El internado perdido

Jóvenes son contratados a trabajar en un instituto donde son atendidos por maestros muy especiales...

EL INTERNADO PERDIDO

Llegamos al lugar con unas ansías tremendas de cambiar el mundo. Éramos soñadores y estúpidos de alguna forma. Creíamos que íbamos a mejorar la humanidad en la proporción que nos tocaba. Nos recibió el Maestro Miguel, un hombre tosco y maduro , de cabellos grises y hondos ojos azules.

__¡Miren muchachos, lo principal aquí es cuidar a los internos… no queremos sorpresas…

__Debemos estar atentos…__comento Pedro

__¡Siempre atentos!!

__¿Y cómo debemos actuar?__ preguntó Héctor

__En lo posible avisando, la situación, si es inevitable deben actuar ustedes…

__¿Actuar cómo?__ pregunté

__Interviniendo, no con violencia por supuesto…eso se deja para el último de los casos, como algo inevitable…

__Entiendo, entiendo…

__De todas maneras, son cincuenta que ya son mayores de edad y les digo que no hemos registrado casos de violencia en estos últimos años, podría decirse que el internado es modelo…

Éramos jóvenes, tanto o iguales que a quienes debíamos vigilar y ayudar. Nos fueron dejando en habitaciones individuales. Con camas preciosas y cómodas. Televisor, una amplia mesa de trabajo, computadora, muy confortable todo y además un baño muy bien instalado.

Teníamos algunos libros en una pequeña biblioteca. Nos habían sugerido descansar, ya que luego nos vendría a visitar el Maestro Paco para ultimar detalles.

Me había dado un baño y recostado muy suelto de ropa, tapado apenas con una fresca sábana. Los primeros días del verano se estaban haciendo sentir.

Me desperté de mi somnolencia cuando sentía que alguien acariciaba mis muslos gruesos y bien formados .

__¡Oh que bien formado estas!__ dijo la voz

__¡Pero, que es!

__¡¡Shhhh!! ¡Tranquilo!¡¡Soy el Maestro Paco!

__¡Oh bien, ahh!

__¡Vengo a presentarme!__ mientras decía esto ya había bajado mi calzoncillo y sus manos me estiraban la pija que intentaba crecer por aquellas caricias sádicas.

__¡Bien creo que nos llevaremos bien!!¡Tu cola esta tan bien formada!!!__ la sábana voló no sé donde. Tomaba la punta de mi verga con la yema de los dedos y apenas la rozaba y ya me sentía duro y erecto. Mis gemidos me delataban.

__¡¡Aha, veo que te gusta, eh!!__ diciendo así hundió un dedo en mi culito que iba tomando temperatura ardiente. Gemí primero y tiré hacia atrás mi cola instintivamente, provocando que el dedo se hundiera profundo.

__¡Ohhh muy bien bebe, muy bien, me calentas!¡He leído tu expediente!

__¡Ahhh!¿Y qué dice?

__Así que vivías en el campo…

__¡Ay, sí, sí!__ el dedo iba y venía por mi esfínter que se abría en cada masaje. Resoplaba con un dedo en el orto y otros dedos que acariciaban certeramente mi pija endurecida.

__Sé que vivía con tus primos…

__¡Si, sí, ahhh!

__¿Te gusta?

__¡Claro Maestro!!

__Tu primo mayor…

__¿Qué pasa con el?¡Ohhh!!__ dos dedos y mi ojete se abrió por completo totalmente excitado.

__¡Que tuviste algo con el!

__Me perseguía todo el día…¡¡ay…ay!!__ dije yo y el Maestro metió su lengua en la oreja.

__¡Si dime, dime!!___mi verga explotaría en cualquier momento

__¡Quería cogerme!¡Le gustaban los varones!

__¡Pero así de la nada!!

__¡Un día nos vio a mi y a mi amigo en la orilla del río!

__¿Que hacían?¡¡Uhhh!!

__¡¡Nos tocábamos las partes!!!__ al decir así el Maestro Paco agarró una de mis manos, la llevó hacia atrás, donde se encontraba su cuerpo estirado e hizo que llegará a un garrote sublime. Duro. Parado. Nervioso. Lo tomé con ganas y empecé a masajearlo.

__¿Así te tocabas con tu amigo?

__¡Sí así, oh que duro está Maestro!

__¡¡Sigue acariciando, sigue, ahh, me gusta!...¿Y que paso entonces?

__¡Ahh…un día me cansé y dejé que me tomará!¡Era un poco rudo al principio, pero después aprendió a tratarme…ohhhh!!__ sus dedos inquietos perforaban mi ojete sediento de pija.

