El Italiano y la Alemana en la cabaña (2)

...Ella, con tremenda sonrisa dibujada en su rostro, seguía haciéndose cargo de mi pene; sacando hasta la última gota de semen...

Recuperé los sentidos tras aquel arrebato de lujuria y pasión con Renate. Sentía su cuerpo tan cercano al mío, como la estructura de moléculas en el grafito, así de cerca; así de juntos. Su piel, tan suave al contacto de mi cuerpo, se asemejaba a la piel de un bebé, simplemente algo de lo que, por lo menos yo, no desearía nunca separarme. Su exhalación se encontraba con mi pecho, sentía sus manos y brazos abrazarme.

Abrí los ojos poco a poco para encontrarme directamente con la expresión durmiente e inocente de Renate que descansaba sobre mi pecho. Guié mi mano hasta su cabeza y acaricié su cabello durante unos minutos. Renate se inquietó durante su sueño y se acomodó, pasando su pierna sobre mi cintura y su mano tomándome por el cuello. Pasó tal vez un minuto, aunque eso sería exagerar, y musitó algunas palabras que no pude entender, deduje que probablemente habrían sido en alemán, por lo tanto las ignoré sin la mayor intención de ser grosero. Renate se sentó se golpe.

  • La naturaleza llama…demonios- dijo mientras se paraba y se apresuraba para el tocador.

Todavía no entiendo pero cuando habla así me ataca la risa y esta vez no fue la excepción, me reí como un loco por sus palabras y por su expresión facial de "si corro, llego".

  • No es gracioso, es injusto que me despierte la naturaleza en tan grato sueño!- gritó desde el tocador.

  • Vamos, no es tan malo, si eres tú la causante de la falta de agua potable en este país- repuse mientras seguía ahogándome en mi propia risa y escuchar que ella se reía conmigo desde el baño, su estadía ahí parecía infinita, interminable.

  • Oye, eso es culpa del gobierno, no mía…- dijo, saliendo del tocador con cara de satisfacción; con la típica sonrisa. Aún sabiendo que tenía razón, me siguió atacando la risa en mis adentros.

Sentí como si de pronto la realidad me golpeara fuertemente en la cabeza y noté que Renate estaba desnuda, probablemente no lo noté antes por el simple hecho que me he acostumbrado a verle así, sin una tan sola prenda de vestir, sólo con sus aretes de perlas, en su lóbulo derecho una pequeña cruz de San Antonio y una cadena fina de plata que cuelga de su cuello. Renate me hablaba, aunque parecía como si le hubiera puesto "silencio" y estuviera haciendo su monólogo, tan esbelto cuerpo era digno de apreciar y era mi causa principal de desconcentración.

  • Estoy aquí…HOLA!- dijo, chasqueando los dedos y señalando con su dedo hacia sus ojos. – Eres un pervertido de primera, Filippo- dijo con una sonrisa, tratando de evadir mi fija mirada en todo su cuerpo menos en sus ojos y estoy seguro que no era una mirada de violador la que tenía, sino la apreciaba como en algún momento de mi vida me enseñaron a apreciar a Venus de Milo.

  • Perdón, decías?- dije, apenado por no haberle escuchado.

  • Decía que si quieres ir a tomar una ducha conmigo o te esperas 3 horas hasta que salga?- preguntó, haciendo su exageración bastante obvia.

  • Esperaré a que la Señorita salga- dije, sacando mi lengua.

  • Yo que tú empiezo a buscar algo que hacer, porque mi ducha va para largo- repuso, ya de espaldas a mí y yéndose.

Me quedé ahí, sentado y reflexionando sobre su petición y mi declinación. Me paré a ordenar la sala; a poner los cojines del sofá en su lugar, doblar la cobija y apagar el fuego que hacía poco tiempo había encendido. Al terminar, inconscientemente me dirigí hacia la ducha, todavía negándome a entrar a bañarme con Renate, quería darle privacidad aunque eso me fue imposible.

Me quedé unos segundos contemplando a Renate a través del vidrio que ahora nos separaba, ella, con sus ojos cerrados, debía estar cantando. Sus manos tomaban el jabón y lo pasaban por sus hombros, sus brazos, su cuello. Sin contenerme las ganas, interrumpí su momento de "paz", aunque pensándolo bien: si hubiese querido privacidad no me hubiese ofrecido acompañarla a ducharse.

