El internado (1)
Un joven maestro es contratado en un internado femenino, se ocupará de las clases de educacionn fisica y de la higiene de las niñas
El internado.
Cómo llegué a trabajar allí.
Aquella mañana al despertarme pensé: "haber si hay suerte y me dan el trabajo...".
Había acabado los estudios de profesor de educación física hacía unos años y me estaba especializando en salud e higiene, me faltaba algunos exámenes para acabar y ya estaba buscando trabajo en algún colegio. Hoy tenia una entrevista en un internado femenino poco conocido, pero al parecer muy caro, donde se extremaba el comportamiento. Me parecía muy extraño pues en nuestros días ya no se lleva la educación estricta, pero tratándose de un colegio tan especial no me lo pensé y fui a probar.
Me costó un rato llegar al internado ya que estaba retirado de la ciudad. Lo primero que me sorprendió fue sus grandes puertas de madera y los frondosos y grandes setos que rodeaban la gran superficie que debía ser el colegio con su patio y demás instalaciones. No era capaz de ver nada del interior. Llamé al interfono y el conserje me abrió la puerta. Deje mi coche en una plaza del aparcamiento y me dirigí hacia el despacho del director.
Golpeé la puerta y esperé a que me recibiera. A los cinco minutos salió un hombre de unos cuarenta y cinco años, de aspecto joven que amablemente me invitó a pasar. Allí nos sentamos y comenzamos a charlar. Me invito a tomar un té, y al cabo del rato sacó mi currículum.
Así que está usted a punto de acabar un master de higiene y salud, ¿No Don Andrés?, Dijo el director.
Si Don Carlos, me interesa mucho ese tema, me parece que esta muy relacionado con la educación física y creo que se debería tener muy en cuenta en la escuela.
Hum, muy interesante, a sus veinticinco años no ha perdido usted el tiempo, por lo que veo ha hecho gran cantidad de cursos sobre el tema, además de aquellos relacionados con el control de alumnos en las clases, psicología, medicina deportiva, primeros auxilios, curas y atención primaria y alguno de masajes. No esta nada mal.
Gracias Don Carlos.
Bueno que le parece si nos dejamos de formalidades, llámeme Carlos, por favor.
Como quieras Carlos.
¿Crees que habrás acabado para cuando comiencen las clases?
Sí, me queda algún examen pero no es problema, para el comienzo del curso tendré el título.
Muy bien, entonces creo que te explicaré como funciona el centro, que se espera de ti, y responderé a las preguntas que tengas.
Pasó la mañana enseñándome el centro, las aulas, el gimnasio, los dormitorios y la enfermería. Carlos me dijo que por estar la enfermería cerca del gimnasio y del patio, por un poco mas de sueldo, que no estaba mal, me encargaría de la enfermería, ya que para cosas graves siempre se llevaban a las alumnas a un hospital de mojas que estaba bastante cerca, y con mis conocimientos era el mejor capacitado para la tarea.
Así pues me encontré firmando al contrato en el despacho del director y acordando que volvería antes de comenzar las clases para preparar los temarios. El centro era precioso, un gran gimnasio bien insonorizado, con sus duchas, una sala con infinidad de material y un despacho para el profesor, un patio con zonas verdes, canastas, red de voleibol, pista de atletismo... una maravilla. Las aulas eran grandes y bien sonorizadas para no tener que forzar la voz, un comedor común a alumnas y profesores. La zona de los dormitorios era también común a alumnas y profesores ya que algunos maestros dormían en el centro. En definitiva era un sueño poder trabajar allí.
Un mes después volví al centro, me presentaron al resto de la plantilla, casi todos hombres, hablamos de cómo plantear el curso, Carlos me llamó y fui a hablar con él.
