El inocente raulito

Un inocente joven que no sabe el poder que tiene en los hombres...

EL INOCENTE RAULITO

Raulito camina por la calle contoneándose. Su madre lo ha mandado hasta el almacén de la esquina. El almacén de Tito. Allí va meneando su tremendo culazo. Hermoso. Lo miran al pasar mujeres, chicos, hombres, todo el mundo se siente en algún punto atraído por aquel inocente muchachito que mueve sus caderas de manera natural, sin aspavientos.

No es consciente de lo que provoca o se hace el tonto. La cuestión que casi al cerrar, cuando el mediodía el sol atraviesa las calles, Raulito ingresa al local que está vacío.

__¡Don Tito, don Tito!!__ llama el chico culón.

__¡Hola Raulito!__ saluda Tito

__¡Mi mamá manda a buscar lo que encargo!!__ dice

__¡Si pasa, pasa, que lo tengo por acá!!__ dice el hombre saboreando su paladar de antemano. Viene y cierra con llave la puerta y da vuelta el cartelito donde se lee "Cerrado".

__¡Por acá, vení Raulito!!__ dice y el joven lo sigue, moviendo sus caderas. Van hasta el depósito que huele fuertemente a perfumes y desinfectantes.

__¿Y cómo has estado?__ pregunta Tito

__¡Bien don Tito!

__¡Te ves muy lindo!

__¡Gracias!__ dice el chico sonrojándose.

__¿Tienes puesto lo que te regale la ultima vez?__ pregunta el hombre

__¡Sí claro!

__¡Oh no me digas!__ la baba le cae al tipo y le brillan los ojos__ ¡Quieres mostrarme!

__¿Usted dice?¿Y su señora?

__¡Ella está en casa con los chicos!!¡No vendrá!

__¡Bueno, no tiene nada de malo!

__¡No, claro que no!!¡Muestra, muestra!!__ dice don Tito relamiéndose. El chico se baja los pantalones y aparece una tanguita muy fina, color roja.

__¡Muéstrame tu culito, anda, Raulito!!!__ siente que su verga se levanta irremediablemente al ver el culazo que gentil le muestra el joven. Sus nalgas desbordan la tanguita. Siente que se va a acabar allí mismo. Baja sus pantalones y saca su morcillón.

__¡Ven ayúdame Raulito mira la inflamación que me ha producido verte así!!__ el chico se acerca, maravillado al ver lo que ya conoce muy bien. Se arrodilla y saca un poco mas su culón duro y joven y protuberante. Mete el garrote en su boquita y empieza a chupar. El hombre empieza a gemir.

__¡Oh así, chupa Raulito, ahhh, si, si, que boca tienes y ese culazo!!!¡Las bolas lame las bolas, anda, ahhh!!!__ los gemidos inundan el depósito. Raulito se encarga de las bolas. Se las mete de a una en la boca, tragando, es un chico muy glotón. Con sus manos, masajea la espada del almacenero que está en trance.

__¡Ahh déjala, un momento, por favor que quiero meterla en tu agujerito, ahhh!!__ pide el hombre que no quiere largar su semen en la boca del joven. Tito de pie se agacha y corre la tela roja y mete su lengua en el orto de Raulito. Lo llena pronto de saliva. Parece un desaforado. Un demente. Chupa y besa las carnes y el agujero. Cuando lo ha baboseado bien, lo pone en cuatro y clava su lanza de un golpe. Raulito se queja y el hombre empieza a ir y venir dentro de aquel culazo.

__¡Como me gustas!¡Me vuelves loco!

__¡Ahh, si, así, me gusta cómo me clava!__ gime el chico caliente.

__¿Te gusta?

__¡Me encanta!!__ dice Raulito golpeando con sus nalgas hermosas en las bolas gordas y llenas. Tito esta pronto a vaciarse sin remedio. Muerde la oreja del chico que se sacude sintiendo el sudor que le chorrea por todo el cuerpo. Tito se ha prendido de los pezones gorditos y erectos. Los aprieta gozándolos, mientras empieza a descargar su leche dentro del anillo abierto del joven.

