El invitado de mi marido

Siguió avanzando y al poco ya buscaba explorar mi conchita, yo lo sentí brevemente y me sentí morir, me encantaba lo que hacía justo enfrente de todas estas personas y en las narices de mi esposo.

En cierta ocasión mi marido me invito a desayunar un sábado a un hotel de la ciudad donde vivo, el viernes habíamos cogido rico pero me quedé con ganas, ese sábado me levanté muy cachonda pero me tuve que arreglar temprano para ir a desayunar porque ya teníamos agenda para el día.

Como estaba bastante calientita decidí vestirme sexy para provocar a mi esposo y ver si después del desayuno nos dábamos un tiempo para saciar mis ganas de sexo.

Escogí entonces un vestido amarillo bastante entallado, no muy corto pero con una abertura en las piernas, era escotado, pero lo interesante es que era muy pero muy entallado, con ello mis curvas eran evidentes, además creo que el color me favorecía bastante, me vi al espejo y me gustó bastante como me veía.

Nos dirigimos al restaurant y al llegar, la mirada del valet me demostró mis sospechas, me sentaba muy bien mi vestido amarillo, no serían las primeras miradas que confirmaran el hecho.

Como nosotros llegamos temprano, creo que al llegar, era yo la única mujer en el lugar, al entrar mi marido caminó por delante de mí y yo me pude percatar como varios comensales posaron sus ojos en mi generoso trasero.

Nos asignaron una mesa y el lugar era muy bonito, bastante caro para un desayuno pero bonito sin duda; como era predecible el lugar estaba conformado por dos tipos de personas, hombres de negocios (algunos solos) y más tarde llegan las señoras que se quedan hasta el mediodía.

Teníamos poco tiempo en la mesa y me percaté que en la mesa de enfrente había un tipo que no me quitaba la vista de encima, era un hombre maduro creo que en sus cuarentas, bastante atractivo por cierto.

Pasaron los minutos y simplemente no me quitaba la vista de encima, no sé si era descarado, no sé si era decidido, o tal vez le había gustado demasiado, todas las opciones me gustaban.

Instintivamente al cruzar alguna mirada sonreí, el tipo estaba frente de mí y de espaldas mi marido, luego cruzaba mis piernas en señal de cierta coquetería, siempre me han gustado ese tipo de hombres decididos y siempre me ha gustado corresponder a este juego de coqueteo.

Antes que llegaran nuestros alimentos, mi marido se retiró al baño, al encontrarnos en un hotel, el baño no necesariamente estaba dentro del restaurante, en este caso hay que salir de dicho restaurante y el sanitario se encuentra cercano a uno de los salones de eventos, así que hay que tomarse un poco más de tiempo en el proceso de ir y volver.

En el instante en el que mi marido salió por la puerta, mi admirador de la mesa de enfrente se acercó a mi mesa, no dejó pasar un segundo, sentí confusión, un poco de miedo y emoción.

Se acercó a mí y estiró su mano

-          Mucho gusto señorita, me llamo Roberto

-          Mucho gusto (dije un poco seria y distante)

-          Y su nombre es?

-          Daniela

-          Daniela que bello nombre, tal como su dueña

-          Gracias, a sus ordenes

-          Perdón no quiero molestarla pero me gusta pensar que soy un hombre que le gusta decir lo que piensa

-          Ok

-          Entonces solo quise venir a decirle, que está usted buenísima

Me quedé sin palabras, durante unos segundos se generó un silencio producido por mi incapacidad de generar palabras, me sorprendió su decisión, su confianza y su descaro.

-          Mm esteee, gracias

-          Nada que agradecer, quedo a sus órdenes, que pase buenos días

Y así sin más se retiró, yo me quedé sin palabras, desconcertada y halagada; mi marido regresó al poco rato y nos dispusimos a desayunar, la verdad es que durante este tiempo poco me pude concentrar en la plática, pensaba en lo osado, atrevido, y decidido que era el tipo, además sus palabras fueron las correctas, mezclaba caballerosidad, dureza y picardía, si hubiera sólo dicho que era bonita, habría sido uno más, en lugar de eso dijo buenísima, así de duro y directo. Si hubiera llegado y dicho sólo alguna vulgaridad hubiera sido otro patán más, pero se presentó y habló como caballero, era la combinación de vulgar y caballero que tanto me gusta.