  • Con permiso, Schatz- dije, abriendo la puerta de la ducha y colocándome detrás de ella para cerrar la puerta a mis espaldas.

  • Nuevo record, has tardado un poco más de lo usual… sabía que vendrías- dijo, pasando sus manos sobre su cabello mojado.

  • Demasiada tentación- dije a su oído, haciendo que se sonrojara y se pusiera un tanto nerviosa.

Renate tomó de nuevo el jabón en sus manos y delicadamente lo frotó contra mi pecho mientras yo mojaba mi cabello; lo que es de costumbre. Me sacó del agua para ponerse ella en mi lugar y seguir frotando el jabón contra mi pecho. Me acercó a ella y me dio un abrazo intensivo y amoroso y se lo respondí de la misma manera.

Pedí el jabón y le insinué que quería consentirla (se lo merecía, no creen?).

Puse su espalda contra mi pecho y enjaboné su abdomen, subiendo disimulada y suavemente a sus senos, luego lo mismo hasta llegar a su vientre y hacerme camino hasta su vulva.

Froté suavemente el jabón sobre su vulva y luego lo introduje un poco. Puse el jabón a un lado y seguí lavándole sus partes íntimas. Renate sacudió su cuerpo y puso su mano sobre la mía. Movió un poco su cabeza hacia arriba y me plantó un beso junto con una exhalación que me advirtió que estaba caliente y le gustaba lo que le hacía.

Comenzó por gemirme a mi oído y, con su trasero, presionaba y rozaba mi pene contra mí hasta ponerlo relativamente erecto. Abrió un poco sus piernas, se arqueó un poco hacia delante con la ayuda de su brazo que se apoyaba en la pared; mientras yo seguía jugando en su vulva aunque el agua ya hubiera quitado el jabón. Tomó mi pene con su mano libre, lo puso entre sus piernas y lo presionó contra su clítoris.

Cerró sus piernas y, con ellas, apretujó mi pene de forma tan placentera que era imposible contenerme. Me movía a manera que mi glande rozara su clítoris hinchado en ese ecosistema húmedo y lubricado. Mi pene se volvía cada vez más duro y caliente por el simple hecho que Renate me gemía al oído y me daba besos de lengua. La escena de por sí era caliente, pero más caliente era la vulva de Renate que por alguna razón siempre está que hierve.

Renate, haciendo su mejor esfuerzo por evadir un orgasmo que se notaba en su expresión que sería explosivo y agotador, evitaba gemir para no seguir alimentando aquel deseo ni aquella lujuria y placer que sentía. Yo, por mi parte, sentía excelente la presión que aplicaban los muslos de Renate al estar juntos, también, me excitaba el hecho de saber que Renate aguantaba sus ganas de algo que en realidad anhelaba, que le gustaba.

Abrió un poco sus piernas y me liberó de esa presión divina que aplicaba, mi pene quedó exactamente a la entrada de su vagina y, ella, con poco esfuerzo lo introdujo con un leve suspiro y volvió a cerrar sus piernas. Se apoyó de la pared de en frente con su espalda arqueada y me volvió a ver con tremenda picardía y deseo. Introduje mi pene hasta el fondo con un movimiento agresivo y rápido, Renate no gimió en lo absoluto.

Seguí introduciendo mi pene de la misma manera, estando yo también no muy lejos de liberar mi propio explosivo. Renate estaba muda, sin decir una tan sola palabra, sin soltar un gemido, sólo sus suspiros desvanecidos por el ruido del agua que caía. Renate guió sus dedos a su clítoris para estimularse mientras la penetraba de tal manera. Estándose ella estimulando su clítoris, dejó salir un gemido fuerte y agresivo aunque con cierto aire de satisfacción. Su vagina empezó a hacerme una impresionante presión en mi pene, yo ya no podía más.

  • Me vengo…- suspiré mientras Renate dejaba que su intenso orgasmo la poseyera con todas sus fuerzas y su vagina apretujando mi pene como si fuera tortura antigua.

Renate se iba de bruces por la debilidad de sus piernas que había dejado su orgasmo en ella, alcancé a detenerla sin parar de penetrarla. Dificultosamente se separó de mí y me plantó un beso salvajemente lujurioso mientras que con su mano se hacía cargo de mi pene y mi eyaculación. Empezaron los espasmos, ese calor que característicamente me recorre hasta desembocar en mi eyaculación.

