El inocente raulito 6

El chico y su tremendo culazo siguen con sus aventuras...

EL INOCENTE RAULITO 6

El inocente Raulito ha salido a caminar por los alrededores, y ha llegado hasta donde esta un tractor semi desarmado. Mueve su hermoso culazo de un lado a otro. Se acerca a quien hace las veces de mecánico, un hombre de unos cuarenta años, rubio, de pelo largo, engrasada su ropa y las manos fuertes. No lo había visto antes por estos lados, sonríe, el hombre lo mira.

__¡Buenas!!__ saluda el chico

__¡Buen día!__ responde la grave voz del hombre

__¡Siempre me gustaron los tractores!!

__¿De verás?

__¡Sí y nunca pude aprender a manejar uno!¿Tu podrías enseñarme?

__¡No sé…yo los arreglo…soy el mecánico!!

__¡Por cierto soy Raulito!!

__¡Encantado, soy Roque!

__¿Vives en el pueblo?

__¡Tanto como el pueblo no, en las afueras, con mi esposa y los chicos!!

__¡Ah, estas casado!__ dijo el chico haciendo un mohín y moviéndose para un lado como descuidado, moviendo su culazo y dejando ver al hombre aquel pedazo de carne seductor y salvaje. El mecánico no fue inmune, miro ese trasero y un hormigueo lo subyugo.

__¡Entonces no quieres enseñarme a manejar el tractor!!__ exclamó socarrón el joven

__¡No no quiero que lo tomes así!!__ el chico se acercó al hombre.

__¡Entones sí!

__¡Espera que pongo en marcha y pruebo a ver como suena!!__ el hombre dio contacto a aquel tractor de color verde bastante moderno. Humeando el monstruo largó bocanadas al aire de un humo negro, el rum rum apareció ensordecedor al principio, pero luego, se suavizó el sonido y se hizo mas calmo y uniforme.

__¡Parece que anda bien!!__ exclamó Raulito entusiasmado.

__¡Si y muy bien, así lo quería escuchar!!¡Le pediré autorización al dueño!!

__¿Para qué?

__¡Para llevarte y enseñarte!

__¡Es mi abuelo el dueño!

__¡No importa, sube!__ el hombre se puso en movimiento, llegaron al frente de la casa, el abuelo salió.

__¡Ya está!__ grito el hombre

__¡Bueno!¿Y tu qué haces Raulito?

__¡Roque va a enseñarme a manejarlo!!

__¡Tengan cuidado!!¡Roque!

__¡Si no hay problema!¡Estaremos en el potrero vacio!!__ allá marchó el tractor aún humeando, a paso tranquilo, despacio.

En el potrero el tractor se detuvo. Raulito no lo pensó y se sentó sobre el hombre, que pareció turbado en un principio.

__¡Oh espera, espera!!__ dijo

__¡No así está bien, es cómodo!!__ decía el joven restregando su hermoso culazo sobre las ropas engrasadas del hombre. Roque sintió que su virilidad cobraba vida. Hacía rato que no tocaba a su mujer después del último parto y la fiebre fue ganando la razón. Encima el culo del chico estaba muy bien, ese shorcito lo hacia ver inclusive ms salvaje. Más apetecible. Raulito por su lado sentía la creciente dureza. Mas movía sus nalgas sobre el preciado trofeo.

__¡Oh que palanca dura!!__ comentó risueño y pícaro, calentando mas el ambiente.

Las manos de Roque se posaron en los pechos del chico. Los recorrió apretando, su respiración, cada vez mas jadeante y abrasiva. La dureza entre sus piernas crecía de manera exponencial. Roque pellizcaba con sus dedos los pezones de Raulito que se restregaba sin piedad sobre la dureza del hombre.

__¡Ohhh papi estas muy caliente!!

__¡Tu me pones así!!__ gemía el hombre que buscaba con los dedos el botón del pantaloncito del chico, lo alcanzó y lo saco de su ojal. Su mano se metió dentro y rozo el paquete del chico que también se iba levantando poco a poco. Lo acarició con los dedos, el chico empezó a gemir también, salvaje y caliente.

Roque llevaba la mano a la boca del chico y lamía los dedos, luego los volvía a meter dentro del pantalón y rozaba las partes haciendo sentir una corriente exquisita y sensual al joven.

