al que además veía tan frágil, pero esperé a ver como transcurría la noche.
Comenzamos a beber, aquel año todos bebíamos lo mismo, agua de valencia, recuerdo que pasamos todo el año haciendo ese cocktail. Yo no bebía demasiado y parecía que Guille tampoco, eso jugaba en nuestra contra, nuestra timidez podía echarlo todo a perder, así que tomé la iniciativa. En una de las ocasiones en las que vi a Guille entrar a la casa para ir al baño decidí ir tras él y ver qué pasaba, llegué a la puerta y él ya estaba dentro, me hice el despistado y abrí como si no supiera que estaba ocupado, el enseguida gritó “¡ocupado!” pero era tarde me había dado tiempo a ver su ropa interior estaba de espalas y el pantalón había caído hasta debajo del culo llevaba unos slip negros muy ajustados, se la sujetaba con la izquierda mientras llevaba el vaso con la otra mano, cerré rápido y me disculpé, esperé fuera a que terminara.
En cuanto salió me volví a disculpar, el me miró y me sonrió me dijo que no pasaba nada, empezamos a hablar, como nos había ido el verano, las pocas ganas que teníamos de volver a empezar, era la conversación más larga que había tenido con él hasta el momento. Yo entré al baño y él volvió al jardín, no lo había pensado bien, no nos podíamos escapar durante tanto tiempo de la fiesta sin que nadie lo notara y aunque fue bastante simpático no sabía si habría posibilidades de que pasara algo o no. Cuando volví a la fiesta la gente ya había bebido bastante, todo el mundo estaba bailando y esa era una buena oportunidad, durante una de las canciones todos saltamos en círculo cogidos unos a otros, el final de la fiesta se acercaba y tenía que dar el paso, él estaba a mi lado, bajé la mano toqué su culo al principio con disimulo y luego de un modo algo más insistente, entre salto y salto quizás no se estaba dando cuenta, pero de repente él hizo lo mismo, me lo agarró fuerte, cuando la canción terminó me miró y me sonrió un par de veces, sabía lo que había pasado y le había gustado.
Estuve todo el rato dándole vueltas a que podría hacer para perderme con él, finalmente decidí esperar hasta que se fuera casi todo el mundo, él también me estaba esperando lo notaba, había rechazado irse un par de veces, decía que no quería terminar la fiesta tan pronto, seguíamos mirándonos, sonriéndonos, yo ya me había empalmado unas cuantas veces pensando en su ropa interior. Era ya muy tarde y solo quedábamos 4 de nosotros, la chica de la casa en la que estábamos, otra amiga más y nosotros dos. La chica insistió en que la acompañáramos a casa y no tuvimos opción, ella habló durante todo el camino pero nosotros no podíamos dejar de mirarnos, teníamos tantas ganas contenidas que íbamos a estallar.
Por fin la dejamos en su casa en cuanto cerró la puerta Guille me cogió de la mano, me acercó a él y me besó, con mucha fuerza, eran besos de los que te dejan literalmente sin aliento, nuestras manos corrían por el cuerpo del otro, nos apretábamos, palpábamos nuestros miembros por encima del pantalón, estábamos muy empalmados y entonces me dijo:
-¿Por qué no hemos hecho esto antes?. Eres genial y esto también lo es, tengo tantas ganas de desnudarte de tenerte en mi cama que no creo que pueda esperar a otro día.
Yo respondí con más euforia si cabe, no sé si sería el alcohol o lo jóvenes que éramos, pero parecíamos dos locos.
-En mi casa están mis padres como supongo que en la tuya, he pensado de camino hacia aquí que podríamos ir al parque que hay cerca del instituto.
Él asintió y fuimos tan rápido como pudimos, aunque nos parábamos en cada esquina, cada dos pasos nos besábamos, nos metíamos mano, recuero que llevábamos un par de botones desabrochados cada uno del pantalón, pude notar lo dura que la tenía, la cogí, estaba ya algo pegajosa, toqué con mi pulgar la punta haciendo círculos. El también cogió la mía y empezó a masturbarme muy rápido, se chupaba la palma de la mano y la movía durante un momento.
Cuando por fin llegamos, intentamos adentrarnos en la zona menos iluminada, aunque era demasiado tarde como para que alguien pasara por allí. Él fue entonces quien tomó la iniciativa me llevó hasta un banco y antes de sentarme me bajó los pantalones, yo llevaba boxers ese día, comenzó a lamer por encima de ellos, me los empapó, me los bajó y me sentó entonces en aquel banco verde, comenzó a lamerme solo la punta, chupó de un modo delicado, luego se la metió entera en la boca, yo ya estaba gimiendo bastante, lo hacía de modo que cada vez que bajaba creía que me iba a correr. Al momento le dije que se desnudara frente a mi, se puso de pie y se bajó los pantalones cortos, allí estaban de nuevo esos slips negros, estaban a punto de estallar, se los bajó y lo pude ver, tenía las piernas bastante fuertes y algo gruesas, aunque tenía algo de vello, lo que más me llamó la atención eran sus testículos eran muy grandes, su miembro estaba muy duro era grueso y bastante parecido al mío, debía de saber muy bien, era justo lo que esperaba. Se acercó y me la metí en la boca mientras seguía sentado, estuve chupando con muchas ganas esta era mi segunda vez y lo hacía con mucha más seguridad a él le gustaba, me marcaba el ritmo poniendo sus manos en mi cabeza, la sacó de mi boca y me dijo que lamiera sus testículos, no sabía exactamente cómo hacerlo pero tenía muchas ganas, lo hice despacio mientras él se masturbaba.
Al momento y sin que me diera tiempo a reaccionar, se sentó encima de mí, comenzó a moverse, me dijo que quería que se la metiera, eso me hizo pensar que él ya lo había hecho antes yo no sabía qué hacer, en mi fantasías era el quien me la metía a mi. Le dije que haría lo que fuera porque disfrutara, aunque no sabía cómo saldría y se escupió en la mano, no llegué ni siquiera a recordar que llevaba lubricante y preservativos en la mochila, primero se metió un dedo, luego me dijo a mí que lo hiciera pero metí dos de golpe, el gimió, me dijo que ya estaba preparado así que me la agarró y comenzó a sentarse sobre ella muy despacio, noté que le dolía, la sacó una vez para luego meterla entera y yo creí morir de placer. Su ano me la apretaba, se quedó sentado sobre mí un momento antes de empezar a moverse, lo hacía muy bien, él sabía el ritmo que quería seguir, lo hacía rápido y se dejaba caer fuerte. Se dio la vuelta, yo seguía sentado contemplándolo, ahora veía su espalda, era ancha y podía ver como mi polla se metía en su culo cada vez, eso me excitó más aún. Comencé a masturbarle desde atrás él se apoyaba contra mi y no tardó mucho en correrse, gritó y se recostó contra mí, pero al momento siguió moviéndose, me dijo que quería que me corriera, ahora ya no saltaba sino que se movía había adelante y a atrás ese movimiento mientras yo le cogía la cintura, fue suficiente para que poco después me corriera dentro de él, pareció no importarle de echo diría que lo disfrutó más que si me hubiera corrido fuera, aunque a mi me dio algo de reparo.
Él se levantó con la cara relajada, nos vestimos, nos abrazamos y nos besamos, me acompaño a casa y yo me quedé pensando en que toda la noche y la planificación habían merecido la pena. Aunque ahora llegaba el momento de ver qué pasaría con Guille al empezar las clases, no sabía si habíamos hecho lo correcto pero tenía claro que me había encantado hacerlo.