El inocente raulito 8

La saga continua con el chico de tremendo culazo...

EL INOCENTE RAULITO 8

Después de días Raulito volvió a la casa. La abuela Marta lo miro con malos ojos. Muy enojada. Casi ni lo saludo.

__¡Abuelita no te enojes!

__¿Qué estuviste haciendo con ese pervertido?

__¡Abuela Marta, me trato muy bien. No es ningún pervertido, no te preocupes!

__¡Yo no sé porque ese tipo viene a donde se le de la gana y se lleva todo por delante!

__¡Me voy a dar un baño!

__¡Esta bien!

__¿Y el abuelo?

__¡No sé! Esta en una reunión con alguien!!¿No vi quien era!

Raulito se fue al baño. Se limpió el cuerpo, una y otra vez. Paso las manos por su cola. Por sus pechos, su vientre. Su miembro que quiso levantarse y jugo con el. Su afiebrado cuerpo que siempre estaba listo para la acción. Se gozo como a veces hacía. Se miró en el espejo, luego del acalorado encuentro. Se gustaba y eso era lo que hacía que los demás quedarán encantados con el y su figura.

Salió limpio y fresco, contento, recordando los momentos vividos con Aníbal. Movía su tremendo culazo por la casa, buscando al abuelo, para saludarlo.

Recorrió las habitaciones y a nadie encontró. Pensó que seguro estaría en el refugio. Así lo llamaba su abuelo. Estaba en el galpón de afuera. Un lugar que se había acomodado el hombre para cuando quería leer, escuchar sus programas de radio.

Salió al exterior. Camino silbando, moviendo su exquisito trasero. Entró al galpón. Aguzó el oído. Escuchó algo, como voces, se metió. Avanzó callado. Miró hacia arriba. Volvió a escuchar como unos gemidos, se sonrió, no podía ser, se dijo para si. Y luego se dijo también:¿porqué no?. Movió su cabeza en negación y pensó muy inquieto y ¿porqué no? se volvió a preguntar sin ninguna incomodidad es mas divirtiéndose.

Subió los peldaños de la escalera cubiertos de goma para no hacer ruidos, eso le vino bárbaro, parecía un gato trepando, conteniendo la respiración . Las voces se hacían mas claras, los susurros ardientes, los retenidos gemidos.

El inocente Raulito se asomó, cual un ladrón. Observó. Un sillón de alto respaldo. Vio de costado a su abuelo. Arrodillado delante de el, un joven desnudo, que saboreaba el sable despierto y levantado de su abuelo.

Raulito contuvo la respiración. El tronco del abuelo Braulio era encantador, pensó Raulito, ya cayéndole la baba. Su excitación no tardó en venir. Se quedó contemplando. Era el hijo de Ramón quien estaba con sus manos aferradas al timón quien chupeteaba y gemía alzado y caliente. El abuelo acariciaba los cabellos del chico y también gemía a veces.

__¿Te gusta así abuelito?__ preguntaba el putón

__¡Ahh sí cariño, así, lo haces muy bien!!

__¡Tu me enseñaste!!__ decía aquel jovencito mientras la boca tragaba el sable poderoso. El chico jugaba con las bolas del abuelo. Las lamía paciente, en tanto el abuelo de Raulito se tomaba de los brazos del sillón, como se tomaría del borde de un bote en medio del río. Se sacudía y casi gritaba, se notaba que la calentura iba en aumento. El hijo de Ramón estaba desnudo y se veía su pija que también estaba dura y levantada.

Se metía los dedos en el culito, abriéndose. Preparándolo para que el abuelo le entrara.

En un momento el chico se giro dándole la espalda a Braulio, el abuelo de Raulito. Este le acarició el culito, aquellas nalgas eras apreciables. Con su cabeza se acercó y mordió las nalgas, beso la carne y hundió su lengua en el agujero del joven que dio un largo suspiro, un gemido eterno y dobló su cuello como si fuera un muñeco roto.

__¡Ohh si abuelito dame lengua!!__ dijo el caliente chico. La calentura de Raulito se hacía notar y metía los dedos en su culito y apretaba sus huevos y su verga totalmente dura y abrasadora.

El hijo de Ramón movía las caderas, jugando y haciendo entrar la lengua en lo mas profundo.

Lentamente aquel chico se fue sentando en la vara gorda y larga del abuelo Braulio. Raulito se acariciaba los pechos con el pantalón corto caído a sus pies. Los amantes no lo habían visto, es mas, ni sabían que estaban observando.