Mira Andrés, además de dar las clases de educación física tu trabajo consiste en que las alumnas se duchen después de tus clases, que estén siempre en condiciones de salud e higiene correctas para evitar enfermedades. Aquí los padres no se meten en qué hacemos sino que nos dan toda la responsabilidad no sólo de los conocimientos, sino también de la educación, es más algunos padres internan aquí a sus hijas y no vuelven a por ellas hasta que no han completado los ocho cursos. Pagan un dineral y nosotros no podemos defraudarles, ni darles complicaciones, muchos de ellos están viajando por el mundo y casi no se acuerdan de llamar a sus hijas.
Bueno Carlos, entiendo lo que me dices, pero no es un poco exagerado por parte de los padres, serán casi como extraños cuando se vuelvan a ver.
Esa no es una pregunta que nosotros nos debamos hacer, los padres lo deciden así y nosotros cumplimos con nuestra obligación. Nosotros aquí somos algo más que sus profesores, casi somos su familia, pero con un respeto estricto. Si alguna alumna comete infracciones será castigada, y si llega a graves extremos será expulsada del colegio, cosa que no ha pasado más que una vez hace muchos años. Los castigos los dejamos a la elección del profesor, pueden ser incluso físicos, pero sin excederse, claro. ¿Has comprendido?
Creo que sí Carlos.
Muy bien de todas formas cualquier duda o pegunta que tengas puedes hacérmela a mí o cualquier otro profesor, somos como una gran familia. Por cierto, ¿Te vas a quedar a dormir en el centro? Es totalmente gratis y ahorras tiempo a la hora de entrar en clase. Además puedes salir del centro cuando te plazca. Tú veras.
Pues creo que si que me quedare, gracias Carlos.
Muy bien el lunes es el primer día de clases, las alumnas irán llegando en esta semana. Buena suerte.
En esa semana las niñas iban llegando, la mayoría llegaban en taxi o en coches con chofer, muy pocas eran traídas por los padres. Venían con el uniforme del colegio, faldita escocesa de cuadros verdes y rayas rojas, blusa blanca, calcetín alto o medias blancas por debajo de la rodilla y zapatos negros. Se las acomodaba en sus cuartos y pasaban una revisión médica.
Mi trabajo comenzó a primera hora con las más pequeñas, de 6 años. Todas traían puesto el uniforme de educación física, zapatillas de deporte, calcetín bajo blanco, amplio pantaloncito corto rosa de corredor y polo blanco de cuatro botones por fuera del pantalón. El pantalón corto hacia la forma de la nalga justo tapándola, subía por el costado del muslo hasta poco mas debajo de la cadera.
Comenzamos por una presentación ya que la mayoría no se conocían, una clase suavecita para que rompieran a sudar y ver como estaban físicamente y después la ducha. A algunas chicas le daba vergüenza puesto que las duchas eran comunes y yo tenia que asegurarme que todas se lavaban y se aseaban bien, así que me puse un bañador y unas chanclas y pase a las duchas con ellas. Yo soy un chico normal, moreno, un poco musculado por la costumbre de hacer ejercicio regularmente, con manos fuertes, aficionado a correr por las mañanas y a practicar deporte con los amigos algunas tardes.
Las niñas empezaron a desnudarse despacio así que tuve que pedirles que fueran más rápido ya que tenían que llegar a la próxima clase. Cuando todas estaban en la ducha pasé del vestuario a las duchas para ver cómo se lavaban. Desde la puerta de las duchas podía ver a las 25 niñas desnudas enjabonarse, veía sus cuerpos infantiles, sin rastro de pelo en sus vaginas vírgenes y sus culitos moverse según se movían. Como es lógico sus pechos no estaban aun desarrollados. Casi todas las niñas eran delgadas, unas muy blancas ya que se habían pasado el verano estudiando, algunas de ellas estaban morenitas y se les notaba la marca blanca del bañador. Eva, una de las chicas que estaba cerca de la puerta me pidió que le enjabonara la espalda ya que ella no llegaba, mientras me ofrecía el jabón sosteniéndolo con su manita abierta hacia mí. Era una de las niñas más delgadas de la clase, mas bien bajita, con una cara muy linda y una sonrisa ingenua en su rostro, su pelo largo y oscuro le caía por los hombros, mojado y brillante, tenia una ligera marca de bañador sólo en la parte de abajo, era muy blanca, pero la marca de bañador hacia pensar que alguna vez había tomado el sol totalmente desnuda este verano. En ese momento me dirigí a todo el grupo y les dije:
- Hoy, por ser el primer día y para que nos vayamos conociendo os vais a lavar unas a otras por parejas, así que tomad a una compañera y haced lo que yo vaya haciendo.