Desde que mi admirador regresó a su mesa y prácticamente durante todo el desayuno no dejaba de mirarme, yo le regalaba miradas esporádicas, mezclando coquetería y un poco de intimidación en el proceso.

En un momento dado yo también quise pasar al baño, como mi marido estaba de espaldas, al pasar por la mesa de mi amigo lo mire de reojo y sonreí, de hecho no necesitaba pasar por su mesa para salir, fue evidente mi intención de pasarle de cerca, no era tonto y por supuesto que se dio cuenta.

Caminé coquetamente y me di cuenta que me siguió casi de inmediato, íbamos prácticamente juntos pero sin cruzar palabra, nuestro silencio era nuestra mejor comunicación, al entrar yo al baño vi que se sentó en unas sillas que estaban justo afuera, sin palabras me hizo saber que no tenía necesidad de ir al baño, que solo se levantó para estar cerca de mi sin la presencia de mi marido.

Se sentó y colocó su silla justo enfrente del baño de damas, entendí los mensajes y dejé la puerta abierta, yo tampoco tenía necesidad de ir al servicio, lo hice para pasarle cerca y moverme un poco.

Así que me quedé en el espejo jugando a retocar mi maquillaje, los lavamanos ocupan dos paredes con sus respectivos espejos, si usaba uno de las paredes él me vería de perfil, si  usaba el otro, me vería de espaldas.

Las dos eran buenas opciones, en la de perfil podía ver mi silueta, lo paradas de mis nalgas y como resaltan mis senos, además podría hacerme la interesante porque al estar de perfil limitaría mi contacto visual con él.

La segunda opción implicaba poderlo ver mientras me miraba al espejo, además ahí podía apreciar lo pronunciadas de mis caderas, tenía lo posibilidad de coquetear más, hacer contacto visual a través del espejo y tal vez agacharme un poco para prenderlo un poco más.

Me decidí por la primera opción, escogí el espejo que le daba un vista de perfil, jugué un poco con mi pelo y me retoqué el maquillaje, hacía como que lo veía pero de reojo buscaba la oportunidad de identificar que hacía, en cada ocasión que pude mirar, me percaté que no hubo instante que no apartara su vista de mi cuerpo, cosa que me encantaba, mi imaginación generaba una conversación imaginaria en donde él me decía, “que buenota estás” y yo le contestaba “mira todo lo que quieras este cuerpecito que tanto te gustó”.

Entonces se me ocurrió hacer algo más, pasé a los sanitarios, solo para regresar casi de inmediato y lavarme las manos en la otra pared, esto fue solo un pretexto ideal para cambiar de posición y regalarle una perspectiva distinta de mi cuerpo y en especial de mis nalgas.

Intencionalmente duré más de lo habitual lavando mis manos, luego saqué mi crema humectante y la unté sobre mis manos, después me puse un poco de perfume, no en el cuello, no en las manos, no en mis mejillas, lo hice en el inicio de mis senos, evidentemente tenía toda la intención de que lo viera y se diera cuenta.

Estaba tratando de alargar lo más posible el proceso, así que como acto final, saqué mi labial y con ese pretexto me acerqué al espejo lo mas que pude, al existir de por medio los lavamanos, naturalmente tuve que sacar mis nalgas para acercarme lo suficiente, como pueden imaginarse todo esto tenía como objetivo mostrarme y provocar a mi invitado más que el cuidado de la belleza de mis labios.

Mientras me maquillaba, volteé a verlo por el espejo y vi que no perdía detalle, me sonrío y yo le correspondí pícaramente, al tiempo me hizo una seña con sus manos, levantó su dedo índice y lo hizo girar en señal que me diera la vuelta, así lo hice me volteé y me puse de frente a él, puse mis manos sobre el lavamanos y posteriormente levanté mis manos y las puse a la altura de mis hombros y baje ambas manos hasta mis caderas, con esto le decía sin palabras “satisfecho? mira mi cuerpo de la cabeza a los pies”.