___¡Ahhh, así, métela, ahhh, hasta el fondo, si, si ah ay ay !!__ gritaba el chico en tanto el abuelo le mordía el cuello y apretaba los pezones del hijo de Ramón. El muy putón se retorcía como un animal ensartado con la tremenda poronga del abuelo.

Raulito sentía envidia del chico que estaba gozando a su abuelo. Ese hombre que acariciaba las tetillas del chico que estaban erguidas, paradas al máximo, mientras el joven daba saltos sobre el pistón, su propia pija se movía de un lado a otro un poco caída, para luego volverse a alzar, y endurecerse, y volver a caer, el placer del muchacho estaba en su ojete invadido por el pedazo de Braulio.

__¡Ohhh chiquillo que bueno que estas…ahhh…me encanta tu culito!!!

__¡Es todo para ti Braulio!__ el pistón del abuelo entraba y salía del agujero que le brindaba el sometido joven, que gozaba, de forma plena, saltando, abriéndose, entregándose al macho que lo ensartaba.

Con los dedos, el hijo de Ramón acariciaba las bolas del abuelo que gruñía mordiendo y chupando el cuello y las orejas del jovencito entregado y clavado por el,  el chico de vez en cuando giraba el cuello y las lenguas se chocaban sacando chispas.

Se besaban y Raulito hacía saltar su leche regando los escalones de goma. Sentía envidia del hijo de Ramón que gozaba a su abuelo. Jamás habría sospechado que al abuelo le gustaran los jovencitos, es mas, creía que no tenía mas sexo con nadie. Pero bueno esa fue una sorpresa.

Acto seguido el hijo de Ramón, sacó la tranca de su interior. La esplendorosa poronga del abuelo quedó erguida y amenazante. El putón jovencito se montó nuevamente, pero está vez quedando de frente a Braulio que lo acariciaba en la cara, mientras el chico se metía la víbora dentro de sus entrañas, de a poco, despacio, tragando con su ojete todo aquel pedazo de carne.

__¡Ohh Braulio, cógeme, cógeme, así, abuelito!!

__¡Oh que tierna putita eres, te tragas mi carne, eres un cariño amorcito, ahhh, ahhh, me vas a hacer acabar!!

__¡Ya te vienes, ay, ay, ay, si, dame la lechita!!__ el abuelo de Raulito siguió taladrando al jovencito, que gemía, alzando la voz.

__¡Quiero que me des tu leche, la extrañaba, ahhh, que gozo, me haces gozar, estoy tan caliente abuelito, ahh, ahhh!!!

__¡Sí ya te la doy cariño, bebe, amorcito, ahh, ay, ay ahhh!!__ grito el abuelo mientras seguramente los chorros llenaban el ojete dilatado y gentil de aquel muchachito caliente y sensual, Raulito en tanto sacaba sus dedos de su propio culo deseoso de una poronga. El hijo de Ramón acariciando y masajeando su propia verga largaba también su líquido sobre el vientre del abuelo, los dos calientes se fundían en un largo beso. Saboreando sus lenguas ardiendo. Jugaron con sus babosas, se chocaron una y otra vez, se lamieron, el hijo de Ramón se inclinó sobre el pecho de Braulio y chupaba la piel y los pezones gordos y duros . Todavía con el rabo del abuelo clavado en el ojete, el chico apenas se movía, gozando hasta el último momento de aquel bocado. Braulio abría las nalgas del chico, se prendía a ellas y las acariciaba.

__¡Ahh amorcito me has sacado hasta la última gota!!

__¡Eres mi macho recuerdas!

__¡Claro que recuerdo, pero sé que te irás otra vez!!

__¡Y si la escuela está lejos y no puedo venir siempre!__ se abrazaron por el cuello dándose otro profundo beso hasta casi quedar sin respiración. Aprovecho Raulito y más caliente que antes comenzó a retirarse del lugar. Deseando un hombre para saciar su sed.

Salió a respirar el aire fresco del campo, a pesar de que el calor se anunciaba fuerte. Apareció Ramón montando el hermoso caballo blanco de la abuela o mejor dicho que usaba generalmente la abuela, en otros tiempos.

__¡Raulito ¿Cómo estás?__ saludo el hombre maduro

__¡Bien bien Ramón vengo del galpón!__ señalando el lugar

__¡Ah, si ya veo!!__ comentó el hombre poniendo en su rostro un sombra extraña.

__¿Quieres subir?__ dijo Ramón

__¡Si claro!__ dijo el caliente chico y extendiendo el brazo Ramón lo montó delante de el. Taconeo al bello animal y Raulito semblanteó con su ojete el bulto de Ramón. Lo sintió e hizo sentir sus tremendas nalgas contra el pedazo del macho. El trote del caballo ayudaba al roce. Ramón acariciaba los hombros del chico y Raulito apoyaba su cabeza como al pasar en el pecho robusto y fornido del hombre.