__¿Y donde fue?¡Dime!__ preguntó el Maestro Paco mientras apoyaba la cabeza de su chota en mi entrada dilatada y ansiosa.

__¡Fue una siesta en el río…ohhhh…habíamos estado tomando…Uhhh…vino…vino si…ahhh…__la poronga entraba de a poco en mi interior, lo recorría, pugnaba y entraba

la baba de mis jugos y sus propias gotas hicieron que el perno delicioso se perdiera en mi ojete.

__¡¡Entonces empezó a tocarme…y…y..a besarme el cuello y me quitó la ropa y luego…me besó el culo..y ahhhhh, así, así…entró en mi…ohhhh me encanta!!__ gemía y resoplaba mientras la poronga se hundió toda dentro de mi. Empezó a bombearme, primero lento y luego fue imprimiendo velocidad, en tanto me apretaba los huevos y mi verga, la masajeaba, la apretaba, la acariciaba, y me bombeaba. Me chupara la oreja y mordía mi cuello. Estallé en sus manos, luego pasó la crema por mis labios, chupé sus dedos con mi propio jugo y lo disfrutaba al máximo. Era una locura.

De pronto se aferró a mis tetillas y mientras las pellizcaba me llenaba el orto con su leche abundante y espesa, gimiendo y gritando como un salvaje. Cuando se detuvo, tomo aire y me beso en la boca profundamente.

__¡Ahhh perra, como has hecho gozar, me gustas mucho…pero ahora debo ir a darle la bienvenida a tus compañeros, no somos exclusivos de nadie y ustedes tampoco!!__ se vistió y salió de mi cuarto.

Quedé solo y pensando, mientras los jugos me chorreaban por las piernas. Temblaba de placer. La había pasado tan bien.

Tomé una toalla y fui al baño a darme una ducha. Estuve un rato bajo el agua tibia y refrescante. Ya salía de debajo del agua y escuchó el ruido en la puerta. Tomé el toallón y me secaba y de repente el Maestro Miguel estaba parado delante de mi.

__¡Hummmm pero que bello cuerpo tienes!__ dijo el Maestro acercándose a mi y tomando la toalla. Comenzó a secarme por todos lados. Cuando llegó a mis genitales los apretó y los acarició a través de la tela.

__¡Oh parece que tienes una inflamación muy grande!¡Creo que deberé ayudarte con esto!!__ diciendo así se coloco de  rodillas y comenzó a darle pequeños besos a mi pija que estaba alzada y dura al máximo.

Metió la verga en su boca y empezó a chuparla y yo gemía de placer, allí parado en medio del baño. Algunas gotas de agua caían por mi cuerpo caliente y arrebolado. Con sus dedos sopesaba mis bolas, llegaba con la lengua y las humedecía de una manera sutil y enfermante.

__¿Ha pasado el Maestro Paco ya?__ preguntó en un momento que dejó mi pija

__¡Si…ahhh….sí!!

__¡Te ha dado la bienvenida entonces!!__ engulló mi instrumento otra vez bañándolo en saliva. Chorreaba por sus labios, aglotonado y lleno. Se ahogaba porque la metía hasta el fondo de su garganta. Yo me sacudía en un vaivén infernal y ahora el se aferraba a mis nalgas carnosas y las estrujaba, en tanto yo le regalaba mi néctar y el Maestro Miguel tragaba todo.

__¡Ohhh exquisito manjar muchacho!!!__ seguía limpiando mi espada, pasando su lengua una y otra vez hasta dejarla brillante.

Se puso de pie y tomándome la mano me llevó a la cama. Allí me puso en cuatro patas y el sin decir agua va comenzó a lamerme el culito. Su lengua perforaba mi anillo. Lamía las nalgas y las mordisqueaba con gran tesón y experiencia.

__¡Ahh que agujero sublime!!__ exclamaba con gran gusto el Maestro Miguel. En tanto yo me hamacaba hacia adelante y hacia atrás gimiendo de gusto y de placer. La lengua del maestro hacia figuras en mi dilatado agujero y yo estaba deseando que ese macho me cogiera de una buena vez.

De un momento a otro la cabeza de su poronga estuvo intentando entrar en mi anillo, yo resoplaba y gozaba.

