El investigador privado (12)

Cuando me desperté estaba tapado con una manta...

Cuando me desperté estaba tapado con una manta, sin zapatos, estirado con un cojín debajo de la cabeza, y la verdad que el olor que salía de la cocina no estaba nada mal.

Salió Laura con un delantal.

LAURA: ¿Ya te has despertado?, lávate si quieres, la comida está a punto.

YO: Y que bien huele.

LAURA (riendo): Lo ves, ya te he dicho que era buena cocinera.

Comimos con una botella de vino que fuimos alargando toda la tarde, me explicó cosas de su trabajo que se podían explicar y pasábamos el rato de forma agradable, puso la televisión para ver las noticias, salió en una cadena extranjera una rueda de prensa de la Otan, dando explicaciones sobre el escándalo de la bomba teledirigida que falló, había un tío que hablaba y detrás bien colocados habían varias personas, ella me decía, mira, este era el jefazo de mi departamento, este otro supervisa todo el tema de armamento en Europa, la cámara iba pasando y al final estaba de pie aguantándose con su bastón, “voz profunda”.

YO: Ese, ese tipo del bastón, ¿sabes quién es?

LAURA: ¿Lo conoces?

YO: Es el amigo que me dijo que hablara contigo.

LAURA: ¿El que te llamo gilipollas?

YO (riendo): Sí, el mismo.

LAURA: Ese tío es uno de los espías más importantes que ha habido, nadie sabe bien, bien, que hace, pero tiene mucho poder, se escuchan unas anécdotas de su vida que te ponen los pelos de punta, corría la voz de que era tan bueno que la gente pensaba que aparecía y desaparecía de los sitios, supongo que son historias para exagerar al personaje, ¿lo conoces personalmente?

Sonreí, pensando que tal vez las historias que contaban de él no eran tan exageradas.

YO: Te prometo que la última vez que hablé con él me llamó amigo unas cuantas veces, también es verdad que fue quien me pasó las fotos de vosotros en la fiesta, él provocó que nos separáramos.

LAURA: Pues este tío me cae como el culo, que se vaya a la mierda.

YO: También fue el que me convenció que viniera a verte y hablara contigo.

LAURA: Bueno, pues ahora ya no me cae tan mal.

Nos reímos un buen rato y brindamos. Fue pasando la tarde y llegó la noche.

LAURA: Ya que estamos aquí, ¿cenamos?

YO: No sé, ya has perdido mucho tiempo conmigo.

LAURA: No seas tonto, no lo he perdido, lo he ganado.

No sé si aquellas palabras necesitaban una reflexión, pero yo no estaba para hacerla y no quise pensar en ello.

YO: Mejor me voy ya para casa.

LAURA: ¿Prefieres ir a tú casa para estar solo, tú solo en tú casa y yo sola en la mía?, nos podemos hacer compañía, no estamos ninguno de los dos en los mejores momentos pero prefiero estar acompañada que sola, ya he pasado demasiado tiempo así, mira, no te voy a pedir nada, no voy a forzar nada, si estás seguro de estar mejor en tú casa que aquí, de acuerdo, haz lo que quieras, pero estaba pensando en cenar algo ligero y tomarnos una copita.

Me encogí de hombros.

YO: Puede que no sea mala idea la tuya.

Se levantó contenta para meterse en la cocina, yo era perfectamente consciente de que ella estiraba todo lo que podía el tiempo para estar conmigo, nos habíamos querido mucho, tal vez ella todavía sentía amor por mí, era lo más probable, sino porque quedarse en la ciudad, acabado su trabajo aquí se podía haber ido a cualquier parte, pero se quedó, y me había confesado que dejó su trabajo por mí, estaba tonto o que me pasaba, más señales no me podía dar, el que no estaba bien era yo, la separación traumática de mi ex, la desilusión de mis hijos, que ya se veían con una familia unida y les quitamos la ilusión los mayores, los adultos, los que en teoría tenemos que tomar las decisiones correctas para el bien de los que nos rodean y no fuimos capaces de hacerlo, cuando hablé con mis hijos, los pobres con su inocencia de la edad no entendían que había pasado, ni su madre ni yo nos atrevimos a decirles la verdad, me podía imaginar cómo lo debían de estar viviendo ellos con dos inútiles de padres como nosotros, que sí, que nos queremos mucho pero no podemos estar juntos, vosotros que sois menores tenéis que estar con alguno de nosotros por cojones y os jodéis, por nuestros marrones de personas adultas, por no ser capaces de sentarnos y valorar la situación fríamente, yo de ellos hubiera escrito una carta de despido y que nos hubieran mandado a los dos a la mierda.