Aferrado al volante del tractor que por supuesto estaba detenido, Raulito se inclinó un poco, esto le dio posibilidad al hombre de bajar el shorcito, y ante su cara quedó el hermoso ojete del chico. No lo pensó Roque y se lanzó con su boca hambrienta sobre aquel manjar delicioso.

La lengua empezó a hurgar, aquel hoyito del placer y la lujuria de tantos. La saliva pronto empezó a abrir la puerta trasera. Raulito muy dispuesto gemía y se prendía al volante, mientras su ojete era atendido por la maravillosa lengua de Roque que bufaba de tanto ardor.

Besaba el agujero, hundía su estilete, el chico se moví de tal forma que de vez en cuando las bolas eran acariciadas por el gordo molusco de Roque que no le hacía asco a nada de tanta calentura que tenía en sus huesos fuertes y jóvenes.

Apareció el garrote del hombre saltando para todos lados, Raulito le paso los dedos, acariciando, el hombre guió su herramienta, el chico se fue sentando despacio, probando, el garrote fue entrando ante los bramidos del hombre, sus músculos tensos, endurecidos, tanto o mas que el tronco del macho que se perdía poco a poco en el túnel del joven que aullaba de placer.

__¡Ahh que lindo agujerito tiene Raulito, ahh, me encantas!!

__¡Es todo para ti papi!!__ Roque mordía los hombros del joven marcándolos, chupaba las orejas.

__¡Hace mucho que no estas con tu mujer, ahh, ahh, ohhh!!!

__¡No deja que me acerque, ahh, Uhhh!!¡¡Pero tu eres tan bonito, ahhh, quiero cogerte siempre!!__ decía el hombre alzado y taladraba el ojete del chico. Raulito subía y bajaba aferrado al volante. Las manos del hombre amortiguaban los vaivenes del joven, agarraba las nalgas y las abría, gozando del contacto.

Raulito aceleraba las embestidas, lo cabalgaba sabiendo que aquel macho lo llenaría en cualquier momento, así fue, Roque, gritando como salvaje se fue vaciando en el anillo glotón del chico, mordía la nuca y las orejas, apretando los pechitos de Raulito que también largaba su líquido ensuciando cada parte del tractor. Eso no les importo.

Quedó unos momentos sentado sobre el pistón que lentamente caía. Roque buscaba aire, acariciando los pezones erectos y febriles del chico que descansaba la cabeza contra el hombre que había llenado su túnel. Sentía caer las gotas de semen, resbalando precipitadamente.

__¡No vas a aprender mucho!__ dijo Roque sacando su pistola babosa.

__¡No importa, ya habrá tiempo!

__¿Tu no vives aquí?

__¡No, soy de la ciudad, peor vendo desde siempre!!

__¡Como nunca te crucé, tal vez estaba en otra cosa!!__ dijo Roque tomando de la barbilla al joven y posando sus labios en los del chico.

__¡Pon en marcha el tractor!!

__¿Quieres dar un vuelta?__ preguntó el hombre

__¡Claro porque no!!__ sonrió el chico buscando la boca del hombre y ofreciéndole su lengua.

El tractor empezó a marchar por el lugar, tomaron por un camino hacia un pequeño monte, iban despacio, muchos pozos, el camino no era de lo mejor, se notaba que no era de alto tránsito. Las manos de Raulito no se quedaban quietas y empezó a jugar con la chota de Roque, que seguía como si tal cosa, manejando el vehículo. Cuando al fin se levantó otra vez el mástil, el chico fue a buscar el bocado.

La boca lo tragó. Tragaba saliva el hombre haciendo la marcha cada vez mas lenta.

__¡Ohh que boca, sigue, sigue mamando!!__ los árboles dieron fin al viaje. Raulito seguía comiendo la poronga alzada de Roque que recostado en el asiento, acariciaba los cabellos del joven, gozando de la mamada que le propinaba aquel joven salvaje y caliente que se había cruzado con el.

La saliva chorreaba de la cabeza hasta los huevos.  Los pantalones de Roque habían quedado por las rodillas, sí que el chico jugaba con las bolas, sacando de la garganta del macho gemidos y gruñidos.

__¡Creo que te gusta!!

__¡Siii no pares, por favor, sigue, cariño, sigue!!__ la lengua de Raulito zigzagueo por la vara de abajo a arriba y viceversa, los alaridos del macho retumbaban en medio de la nada.  De vez en cuando Raulito le daba besos a la cabeza inflamada y volvía a engullir aquella venenosa serpiente que de un momento a otro volvería a largar su veneno salobre y pegajoso. Masajeaba la barra de carne, lamía como helado, volví  meterla hasta el fondo de la garganta, se ahogaba, pero lo volvía a hacer. Roque gemía ardiendo en llamas infernales, sabía que ya no podría olvidarse nunca más de aquello.