__¡Eres una perrita muy caliente!!¡Me gusta, ahhh!__ el Maestro empujó y la cabeza fue entrando esponjosa y cálida.

__¿La sientes?

__¡Sí cógeme Maestro, hazlo, sí, sí, ohhhh!!!__ la poronga ya estaba adentro. Enterrado totalmente en mi culito deseoso. El Maestro gemía y me taladraba a buen ritmo. Su estaca era mucho mas grande que la del Maestro Paco. Bombeaba sin descanso. Me hacía sentir su poderoso taladro.

Se agarraba a mis caderas y hacia como círculos con su herramienta. Hundía su perno en mi interior y empujaba y empujaba haciendo que mi culo chorreara jugos de placer.

__¿Así que tu primo fue tu amante?

__¡Ahhh sí Maestro, sí!!!

__¡Cuéntame!¡Ahhhh!!!

__¡Después de besarme todo y mas que nada el culito…ohh, ay, si, si…metió su verga en mi…ahhh…era grande, muy grande, sentí dolor, el siguió serruchando y…ahhh!!!

__¿Y?¿Dime, dime perrita???

__¡Empezó a llenarme de leche…ohhhh, y a mi me empezaba a gustar…Uhhh…el se dio cuenta…ah, ah, ah…y como no se le bajaba siguió dentro mío…siguió moviéndose, primero despacio…ahh y luego mas…mas rápido…__ el Maestro Miguel seguía yendo y viniendo dentro de mi y ahora pellizcaba mis tetillas ardientes y paraditas.

__¡Ohh tu culito es hermoso!!¡Me estas dando tanto placer!!¡¡Eres muy putita!!¡¡Pero sigue,  sigue!!

__¡Ahhh!¡Bueno el seguía perforando mi culo y le daba tanto gusto, me decía…ahhh…ay, ay, ay…decía que quería cogerme para siempre, que ahora sería como un novio para mi, mientras me besaba en las orejas, me chupaba el cuello y masajeaba mi pija que estaba realmente muy dura…ay, ay, Maestro…!!!

__¿Te gusta sentir mi estaca en tu culo??

__¡La quiero, sí, deme su poronga, démela!!__ el Maestro Miguel seguía atendiéndome en cuatro patas y ahora me mordía el cuello con gusto y buen tino. A mi me enloquecía. Sus bolas me golpeaban las nalgas y disfrutaba de tener esa morcilla en mi trasero.

__¡Entonces mi primo me volvió a llenar el culo con su leche, pero esta vez…ahhh…la sacó rápidamente y me la dio en la boca, diciéndome, toma está mamadera, chúpala nenita chúpala, la metí en la boca y saqué hasta la última…ahhh…gota…que tenía…!!

__¡Eres un puerquito!!!¡¡Una puerquita!!!__ diciendo esto apuraba sus embestidas. Gruñía y sentía que su morcilla se hinchaba mucho más. Aceleró su marcha y comenzó a llenarme de leche mi agujero. Mordía mi nuca, mi espalda. Pellizcaba mucho más mis tetillas.

Sentí que me rebalsaba de semen. Corría por mi tubo lleno y chorreaba por mis piernas abiertas.

__¡Me has hecho gozar tremendamente!

__¡Usted también Maestro!

__¿La has pasado bien?

__¡Claro, mucho!!__ decía yo mientras el Maestro estaba recostado sobre mi espalda con su perno clavado en mi ojete. Me besaba suave en las orejas y acariciaba mi pija que estaba a punto de levantarse otra vez. Sentía como su vergota no se desinflaba y aún latía dentro de mi.

Con la yema de los dedos delicadamente pasaba por la punta semi dormida.

__¡Tienes un bello culito!¡Tu primo debería estar celoso de que te lo vieran otros!!

__¡Se puso muy mal cuando partí hacía aquí!! ¡¡Pero el encontrará otros chicos para gozar y hacer que gocen de su tremenda pijota!!!

__¡Sí, ahora este culito está aquí!!!__ el Maestro Miguel se movió y su estaca salió de mi culito. Chorreando, baboso, un animal herido.

__¡Límpialo!¿Quieres?__ me sugirió y yo descendí por su panza y tome la barra de carne húmeda, la metí en la boca y la saboree tragando mis jugos y sus jugos. Cuidadosamente con mi lengua repase cada milímetro de aquella herramienta que tanto me hacía gozar. Le daba besitos en la cabeza y la volvía a comer, mientras el Maestro Miguel seguía suspirando y gimiendo.

__¡La tienes tan dura!!¡Maestro Miguel eres duro de calmar!!

__¡Ahhh tu me pones así, esa boquita tuya es tan de putona!!! ¡Con razón tu primo no quería perderte!!__ la barra de carne seguía en mi boca y yo jugaba con ella de forma fatal. La leche del Maestro se iba pegando en mi piel y yo perdía mis dedos en mi ojete .