Acto seguido solo le sonreí nuevamente y me dispuse a salir, al pasar a su lado nuevamente me acerqué lo más que pude y con toda intención caminé los más despacio que pude, mi trasero pasó cerca de su rostro y puede notar como no se cansaba de observarlo. Gracias a que no había muchas mujeres en el lugar tuvimos mucha privacidad en el proceso.

Regresé a la mesa con mi marido, me preguntó si todo estaba bien y le dije que sí, que todo bien, que solo eran cosas de mujeres.

Acto seguido vi regresar a mi admirador, para mi sorpresa no regresó a su mesa, se dirigió a la nuestra¡¡. Me sentí morir, estaba nerviosa; de que sería capaz este tipo? Realmente no lo conocía, me habría arriesgado más allá de lo necesario?

Al final no había pasado nada, y podía salir de la situación, eso me tranquilizaba así que respiré, se dirige a nosotros y nos dice:

-          Disculpen la interrupción pero quisiera pedirles un gran favor

-          Claro, gusta sentarse (dice mi marido)

-          Claro muchas gracias

-          Dígame, a sus ordenes

-          Sabe que soy un huésped en el hotel, me tuve que quedar de fin de semana porque no pude terminar ayer mi trabajo, así que regreso el lunes y me quedé aquí varado el fin de semana.

-          Qué lástima y en que podemos ayudarlo?

-          Sólo quisiera que me recomendaran qué hacer el fin de semana, pude adivinar que ustedes son de aquí ya que vienen en pareja, no me siento cómodo interrumpiendo a las señoras y el resto de las persones parecen huéspedes como yo del hotel, no quise interrumpirlos en su tiempo de calidad como pareja, nuevamente una disculpa

-          No hay problema hay tiempo para todo, y cómo qué le interesa hacer?

-          No sé, seguro comer bien, luego hacer un poco de turismo

La verdad mi participación en la conversación fue mínima estaba sorprendida con el comportamiento y osadía del tipo, quién de repente está platicando de lo más campante con mi marido, por su parte a mi esposo le encanta socializar y siempre está tratando en mejorar su networking.

De esta forma le diseñó todo un programa de cosas que hacer el sábado y el domingo, Roberto por su parte nos contó que era un empresario, que era originario  del norte del país, al parecer era un hombre de negocios exitoso, vestía impecablemente, educado, culto, de complexión alta y fornida.

Mi marido y Roberto encontraron varias líneas de trabajo en común, ambos eran profesionistas exitosos en sus áreas de acción, intercambiaron tarjetas y pensaron que era buena idea mantener contacto.

Nuestro nuevo amigo se ofreció a pagar nuestra cuenta y aceptamos, al despedirnos nos dijo:

-          No quisiera ser inoportuno pero ahora son las únicas personas que conozco aquí, voy a hacer turismo todo el día y no me gusta cenar solo, me deprime un poco, quisiera invitarlos a cenar al lugar que quieran

-          Muchas gracias, pero no podemos, tenemos un compromiso (contestó mi esposo).

-          Tenemos una cena en nuestra casa, si gusta puede acompañarnos (aún no sé por qué dije eso)

-          Me encantaría, estás de acuerdo?

-          Si claro, mi esposa tiene razón, te vemos en la noche en nuestra casa

Creo que mi subconsciente me jugó una mala pasada, me había gustado todo del tipo, su físico, pero sobre todo su actitud, su seguridad, su confianza, su evidente deseo hacia mí.

Al salir, mi esposo se sorprendió un poco por la invitación, no estaba molesto, solo sorprendido:

-          Por qué lo invitaste?

-          Estaba tratando de ser atenta y pensaba que tú lo hubieras hecho pero te detenías por mí, siempre me has dicho que en cualquier lado puede aparecer una oportunidad de negocios y hay que estar atentos no?