LAURA: Estás muy callado.

Estaba a mi lado con unos platos con fruta, la ayudé a colocarlos encima de la mesita delante del sofá.

YO: Pensaba en mis hijos, que también se han llevado una buena desilusión.

Laura me miraba en silencio, supongo que esperando por si quería explicarle lo que había pasado tras nuestra separación, pero no me pareció adecuado ni elegante, que le iba a decir, que había vuelto con mi ex pasando los mejores días de mi vida junto a nuestros hijos, que había disfrutado sexualmente con ella de manera espectacular, ya habíamos sufrido bastante los dos por la mierda del caso.

Nos comimos la fruta hablando de cosas para pasar el rato, Laura se levantó para llevarse los platos.

LAURA: ¿Qué quieres tomar?, prepáralo tú por favor.

YO: Vale.

Me dijo que tomaría lo mismo que yo, cuando llevábamos consumida la mitad de la copa.

LAURA: Solo dime una cosa, ¿porqué no habéis acabado juntos?

Pensé durante un instante si decirle la verdad o suavizarlo, nunca le había mentido y no creí que fuera buen momento para empezar a hacerlo.

YO: Estuvimos muy cerca de volver a unirnos toda la familia, pero al final salió ganando como siempre el “joputa” de su padre, me culpó de que lo detuvieran, el cabrón se lo merecía desde hace años pero ella no podía estar conmigo.

LAURA: Pues lo van a “pringar” bien, necesitan un cabeza de turco para que la gente vea que alguien está pagando por este desastre.

YO: Y se llevará a la cárcel a su hija, todo antes de que esté conmigo.

LAURA: ¿Lucharás por ella para unir a tú familia?

YO: Ya no, dos veces Laura, dos veces me ha dejado por él, si hubiera tomado la decisión de quedarse conmigo y los niños, le habría dado toda la libertad para hacer lo que quisiera con su padre, entiendo que lo tenía que ayudar en lo que pudiera, pero no lo hizo, no me quería tanto supongo.

LAURA: Ya te dije que esa mujer no era de fiar.

Me puse serio, o más de lo que estaba, Laura me tocó la cara con su mano, dejé caer mi cabeza en su pecho, notando sus tetas enormes blanditas y acogedoras, no quería llorar pero no pude evitar que me cayeran algunas lágrimas, necesitaba un hombro donde hacerlo y no quería ir con las penas a mis padres que ya eran muy mayores, que mejor que sus tetas con su brazo sujetándome la cabeza acariciándome el pelo para consolarme.

LAURA: Si tienes que desahogarte y llorar no dudes en hacerlo, no dejarás de ser más hombre por ser sensible.

Me dio el pistoletazo de salida para hacerlo a moco tendido, tenía que sacar toda la mierda que tenía guardada y que me ahogaba, me abrazó la cabeza con los dos brazos apretándome contra su pecho, apoyando su cara en mi pelo, fue un pañuelo perfecto para aquel momento, me dio una tranquilidad y un sosiego necesario, me volví a sentar secándome las lágrimas y levanté la copa para brindar con ella.

YO: Muchas gracias Laura, lo necesitaba.

LAURA: Para esto están los buenos amigos, ¿no?.

Moví la cabeza dándole la razón y nos tomamos las copas tranquilamente, se había hecho tarde.

YO: Me parece que ya te he molestado suficiente, es muy tarde.

LAURA: Quédate a dormir.

YO: ¡Laura!

LAURA: Solo tengo una cama, nunca he pensado que algún invitado se quedara a dormir, como no invito a nadie, bueno a ti sí, yo dormiré en el sofá y tú en mi cama, no te vas a ir tan tarde.

YO: Laura que no tengo problema en dormir en mi casa.

LAURA: No, no, te quedas aquí, menuda amiga sería si te dejara ir a estas horas y después de haber bebido, ni hablar, no te preocupes que me he quedado dormida en el sofá muchas noches y duermo bien.