De pronto el Maestro se sentó al borde de la cama y me indicó que me sentará sobre sus rodillas. Una vez allí me acariciaba las nalgas y la espalda y me masajeaba el pistón endurecido mientras yo le sobaba el suyo. Buscaba mi boca y me besaba de manera profunda, perdida, sofocante, deseable, con ansías, como si fuera el último beso.

Sus dedos se perdían en mi culito rozagante y caliente. Me metía su  lengua hasta el fondo y apretaba mi pija, la llevaba y la sacudía, la soltaba y quedaba rebotando un momento, para luego volverla a atrapar.

Chupaba y jugaba con mi lengua, que estallaba en saliva, los gemidos eran del infierno. Hundía sus dedos sin cesar, los metía y los sacaba, y yo explotaba en escupitajos de semen. El Maestro Miguel un poco más caliente que antes me levantó con sus fuertes brazos e hizo que fuera bajando para ser ensartando por su poronga que miraba al techo fuerte y jovial.

__¡¡Ahhh, Maestro, Maestro!!

__¡Clávatela golosa!!!__ empecé a subir y bajar de aquella poderosa herramienta y me prendía del cuello del hombre que me sacudía con fuerza como a un insecto.

El me atraía hacía el y volvía a besarme con desesperación y calentura. Abría mis nalgas con sus manos gruesas y fuertes, de macho alzado, ofreciendo a su hembra una cogida plena. Enterrado como estaba gemía y resoplaba sintiendo la poronga en mi culito abierto y sediento.

__¡Que viciosa eres!!__ en tanto yo casi saltaba sobre su estaca cada vez mas furiosamente de forma más violenta y abrupta. Clavaba mis uñas en la espalda del hombre, el Maestro gemía y me buscaba la lengua para lamerla, besarla y chuparla a gusto y placer. Nunca me habían hecho eso antes.

__¡Quiero su leche Maestro, lléneme, ahh, ahh!!!

__¡¡Ohh que gusto me das, quieres mis jugos otra vez, insaciable putita, bella!!!__ su morcilla se iba hinchando mucho más mientras decía estas palabras, yo apure los movimientos y en varias sacudidas fue llenando mi ojete de espesa crema. El Maestro Miguel seguía besándome en tanto yo me quedaba quieto con el fierro clavado por completo en mi.

__¡Ahh que fierecilla indomable eres!!¡¡Me has dado un gusto tremendo!!

__¡Quiero que se sienta bien conmigo Maestro!!

__¡¡Lo he pasado de forma increíble, volveré no te preocupes, tenemos tiempo!!

El Maestro Miguel se movió y yo me levanté chorreando leche entre las piernas que me temblaban.

Los días pasaron y en las charlas con los compañeros nos contamos lo que nos había pasado aquel primer día. Pensamos entre nosotros si siempre sería así. A todos nos gustó el recibimiento y como éramos tratados allí.

El trabajo era sencillo y los internos no sufrían violencia alguna .

Una tarde ya caía el sol y entraron en mi cuarto el Maestro Paco y el Maestro Miguel.

__¿Cómo has estado belleza?___ preguntó el Maestro Miguel

__¡Bien Maestros!

__¡Eso esperamos! ¿Has tenido algún problema?__ preguntó Paco

__¡No señor, nada!!

__¡Bien, bien!¡Entonces deberías venir aquí y comernos las pijas!!__ dijo mientras se bajaba el pantalón y aparecía su herramienta. El Maestro Miguel también tenía su arma en las manos, semi dura, ya levantándose enhiesta y firme.

Me senté al borde de la cama y ellos se pararon uno de cada lado. Me acercaron ambas porongas y comencé a meterlas  a mi boca una y otra, alternando las chupadas a medida que aquellos morcillones iban creciendo.

__¡Ahh eres una putona de lo mejor!!__ dijo el Maestro Miguel

__¡¡Le gustan las pijas tremendamente!!___ comentó Paco gimiendo y con su vara muy alzada y dura, caliente. Se fueron quitando la ropa hasta quedar desnudos frente a mi. Ellos de tanto en tanto se tocaban las tetillas y gemían aún más enardecidos y descontrolados. Yo metía una poronga y luego la otra en mi boca llenándolas de saliva.

Al cabo me hicieron poner en pie. Me besaban alternándose, mi cabeza giraba a un lado y  otro. Me quitaron la ropa.