Unos momento después, ya están vestidos. Tito besa en la boca a Raulito, le da lo que había venido a buscar.

__¡Ya sabes Raulito!¡dile a tu madre que no encontraba el pedido!!

__¡Sí Tito!!

__¡¡La próxima ponte la tanguita que acabo de darte!!

__¡Nos vemos!__ dice el chico y sale meneando su hermoso culo para todos lados, bajo los potentes rayos del sol de la una de la tarde.

__¡Raulito!¿Trajiste lo que te pedí?__ grito la madre al escuchar la puerta de calle.

__¡Sí mamá!

__¿Porqué tardaste tanto?

__¡Tito no lo encontraba!...¡Voy al baño!!__ Raulito corrió al baño ya que sentía que su cola abierta aún chorreaba jugos. Sacó la tanguita roja y rápidamente se cambió y escondió en su lugar secreto la tanguita.

__¡Me dijo don Evaristo que esta tarde te llegues a correr unos muebles o algo así!

__¿Tu no me necesitas mamá?

__¡No hijito, anda después y ayúdalo al pobre hombre está tan solo!!

__¡Sí, ni lo vienen a ver los hijos!

__¡Bueno, tu no hagas lo mismo y vamos a comer ahora!!__ dijo la madre acariciando la lacia cabellera de su hijito.

Luego del almuerzo Raulito se fue a dar un buen baño. Lavo sus cabellos, su cuerpito, su culito bien a fondo. Su pequeño sexo que buscaba levantarse. Se vistió. Se puso un suave perfume.

__¡Mamá voy a ver que necesita el vecino!!

__¿No es temprano?__ dice la madre

__¡No, además, quizá precise alguna otra cosa y la tarde se va rápido  ¿Te parece?

__¡Ay Raulito tienes tan buen corazón, anda, anda!!¡Dale mis saludos a don Evaristo!!__ le da un sonoro beso en la mejilla al chico y este se pierde por la puerta de frente.

Raulito golpea la puerta. Don Evaristo abre. Va por la casa en calzoncillos, hace calor.

__¡Hola Raulito!

__¡Don Evaristo!¡Mamá me dijo que precisaba ayuda!!

__¡No sabes cuanta Raulito!!¡¡Sígueme!__ Raulito sigue a don Evaristo. Entran en una gran habitación en la que el joven ya  ha estado. Hay unas cajas al costado de la cama y una escalera pequeña.

__¡Subes esas cajas al ropero!!

__¡Oh si claro!!__ el hombre observa al chico. Cuando tira su culo para atrás al recoger las cajas, siente que su verga se levanta como con un resorte. Se relame. Está tan cerca de aquella monumental cola. El chico sube los peldaños, se estira, su musculosa se levanta y su pantaloncito está tan cerca de la cara del hombre.

Toma al chico de las caderas.

__¿Qué pasa don Evaristo?__ pregunta inocentemente  Raulito

__¡No quiero que te caigas!!__ las manos fuertes se aferran al pantalón y lo tiran suave para abajo, aparece el enorme y hermoso culito del joven

__¡Ohhhh se ve tan precioso!!__ exclama alzado por completo don Evaristo.

__¿Le gusta?__ pregunta el joven

__¡Me encanta!!__ dice el viejo y acercaba su nariz para oler. El olor a limpio lo arrebataba un poco mas y ya metió la lengua en el anillo del chico. Abrió las carnes, la lengua jugaba con el fogoso agujero. El joven temblaba de calentura. La saliva bañaba el agujerito del chico que contoneaba sus caderas, entregándose a las caricias del viejo a su trasero ardiente.

La saliva caía a borbotones abriendo el ojete de Raulito que aullaba de placer. Su pijita se había levantado y las manos del viejo Evaristo la apresaron masajeándola sin descanso.