-          Es cierto, siempre es bueno ampliar tu red de conocidos

Como decía teníamos una cena con algunos amigos en nuestra casa, nada formal, he de confesar que para el evento volví a tomar un baño, me maquillé y me peiné a conciencia, usé mi mejor perfume y mi lencería favorita.

En condiciones normales igual lo hubiera hecho para mi marido, pues siempre terminaba violándolo después de estas fiestas, pero esta noche estaba un poco confundida no sabía si me arreglaba para mi marido o para nuestro invitado.

Como era una reunión informal, me puse una minifalda de mezclilla y una blusa de tirantes entallada y con un leve escote, usé unos tacones altos, le verdad me gustaba bastante mi atuendo, para rematar usé unas extensiones de pelo que creo que me hacían ver más atractiva.

Nuestra casa es de tres pisos, en la parte arriba está una área social, tenemos un cuarto  grande de entretenimiento donde tenemos una televisión muy grande, una cantina y una mesa de billar, también hay un tubo que uso para practicar pole dance y para hacerle shows a mi marido cada vez que se ofrece, además hay una terraza que tiene una vista muy bonita de la ciudad y en donde solemos comer cuando tenemos invitados.

Nuestro amigo fue el primero en llegar, a diferencia de la mayoría de las personas que se dan una margen de tolerancia en la reuniones y llegan varios minutos tarde, Roberto llegó puntual al evento, tan puntual que todavía no estábamos del todo listos, de esta forma ayudó a mi esposo con la parrilla y en general con los últimos preparativos, fue muy amable y correcto, a diferencia de lo ocurrido en la mañana, sus miradas hacía mi fueron diferentes, sin la menor intensidad, descaro o morbo.

He de confesar que me desilusionó un poco, pero también me tranquilizó mucho, no pienso bien cuando me excito, tal vez la relación que empezaba a desarrollar con mi marido lo hacía detenerse, tal vez no le gustaba yo tanto o tal vez se hacía el interesante.

Al tiempo fueron llegando los invitados, cenamos y nos quedamos en la terraza para seguir conversando y bebiendo, con los tragos, el ambiente se fue poniendo más divertido, con los tragos llegaron también las miradas, en varias ocasiones al voltear a ver a mi invitado lo sorprendí mirándome, pero para ser franca en otras tantas ocasiones él me sorprendió mirándolo.

El tercer piso tiene su propio baño, en una de mis visitas al baño, al salir me di cuenta que Roberto estaba afuera esperando

-          Hola

-          Hola Dani

-          Qué bueno que pudiste venir?

-          No me lo iba a perder de ninguna manera

-          Y eso?

-          No podía dejarte ir, tenía que seguir viéndote, es como una adicción

-          Si así lo parece, vas a entrar?

-          No sólo buscaba un pretexto para conversar contigo

-          No era necesario

Regresamos a la fiesta estuvimos conversando un rato en la terraza, a partir de ahí tuvimos platicas esporádicas, aprovechamos cada momento para conversar sin despertar sospechas, en cada conversación coqueteábamos un poco más.

En una de nuestras conversaciones me dijo:

-          Oye no pude evitar ver el tubo, y eso??

-          Practico pole dance

-          En serio?? Que padre¡¡ las divertidas que se debe dar tu marido¡¡

-          Pues si, no te lo niego, me gusta mucho, así que las divertidas nos las damos los dos

-          Y será que un día te pueda ver bailando?

-          Pues nunca se sabe, yo con gusto, lo que sea por el arte¡

Regresamos a la fiesta, las horas y las bebidas pasaban y cada vez teníamos mejor ambiente, como siempre, al retirarse algunos invitados se quedaron solo los de más confianza, algunas parejas con las que nos llevamos muy bien.

De pronto a uno de los hombres se lo ocurrió una idea muy interesante

-          Hey Dani, te acuerdas que ya llevas varias reuniones prometiéndonos que les vas a dar unas clases de tubo a nuestras parejas

-          Si recuerdo

-          Por qué no lo hacen ahora?, ya nos lo prometieron mucho

-          Ehhh, no sé, depende que diga mi marido y la gente, no sé, además que va a decir Roberto, no lo quiero incomodar

-          Por mí no hay problema naturalmente, es más, en serio si lo quieren hacer y yo incomodo me retiro, ya fueron muy amables conmigo

-          No, no para nada (contestó mi esposo)

Le preguntaron a mi marido y a las chicas qué opinaban, ninguno decía que si o que no, todos estaban entre apenados y aventados.

