El intercambiador oeste
Leereis mi cómo fué mi primer rollo en un servicio público.
EL INTERCAMBIADOR OESTE
Todo empezó un martes de julio del año pasado. La noche pasada yo había estado chateando con numerosos individuos y, uno de ellos me propuso quedar para liarnos en un intercambiador pero yo nunca lo había hecho y me daba apuro, con lo que le cerré la ventana y me metí en mi cuenta de messenger a ver si hablaba con algún amigo. Desde hacía ya un par de meses hablaba con un chico de la sierra. Quedé con él en que el jueves iría a verle a su pueblo.
Al día siguiente, al despertarme, me hice una paja pensando en el chico del chat y cómo sería el liarme con un tío en un servicio público, me puse perdido de lefa así que me tuve que ir a duchar.
Después preparé la mochila y cogí el Metro hacia la academia, pues había suspendido asignaturas en junio y tenía que prepararme para los exámenes de septiembre. En la academia tenía que estar durante 4 horas, desde las 9:30 hasta las 14:00 con un descanso de media hora.
Cuando llegó la hora del descanso, me bajé junto a unos compañeros a la cafetería que había bajo la academia. Allí desayunaron y luego me acompañaron a comprarme un zumo a la tienda de los chinos del barrio, pues por aquella época estaba obsesionado con el tema del físico y no quería engordar. La gente de clase me conocía como "el chico del zumo".
Luego, nos fuimos como todos los días a la Plaza de España a tomar un ratillo el Sol hasta que diera la hora de regresar a clase. Nos tumbamos junto a la fuente como era de costumbre pues al ser verano, aunque no fuera medio día, apretaba el calor y con la fuente al lado, siempre refrescaba algo.
El tema de conversación favorito eran las "pivitas" por lo que yo solía evadirme pensando lo que le haría a cualquier chico que pasara cerca de la fuente y estuviera buenorro.
Cuando llegó la hora de volver a clase, les dije que me iba a hacer un recado, que volvería para la siguiente clase, ellos me dijeron que vale, que allí me esperarían.
Agarré la mochila y me puse en camino hacia el Metro que estaba en la acera de en frente. Bajé las escaleras, pagué mi billete y me dirigí a la línea 7 la cual va hacia el Intercambiador Oeste.
Desde Plaza de España hasta el Intercambiador tenía de por medio cinco estaciones así que me fui hacia la chica que reparte los periódicos gratuitos y la pedí uno, me senté en el andén y esperé a que viniera el tren mientras leía el periódico.
Después de esperar 5 minutos, vino el tren, yo me puse hacia la parte trasera del, pues al llegar a la estación del Intercambiador es donde está el pasillo hacia las dársenas de los autobuses.
Cuando entré por la puerta del vagón, apenas había gente pero vi a un chico que debía de ir a entrenar, llevaba unas zapatillas deportivas, una camiseta Adidas y unos shorts que le marcaban el rabo tremendamente pues estaba medio empalmado. El chico era alto, moreno, con el pelo a tazón, grandote.
Yo me puse a su lado y en vez de cruzarme de piernas como hacía de costumbre, las abrí, para que mi pierna izquierda rozara la suya derecha. Con el ajetreo del tren, nuestra piernas se juntaban constantemente, lo que hizo que mi rabo se pusiera duro como una piedra. Menos mal que yo llevaba una camiseta larga y lo pude disimular porque como me hubiese notado mi polla, me hubiera muerto de vergüenza.
La megafonía del tren anunció el final de trayecto, el Intercambiador Oeste. El chico se levanto rápidamente con lo que le pude ver bien el paquete, esa cosota grande que tenía entre las piernas. Nada más abrirse las puertas del tren, salió corriendo hacia los autobuses.
Yo entre la excitación del tren y que el zumo le había digerido ya, tenía que ir al baño, así que me dirigí allí. Al entrar, me acordé del chico del chat, con lo que al ponerme, no me podía concentrar porque estaba totalmente empalmado. En el baño, había tres chicos más haciendo sus necesidades. Lo que noté raro, fue otro chico que era peruano, de unos 24 años, con una medida aproximada de 1.75 con el pelo corto, vaqueros, camiseta azul ajustada y sandalias, estaba como si buscase algo por debajo de las puertas de los servicios.
De lo empalmado y nervioso que me puse, no pude mear, así que me fui a ver los horarios de los autobuses que al fin y al cabo era a lo que había ido. Me fui a la dársena 6 que es de donde partían los autobuses hacía la sierra, saqué un cuaderno y me puse a copiar los horarios.
