El Internado
Karina una chica millonaria acostumbrada a todas las vanidades y vicios de la vida, se ve por primera vez cara a cara con la cruda realidad.
Mi primer día ahí fue encantador, las cosas fueron realmente mejores de lo que siempre imagine que serían. Los enfermos solían parecer meseros uniformados de blanco. Y al fin mis padres se habían deshecho de mí y yo de ellos. Me llamo Karina, tengo 22 años, consumo cocaína desde los 16, y esa es la razón de mi visita a este internado. Pocos tenemos el interés de rehabilitarnos aquí, aparentemente solo crearon este lugar para que nuestros prestigiosos padres no tengan más incidentes bochornosos por nuestras causas. Yo no diría que era muy descontrolada, pero al llevarme la computadora táctil de mi madre, ella decidió que era una drogadicta, y un peligro para la estabilidad económica de la familia, así convenció a mi padre. Y bueno, me dejaron aquí, un poco a la fuerza porque yo desde el inicio me negué, pero no les fue complicado encontrarme totalmente vulnerable, con el cuerpo totalmente agotado después de un gran fiestón, y ese fue su momento, al día siguiente yo ya estaba aquí.
Aquí, las cosas son tan distintas, más de lo que pueden imaginar, es un lugar para niños ricos, todos engreídos, mimados y desobedientes. Nadie puede decirnos ni recriminarnos nada. Y mucho menos son capaces de hacernos renunciar a nuestros vicios. Yo no he sido jamás una zorra, siempre he cuidado mi reputación y me he limitado al sexo con mis novios, pero esta es una especie de comunidad, donde todos nos conocemos, nos vemos, en fin, los chicos son en su mayoría muy bien parecidos, y en el desenfreno que vivimos acá a diario, quien podría juzgarme. Sólo nos han cambiado las drogas, ahora usamos y consumimos lo mismo, solo que con diferente nombre, uno legal. Lo único bueno diría yo, es que siempre tratan de ayudarnos en el descontrol, nos encierran como a locos, con camisa de fuerza y en cuartos acolchados evitando una sobredosis, pero con las charlas basta, a mi parecer, nos entrenan a consumir una dosis determinada diaria, a no levantarla jamás y a tranquilizarnos, mañana abra más droga, siempre habrá droga. En este hotel para adictos, que es el nombre que le daría yo, mi experiencia más memorable, es la que tuve con Nico, y también la de Yesenia.
Pero les contare en orden. Nicolás es un joven rubio, de ojos castaños, que conocí el segundo día, me invito un café y luego de drogas, nos encerramos en su habitación para que pueda chupársela, el liberó su blanco miembro muy rápidamente de su pantalón, mientras yo me arrodillaba y frotaba mi lengua contra el jean. Al quedar libre, comencé suavemente lamiendo la punta, pero la excitación y la cocaína, me hicieron llenarme toda la boca hasta donde podía, el me sujeto el cabello, buscando más espacio, y al no conseguirlo, comenzó un mete y saca muy violento, hice mi mayor esfuerzo pero pronto sentí que su enorme miembro, estaba lastimándome la garganta, así que le pedí se detuviese, que lo compensaría, él se detuvo amablemente, acaricio mi rostro y mis senos blancos, dijo que le encantaban y si podía dejar que los lamiese, accedí con gusto, y eso hizo, haciendo sufrir mis rosados pezones con sus dientes, se entretuvo largo rato. Hasta que yo sin resistir más, le pedí por favor me penetrase, sus ojos brillaron, como si hubiese estado esperando aquella petición, me tomo fuertemente de la cintura y me dio la vuelta, me hizo poner a cuatro patas y apunto directamente a mi vagina, estas deliciosa karinita, ojala no sea esta la última vez, dijo y me embistió fuertemente, se abrió paso rápidamente, entre mis gemidos, estaba húmeda y caliente y me excito tanto tener el miembro de ese muchacho en mi cuerpo, y todas las sensaciones extra que sentía, me hicieron explosionar casi de inmediato, Nico se dio cuenta pero no se detuvo, siguió durante unos minutos, luego arqueo su espalda ligeramente y me lleno de toda su leche, le dije que no se preocupara, que estaba tomando la píldora. Quedamos absolutamente rendidos y dormimos el uno junto al otro, como novios, solía pensar, como si nos quisiéramos, afirme tontamente en algún momento.
A la mañana siguiente, abrió la puerta sin tocar el de la limpieza, un joven poco agraciado, que había visto el día anterior, cuando abrí los ojos note que miraba lascivamente mis pechos, que no estaban bien cubiertos por la sábana. Mi cabeza estallo en furia y tire un cenicero que había al costado en mi velador, este le acertó en la cabeza y el muchacho empezó a sangrar. Nico despertó con el ruido, y al ver al muchacho herido, salió rápidamente al pasadizo y pidió ayuda, otros enfermeros acudieron de inmediato y sacaron al muchacho sangrante de ahí. Cuando Nico dio vuelta, sonrió y yo empecé a reir, había cierta complicidad entre nosotros, en fin, Nico era mi favorito, siempre nos buscábamos y nos entreveramos bruscamente entre las sabanas, él me encantaba y yo a él. Aunque siempre había un punto de discusión, un limitante que tantas veces nos había hecho enfurecer y dejarnos muy resentidos mutuamente, evitando batallas de amor durante semanas, refugiándonos en otros, él tenía la obsesión de querer penetrarme analmente, a lo que siempre me negaba, era algo que no deseaba probar, no lo sentía apropiado para mí, no me gustaba, eso era de prostitutas, estaba segura. En una de esas peleas apareció Joshua aunque un poco más bajo, era igual de potente y poderoso en la cama, también Ismael, un interno muy guapo de rasgos árabes. Con el conocí a Yesenia, quien una noche me invito a probar algo nuevo, y nos comimos ambas los conejitos hasta corrernos mil veces, ella era una experta, y le excitaba mucho que fuese su alumna, me enseñaba a darle placer, a pellizcar suavemente sus morenos senos, se veía tan diferente a mí, con el cabello rizado y los ojos color azabache, ella me hizo conocer partes de mí, que no solía buscar con ningún hombre. En fin, me hubiese gustado volverla a ver después, aunque quizás no, no quisiera que vea en lo que me he convertido, en lo que me convirtieron, aunque ya no me quejo, no tengo tiempo, tampoco ánimos, la vida se trata de que una se debe resignar a su destino.