Al final vi una oportunidad perfecta para bailarle a mi nuevo admirador y disimuladamente presionaba para el sí, cuando las chicas argumentaron falta de ropa adecuada, les dije que yo les prestaba, cuando dijeron que no sabían nada, les decía que era muy fácil, que les pondría solo los pasos básicos.

Una cosa llevó a la otra y al final todos se animaron, las chicas pasaron a cambiarse y salimos, todas usamos shorts entallados con blusas largas para no enseñar de más

Comencé enseñarles unos pasos básicos y la sesión era todo menos sexy, como no tenían práctica, entre risas, el alcohol y el relajo, fue más una serie de chicas dando vueltas, cayendo y riendo, cero morbo.

Al final una de las chicas dice:

-          Oye Dani, ya para terminar por qué no nos haces un demostración en serio, nunca te hemos visto

-          Si mi marido me da permiso…

No pudo decir que no, tampoco le costó gran trabajo, de celos no tiene nada.

Entonces me dispuse a bailar, con el pretexto de que iba a bailar toda una canción, amarré mi larga blusa a la cintura, dejando ver mi abdomen, mi arete en el ombligo, pero sobre todo mi enorme trasero.

Bailé una canción, traté de no pasarme de la raya en la sensualidad y usar más bien malabares con el tubo que son más difíciles y menos sexys, a pesar de ello pues no todo pueden ser marometas y hubo un poco de baile en el proceso, mientras estaba en mi acto, buscaba brevemente la mirada de mi invitado como para hacerle ver que le estaba dedicando mi actuación.

Al terminar, aplausos y felicitaciones por mi desempeño, mi marido me besó y todos se pusieron en línea para felicitarme, al tocarle el turno a mi nuevo amigo, me pegué lo más que pude a él para que sintiera mis tetas sobre su pecho.

-          Muchas gracias¡¡

-          Ves, uno nunca sabe cuándo se va dar la oportunidad

-          Eso es lo que quiero, oportunidades

-          Eres de lo  peor, me traes algo de tomar por favor?

-          Claro

Las mujeres pasamos a cambiarnos, me volví a poner la minifalda y la blusa de tirantes que traía antes, al regresar llevé conmigo unas mantas, al caer la noche a veces suele bajar la temperatura y a la gente le gusta estar en la terraza, al regresar ya se encontraba el grupo en un ambiente más relajado, se habían hecho dos grupos, uno estaba de pie al fondo de la terraza y el otro estaba sentado en torno a la mesa.

Las mujeres estaban sentadas en la mesa y ahí solo había dos hombres, entre ellos Roberto; mi marido  estaba en el segundo grupo solo con hombres.

Al regresar decidí no romper el orden y no interrumpir a los hombres, en la mesa había dos lugares disponibles uno de ellos justo enseguida de mi invitado; había que ser una buena anfitriona, no creen?

Como las sillas no eran suficientes, habían juntado una mecedora para dos personas, en ella estaba sentado mi amigo, así que me senté justo al lado de él.

Seguimos platicando y bebiendo, a los minutos nos dimos cuenta que la temperatura había cambiado y hacía un poco de frio, nada fuera de lo normal pero las mujeres somos friolentas y como el evento empezó de tarde-noche pues nos habíamos vestido para el calor.

Entonces me levanté para ir por las mantas, las chicas lo agradecieron porque empezaban a sentir frio, al regresar a sentarme le dije a mi amigo:

-          Quieres compartirla, es la última, o no tienes frio?

-          Sabes que si tengo un poco, no venía preparado

Entonces compartimos la manta y seguimos conversando, fue cuestión de minutos cuando aprovechando la mesa y la manta, Roberto se acercó poco a poco a mí y comenzó a acariciarme las piernas, yo me sorprendí un poco, la primera vez cortésmente le retiré la mano, no tardó prácticamente nada en volver a hacerlo, me di cuenta que no se podía hacer mucho contra la determinación de este tipo, además me gustaba, me gustaba bastante.