Llegaron al montecito que estaba ladeando al arroyuelo. La sombra cobijó los cuerpos. Raulito bajo del caballo. Pensando en tener ya a ese mástil duro que le rozaba las nalgas.

Ramón se apoyó en un árbol y bajo su pantalón. Saltó el pedazo rocoso. Raulito sin decir nada se arrodillo frente a él se comió de un bocado aquel pedazo de carne. Llenándolo de saliva. Enseguida los gemidos del hombre empezaron a sonar en el clamor del campo silencioso.

La boca del jovencito lamía la cabeza del tronco, latigaba sobre el miembro, chorreando la saliva y haciendo que cayera líquido sobre los huevos gordos del hombre.

__¡Uhhh Raulito, ahhh, realmente te gustan las pijas, eres adorable!!!__ el inocente chico se metía el pistón hasta el fondo de su garganta hasta llegar a las arcadas, produciendo más lubricante que chorreaba sobre ese mástil.

Busco las bolas grandes y gordas, llenas de leche. Pasó primero la lengua, golpeándolas, acariciándolas, rozándolas. Haciendo que el macho gritara de calentura y placer. Enloquecido lo tomaba al muchacho de los cabellos cortos, empujando la cabeza de este y sosteniéndola hasta casi desmayarlo. Furioso.

__¡Ahhhh papi, me vas a ahogar, quieres cogerme o matarme!!!__ decía el joven cuando al fin pudo respirar.

Ramón volvió a empujar y se le metió nuevamente a Raulito que abrió la boca y tragó goloso y sin remedio. Los dedos del chico ya estaban escarbando su agujero explosivo y ardiente, mojado, abierto y preparándose para que le metiera esa morcilla dura que tragaba y tragaba, recordando al propio hijo de Ramón que estaría gozando de otra cogida con el abuelo Braulio.

Raulito se había quitado su pantaloncito y estaba con su tremendo culazo al aire. Meneándolo, mientras se clavaba los dedos en su ojete profundo. Húmedo hueco a la espera de ser rellenado por el cipote cada vez mas rocoso de Ramón.

__¡Ohh cariño espera un poco que te vas a llevar mi leche en la boca…ahhh. quiero…quiero metértela en tu culito precioso!!!__ el chico largó el biberón dándole pequeños besitos en la cabeza brillante y espumosa.

El hombre se tiro al suelo con el mástil bamboleándose rígido y soberbio. La baba en los labios del chico hicieron que el hombre vibrara un poco mas de salvaje calentura y tomándolo del cuello lo sentó en su regazo y besó aquella boca febril y deseada. La lengua recorrió largamente la boca del chico, las salivas chorreaban y humedecían los bordes de las bocas.

Las manos de Ramón agarraban las nalgas redondas del joven, las abría y jugaba con ellas. Las estrujaba. Enrojeciéndolas, marcándolas con sus gruesos dedos. Mientras no dejaba de besar aquellos labios que lo volvía loco hacía tiempo. Estaba saciando la sed que lo embargaba y lo poseía.

Ramón invadió el agujero precioso del joven Raulito que gemía ya como la putilla que era. Lloriqueando mientras entraba un dedo y luego dos y se movían en el agujero. Lo terminaban de abrir. Los gemidos de ambos eran estrepitosos.

Desnudo ya, Raulito era chupado en todo su cuerpo por Ramón, que se había prendido a las tetillas del chico, mientras con una mano masajeaba el miembro , los dedos de la otra mano no dejaban de ir y venir por el túnel que gozaba y deseaba un buen trozo de carne.

__¡Oh papi quiero tenerte dentro, anda, mételo ya en mi culito!!!__ casi rogaba el inocente putón. Ramón giro al cuerpo del muchacho gimiente y sollozante y clavó su lengua en el ojete de Raulito que babeaba húmedo. Hilitos de líquido bordeaban el anillo explosivo y dilatado. Chupó insaciable Ramón, metió su lengua. Besó aquel anhelante orificio del placer, arrancando aullidos del joven que meneaba sus caderas candentes.

