El invitado
Un joven llega a la vivienda de una chica y tienen un pasional encuentro con final extra morboso.
(La escena se ubica en un rellano semi-oscuro, vagamente iluminado por la tenue luz del atardecer casi veraniego. Un hombre corriente acaba de subir varios pisos y se muestra decidido a picar el timbre. Lo hace.)
-Bueno, bueno, bueno... Veo que esperas una visita importante.
-¿Cómo lo has deducido?
-Porque has abierto muy rápido.
-¿Solo por eso?
-Y porque llevas puesto el conjunto que más me pone.
El chico se adentra sin pedir permiso, como si fuera su casa, coge a la chica del brazo y la desplaza hacia la puerta ya cerrada. Inmediatamente se posiciona detrás y empieza a recorrer toda la figura de la muchacha por ambos costados. Ambos jadean levemente.
-¿Sabes lo que me gusta que me obedezcas como una perrita sumisa? - le dice susurrándole al oído.
-Uf, sí... Por eso lo hago.
Las manos de dura piel del hombre empiezan a recorrer con más ansias que tacto la tripa de la chica. Esporádicamente tocan y aprietan un poco las tetas de Julia por encima del sujetador de encaje negro mientras él ejerce cada vez más presión contra ella, que intenta dejar un hueco con la pared para que el hombre la sobe cómodamente. De repente, las manos de Pedro empiezan a jugar por encima de las braguitas culottes semi-transparentes de la chica, para a los pocos segundos introducirse en ellas, buscando los labios y el clítoris.
-Esto está encharcadísimo. Qué cerda te has puesto. Jadeas como un asmático.
Entonces, se escuchan unos pasos del exterior. Un joven vecino sube hacia su vivienda. Al llegar al rellano oye unos ruidos extraños provenientes del piso de Julia. Se asoma y pega la oreja a la puerta. Puede oir perfectamente los gimoteos de Julia y, más levemente, el chapoteo inconfundible de una vulva mojada siendo masturbada con cierto salvajismo. Sufre inmediatamente una erección tremenda que provoca que huya despavorido a su casa para masturbarse compulsivamente en la comodidad de su sofá recreando lo ocurrido.
-La pillada del vecino te ha puesto todavía más cachonda, perra. -Saca su mano de las bragas y se la pone justo delante de la nariz.- Huele tu perfume de cerda viciosa. Eso es, ahora lame los dedos que te están dando tanto placer. Sí... Eso es, putita. Qué vicio tienes. La tengo durísima. Vas a tener que trabajarte este rabo.
Acto seguido la vuelve a coger del brazo y se la lleva al salón.
-Hazme un strip-tease. Quiero ver cómo bailas.
Dicho y hecho, Julia empieza a contonearse de forma coqueta por el salón. Primero da unos pasos hacia él, después se da la vuelta, se da un cachete en el culo, y finalmente agarra un cachete con cada mano, abriendo las carnes y le muestra el bulto inferior que genera su vulva en las bragas. Se gusta. Sabe que Pedro está cachondísimo. Pero, no contenta con ello, decide quitarse el precioso sujetador, todavía de espaldas, para acto seguido darse la vuelta con cara pícara y sonriente. Pedro, entre jadeos, dice:
-No aguanto más. Vamos a ver qué tal te desenvuelves con la boca, zorrita.
Ella, obediente, se acerca a él, le baja la bragueta y se encuentra con el pene del hombre.
-¿No llevas calzoncillos, guarro?
-Es para ahorrarte tiempo, puta. Deberías darme las graci-aaasss... Ufff, qué boquita más caliente. -dice, mientras Julia empieza a introducirse el pene cada vez más hondo.- Eso es, lubrica bien, putita. Estimula bien el glande como te he enseñado.
Julia, con su mayor cara de pilla, se detiene para quitarle la camiseta y bajarle los pantalones con cuidado.
-Con iniciativa propia, así me gusta, zorra. Ahora vuelve a tus tareas.