__¡Quiero saborear tu leche papi!!

__¡Ohh si te la daré, claro, ahhh, si, sigue, ahh ahhh, ahhhhh!!!__ el macho aumentó los alaridos a medida que descargaba su pistola febril en la boca del chico que tragaba, degustando hasta la última porción de comida que le brindaba aquel hombre. La limpio dejándola brillante, impecable.

Roque acariciaba la cabeza del chico como en un sueño. Quedaron unos momentos como adormilados.

Casi caía la tarde cuando Raulito llegó a casa. Roque estacionó el tractor y luego se fue a su casa, completamente satisfecho y confuso.

El inocente Raulito paso derecho al baño y se dio una ducha reparadora y relajante.

Luego fue a cenar con los abuelos.

__¡No te vi en todo el día Raulito!¿Aprendiste a manejar?

__¡No sabes como aprendí abuelito!__ mintió con descaro

__¡Mejor así!__ acoto la abuela

__¡Mañana vendrán unos trabajadores!__ comentó el abuelo

__¡Ah si!

__¡Vienen todos los años a recoger la fruta!¡Durante el día le prepararemos el galpón más chico, lo usan como casa, son tres, gente grande y muy buena!!

Al día siguiente la labor fue contundente. Tuvieron que dejar las instalaciones listas con todo lo necesario para que allí vivieran por unos días tres personas.

Quedaron muy conformes con el trabajo. Raulito había ayudado yendo y viniendo durante toda la mañana.

Apenas pasado el mediodía llegaron a la casa aquellos tres trabajadores de los que había hablado el abuelo.

Amancio tendría cincuenta largos, ya el pelo gris, las manos fuertes, algo de panza, era alto, fornido, de ojos oscuros como la noche y sonrisa amplia.

Vittorio simpático, hablador, de estatura mediana, cabello abundante, boca sensual, pecho fuerte y brazos anchos.

Joaquín, era el mas grande de edad o eso aparentaba.  Poco cabello, una barba cuidada. De sonreír natural.  Era un poco mas bajo que los otros dos, pero aún se veía fuerte y con energías.

Los hombres luego de la siesta de rigor, fueron a trabajar, para hacer algo, empezando a recoger las frutas.

Por la noche Raulito era el encargado de llevarles la comida que se preparaba en la cocina.

Apenas el chico entró en el albergue que habían preparado con todas las comodidades, fue Vittorio el que empezó a adularlo y decirle cosas, mostrándole la lengua y queriendo saborear su cuerpo.

__¡Eres una criatura muy bella, me clientas!!__ decía Vittorio y los demás reían

__¡Ay que cosas dices!__ decía el inocente moviendo su culazo tremendo sabiendo que los machos se iban alzando de a poco. Los otros no hablaban mucho pero miraban sus caderas y el movimiento de su culo los volvía loco.

Esa noche los dejo calentitos. Al día siguiente la rutina volvió a repetirse.  Aunque Vittorio estuvo mas audaz y en cuanto pudo pellizco el culazo del chico, que se retorció y salió dejando el lugar risueñamente.

Por la noche, el chico se escabullo, cuando sus abuelos se habían ido a dormir. Eran cerca de las once de la noche. Al otro día no se trabajaría. Caminó sigiloso hasta el galpón que hacía de casa.

Entró y para su sorpresa Amancio, Joaquín y Vittorio lo esperaban en completa desnudez. Con sus bamboleantes serpientes brillando en una tenue luz. El sonrió y solo se escuchaba el rumor de las agitadas respiraciones.

Se movió con su tremendo culazo. Quedó de pie en medio de los tres machos rebosantes de calentura.

__¡Ohh bebe quieres una porción de carne belleza!!__ dijo alzado Joaquín

__¡Te daremos tu ración!!__ afirmo Amancio

__¡De rodillas mamón, prueba estas morcillas, anda, belleza, muéstranos tu culo!!__grita Vittorio. El chico se menea como una bailarina exótica. Quitó su remerita y los pechitos le asomaron ya con sus pezones levantados y duritos, exquisitos. Las porongas de aquellos machos comenzaban a levantarse, a ponerse rígidas, duras. Mientras baila suavemente se contonea delante de los babosos, acaricia las espadas firmes ya. Les pasa sus dedos, mientras baja su pantaloncito. Baila con una música imaginaria. Lo que no es imaginario es la presencia de esos machetes largos y gruesos. Que se mueven elásticamente endurecidos.