No le costó mucho convencerme, supongo que yo también estaba pre dispuesto, Laura se puso un pijama, sacó una manta del armario y una almohada de la cama, lo puso encima del sofá, me dejó en su habitación y cerró la puerta dándome las buenas noches con una sonrisa, me desnudé y me metí en su cama arropado, descansando mi cabeza en el cojín que debía hacerlo ella, entonces me di cuenta de la idea de la cabrona, el cojín, la cama, todo olía a ella, me impregnaba de aquel olor que tan bien había conocido, me vino a la cabeza las folladas increíbles que habíamos pegado en aquella habitación, como nos habíamos amado y con qué pasión, paso un buen rato y no conseguía dormirme, entonces vi que la puerta se abría, entraba ella con su almohada debajo del brazo de puntillas como una ladrona, con nocturnidad y alevosía, me hice el dormido respirando profundamente, llegó al otro lado de la cama, colocó la almohada, abrió la manta y se metió con cuidado, yo le daba la espalda, noté suavemente como me pasaba un brazo por encima y se enganchaba a mi cuerpo, se había quitado los pantalones del pijama, porque notaba el contacto de su piernas desnudas con las mías y la tela de sus braguitas en mi culo, yo seguí respirando fuerte con los ojos cerrados, me besó la espalda dando un suspiro antes de dormirse.

Me intentaba dormir y no podía, demasiadas cosas en la cabeza sin parar de dar vueltas, después de un buen rato por la respiración de Laura creí que ya estaría dormida, me di la vuelta con cuidado, le pasé un brazo por debajo de su cojín, ella se acercó más a mí y puso su cabeza en mi hombro, yo pasé el brazo por su espalda, hizo un ruidito con la boca como de estar muy a gusto y siguió durmiendo. No pegué ojo en toda la noche, mi cabeza seguía funcionando sin dejarme dormir, la miraba a ella respirando acompasadamente levantando y bajando el pecho, llegó la mañana y yo seguía sin dormir, Laura se despertó con su cabeza en mi hombro y me miró.

YO: ¿Pero tú no ibas a dormir en el sofá?

Me hizo una carita de pena.

LAURA: Es que se está más cómodo aquí y la cama es grande.

YO: La cama será grande pero te has enganchado bien.

LAURA: Es que me tenía que despertar yo primera y me ha salido mal la jugada.

YO: Te salió mal desde el principio, porque cuando entraste estaba despierto y te vi.

Me dio un golpe en el hombro riendo.

LAURA: Serás tramposo, y no me dijiste nada, ¿entonces tú no has dormido?

YO: No he pegado ojo en toda la noche.

LAURA: Hay Dios mío que hombre.

Me cogió la cabeza con sus brazos y me la apretó en su pecho acariciándome el pelo, volvía a notar sus tetas como almohada.

LAURA: Va, a ver si puedes dormir un ratito y descansar un poco.

Allí, con su mano haciéndome una especie de masaje por el pelo, el contacto con su cuerpo calentito debajo de la manta, mi cabeza encima de sus bonitas tetas oliendo su piel, me conseguí dormir, soñaba con ella en aquella casa, como le desabrochaba una camisa que llevaba puesta, le chupaba y lamía las tetas por todos lados, le pasaba la lengua por los pezones poniéndoselos duros, ella jadeaba y gemía suavemente.

No sé el rato que estuve dormido, pero cuando me desperté tenía la cabeza en medio de sus tetas, su pijama desabrochado y abierto.

La miré preguntándole que pasaba.

LAURA: Tío, me has desabrochado el pijama y me has comido las tetas y los pezones pero bien comidos.

YO: Venga ya, pero si estaba dormido.

Le miré las tetas y todavía quedaba rastro de mi saliva por encima de los pezones.

LAURA: Pues te has puesto las botas comiéndome las tetas pedazo de golfo.

YO (nervioso): Laura, yo, yo, no…

LAURA: ¿Tú no qué?, ¿en qué estarías soñando?

YO: Uuummm, no sé.

Se las tapó cruzándose el pijama, me agarró otra vez la cabeza riendo poniéndomela encima de nuevo.

LAURA: Descansa un poco más y haré el desayuno para los dos, golfillo.

YO: Laura te juro que yo no…

LAURA: Cállate anda.

Estuvimos un rato pero ya no podía dormir más.

YO: No puedo volver a dormirme, y lo de tus tetas lo siento mucho.

LAURA: Pues no lo parece porque noto tú “cosita” tiesa en mi pierna desde hace rato.

Tiré el culo para atrás para separarla de ella avergonzado, Laura se levantaba partiéndose de risa poniéndose el pantalón del pijama.

LAURA: Date una ducha fría y nos vemos fuera para desayunar, picha tiesa.