La chica siguió con la felación sin olvidarse de estimularle también los huevos. Chorros de saliva se le escapan de la boca y caen sobre el pubis de Pedro hasta que éste decide que es momento de ir a la acción:
-Bueno, puta, creo que es hora de que tu conejo se trague mi zanahoria, ¿no? Ja, ja, ja... Cabálgame como la guarra que eres. Lo estás deseando.
Ella, de nuevo obediente, se yergue, posa una rodilla sobre el sofá a cada lado del muchacho y se aparta la braguita. El contacto visual es mutuo mientras el contacto genital se hace notorio.
-Qué bien te entra mi rabo, coño. Nunca te había visto tan mojada. Pero... He cambiado de opinión. Si me cabalgas supone que tienes cierto control sobre esto, y no queremos que eso sea así, ¿verdad, guarrilla?
-No.
-Claro que no.
Sin desengancharse, Pedro se levanta con ella encima y la lleva hasta la mesa del comedor, donde la coloca quedando ésta boca arriba. Inmediatamente después, el joven empieza a bombear con fuerza. Ambos sienten un calor abundante; es la fuerza de la pasión.
-Ah... Ahh... Ohh... Ufff...
-Ffff... Offf
(El inconfundible sonido de los gemidos y el de la colisión entre ambos pubis se expande por todo el piso, que también se encuentra en semi-oscuridad)
Pedro, sin darse cuenta, acelera la velocidad de la penetración mientras lame y mordisquea violentamente las tetas de Julia.
-Vaya tetazas tienes. Y qué vientre plano. La verdad es que lo que tienes de puta lo tienes de cuerpazo. Normal que seas tan guarra. Y es liguero que me llevas...
En este momento el ritmo ya es frenético, casi conejil. Julia se agarra a la espalda del joven y le araña. Está llegando al orgasmo. Y tras otro minuto de sexo desenfrenado, libera un grito de placer que se traslada a los pisos colindantes e incluso a la calle. Sus flujos recorren su piel y caen en la mesa.
-Mira cómo estás poniendo esto, cerda. Luego lo vas a limpiar con la lengua.
Acto seguido se desengancha del coño de la chica y con tono brusco le ordena que se baje de la mesa y se ponga de espaldas a él. Y así siguen otros 5 minutos; Pedro bombeando con ganas y Julia poseída desde atrás contra la mesa del comedor.
El ruido de otro orgasmo se hace notar en la calle. Está tan cachonda que no puede reprimir sus muestras de placer. Se escuchan varios "olés" desde fuera.
-He tenido una idea. Los de tu barrio quieren espectáculo y se lo vamos a dar. Ahora van a conocer tu lado más vicioso.
Vuelve a sacar su polla del coño mojado, la vuelve a agarrar del brazo y la conduce hasta el balcón. Una vez ahí, la vuelve a colocar de espaldas a él y vuelve a penetrarle el coño desde atrás, poseyéndola contra la barandilla. Ambos gimen irremediablemente, ambos se conocen bien y saben cómo darse placer. La tranquilidad del ya anochecer se rompe por los gemidos de ambos. Varios vecinos de los bloques de enfrente salen a sus balcones a contemplar el espectáculo. Un pelotón se reúne en la calle para hacer lo propio. La verdad es que el público pone a los protagonistas más cachondos si cabe:
-"¡Ahí, ahí! ¡Ponla fina!"
-"¡Vaya follada le está pegando!"
Inevitablemente ambos sienten que el espectáculo está próximo a su final. Las terminaciones nerviosas de sus genitales están sobreexcitadas y provocan un hormigueo intenso y pulsacional que recorre ambos cuerpos. Entonces, Pedro se deja ir en un profundo suspiro de alivio. Varios chorros de semen ardiente invaden la cavidad de su compañera sexual mientras ella sufre otro orgasmo intenso. Los vecinos del barrio se funden en un apasionado aplauso al tiempo que comentan lo que acaban de ver.
Pedro y Julia entran al piso conversando:
-Ya sabes, chaval, la próxima vez me toca a mí ser la que corta el bacalao. Te vas a cagar.
-Lo estoy deseando.
(El Sol desaparece definitivamente por el horizonte. Las gentes vuelven a sus quehaceres, pues mañana es día laborable. Este espectáculo de placer será recordado durante mucho tiempo.)