La tanguita blanca de Raulito se le mete bien hondo en la zanja de su ojete precioso. Los ojos de los hombres no lo pueden creer y su excitación se multiplica, la baba le cae por la comisura de los labios temblorosos.

El chico se agacha y los tres se acerca, traga la primera morcilla, la come literalmente, Vittorio se retuerce de placer, mete y saca la vara de la boca. La saliva baña aquel pedazo duro. Lo deja y ataca la vara de Joaquín, este suspiró, alargando el placer, que le producía aquella boca.

__¡Ohhhh mamon, bebe, cariño, ahhh, ohhh, eres un ángel, ahhh!!__ gemía aquel hombre. Raulito pasaba la lengua a lo largo del tronco, la besaba y el macho gemía pidiendo más.

Ahora Amancio fue devorado por el joven hambriento. Fue tragado y el maduro macho sofocado de placer gemía y gruñía de lujuria.

Las manos de Raulito a medida que se movía seguía , con sus manos prendido a los machetes de aquellos hombres enloquecidos de placer. Los masajeaba, acariciaba los huevos, los sostenía, le pasaba los dedos de forma suave. Palpando,  ahora volvía  la carga con el primer machete, y de paso, su boca deglutía las bolas.

__¡Que maravilla, ahhh, así!!__ gemía Joaquín

__¡No pensé que me darían este regalo!!__decía Amancio

__¡Vamos cómanle el ojete, es lo que espera este efebo, ahhh, ahhh!!__ clamaba Vittorio mientras el chico se babeaba con la tranca en la boca. Comiendo.

Joaquín se arrimo y acarició las nalgas, prolijo, despacio, con ternura. Les pasaba las manos, abriendo y jugando con ellas, mordiendo, pasando la lengua por la piel tersa y fresca, joven.

La lengua del macho se abrió paso y como jugando fue instalándose en el agujerito que ya babeaba de calentura. la hizo bailar en aquel precisos lugar. Chupó bien el abierto lugar. El hoyo  jugoso del chico se iba dilatando, se iba abriendo, cada vez un poco más. Los dedos de Joaquín rozaban con descaro la pija de Raulito que estaba tan alzada como la suya propia. El chico seguía tragando las vergas restantes. Estaban mojadas, tan mojadas como su abertura trasera, plena, dilatada a la espera de una porción de carne, deseando.

Joaquín metía la lengua en el ojete escarbando, clavo un dedos y luego dos, el gemido que dio el chico fue exultante, ahí nomás sin perder tiempo colocó la cabezota de su poronga. Empujó y se fue adentro resbalando, sin obstáculos, la barra de carne inflada, fue abriéndose camino, hasta chocar las bolas contra las nalgas, Raulito empezó a mover sus caderas, enloqueciendo al hombre que empezó a ir y venir dentro del túnel encantado. Joaquín se aferraba a las caderas del muchacho y empujando le daba duro, taladrando y gimiendo desatado y muy caliente.

Amancio le daba su pedazo al chico que tragaba gimiendo, ahogado, atragantándose con la morcilla venosa y dura. Vittorio se relamía los labios, acariciaba sus tetillas, mientras la feroz boca del chico le comía los huevos.

Joaquín horadaba y bombeaba mordiendo la nuca del muchacho, apuraba las embestidas, pellizcando las bolas, masajeando la pija erecta de Raulito.

__¡Uhhh ya viene, te lleno de leche, ahhh, ahhhhh, si, Siiii!!!__ las escupidas salieron golpeando las paredes del túnel del chico, llenando, rebalsando el ojete del efebo, que seguía moviendo sus caderas para vaciar al macho de una vez.

El cuerpo pesado se desmadejaba, sobre la espalda, besándola, cariñoso.

__¡Ven aquí, ya sal de ahí Joaquín no es solo para ti!!__ ordeno molesto Vittorio. Raulito se puso de pie y fue llevado a un colchón que habían puesto en el piso del lugar.

Acostaron de espaldas al chico. Vittorio devoró de una la verga del chico. La tragó, babeándola por completo, el chico gemía alocado. El otro macho, Amancio, se había colocado para que el joven siguiera mamándole la espada caliente y gruesa.