La madre que la parió como se cachondeaba de mí, me hizo reír y en esos momentos también se lo agradecí, me duché, me vestí y desayunábamos juntos.

LAURA: ¿Tienes trabajo estos días?

YO: No, después de todo el lio, me he cogido dos semanas de vacaciones, pensaba en salir unos días algún sitio tranquilo pero no sé dónde ir.

LAURA: Yo te diré lo que te conviene, después de desayunar me visto y pasamos por tú casa para hacer una maletita, de vuelta pasamos para comprar comida y bebida y te quedas los días que quieras aquí en casa.

YO: ¿Y eso es lo que me conviene?

LAURA: Por supuesto, donde vas a estar mejor que aquí para recuperarte, con una buena amiga que te hace reír, que te escucha tus problemas, te entiende y te cuida, es perfecto.

YO: Claro y compartiendo cama.

LAURA: Ya has visto que es la única manera que tienes de dormir.

YO: Pero que cara tienes más dura, ¿tú sabes cómo acabaremos si me quedo unos días?

LAURA: ¿Yooo?, no.

Los dos sabíamos perfectamente como acabaría aquello, yo no me notaba todavía al cien por cien de mis capacidades para enamorarme otra vez de ella, pero era tan divertido estar a su lado en aquel momento que me hacía olvidarme de mis pajas mentales, pasamos por mi casa, fuimos a comprar comida a un centro comercial y aprovechamos para almorzar allí, volviendo por la tarde a su casa, colocamos la compra en la cocina y nos sentamos en el sofá, yo me senté y ella se estiro boca arriba con su cabeza encima de mi paquete.

YO: Que confianzas tienes con un amigo.

LAURA: Un buen amigo, ¿no?

YO: El mejor que encontraras.

Volvimos a reír.

LAURA: Me gusta que te rías, eso quiere decir que estás mejor.

YO: Cómo no me voy a reír contigo con lo payasa que eres. ¿Y qué planes tienes, qué haremos?

LAURA: Esta tarde la pasaremos en casa que tengo que seguir con tú tratamiento psiquiátrico…

Nos descojonábamos de risa.

LAURA: Y mañana por la mañana te sacaré a dar una vuelta por la montaña, para que te relajes viendo los riachuelos, los pajaritos, los arboles y mi coño.

YO: ¿Qué has dicho?

LAURA: Que te llevaré a ver un madroño.

YO: ¿Un madroño?

LAURA: Sí claro.

La que se moría de risa ahora era ella sola, se quedó un buen rato en aquella posición, yo acabé acariciándole el pelo y la carita, entendí perfectamente el tratamiento psiquiátrico de que iba, conseguía que poco a poco fuera cogiendo confianzas con ella, después nos tomamos algo mirando una película de “espías”, manda huevos, ella estaba arrodillada de lado con su cabeza en mi hombro, de tanto en tanto me agarraba una mano aprovechando los momentos críticos de la película que yo también se la apretaba, esa chica sabía más que los ratones coloraos, me iba preparando despacio para llegar al momento cumbre sin prisas, sin forzar la situación, me conquistaba poco a poco invadiendo mi terreno sin que casi me diera cuenta, esperando que yo cayera en las redes de su amor, me maduraba como a la fruta con el paso del tiempo y sabía hacerlo muy bien, porque yo la miraba de otra manera cuanto más tiempo pasaba con ella, claro que tampoco era muy difícil, era guapa, simpática, cariñosa y tenía un cuerpazo para que negarlo.

Cenamos con una botella de vino que nos desinhibió bastante a la hora de ir a dormir, entramos en la habitación, Laura se quedó en braguitas para ponerse la chaqueta del pijama, yo intentaba no mirarla pero es que era imposible, ella sonreía disimulando sabiendo que la había repasado mientras se vestía, me quedé en boxes y me puse una camiseta para dormir, nos metimos en la cama cada uno por un lado, nos mirábamos acostados de lado, yo no tenía muy claro que hacer, Laura me sonrió mirándome a los ojos y acercó su cuerpo al mío, pasándome un brazo por encima de la cintura escondiendo su carita entre mi hombro y mi cuello, yo la rodeé con un brazo acariciándole la espalda, me dio un beso suave en el cuello.

LAURA (susurrando): Buenas noches amigo.

YO (susurrando): Buenas noches cara dura.

Se oyeron unas carcajadas en la noche y dormimos.