Ella, con tremenda sonrisa dibujada en su rostro, seguía haciéndose cargo de mi pene; sacando hasta la última gota de semen. Yo, muy agitado todavía, le agradecí con un beso apasionado lo previamente acontecido.

  • Das war aber wahnsinnig…- suspiró lentamente en alemán; se sintió con cierto orgullo y afirmación. ("Eso estuvo pero increíble")

  • Me encanta cuando hablas en alemán- dije, diciendo la verdad, pues en realidad se le escucha muy sexy, más cuando no necesariamente suena a regaño.

Me plantó otro beso bestial aunque bastante romántico y se dispuso a terminar su baño. Yo, por otro lado, la observaba mientras hacía lo mío y por mi cuenta. Renate terminó su baño de primero y salió de la ducha. Al cabo de unos minutos terminé mi baño y salí en busca de ropa y en busca de un poco de comida, pues ya varias horas sin comer no me funcionan, no iba en busca de Renate pues imaginé que ella estaría a donde la comida estuviera, vaya que tuve razón pues la encontré en la cocina, comiéndose lo que encontrara a su paso y, como siempre, escuchando música de su iPod.

(Típicamente Alejandro Fernández o Marc Anthony, a veces Mozart (antes de un examen), no sé si lo he mencionado antes, pero lo único que tiene de alemana es el nombre, el apellido, sus padres y el idioma, por lo demás tiene costumbres mezcladas, se podría decir que ella ha inventado su propia cultura y sus propias tradiciones.)

Y ahí estaba, en la cocina, de espaldas a la puerta y comiendo cereales a media noche, típico, ya me acostumbré. Vestía la camiseta del equipo de la federación de volleyball en el que participó por años, unos pantalones deportivos ajustados en los que perfectamente se marcaban sus bragas; hoy eran "de abuela" como ella suele llamarles aunque sean relativamente pequeños.

Renate reventó en un lapso musical y se dispuso a bailar y a cantar, de micrófono utilizaba la cuchara con la que comía sus cereales. Tal vez creerán que Renate es indiscutiblemente inmadura, es sólo que precisamente por ese tipo de cosas es que nunca está estresada. Se dio la vuelta y notó que estaba presente y pareció no importarle. Me tomó de las manos e hizo conmigo un par de pasos de baile que todavía recordaba de cuando tomó clases de salsa cuando pequeña, la risa, como cosa rara, nos atacó.

  • Si hubiera grabado esto, sería más famoso que Edgar en YouTube- dije, todavía entre carcajadas y haciéndole ameno el rato a Renate.

  • Si lo hubieras grabado y subido a YouTube, Marc Anthony me contrata para que baile con él- respondió, elevando el comentario a otra categoría.

Tras habernos calmado de nuestro ataque de risa, Renate reanudó su fase de alimentación, acabándose su segundo plato de cereal, seguido por una barra de proteínas y yogurt. Estábamos hablando de lo más tranquilo cuando sonó su móvil. Era Annika, su hermana, a quien puso en altavoz porque mucho grita y casi revienta los oídos.

  • Reni…estabas dormida?- preguntó aquella voz en tono bajo, casi ni se le escuchaba.

  • No, aquí estamos con Filippo, hablando de ti- dijo, diciendo una mentira.

  • Ah, hola Phillips!- me saludó y le respondí. – Es que salí con mis amigas y no encuentro mis llaves, no sé si están en mi bolso o no las encuentro!- dijo, asfixiada por su preocupación.

  • Búscalas en tu bolso, no me digas que no las has buscado todavía ahí- dijo Renate, haciendo una expresión de "el libreto se repite todos los jueves, viernes, sábados y domingos"

  • No sé si la botella de Stol me ha afectado el cerebro pero busco y busco en mi bolso y no encuentro las llaves, te las has llevado tú?- preguntó, suspirando y ahogándose en el frío, probablemente estaba fuera.

  • No lo creo, búscalas de nuevo y si no las encuentras llamas a mamá o a papá para que abran la puerta- dijo casi por inercia, como si fuera lo mismo que dijera todos los días al recibir la misma llamada con el mismo fin.