Al sentir que avanzaba sin rechazo ponto empezó a tomar más confianza, pasó de la rodilla al muslo, primero tocaba mi muslo por la parte de enfrente, luego lo acariciaba peligrosamente en el lado interior.

Al ocupar este territorio del muslo interior estuvo un rato sobándome las piernas muy rico, yo me mojaba y bien a bien no sabía que hacer o como parar.

Siguió avanzando y al poco ya buscaba explorar mi conchita, yo lo sentí brevemente y me sentí morir, me encantaba lo que hacía justo enfrente de todas estas personas y en las narices de mi esposo.

Entonces me levanté para ir al baño, él se quedó un tanto desconcertado, seguro sospechaba que se le ha pasado la mano, lo cual seguramente es cierto, regreso del baño, puedo escoger el otro lugar pero no hay mantas, así que regreso a donde mismo y me siento con él nuevamente y me pego a él, se ve que duda un momento en regresar a donde se quedó, decidido vuelve al ataque, comienza en los muslos, explora de manera fugaz esa zona y sigue hacia mi conchita, ahí se da cuenta que ya no llevo ropa interior¡¡ he aprovechado mi ida al baño para quitarme la tanga, además para ayudarle mejor con el trabajo me he sentado sobre la falda, de tal suerte que mi culo desnudo está pegado contra el asiento de la mecedora y mi falda está completamente levantada.

Se da cuenta, me mira y sonríe en señal de agradecimiento, yo le correspondo y comienzo a mecerme un poco, creo que esto ayuda también en la manoseada que me está dando, estamos un rato ahí y yo estoy en el cielo, cada vez más caliente, estoy ardiendo, quiero gritar quiero llevarlo a mi cuarto para que me coja ahí mismo pero no puedo, como puedo ahogo mis gemidos, quiero también mover las nalgas como me gusta cundo me dedean pero es imposible, me queda la mecedora como mi mejor movimiento y lo aprovecho.

El invitado se hospeda descaradamente en mi cuerpo, y el orgasmo está cerca, muerdo mis labios, aprieto mis piernas y muevo más rápido la mecedora, de manera increíble aguanto mis gemidos y tengo un orgasmo silencioso, no es el mejor porque le faltan los gritos, pero lo morboso del momento lo compensa y lo hace intenso, lo bueno es que me hace calmarme un poco y recapacitar en la locura que estoy haciendo.

Me levanté entonces con el pretexto de ver si se les ofrecía algo de tomar en el otro grupo donde se encontraba mi marido, entonces aprovecho y me integro al otro grupo, con toda intención evito a Roberto el resto de la noche, la velada está por terminar, y no queda mucho para que los invitados se retiren.

Creo que de manera intencional Roberto se queda hasta el final , es el último en irse, creo que está buscando un espacio para estar conmigo pero no pasa, se queda y nos ayuda a recoger el desorden, al terminar de limpiar se dirige a mi marido

-          Gracias por invitarme, la pasé muy bien

-          Qué bueno que te divertiste

Y que si se había divertido el invitado ehh¡¡

-          Quieres tomarte un tequila antes de irte

-          Claro con gusto, no quiero ser inoportuno, pero te lo acepto

Se quedaron un rato y yo bajé a la cocina, tardaron 15 o 20 minutos en tomarse su tequila y yo aproveché para ponerme la pijama, me quite el bra y me puse un camisón para dormir.

Ya no vi a Roberto, al salir él, yo estaba en la habitación, solo los oí despedirse, desde la puerta se despidió de mi con un grito; sentí alivio de no tener que despedirlo.

Mi marido subió entonces, se desnudó y empezó a lavarse los dientes, en eso sonó el timbre

-          Dani puedes abrir por favor, seguro es alguien que se le olvido algo

-          No puedes ir tú?

-          Tengo que terminar de lavarme los dientes y vestirme, me ayudas por favor?