__¡Ohh tu boca es una maravilla!!__ gemía el hombre clavando su poronga en la boquita salvaje. Raulito devoraba el garrote mientras llenaba la boca de Vittorio que se tragaba el néctar del chico, sin problemas, disfrutando, su poronga hecha una piedra pedía a gritos un agujero, se colocó las piernas del joven que aún gemía y largaba leche a los hombros, apuntó la vara y feroz de una estocada estuvo dentro.

Raulito comenzó a lloriquear de placer, los machos se alzaban cada vez con más furia, Vittorio lo ensartaba y bombeaba. Sentía sus bolas gordas golpeando contra las cachas exageradas de aquel joven que los volvía loco. Tenía la lujuria en la mente y la transmitía por cada poro de su piel. Bombeaba, besando la boca del joven y de paso lamía la cabeza de Amancio que no aguantaba más tanta fricción y placer.

La tranca de Amancio iba y venía dentro de las fauces de Raulito, que tragaba pija por arriba y por abajo.

Vittorio serruchaba a buen ritmo el ojete del chico. Gemían los cuerpos, bramaban, rechinaban los dientes. Mandíbulas apretadas, labios húmedos, fluidos y néctares.

__¡Oh este chico es una dulzura, ahhh, me vuelve loco!!__ gemía Vittorio

__¡Te gusta papi, anda méteme tu pijota!!__ rumiaba Raulito lloriqueando como niña.

__¡Ahh cariño, estoy por llenar tu cola, quieres que papi te llene tu colita, ohhh si, voy a llenarte de leche, ohhh, ohhh!!!__ gruñendo el macho fue volcando sus líquidos en el floreciente ojete del inocente Raulito que se dejaba ir en estertores, mientras Amancio le llenaba la boca de su simiente también abundante y salobre, casi ahogándolo, rebalsando su abierta jarra.

Cayeron los cuerpos sobre el colchón. Desmadejados. Agotados momentáneamente. Se seguían tocando y acariciando.

Joaquín estaba con su arma nuevamente lista. Se pegó con pasión a la espalda del chico inocente y joven. Restregó en el trasero hermoso su pistón endiablado, buscando otra vez clavar su aguijón en el agujero que los volvía loco. Amancio se besaba profundamente con Raulito, se chocaban las lenguas ardidas y chispeantes.

En tanto Vittorio se adueñaba de los pezones riquísimos del chico que bufaba con su pija alzada otra vez. Aquellos machos querían devorarlo ya que ahora Joaquín mordisqueaba sus orejas y su cuello marcándolo hasta casi hacerlo sangrar.

__¡Ay, ay, despacio mis machos, quieren arrancarme un pedazo!!!__ se quejó el caliente efebo

__¡No putita, descuida, queremos que sigas enterita así como estas!!!__ dijo Joaquín intentando entrar en ese agujerito otra vez. Raulito tomo la vara y la guió bien a la entrada y esta fue hundiéndose sin remedio hasta el profundo abismo.

Vittorio chupaba los pezones erectos, los lamía, los mordía de manera suave y pausada, haciendo que el chico se retorciera en espasmos. En tanto Joaquín de costado lo bombeaba frenético y casi salvaje, con su rocoso aguijón.

Amancio jugaba con su lengua por sobre los labios del joven, hasta que este volvía a abrir la boca y se tragaban mutuamente.

Joaquín penetraba al muchacho gustoso y suave como seda. Su perno enterrado a fondo hacía que el chico lloriqueara como a el le gustaba e hiciera que los machos aún más se calentaran en aquel vendaval volcánico y fuera de si.

Joaquín masajeaba la pija dura del chico, lo masturbaba, acariciando las bolas. Acabaría una vez más aquel inocente Raulito. Joaquín besaba sus orejas, Vittorio lo limpiaba despacio degustando el sabor del chico. Una vez más el macho que lo sodomizaba terminaba llenando el hoyo del joven que rebalsaba de líquidos y fluidos pos todas partes.

Así estuvieron hasta casi el amanecer. Los hombres dormían tirados en los colchones cuando Raulito junto sus ropas, se vistió como pudo y salió del lugar.

Cuando el llegó a su habitación y se metió en el baño para darse una buena ducha su abuelo se levantaba para comenzar con las tareas de aquel día. En el que por supuesto el inocente Raulito tuvo falta sin aviso.-