  • Cómo le voy a llamar a mamá? Me va a sentir el olor a Vodka- dijo un tanto abatida.

  • Entonces llamas a Lukas o a Raquel para que te abran la puerta, deja de aguantar frío y hazlo de una vez, te vas a enfermar- dijo, tratando de suavizar las preocupaciones de su hermanita.

  • Eres una genio, gracias, Reni…una cosa más, puedo?- preguntó, se distinguía que Annika tenía una sonrisa de oreja a oreja por su futura pregunta, petición o comentario.

  • Adelante, dime, qué se te ofrece?- preguntó Renate, esperando lo inesperable.

  • Sigo en altavoz?- preguntó, cerciorándose que yo no escucharía.

  • En lo absoluto, sólo hablas conmigo- mintió piadosamente Renate.

  • Te deseo un feliz fin de semana, lleno de sexo extremo y dile a Phillips que te de tanto sexo oral como tú quieras, tienes que ser exigente, que se vuelva una fiera como aquella vez en el lago, recuerdas? Bueno, como sea, te dejo que llamaré ahora a Lukas para que abra la puerta- dijo, entre su sonrisa y el frío que la rodeaba. Renate estaba apenada, estaba roja de la pena. Volvió a verme con cara de petrificación, se suponía que eso en verdad yo no tendría que haberlo escuchado.

  • Tu hermana estaba ebria, si te diste cuenta, verdad, Schatzi?- pregunté, tratando de distraer a Renate de lo que había dicho Annika. Ella sólo asintió. – No la regañas, no le dices nada al respecto?- pregunté un tanto curioso pues en realidad noté que le daba lo mismo si Annika estaba o no ebria.

  • La verdad, no le puedo decir que no beba porque yo también lo hago y eso no sería ser consecuente. Por otro lado, le he dicho tantas veces que no beba tanto que ya me cansé y…bueno, además, ya está grande, ya tiene 18 años, ya puede medirse y si la sermonean mis padres y bueno…la verdad no importa, mejor te robo un beso en vez de estar hablando de mi hermana- dijo, cambiando su actitud penosa por una más tranquila y deseosa.

Habiéndome plantado ese beso con sabor a menta fresca, la situación se tornó nuevamente caliente, como si la temperatura entre nosotros nunca bajara. Estábamos recostados sobre la cama, abrazados uno del otro; Renate seguía besándome, su mano se agarraba de mi cuello. Se situó sobre mí y se quitó la camisa, desafortunadamente tenía puesto un sostén, que pronto lo quitaría.

Me quitó la camisa y continuó besándome. Sus manos estaban como locas tratando de deshacer el nudo de mi pantalón de dormir. Dejó de besarme y sacó mi pene, lo empezaba a masturbar delicadamente. Volví a verla y en sus ojos se podía ver la travesura que estaba por hacer.

Se paró, dio la vuelta a la cama, me haló de las piernas e hizo que me sentara a la orilla de la cama. Renate se hincó frente a mí, tomó mi pene en sus manos y dio un lengüetazo caliente a lo largo de él. Sentí un exorbitante placer y excitación, Renate frente a mí y haciéndome lo que usualmente no hace, con esa táctica y estrategia que ella adquirió no sé de dónde.

  • Micolo…lo tienes grande- dijo, viendo fijamente mi pene y sonriendo. – Me gusta grande- dijo todavía con una sonrisa más amplía e introduciéndolo a su boca. Mi pene no es aquel monstruo de películas pornográficas, mide 19 centímetros y no es obscenamente grueso, cabe dentro de los parámetros estándar.

Renate continuó dándome sexo oral, a lo que ella llamaría Delicatessen, subía y bajaba con su boca hasta donde pudiera y, con su lengua, masajeaba cada milímetro de él. Con una de sus manos acariciaba mis testículos y con la otra detenía mi pene para hacerse la vida más fácil. Por momentos se sacaba mi pene de su boca y me sonreía, evidentemente me gustaba y a mi pene ni se diga, estaba siendo abusado pero mimado al mismo tiempo.

Se lo sacó de la boca, lo miró fijamente mientras que con su mano lo masturbaba y luego lo metió a su boca, haciéndolo de manera honda, hasta lo que era probablemente su esófago, se sintió exquisito. Al sacarlo de su boca, un poco agitada todavía, lo masturbó por unos instantes y volvió a verme, entusiasmada y orgullosa de su hazaña.