-          Ok

Como podía esperarse era Roberto, al abrir la puerta me devoró los senos con la mirada

-          Hola perdí la tarjeta de tu esposo y quedamos de hablar mañana

En eso se acerca a mí y toma mis nalgas, yo no sé qué hacer, el rato toma mis tetas, las saca y comienza a besarlas, a lo lejos mi marido me grita

-          Quién era?

-          Es Roberto, se le olvidó pedirte una tarjeta de presentación

Mientras decía eso el tipo masajeaba con desesperación mis tetas, las chupaba y las mordía, era delicioso.

-          Ok me lavo los dientes, me pongo algo y bajo, atiéndelo por favor

-          Siii, siii, yo aquí lo atiendo

Lo tomo de la nuca y lo llevo a mis labios, lo beso con pasión

-          No tienes limites verdad cabrón¡¡ estás en mi casa cabroncito¡¡

-          Lo que pasa es que me tienes pendejo Dani¡

-          A si¡¡ eso me encanta¡¡ que de deseen tanto¡ a mí también me tienes bien caliente cabrón¡¡

Lo jalé a la cocina, al llegar ahí de inmediato me arrodillé y le bajé el pantalón, tomé su verga en mis manos y se la mamé con desesperación, sé que mi marido nunca encuentra nada y a eso me arriesgo, al poco rato escucho:

-          Dani, has visto mis tarjetas?

Saco la verga de mi boca y mientras la pajeo y la miro fijamente, le grito a mi esposo:

-          Están en el nuestro cuarto en el cajón que está del lado en que duermes

Mientras hablaba no le quité la vista a la verga que tenía en la mano; confieso que mentí, sabía que no estaban ahí, eso me daba tiempo, en lo que buscaba, no las encontraba y volvía a gritar, así seguí con mi trabajo mamando como loca, haciéndolo contra reloj, sin dejar de mamarla me incorporo y se la mamo de pie, así sería más fácil incorpórame si mi marido llegaba.

-          Te gusta cabrón?

-          Mucho

-          Más te vale que termines rápido, si oyes a mi marido llegar corre al baño del cuarto de servicio

Al cuarto de servicio está pegado a la cocina, mi marido bajaría por las escaleras que estaban al otro lado de la casa, así que podía levantarme rápido y meterlo al baño.

Seguí mamando y mientras yo misma me acariciaba el clítoris para tratar de terminar, al poco rato escucho:

-          Dani no las encuentro; estas segura que están aquí

Vuelvo a sacar su verga de mi boca y mientras lo masturbo grito

-          Entonces están en el cuarto de invitados en el primer cajón

-          Ok

Ahí si estaban, así que sabía perfectamente que tenía unos segundos, mamé más rápido pero él no terminó, me quité los calzones y se los entregué

-          Ve al baño toma mi tanga y termina en ella y déjala en el baño, papi quiero tu semen

Así lo hizo, mi marido  bajó casi al instante, mientras, nuestro invitado estaba en el baño de servicio, sacando su calentura, al salir, mi marido le entregó la tarjeta y volvieron a despedirse

Mi esposo lo acompaña a la puerta y yo voy al baño por mi tanga, los escucho despedirse, en el baño, llevo mi tanga a la boca, me como su semen y me masturbo, mi marido sube a la habitación y yo me quedo ahí tocándome como desenfrenada, por fin puedo gozar mi orgasmo, de pie gimo y aprieto las nalgas

-          Ahhhhhhhhhhhh, mmmmmmmmmmmm¡¡¡¡ ohhhhh¡¡

Me quedo un rato sentada en el piso y regreso a mi habitación ahí violo a mi marido sin piedad, no lo dejo ni meter la manos, lo cabalgo con fuerza y por fin me quito las ganas con una buena verga¡¡

Ha sido un gran día¡¡ lo que no sé es si voy a volver a ver a tan diligente invitado….

CONTINUARÁ.....

Me gustaría compartir que la publicación de la presente historia obedece a que he llegado al millón de accesos; muchas gracias a todos los amables lectores¡

Besos a la persona que ha inspirado esta historia¡¡