Cuando terminé, iba a volver a la academia, pues ya se me hacía tarde, pero tenía que ir al baño de nuevo, pues me estaba meando vivo. Cuando regresé no había nadie, ¡menos mal! me dije, podría mear a gusto. Apenas de bajarme la bragueta para sacármela y ponerme hacer pis, entro el chico peruano y se puso a mi lado, lo cual, de nuevo me hizo ponerme la polla durísima.
El chico se puso con que a mear él también al lado mío y miró hacia la puerta para comprobar si entraba alguien y sin más reparo, se inclinó un poco y me miró mi tranca. Al ver que estaba muy duro, me miró a la cara y me hizo un gesto con la cabeza para que le siguiera.
El tema me daba mucho morbo, pero a la vez, también me causaba mucha vergüenza porque sería mi primera vez en unos baños públicos.
Al final me lancé ya que los servicios no estaban sucios y la situación me causaba mucho morbo, así que me fui tras él. Me llevó a la parte posterior, en donde los servicios tenían cerrojo.
Él entro antes y cuando entré yo, me estaba esperando sobre el váter tocándose el paquete. Yo entré tembloroso y cerré la puerta, dejé mi mochila en el suelo. El chico me dijo que mejor la dejara junto a la pared.
Me bajó la cremallera y los slip y me la empezó a succionar mi rabo, al cabo de un ratín de tiempo, le advertí que como siguiera, me correría en su boca. Él paro, me dio la vuelta, hizo que me apoyara sobre la puerta. Me empezó a comer todo el ojete. Me metió su lengua hasta que se me dilató bien el culo.
Yo me puse de pie y le quité la ropa, me empecé a tragar su cipote y supe que era bien gorda ya que apenas me cabía en la boca y me rozaba en las muelas. ¡Me llenaba la boca!. Empecé a notar como me agarraba fuerte mi cabeza y me follaba más y más la boca. Yo ya no podía más y me la empecé a machacar pero él me cogió la mano y me lo impidió.
Me dijo que si tenía una goma (preservativo), yo le contesté que no. El peruano se agacho a por sus pantalones a por una goma, la abrió y me la hizo comer, luego, empezamos a besarnos hasta que él tenía la mitad del condón en su boca y yo la otra mitad dentro de mi boca. Tras un intenso beso, me arrebató la goma y mientras me iba metiendo un dedo para dilatarme el ojete, yo se la comía de nuevo.
De repente, él me separo y se puso el preservativo, me cogió de los hombros y fuertemente me sentó en su falo. Yo grité fuertemente y mi reacción fue levantarme rápidamente pero con una mano me tapó la boca y con la otra me agarraba fuertemente para que su polla no saliera de mi culo. A medida que pasaba el tiempo, mi culo se iba dilatando más y más para dejar pasar el pedazo de carne del peruano. Una vez dilatado del todo, me senté sobre su rabo y empecé a trotar suavemente mientras el peruano me comía el cuello. Poco a poco, los dos nos íbamos excitando más y más con lo que acabé por levantarme y caer de golpe sobre su verga repetidas veces. Él me cogió mi rabo y empezó a masturbarme bruscamente. De repente, el peruano se apoyo sobre la cisterna y empezó a dejar caer agua al váter mientras yo seguía con mi faena hasta que empezó a gemir en voz baja hasta que no pudo más y cuando se empezó a correr me cogió mi polla fuertemente como si de una pelota anti - stress se tratase.
Yo seguía sentado sobre su falo, cuando me empezó a machacármela. Apenas duré ya que yo estaba demasiado excitado. Di unos cuantos trallazos de lefa que llegaron hasta la puerta. Cuando terminé, me gire y nos fundimos en un beso.
Nos levantamos. Pude ver su gran corrida dentro del preservativo. Cogió papel higiénico y me limpió mi polla. Luego se quitó su preservativo de su polla, le hizo un nudo y envolviéndolo con el papel que me había limpiado lo tiró al váter y nos vestimos.
Me preguntó que quién salía primero y respondí que él. Y así fue, él salió primero y al cabo de un par de minutos salí yo. Él se estaba con que secándose las manos. Yo fui al lavabo y me lavé bien mis manos ya que todavía tenían restos de lefa. Me las sequé y salí de los baños.
En dirección al Metro para volver de nuevo a la academia, me agarró del brazo el chico peruano y me saludó como si nos conociéramos de toda la vida. Me preguntó:
¿Cómo te llamas? Y yo después de pensármelo unos segundos le respondí que Jorge. Le pregunté por su nombre, él se llamaba Jesús.
¿Nos volveremos a ver?, me preguntó y yo no le contesté, me pidió el número de móvil y se lo di. Me dijo que ya me llamaría para una próxima aventura.
Esa próxima aventura nunca llegó porque el jueves fui a la sierra a conocer a Juan y empezamos a salir a la semana.
Si queréis hacerme algún comentario sobre el relato leído podéis contactar conmigo en: del_campanar@yahoo.es