Chupo y lamió de arriba a  abajo y viceversa. Rodeó el agujero exquisito, en tanto, el joven, lloriqueaba al sentir la humedad creciente en su trasero inundado

__¡Ahhh papi me vas a hacer acabar!!__ decía el chico mientras la lengua del macho le acariciaba las bolas y las tomaba por asalto. Abriendo la boca las comía, las tragaba, suspirando, casi ahogado al cometer tal acción.

Colocado en cuatro patas, Raulito sintió la presión del garrote queriendo entrar en su agujero listo y preparado. El glande fue entrando y abriéndose camino. Raulito se hamacaba para ayudar a la penetración, hasta que al fin, toda la poronga estaba en su sitio. O sea en su cola gozosa de lujuria.

Ramón empujaba hasta los huevos, hasta que golpeaban las nalgas redondas y hermosas de aquel chico. Recordó aquel tiempo que llevaba queriendo hacer aquello. Ahora tenía al gimiente joven taladrado y bombeado por el.

Mordió la espalda y la nuca. Las orejas. Mientras su aguja implacable se hundía en la carne sabrosa de aquel muchachito que gozaba, moviendo la cola como una gata desquiciada.

Apretaba su garrote con el ojete palpitante, Ramón, en tanto, con las manos masajeaba el hinchado miembro de Raulito que desagotó su liquido en torrente, regando los yuyos verdes y frescos.

__¡Ohh cariño eres super caliente!!¡Hace tanto no cogía con alguien como tu!

__¡Arghhhh papi cógeme, así, mete tu pija, ahhh, ay, ay!!!__ gemía el inocente Raulito mientras el garrote de Ramón iba y venía en el anillo elástico, abierto, caliente y húmedo.

Las bolas del macho golpeaban y golpeaban, Ramón hacía esfuerzos por no acabar, pero mordiendo los labios, sus labios rojos, se fue yendo dentro de aquel túnel de placer, gritando, largando escupitajos de leche, que fue colmando el lugar de aquel chico endiablado.

Tirados en la hierba, a los pies del tranquilo caballo, se abrazaron hasta tarde, se besaron, se volvieron a amar, ardidos, calientes, hasta quedar exhaustos.

Pasados los días, Raulito, caminaba por el costado del camino polvoriento, era un atardecer hermoso.

Movía su culazo tremendo de un lado a otro. Gracioso y sensual. El calor había disminuido un poco. Se escuchó el ruido de un motor. La tierra volaba por doquier.

__¡Mira Tito!!¡Mira!!__ dice Toto sacando la cabeza por la ventanilla del viejo camión.

__¿Qué te pasa Toto?

__¡Pero no ves ese culazo enorme!¡No lo ves!

__¡Es un chico!

__¡Que me importa a mi!¡Es una preciosura de culo!

__¡Si, en eso tenés razón!__ acepto Tito.

__¡Para que lo llevamos!

__¿Adónde?

__¡No sé!¡Al galpón del tío!

__¿Te parece?

__¿Qué?¿No te cogerías ese culito? __ preguntó Toto totalmente sacado

__¡Y…sí!__ el camión se detuvo a la par de Raulito que también detuvo su andar y sonriendo se dio la vuelta.

__¡Hola preciosura!__ dijo Toto babeando.

__¡Hola señor!__ contestó Raulito

__¡Porque no vienes con nosotros!

__¿Adonde?

__¡Vamos a un galpón de mi tío!¡Tenemos algo que mostrarte!

__¡Ohh sí… bueno, vamos!!__ los maduros hombres andarían en los cuarenta y pico de años. Raulito sabía que tenían una quinta. Los conocía de vista. Eran primos o algo así. Eran robustos, grandotes, rubios de cabellos largos y ojos claros. Los tenían tildados de salvajes, a Raulito todo eso no le importaba. Tal vez eran grotescos y rudos, pero le gustaba los cuerpos así.

Bajaron del camión en el galpón alejado del camino. Los pájaros cantaban sin cesar enredándose en las ramas de los árboles verdes y grandes.

Toto acarició y pellizcó las nalgas apetecibles del chico que rió de buena gana.

__¡Ahh que linda cola tienes!!__ dijo babeando el maduro hombre.

El inocente Raulito meneaba sus caderas y nalgas redondas. Entraron al galpón. La luz se iba apagando, pero Tito encendió un sol de noche y de pronto todo se iluminó.

Toto ya estaba con la poronga fuera de su pantalón caído, que nadie vio cuando se lo quitó. La vara gruesa, y unos huevos grandes iluminaron el rostro de Raulito.

__¡Ven chúpalo, es todo tuyo!!__ el chico se colocó de rodillas y tragó el sable apetitoso y rígido. La boca saboreaba, en tanto Tito le quitaba la ropa, mordiendo su culo, las carnes sabrosas, los gemidos empezaron a surgir de las gargantas.

