El intercambio
Una mujer ve, por fin, satisfecha una vieja fantasía. Pero tal vez no resulta exactamente como ella lo esperaba...
El intercambio
Marc y yo siempre hemos sido, o al menos nos hemos comportado como tal, una pareja bastante liberal. Hemos cubierto sobradamente nuestras expectativas a nivel sexual e, incluso en los momentos de pequeñas crisis de pareja, en la cama siempre hemos funcionado bien.
Cada uno ha procurado complacer las fantasías del otro y lo cierto es que hemos hecho el amor en lugares realmente insólitos y hemos utilizado un amplio repertorio de juguetes que, en la mayoría de las ocasiones, hemos adquirido juntos, con esa chispa de ilusión casi adolescente que todavía, afortunadamente, no hemos acabado de perder.
Teníamos una asignatura pendiente, que era el intercambio de parejas, básicamente por dos motivos: primero, porque no nos atraía la idea de ir a uno de esos clubs por una especie de temor -infundado, seguramente- al tipo de personas con las que nos podríamos encontrar. Y la segunda, porque entre nuestro amplio círculo de amigos, no habíamos sabido detectar una posible pareja que nos apeteciera a los dos.
La ocasión surgió de la manera más imprevista hace unos días, cuando fui a recoger a los peques al cole. La madre de uno de los amigos del mayor, a la que había visto alguna vez, me propuso quedar al día siguiente un poco antes, para charlar un rato conmigo. Me comentó que llevaban poco tiempo en la ciudad y no conocían a mucha gente y que le apetecía empezar a relacionarse, lo cual me pareció lo más lógico del mundo.
Quedamos en una granja cerca del cole, y después de unas frases rutinarias de cortesía, Sonia, así se llamaba, me explicó que estaba atravesando una crisis importante de pareja, para acabar haciendome partícipe de una idea: se le había ocurrido que para tratar de superar su mal momento, propondría a su pareja algo que él siempre le había pedido: un intercambio de pareja.
Me quedé perpleja, pero reaccioné al momento, diciéndole que es algo que a mi tampoco me desagradaba, pero que sería mejor que, al menos, viéramos las fotos de nuestras respectivas parejas, lo que hicimos al día siguiente, como colegialas que se enseñan su más valioso trofeo, y realmente , las dos quedamos convencidas. También estaba segura, por otra parte, de que a Marc ella le gustaría , era realmente una mujer con un tipo envidiable, y su mirada estaba tan llena de ternura como de sensualidad; ciertamente era una hembra muy atractiva.
Quedamos en que no habría obligación de nada si llegado el momento no surgía el feeling por ninguna de las partes, que nos limitaríamos cenar juntos los cuatro, para lo cual dispusimos que contrataríamos a nuestra canguro habitual que cuidaría de nuestros peques y del suyo al mismo tiempo. Ellos encantados...y nosotros cuatro más.
Cuando llegamos a su casa, el ambiente invitaba a la excitación, velas con perfume, música adecuada muy suave de Chet Baker "Plays for lovers". Después de las presentaciones de rigor -vi que no se cortaba en absoluto en besar en los labios a Marc, a quien noté excitado-, nos sirvieron un coctel -afrodisíaco dijeron- que estaba de muerte y que me hizo sentirme radiante y con ganas de iniciar la experiencia.
Reconozco que yo no me decidía a hacer nada, esperaba que ellos tomaran la iniciativa, yo me imaginaba besándome con su marido a los cinco minutos, pero nada de eso sucedió.
Sonia me puso suavemente la mano en la cintura y dirigió sus labios hacia los míos. De repente, me inundó un aroma muy sensual, noté algo agradable en el estómago, no sabría describirlo, ya que era una sensación nueva en mi. Cerré los ojos y me dejé llevar, sin pensar en la posible reacción de Marc o del otro hombre. Me besó primero muy suavemente, me lamió todos los labios , la punta de su lengua correteaba juguetona por toda mi boca, sin decidir a entrar en ella, lo que aumentaba mi excitación. Yo noté que estaba empezando a mojarme y realmente me sentía muy bien. Sin dejar de besarme, me cogió de la mano y me llevó a su habitación, al otro lado del piso, donde hicimos el amor de una manera que jamás hubiera imaginado. Sonia recorrió todos y cada uno de los rincones de mi cuerpo, hasta los más insospechados, chupando, mordiendo, acariciando, después me puso a cuatro patas y me penetró con un vibrador mientras me azotaba en el trasero, lo que provocó en mi un impresionante orgasmo.
En uno de los pocos momentos de descanso, pensé en Marc y en su marido, y me parecía imposible que se enrollaran entre ellos, me hubiera sorprendido mucho de Marc, debía estar pasándolo fatal y sentí una punzada de remordimiento.
A los pocos minutos, mientras seguíamos comiéndonos el coño una a la otra como si se acabara el mundo y fuera el único manjar que quedara , a lo lejos escuchamos la voz inconfundible de la narración de un partido de fútbol, que no conseguía ahogar nuestros gemidos y gritos.
Era sábado, 10 de abril de 2010, debían ser las diez de la noche, y media España se paralizaba : la mejor Liga del mundo de fútbol estaba en juego, el gran clásico había llegado al fin. La otra media se divertía.