El invitado. Primera parte.

Por fin conocemos a nuestro ciber-amigo, que viene a vernos de visita... Fantasia cukcold-trio

EL INVITADO

VERSIÓN DE JORGE, PARTE I

Queda poco para llegar al aeropuerto. Mi mirada al frente, pendiente del tráfico, y mi mente ocupada. No puedo creerme que vaya a suceder. Han sido muchos meses de fantasear, de jugar con mi querida esposa, de imaginarlo. La verdad es que nuestro invitado, Andrés (al que vamos a recoger) supo desde el principio excitar, divertir y jugar con nosotros. Principalmente con Carla. En nuestra fantasía del trío, y en la mía de ver a mi mujer jugar con otra polla, de verla disfrutar como nunca sexualmente, hubo un antes y un después del confinamiento. El confinamiento nos trajo el cibersexo, y el cibersexo nos trajo a Andrés.

Andrés fue uno de los muchos chicos con los que jugamos. Sólo lo hemos hecho con chicos, Carla y yo hablamos mucho y dejamos los límites claros, la verdad es que a mi tampoco me llama la atención hacerlo con chicas o parejas, mi fantasía es desde hace años ver a Carla con dos pollas. Empecé con los relatos, que Carla leía y disfrutaba. Luego, a jugar en la cama con otra polla de goma: le vendaba los ojos, y me encantaba darle desde atrás mientras otra polla ocupaba su boca, o la dejaba cabalgar el dildo mientras me la chupaba. Incluso llegamos a la doble penetración, aunque la postura, al tener que controlar la otra polla con la mano, no era la ideal. Pero al grano: Andrés tenía los ojos claros, y ese era el hándicap que necesitaba Carla. Son su fetiche, desde siempre. Además, sabía hablar, sabía excitarla, y eso me encantaba. Alguna vez lo habían hecho sin estar yo presente, y ella me lo había contado… otras veces, la había espiado, y me había pajeado muy a gusto, muy excitado viéndola montar la polla de goma como si fuera la de aquel muchacho, escuchando al muchacho decirle lo rico que la follaría.

Llevábamos tiempo jugando con ello, y al final está a punto de suceder. Nosotros, con los niños “colocados”, camino al aeropuerto. Y Andrés, a punto de aterrizar.

Miro a Carla, que me sonríe. Está tan preciosa. Se ha maquillado, aunque no le hace falta, su cara aniñada es de lo más guapo que hay. Ha elegido un vestido sexy y atrevido, color blanco (acorde a la temporada estival). Me encanta que vista tan sensual. Lleva un zapato de cuña alta que realza sus esbeltas piernas. Los pechos, libres bajo la tela, se marcan y dejan adivinar sus pezones. Tengo ganas de ver la reacción de nuestro amigo cuando la vea.

-¿Nerviosa? –preguntó.

-Un poco. Estamos locos. ¿Estás seguro?

-Hombre, ahora ya no vamos a dejar al muchacho tirado, ¿no?. Viene aposta, se ha pagado el billete. Aunque creo que en el fondo estas deseando que ocurra, mi amor. Y yo también.

Carla pone la mano sobre mi muslo por respuesta. Vuelva a mirar al frente.

Al rato, estamos en una de las muchas cafeterías de la terminal, tomando algo de alcohol para relajar los nervios. Unos mensajes de whatsapp me bastan para indicarle a Andrés nuestra posición.

Sorbo a sorbo, me noto nervioso, con la garganta seca, pero se me va pasando. Miro a Carla, y la noto igual, nerviosa, echando algún vistazo alrededor, supongo que buscando a Andrés, porque tiene que estar al llegar. “Ya he aterrizado” me escribió hace quince minutos. Yo le dije dónde estábamos exactamente.

-Allí está… -me dice Carla, nerviosa.-

Miro en la dirección que apunta su mirada y lo veo, con el brazo en alto, saludándonos. Va vestido cómodo, con chanclas, bermudas blancos  y camisa a juego. Gafas de sol y barba, es tal y como lo hemos visto tantas veces por cam o en foto. Me levanto y le tiendo la mano.

-Andrés, que tal, soy Jorge… -me estrecha la mano- encantado…

-Igualmente.. por fin…

-Y aquí tienes a Carla… ¿Qué te parece?