Me acerque a Eva y cogiendo el champú me eche un poco en la mano y le enjabone el pelo.
- Cerrad los ojos no os vaya a entrar champú y os pique. Dije pensando que si tenían los ojos cerrados además de no entrarles jabón, seria más fácil que no les diera vergüenza cuando sintieran las manos de su compañera pasar por su cuerpo, ¡No quiero oír una sola voz! Dije muy serio para evitar un descontrol de quejas por parte de las niñas.
Empecé a lavar el largo pelo de Eva y lo deje recogido sobre su cabeza lleno de espuma, después cogí un bote de gel del suelo, y poniendo un poco en la palma de mi mano empecé a pasarla por su cuello. Mi mano empezó a deslizarse por sus hombros y sus brazos, hice hincapié en que lavaran las axilas. Después de eso restregué mi mano por su espalda, que casi se cubría del todo con mi mano, comencé a lavar el culo de la niña que no se movía, se dejaba hacer como si nada, acaricié primero una nalga y después la otra, las nalgas eran suaves y turgentes, las palpaba, las amasaba, dejando escurrir la carne con el jabón, giré a Eva de forma que les daba la espalda a sus compañeras le abrí un poco las piernas e hice que se inclinara hacia delante de forma que quedo con el culito en pompa, las demás hicieron lo mismo con sus compañeras. Sonreí por un momento para mis adentros viendo el panorama de 12 culitos expuestos para mí, cogí el gel y deje caer un poco en el principio de la raja del culo, puse mi índice allí y comencé a frotar lentamente hacia abajo, dejando que se enjabonara bien. Cuando la yema de mi dedo se acercó al ano Eva hizo un intento de separase, entonces le chisté fuertemente para que se estuviera quieta y la niña se quedó como una piedra, mientras hablaba con las demás chicas mi dedo hacia círculos en el apretado agujerito de Eva, cuya respiración comenzaba a agitarse.
Esta es una de las partes más sucias del cuerpo por eso se debe lavar bien cada vez que podáis, decía yo mientras la presión del dedo contra el esfínter se hacia más fuerte, por lo que no debéis olvidarlo nunca. Mi dedo entró hasta la primera falange en el ano de la niña.
AAH..., dijo Eva dando un respingo al sentir el jabonoso intruso.
¡Estate quieta! Espeté a la niña que se paralizó al oír mi voz. Yo sentía como aquel diminuto agujero latía mientras apretaba mi dedo que hacia pequeños giros dentro de Eva, el calor interno de la niña invadía toda mi mano y mi cerebro, por un momento pensé lo que estaba haciendo, saqué el dedo y seguí bajando hacia la vagina de la niña mientras seguía explicando. Este es el otro orificio por donde salen las suciedades del cuerpo, mi dedo paseaba adelante y atrás por los suaves y tiernos labios exteriores de Eva, debéis lavarlo bien con jabón para que no tengáis infecciones. La niña comenzaba a temblar por la fricción mi índice. No entendía como podía estar haciendo eso a una cría de tan sólo 6 añitos pero estaba disfrutando al tocar aquellos órganos tan suaves. Sentí gran agitación en mi maniquí así que decidí que mejor le haría esperar un poco más. Antes de que la niña llegara al orgasmo paré y continué mi explicación. Y seguís por las piernas hasta los pies, dije mientras yo pasaba a sus muslos.