Tito llegó al agujero y lo cubrió con su ladina gruesa lengua. La metía hondo, escarbando.

__¡Ohh Tito, no sabes…ahhh, la boca…que tiene…este mamón…me encanta, ahhh!!!__ gritaba el sacado macho caliente. Tomaba de los cabellos al joven y lo sostenía para que no corriera su boca del pistón.

__¡Su agujero es precioso, humm, está listo para, ahhh, clavarlo!!!__ Raulito seguía comiendo el sable de Toto que gemía. Tito se movió de su lugar y fue a pararse al lado de su primo y mostró su largo fierro parado, instando para que el chico también lo comiera. Raulito no perdió tiempo y se tragó el bocado. Uno por vez, un momento uno y luego el otro y después los dos juntos. Los machos ardientes gemían a gusto. Gozando y pasándola muy bien.

__¡Ohh cariño eres una putita hecha y derecha!!!

__¡Ahhh que caliente estoy!__ gritaba Toto. Mientras la boca de Raulito se comía las dos porongas. Gimiendo y lloriqueando como a el le gustaba hacer cuando estaba con dos machos como aquellos.

__¡Come mis bolas, anda, pajarita, cómelas!!!__ pedía Tito y la lengua del chico se acercaba a aquellos globos. Luego se los metía en sus fauces, tragándolos a pleno y arrancando los bufidos de Tito.

Toto se corrió y poniéndose detrás del joven escupió en el agujero, lamió unos instantes y le clavó la espada sin demora.

__¡Ahhh que gusto…que lindo culito tienes preciosa!!!__ gritó desquiciado

__¡Siii papi, cógeme, asiii!!!__ grito el inocente Raulito con la tranca clavada en su ojete volcánico. La barra de carne enseguida penetró y empezó a bombear con ritmo frenético. Toto se aferraba de los hombros del joven que aullaba.

Tito metí a fondo su garrote, sacando lágrimas del chico ahogado en su placer y en su lujuria salvaje. Traga, hace arcadas, pero goza.

En tanto la vara clavada en su trasero sigue bombeando, atravesándolo. Gime, pide más. Siente las bolas del macho que lo taladra golpeando en sus redondas nalgas.

__¡Ahhh, ahhh, bebe, me vas a hacer acabarte en la boquita, ahhh!!!__ grita Tito como en un lamento. En tanto apura las embestidas, descontrolado, cataratas de leche en escupitajos violentos y calientes golpean el paladar de Raulito que hace esfuerzos por tragar aquel manjar, sin desperdiciar nada de nada, aunque su cueva fuera inundada, saboreando, toda la crema, lamiendo sus labios, chupando la cabeza del endurecido pene.

__¡Ohh, ohhh cariño, que boca tienes, ahhh, eres insaciable, mucho mejor que mi esposa, ahhh!!__ se desinfla Tito, cayendo de rodillas busca la boca del chico y lo besa profundamente, comiendo su propio sabor y sus jugos.

Toto embiste, profundo, taladra, bombea, se mece dentro del canal mientras aullaba de placer, muerde el cuello de Raulito hasta casi hacerlo sangrar. El chico se queja, casi siente dolor, pero el placer es mayor. Tiene la lengua del otro macho enterrada en su propia boca y casi no puede respirar.

Así salta su leche para todos lados, regando el suelo y partes del cuerpo de Tito.

Toto desencajado empieza a llenar el ojete rico del joven efebo que se lamenta y lloriquea al sentir como es desbordado de semen. Sigue la lengua de Tito en su boca y Toto le lame el cuello, la nuca, las orejas, hasta casi quedar sin aliento. Toto saca la barra de carne desfalleciente. Tito deja la boca de Raulito chorreando las salivas.

__¿Quieres que te de un baño amorcito?__ pregunta Tito con los ojos iluminados de un brillo especial.

__¡Si quiero papi!__ dice el inocente jovencito. Entonces sin mas Tito empieza a rociar de líquido ámbar amarillento el cuerpo del chico. Lo riega, gozando y gimiendo, el baño es caliente y casi inoloro. Es abundante y mojan con el líquido caliente cabellos, cara, pechitos, vientre. Toto no puede reprimir el deseo y hace lo mismo. Riega, moja, espalda, cola, abre las nalgas y limpia el agujero primoroso y gentil, abierto al deseo y a la exploración.

Los machos sonríen y lo amarán hasta entrada la madrugada.-