Renate terminó de quitarme mis pantalones de dormir y me recostó sobre la cama. Se dio la vuelta y empezó a contonearse, suave y sensualmente, con sus manos rozando sus senos, su abdomen, sus piernas y su trasero. Deshizo el nudo de sus pantalones deportivos, estiró los elásticos y dejó que cayeran al suelo, dejando ver sus "bragas de abuela"; con un collage de palabras "Sexy" por todo su trasero y, al darse vuelta, exactamente sobre su vulva, reposaban unos labios dibujados, eran unas bragas carismáticas.

Se acercó a mí, con movimientos muy sensuales y, en el camino hacia mí, se quitó su sostén negro, dejando en libertad a esos hermosos senos que me vuelven loco. Me senté y la abracé estando ella parada, besé su abdomen y su vientre y suavemente fui deslizando sus bragas hacia abajo.

Ahí estaba de nuevo, su vulva totalmente depilada y disimulada por las piernas juntas de Renate. Mis manos tomaron posesión de su trasero, masajeándolo suave y caballerosamente, si hacer que se sintiera demasiado depravado o pornográfico. Dí unos cuantos besos a Renate en su vulva cerrada, aprisionada por sus piernas. Subí un poco mi brazo hasta su espalda baja y me valí de eso para tumbarla a mi lado sobre la cama.

  • Lista para seguir las recomendaciones tu hermana?- pregunté inocentemente, notando que Renate estaba prácticamente ya en la fase de "placer, placer, placer".

  • Qué comes que adivinas…- respondió suavemente.

  • A ti- dije, abriéndole sus piernas y abusando de ella.

  • Ah!- gimió en voz aguda por el sorpresivo lengüetazo que dí directamente en su clítoris.

Como cosa rara, Renate ya estaba que era un mar de lo mojada que estaba. Succionaba rápida y suavemente su clítoris, ella se contraía, gemía y me tomaba de la cabeza para que no me separase ni dejase de succionarla mientras sus caderas se elevaban.

  • Schneller!- gemía constantemente en voz aguda y típica de excitación. ("Más rápido")

Y yo, como todo buen acatador de órdenes, succionaba y lamía su clítoris con más rapidez y más fuerza. Renate gritó de alivio total, un orgasmo igual de intenso que los de las otras veces, igual de sabroso para ella. Yo no me detuve, seguí saboreándome su sensible clítoris y sus labios vaginales, de nuevo Delicatessen, Gourmet. Habiéndose ella recuperado de su espasmo vaginal, se sentó y me besó, lo cual le causó mucha risa.

  • De qué te ríes?- pregunté, bastante curioso.

  • Si sabe chistoso…me tengo que reír, no?- dijo, con una carcajada sarcástica.

Le sonreí de regreso porque en realidad me provoca sonreírle. Noté que Renate analizaba mi pene con detenimiento y me hizo un gesto de "excelente" pues todavía estaba tan erecto como cuando había culminado su felación. Abrió sus piernas para mí y para mi pene. Introduje mi pene suave y lentamente en ella, como lo hice cuando le quité la virginidad, sólo que ahora hice bastante y suficiente énfasis en que notara la diferencia entre el glande y el tronco, pues le encanta la penetración sólo con el glande.

Su vagina, siempre estrecha, me provocó placer de ipso facto, lo mismo puedo decir de ella. Renate posó una de sus manos sobre sus senos para que no rebotasen por todos lados, con la otra se estimulaba el clítoris. La penetré amablemente, despacio y profundo, contemplando a Renate desde arriba, contemplando su cara de excitación, sus gestos faciales de gusto y diversión; sus ojos cerrados, sus cejas elevadas y sus labios esporádicamente sonriendo.

Presioné un poco su vientre para hacerla sentir aún más la penetración, para rozar directamente su punto G con mi pene, para hacerla gemir aún más de gozo. Musitó que se vendría de nuevo, no cambié el ritmo de la penetración en lo absoluto, seguí así hasta que noté que empezó a respirar aún más rápido, que sus manos apretujaron débilmente sus senos, con unos lamentos genuinamente sensuales.