Se dan dos besos, y noto como Andrés da un ligero repaso a mi esposa…

-Bufff.. pues mejor que por cámara. Y ya es difícil. Estas preciosa, Carla…

-Jajajaja, ya será menos… -sonríe ella.

-¿Nos tomamos algo más para charlar un rato? Venga, Andrés, que eres nuestro invitado… -digo

El muchacho acepta y a los pocos minutos ya estamos más relajados, cada uno con su bebida, charlando sobre cosas banales (Mallorca, el vuelo, el tiempo, nuestros trabajos…) Mi esposa está sentada en medio, Andrés y yo, una a cada lado.

-Bueno, ¿y qué plan tenéis?

-Pués.., vamos a ir a una casita que tenemos, a una media hora, al lado del mar. Pero queremos preservar nuestra intimidad, deberás vendarte los ojos durante el camino…

-¿En serio?-pregunta Andrés sonriendo…

-Si, si, forma parte del juego.

-Bueno, estoy a vuestra disposición. Principalmente a la de ella –lo dice sonriendo, y quitándose las gafas, mira a mi mujer. Ella le mira a los ojos, que son azules, y le noto en su mirada como se excita, como le gustan tanto esos ojos.  Andrés, a su vez y mientras lo dice, ha llevado una mano al muslo de Carla, que ella no rechaza. Todo ha pasado en cuestión de segundos, y mi polla, bajo mi pantalón, también ha reaccionado ante estos “gestos”.

-Y que así sea… -digo yo.

Al rato, hemos pagado y llegado al coche.

-Si te parece –le dice Carla a Andrés- Jorge conducirá y yo iré detrás contigo.

-Me parece genial –dice.

En unos minutos, ya estoy de nuevo en carretera, conduciendo. El sol ya ha bajado, la noche se acerca. Por el retrovisor, veo como Carla ha vendado los ojos al muchacho, entre risas de los dos. El ruido de la música me impide escuchar con atención, pero veo que Carla le susurra algo al oído. Me gusta ver a mi mujer suelta ante la situación. He abierto la caja de pandora, la he ido preparando durante meses para este momento. Realmente, me va a hacer cornudo, va a follar con este tío. Lo noto por como la veo a ella… la veo… ilusionada, contenta, como una jovencita ligando con un chico que le gusta. Andrés sonríe y contesta, resopla, están hablando, seguro que mi Carla lo está calentando. Bajo un poco el retrovisor, veo la mano de Carla moviéndose por la pierna de nuestro invitado, arriba y abajo. Se adivina el bulto bajo las bermudas de Andrés. La mano de este también está apoyada en el muslo desnudo de Carla, por debajo de su arremangado vestido. Vuelvo a subir el espejo. Bajo algo el volumen de la música. Noto como mi polla se va endureciendo, bajo mi pantalón. Enfilamos autovía, quedan unos veinticinco minutos de camino. Llevamos cinco minutos de camino, y la cosa ya está más que caliente por ahí detrás. Me excita. Veo como Carla se mueve hacia delante. Se apoya entre los dos asientos, mirándome con sonrisa pícara, su mano acaricia mi nuca.

-Amor… -me dice…

-¿Todo bien por ahí atrás…?-le sonrio..

-¿Qué no lo ves, tontuco…?

-Ya estoy viendo ya….

-¿Y…?

-Me encanta, ¿o no lo sabes ya?...

-Se la voy a chupar, cariño…

-Buffff… -respondo mientras noto un chispazo de excitación en mi entrepierna- no necesitas mi permiso… -me muerdo el labio, me giro a besarla rápidamente, volviendo la vista a la carretera…

-Tú, conduce, cornudito mío… - con estas palabras la polla ya parece que pide salir de su escondite…

Carla se pierde otra vez hacia atrás. Mi mirada viaja de la carretera, dónde gracias a Dios hay poco tráfico, al retrovisor, donde veo la boca de mi mujer mordiendo el lóbulo de la oreja a Andrés. Bajo el espejo, la entrepierna de Andrés aparece ante mi visión, con la mano de Carla acariciando el bulto, frotándolo.

-Joder, Carla, me vuelves loco… -dice nuestro invitado.

-Y espera.. –contesta mi mujer…

Veo como Andrés empuja su bermuda hacia abajo, intentado liberar su polla. Esta salta, ya empalmada, deseosa de atención. La mano de Carla la agarra, y empieza a pajearlo. Miro a la carretera, llego a una rotonda. Sin moros en la costa, entro en la misma, y me reincorporo a la salida que corresponde.