Transcurrieron seis meses en esa rutina, yo había perdido por completo la noción del tiempo, vivía por vivir, estaba algo aburrida, me gustaría mucho irme, pasear por las calles, ver el mar. Admito que nunca hubiese pensado en estas cosas con Yesenia acá, pero sus padres se la habían llevado hace ya mes y medio, desde su partida me he sentido sola, ninguna aventura con ningún chico me ha llenado este vacío. Recibí solo tres cartas de mi familia en este tiempo, todas llenas de vanidades y egoísmos diría yo. Yesenia escribió sólo una vez, dijo que me extrañaba mucho pero que le sería totalmente imposible volver, viajaría en un par de semanas a Europa y no regresaría. Mi vida era mala, y nunca creí que pudiese volverse peor.
Me llamo Rafael y desde el día que vi a esa zorrona de Karina, le he tenido muchas ganas, hubiese sido como cualquiera de estas putas ricas para mí, sino fuera porque ella no solo es la más creída y engreída, sino que además es una maldita perra malcriada que no respeta a nadie. Con sus menuditos brazitos blancos, me rompió la cabeza aventándome un cenicero la primera semana que estuvo aquí, desde aquel día he deseado calladamente la venganza, sin saber cómo, para serles sinceros, cómo en mí capacidad de empleado, hacer algo que le afecte a esa princesa, cómo dañarla en lo profundo del orgullo, arrebatarle toda dignidad, enseñarle algo de modales. He sido paciente, muy paciente, averigüe sus horarios, sus gustos, sus adicciones, sus amistades. Trabaje arduo, y con algunos contactos, conseguí su historial clínico, y su información personal. He estudiado minuciosamente sus papeles, he revisado su correspondencia antes que ella. Hubieron meses de tanta frustración, ya que no podía hacer nada, ya sabía todo, pero no encontraba nada, para poder usar, no hallaba nada que pudiese usar como chantaje o para extorsionarla, al parecer era una chica mala, pero no tanto. Maldije mi suerte, y mi sed de venganza aumentaba a cada segundo. Hasta que un día, llego al correo de la institución una carta, que hizo realidad mis más profundos sueños, en el que estaba escrito mi triunfo en la batalla, el arma que había esperado tanto tiempo. La muy estúpida ya ni me recordaba, solía vigilarla, hasta la había atendido un par de veces, y la muy cretina ni me miraba de frente. No importa, ya nada importa. Este era mi momento y no pensaba desaprovecharlo.
He sido enfermero por años aquí, he servido a estos malditos hijos de mami, que se pudren en plata, los he soportado por años, años de humillaciones y desaires. Aquel día mientras la sangre se deslizaba por mi cabeza, pensaba en estos putos engreídos, que suelen creer que somos sus sirvientes, y si no nos dan ordenes, simplemente nos ignoran. Pero esta maldita perra se excedió del límite, se durmió desnuda la muy zorra, y luego despertó enfurecida y me arrojo un cenicero contra la cabeza es una puta desgraciada, y me las va a pagar, se los aseguro que será así. Y al fin tengo todo lo necesario.
El peculiar sobre decía: Para Karina Rivas, de: Alfonsina Ugarte (Curadora), que le hayan nombrado una curadora, significaba una sola cosa, algo que no sucedía a menudo por acá, pero no dude de lo que significaba así que abrí el sobre. Dentro del el habían varios papeles, el primero era una carta en la cual Alfonsina, le decía a Karina, que debía abandonar inmediatamente el centro, ya que no disponía con los fondos para pagar la última mensualidad. Ya que sus padres habían quedado en la banca rota, antes de fallecer, así que si aceptaba la herencia, tendría más deudas, que ganancias. Luego había una larga explicación de que ellos habían fallecido en un trágico accidente, hace dos noches, que lo lamentaba mucho, pero no había nada que pudiesen hacer, que debía salir recoger algunas pertenencias que le quedaron y disponerse a trabajar, porque ella había sido nombrada curadora por un testamento que cubría un mes de paga, después de eso, estaría sola.
Rafael pensó, con mucha agilidad, y fue directamente con el director del internado para hacerle una propuesta, primero le mostró la carta que había llegado para Karina junto con algunos documentos, que acreditaban que lo que decía aquella carta era cierto. El director enfureció mucho, pues lo más importante para él, era el dinero, y esto le había generado la perdida de dos meses consecutivos, una cantidad considerable, pues el centro era de los más caros del país, maldijo a Karina y a su familia y le ordeno a Rafael que la botara inmediatamente a la calle, que no quería volver a saber de ella. Pero Rafael astutamente le mostró algunas fotos de ella, y hablo: “Mire jefe, esta chica tiene mucho potencial, es realmente guapa, con el senos y el trasero bien plantados, fíjese nomas en las curvas que dejo ver en el último baile, esta de maravilla señor, y yo sé que ella puede pagarle el dinero que le debe, tiene el potencial. Tengo una gran idea jefe, una genial idea, escúcheme usted y no se arrepentirá.