Se posó sobre su costado sin sacar mi pene de su vagina, me recosté a su lado y la abracé contra mí; a manera de tenerla cerca. Continué penetrándola aunque ahora un poco rápido y no tan profundo, Renate gemía suavemente cerca de mí, en tono de sexo, picardía y tranquilidad. Me plantó un beso erótico y vehemente, interminable y de lengua. Tomé total control de la situación y froté su clítoris de manera sutil, ella sólo podía exhalar de lo que sentía, lo hacía despacio, concentrándome en tres cosas al mismo tiempo; si me concentraba demasiado en una, echaría a perder las otras 2, la verdad lo hacía automáticamente.

Sentí como Renate empezó a estremecerse, a temblar sigilosamente entre mis brazos, su respiración se entrecortó y sus piernas se unieron de golpe, parando así la penetración, la estimulación en su clítoris y obteniendo un orgasmo que por lo que vi fue sabroso.

Renate se movió circularmente con mi pene por dentro, nos seguíamos besando, mi mano todavía reposaba sobre su vulva, con dos dedos listos para volver a frotar su clítoris. Separó nuevamente sus piernas e instantáneamente opté por golpear suavemente su hinchado clítoris, 1- gimió calladamente aún entre el beso, 2- se contrajo contra mi cuerpo, 3- su cuerpo comenzó a temblar débilmente. Reanudé la penetración, un poco rápido aunque sin mucha agresividad, tratando de otorgarle principalmente placer a Renate y no a mí.

  • Te gusta?- pregunté involuntariamente, sólo para reafirmar lo que su expresión corporal me indicaba.

  • Me encanta, sigue, no pares…- respondió entre suspiros, gemidos, sonrisas y besos.

La idea que sus senos estaban tan cerca de mí me incitó a masajearlos, pellizcar ligeramente sus pezones y, cuando se me daba la oportunidad, los besaba.

Renate hizo cierto movimiento que hizo que mi pene accidentalmente se saliera de su vagina. Yo, concentrado en sus senos, tomó mi pene y rozó mi glande contra su clítoris.

  • Te amo- susurró tan bajo que casi ni pude escucharle.

  • Liebe dich- susurré igual de bajo que ella, las primera palabras que aprendí en alemán con ella y, sin duda alguna, lo dije porque tengo bastante tiempo de sentir eso por ella.

Dibujó una sonrisa. Su móvil volvió a sonar y ella, al principio lo ignoró pero al reconocer el timbre se vio obligada a contestar.

  • Si, bueno? Hola…?- preguntó agitada por la penetración. – Hola?...Hola?- preguntó de nuevo mientras se le salían los gemidos. – Annie, estoy demasiado ocupada con Pipo como para atender tus ebriedades, tómate un Alka-Seltzer o yo no sé!- gritó por mis dedos en su clítoris. – Annie, estoy teniendo sexo con Pipo, haz lo que te digo y llámame en 15 minutos- dijo en tono exhortativo, tirando su móvil al olvido y disculpándose por la leve interrupción.

La verdad me impresionó mucho lo directa y sincera que fue, terminé por darle importancia alguna. La coloqué nuevamente en posición de misionero y, yo ya a punto de eyacular, me retardé lo más que pude. Renate con la típica sonrisa de gozo de carnaval. Abrí sus piernas lo más que pude, la penetré profunda y agresivamente.

  • Me vengo…-dije entre dientes mientras hacía lo posible por ganar unos cuantos segundos más. No pude retrasarlo más, simplemente pasó.

Me dejé caer sobre Renate, ella me abrazó. Jugando con mi pelo e informándome lo satisfecha que en ese momento estaba. Me plantó otro caluroso beso y nos movimos hasta que ella pudiera acomodarse entre mis brazos, como de costumbre.

  • Auch, me acabo de acordar que mi hermana estaba pero a punto de rebalsar el retrete- dijo, buscando desesperadamente su móvil. Llamó a Annika y, una vez más, fui testigo de las instrucciones médicas/comunes de cómo dejar de vomitar tras tanta ingestión de alcohol. Renate hablaba con ella en un alemán demasiado rápido como para que yo lo entendiera, lo único que sé es que Renate esperó a que Annika se durmiera con ella al teléfono. Luego, Renate colgó y dejó a su amable y ebria hermana en el olvido para hundirse en un sueño profundo entre mis brazos.