Levante a Eva, con los ojos aun cerrados, la puse de frente a sus compañeras y procedí a lavarle el pecho, mi mano llegaba a sus dos pezoncitos a la vez, sentía como dos lentejas duras en la palma de mi mano al pasar por delante de lo que dentro de unos años serían fuentes de placer inagotable. Bajé hasta llegar a su ombligo, enjabonaba su abdomen totalmente plano y mi mano se acercaba a su pubis, veía su vajinita brillante por el agua, el jabón y por los flujos que había segregado la niñita cuando mi dedo pasaba por la rajita hacia unos minutos.
Lavad bien esta parte otra vez para que quede sin ninguna suciedad, dije pasando toda mi mano entre las piernas de Eva.
En ese momento, puede escuchar algunas risas de las niñas que estaban sien lavadas, las manos de sus compañeras les hacían cosquillas. Pedí silencio, y sin que las demás niñas se dieran cuenta, doble mi dedo corazón para que abriera los labios mayores de su coñito y sentir la entrada virgen, pero no quise penetrar en ella ya que la niña tensaba sus piernecitas mientras mi dedo tocaba su clítoris casi imperceptible, los jugos llenaban mi dedo, los ojos de la niña estaban fuertemente cerrados, yo sentía como se tambaleaba y su respiración era muy agitada, sus piernas temblaban, la sujeté por debajo del brazo hasta que de repente suspiró largamente, casi se le doblan las rodillas. Entonces abrí el grifo de agua fría poniéndola debajo, Eva salió bruscamente del trance, cogió fuerzas mientras le enjuagaba el pelo, ya un poco recuperada abrió los ojos mirándome extrañada, se quitó el jabón y le mandé que se fuera a secar, se vistiera y me esperara en mi despacho, quería hablar con ella.
-Bien, ahora cambiad los roles, que vuestra compañera os lave a vosotras. Daos prisa que no vais a llegar a tiempo.
Eva se vistió mientras las niñas se lavaban, fue a mi despacho. Mientras las demás se secaban y vestían fui a hablar con ella.
Hola, ¿Eva verdad? Pregunté después de abrir mi cuaderno y apuntando algo con el lápiz al lado de su foto.
Sí Don Andrés. Dijo la niña un poco nerviosa.
Tranquila, le dije para que tomara confianza. Vamos a ver, ¿Qué te ha pasado mientras te lavaba?
No lo sé Don Andrés, sentí unas cosquillitas mientras usted me lavaba y al final pensé que me caía, gracias por sujetarme.
Bueno no te preocupes, te has portado muy bien y eso es algo que tengo muy en cuenta a la hora de calificar a las alumnas, no creo que debas darle más importancia, es normal sentir cosquillas cuando otra persona toca zonas sensibles, como en la planta de los pies, ¿Verdad? Dije mirándole a los ojos, sabiendo por los cursos de psicología que así no lo contaría a las demás niñas.
Si, creo que si, dijo la niña sonriendo y mirándome a los ojos con una mirada cristalina, llena de confianza, ya están saliendo mis compañeras, comentó Eva.
Ya lo veo, has empezado bien este curso, espero que no lo estropees, puedes irte, mi voz era algo mas grave, como advertencia de que no estaba todo ganado y que tendría que seguí esforzándose.
Gracias Don Andrés, hasta el próximo día.
Adiós Eva.
Las niñas se habían ido ya del gimnasio, comencé a pensar lo que había hecho en las duchas con aquella cría. No le veía lógica, pero en ese momento me pareció gracioso tener a la nenita así, sin poder hacer nada, no es que me gustaran las niñas, nunca me había fijado en ellas y menos tan jóvenes, pero si esto podía ser así todo el año, seria interesante probar técnicas psicológicas con alumnas de todas las edades, además algunas niñas de 14 años ya estaban algo más desarrolladas, pensé dejando volar un poco la imaginación. "Bueno dentro de poco lo sabremos..." me dije a mí mismo, tenia una clase con las alumnas de sexto ese mismo día.
Faltaban unas horas para mi siguiente clase así que me fui al comedor a tomar un café con otros profesores a los que por supuesto no comente nada de lo sucedido.