Luego Paco hizo que me hincara de rodillas en la cama. Paco fue quien empezó a lamer y chupar mi ojete que ya estaba deseando una pija bien dura y caliente. El Maestro Miguel me puso su mástil en la boca y seguí chupándosela sin descanso.

Notando como se inflaba cada vez mas. Los hombre ardientes gemían y hablaban entre ellos, cosas como, es una bestia, nunca ha venido nadie así, es insaciable, es tan putita, tan hermosa, y cosas así.

Paco hundió su vara en mi orto re caliente. Entró fácilmente, ya esperaba la estocada. Empezó a bombear veloz. Serruchando y penetrando. Golpeando con sus bolas mis nalgas frescas y duras. Mi pija se había alzado también, con mi mano me masajeaba, aunque luego fue Paco quien la tomo y me pajeaba despacio, para hacerme gozar.

Luego ocupó el lugar de Paco, el Maestro Miguel. Metió su enorme y gruesa morcilla en mi ojete. Era más grande que la de Paco.

El Maestro Paco hundió su pijota en mi boca. Yo seguía en cuatro patas, sacando mi culo para que fuera atravesado sin piedad. Miguel gruñía y me taladraba el ojete sin miramientos. Acariciaba un poco mi verga erecta y la dejaba, la volvía a acariciar, para hacer mas duradero mi placer.

En un momento dado Miguel salió de mi orto abierto y ya totalmente húmedo. Me besó en la boca y se colocó de espaldas en la cama. Su espada miraba al techo de la habitación.

__¿Paco trajiste lo que te pedí?__ preguntó mientras yo no entendía y acariciaba su mástil adorado.

__¡Sí claro!__ dijo Paco y de un bolsillo de entre sus ropas, sacó un frasco mediano.

__¡Es un aceite especial que trajimos de India!!__ comentó el Maestro.

__¡Ven aquí!!__ dijo Paco y empezó a untar mi ojete abierto de par en par. El olor era penetrante y exaltaba los sentidos. Luego masajeó su poronga y terminó untando la espada de Miguel, que gozaba ya con el espectáculo de los masajes.

__¡Siéntate belleza!__ me dijo y clavé la estaca en mi orto que lanzó llamas ardientes e hizo que gritará de gozo y pasión. Subía y bajaba por aquella barra de carne gruesa y firme. Miguel gozaba y su rostro se transfiguraba al sentir mi anillo rodeando su morcilla inflamada más y más.

__¡Ven Paco hazlo, hazlo!__ dijo en un instante el Maestro Miguel a Paco. Este se colocó detrás de mi y metió un dedo en mi ojete, entre la poronga de Miguel y la piel del canal. Entró fácilmente ese dedo y yo sentía que me partían en dos, pero no dejaba de gozar yendo y viniendo, ahora mas lento, por el garrote de Miguel que me besaba en la boca y suspiraba como si fuera a morir en cualquier instante.

__¡Despacio Paco, despacio!!__ decía Miguel sintiendo los dedos de Paco que se sumaban dentro de mi ojete. No daba mas de calentura, el placer iba creciendo a cada instante. De pronto sentí la cabeza de la herramienta de Paco apoyándose en mi entrada ya dilatada. La poronga fue entrando. Sentía que me desgarraban, pero el placer era salvaje e infinito, a la vez Miguel gozaba al sentir que otra vara se iba instalando en mi túnel desgarrado y voraz. Era la primera vez que me cogían el culo dos machos a la vez.

No tardé en empezar a acabar y largar mis jugos sobre la panza y el pecho de Miguel que apretaba sus dientes para no largar sus propios fluidos.

Paco me llenaba del todo el canal y aferrado a mis hombros me perforaba suavemente, sintiendo el rocé con la otra anguila, mordiendo mi cuello y tragando saliva.

__¡Ahhh me están partiendo en dos, ay, ay, ay, ohhhh!!__ chillaba yo consumido por la lujuria que me provocaban aquellos dos formidables machos.

__¡Me estas haciendo gozar, perra!!__ gritaba Miguel moviéndose lentamente

__¡Ahhhh!!__ aullaba Paco y empezaba a largar los escupitajos en mi orto húmedo y abierto de par en par, acto seguido Miguel se dejaba ir y la mezcla de jugos en mi cola me satisfacían por completo. Nos besábamos como podíamos hasta que lentamente fuimos desenredándonos. Quedamos tirados en la cama. Abrumados, secos y calmados.

Luego seguiríamos haciéndolo unas cuantas horas más.-