-Bufff.. joder que rico –exclama Andrés.

Miro por el retrovisor, la boca de mi mujer engulle una y otra vez el pollón de nuestro invitado. Su polla se pierde entre los labios de Carla, que chupa con ansia, con avidez. Definitivamente mi esposa me hará cornudo, y estaba deseándolo. Definitivamente, ella también deseaba la polla de este muchacho, hacía tiempo.

-Madre mía, que bien la chupas, Carla… -dice el muchacho…

-¿No te lo decía yo muchas veces? –no puedo evitar decir, recordando cuando me lo hacía por Cam a mí, y le decía a Andrés que era una diosa comiendo polla.

-Buffff… -dice.

Vuelvo a mirar la carretera. Voy por el carril derecho, despacio, a lo mejor el viaje se alarga más de lo que tenía pensado. Pero mi polla me va a reventar en el pantalón, escucho los ruidos de la mamada de Carla, madre mía, la situación es increíble.

-Para, para…. Me toca… -escucho a Andrés.

Un ligero vistazo hacia atrás me permite ver cómo Carla se reincorpora, y se besan. Vuelvo a mirar a la carretera, escucho los jadeos de mi mujer atrás. Algo vuela al asiento del copiloto, lo miro: es el tanga mojado de Carla. Madre mía… necesito agarrarme la polla, necesito pajearme ya.  La escucho gemir:

-Ohhh… si… si…

Miro por el espejo, pero solo veo un trozo de espalda de Andrés. Lo muevo un poco, pero no alcanzo a ver bien. Miro la carretera. Un coche nos adelanta. Un ligero vistazo atrás, solo para confirmar mis sospechas: la cabeza de Andrés está entre las piernas de mi mujer, comiéndole el coño, la mano de ella empujándole la cabeza hacia su sexo. Miro a Carla, ella me mira, excitada, me sonríe… Le tiro un beso y le sonrío.

-Disfruta… -le digo.

Miro a la carretera. Llega otra rotonda. Me centro en conducir bien, mientras escucho los jadeos de Carla detrás, escucho los lengüetazos de Andrés en el coñito de mi esposa: ese coñito tan rico que tiene, tan jugoso, depilado, y que llevaba años que sólo conocía mi boca. Andrés no debe comerlo mal, a juzgar por los jadeos de ella.

La mano de Carla me sorprende en mi nuca otra vez….

-Amor…ah… amor… -me dice medio jadeando- dame un condón…

No me pide permiso, no le hace falta. Rebusco en el bolsillo y le tiendo uno. Decido que debo encontrar un lugar para parar. Quiero ver. Mi polla lo reclama. Pero aún hay camino hasta la siguiente rotonda, dónde sé que podré coger un pequeño camino rural y parar en cualquier sitio. No tardo en notar la mano de Carla, otra vez en mi nuca. Se sitúa entre los dos asientos. Se está sentando encima de Andrés, pero mirando hacia mí.

-Ahhhh… si… joder… -exclama ella en mi oído, mientras me muerde en la oreja y me acaricia la nuca…

-Dios…  -escucho a Andrés..

Carla empieza a moverse. Se lo está follando. Mientras conduzco. Jadea una y otra vez, al lado de mi oreja. Mi mano derecha suelta la palanca de cambios, le rodeo el cuello, la agarro del pelo….

-Disfrútalo, mi vida, fóllatelo como tú sabes –le digo….

Siguen follando un rato, la rotonda está cerca, y podré pararme. En mi mente, paramos en un sitio escondido, Andrés la sigue follando, y yo le doy mi polla para que la chupe.

-Ahhh… siiiiii. Uffff. … -Carla se corre… y al poco escucho a Andrés….

-Jodeeer, me corro siiii……

Su mano, que se ha tensado en mi nuca, se relaja. Noto como se incorpora de nuevo al lado de nuestro invitado. Por el retrovisor, aún bajado, veo la polla suelta de Andrés, con el condón lleno de su corrida. Ya es oficial, soy un cornudo. Estoy excitadísimo.  Llegamos a la rotonda. Ya no paro, nos queda poco más que cinco minutos a nuestro destino. Joder, que fin de semana nos espera.

CONTINUARÁ