El viejo giro al muchachito y se metió de un saque la viborita endurecida. La chupo, bañándola, lubricándola, en tanto sus dedos se perdieron en el anillo de Raulito que se sacudía como una cobra venenosa.

Un semen líquido, transparente y viscoso tragó el vecino. Sabroso néctar que le dio a beber aquel chico salvaje y sexual.

__¡Ven baja ya de ahí!!__ don Evaristo guió al chico hasta la cama que se extendía al lado del ropero. Quitó la musculosa de Raulito y se prendió a sus pechitos erectos y riquísimos. Mordió el cuello, y llego a la boca del muchachito. Los besos ardían. Las lenguas se sacaban chispas. En tanto las manos inocentes de Raulito se apoderaban de la poronga gruesa del vecino que ardía de calentura.

__¡Me pones a cien!¡No recuerdo haber estado tan caliente, esperándote!!

__¡Usted dice cada cosa Evaristo!!

__¡Dame esa lengua, dámela!!__ el chico cruzaba la lengua y el viejo la chupaba. La baboseaba, no dejaba de tragarla. La poronga era estrujada por el joven que la sacudía de un lado a otro, arrancando los gemidos del macho, bramando caliente, volcánico.

__¡Debo meter este pistón en tu culito, dejame hacerlo Raulito, quiero cogerte, anda dame ese culazo que tienes tan lindo!!

__¡Sé que lo necesita don Evaristo, ay, ay, le gusta tanto mi culo!!¡Sé que lo quiere!!

__¡Claro que lo quiero!!__ dijo el hombre enloquecido de placer y lujuria. Roza con la cabeza inflamada el agujero. Parece que lanza llamas el culito del chico, que se prepara para recibir la tremenda morcilla del viejo. Que seguía acariciando, apretando los pezones de Raulito que gemía, anunciando, que a el también le gustaban aquellas caricias infernales que le hacía su vecino, en tanto intentaba meter la chota dentro de su cuerpo.

Repetía para sus adentros lo que su madre le había enseñado, ayudar a todos aquellos que lo necesiten, y bueno sentía como aquella espada  se enterraba de a poco en su canal y disfrutaba, todo lo que podía, de aquella poronga que recorría terreno y se internaba en su túnel gozoso y abierto para el placer del hombre que ya lo estaba bombeando ferozmente, sin calma, apresurado.

__¡Despacito Evaristo, con calma, ahhh, así, ohhhh que lindo!!__ gimió Raulito al sentir la lanza que lo somete. La lanza que lo perfora y lo hace sentir sublime y lleno de gozo. Su pijita en tanto volvió a levantarse endurecida,  la masajeó mientras sentía el bombear y bombear del hombre clavado en su ojete. Las manos de este le retorcían los pezones duros, sin vellos y lo hacían retozar.

__¡Que delicia de culón que tienes, que belleza de chico, ohhhh eres mi perdición, ohhhh, te voy a llenar el ojete de leche, ahhh, ahh, ohhhh!!!__ gritaba el vecino mientras ráfagas de semen llenaban el tubo de Raulito que mordía la almohada al notar las cataratas de jugos que se mezclaban en su acalorado agujero.

Chorrea leche por toda su abertura. El viejo suda y deja un poco el perno enterrado, sintiendo como sigue  escupiendo las últimas gotas de líquido dentro de aquel culazo que lo tenía loco desde hace tanto tiempo. En tanto mordía la nuca del jadeante Raulito.

__¡Me vuelves loco Raulito!¿Te quedas a dormir la siesta conmigo?

__¡Si quieres Evaristo!

__¡Claro que quiero!¡No me sentía tan vivo desde hace tiempo!!

__¡Me gusta que quieras estar conmigo!!

__¡Oh si , eres tan sensual y tu cola me vuelve loco!!__ diciendo así acaricia las nalgas del joven que sonríe y busca la boca del viejo y se besan furiosamente.

Ha llegado a la casa a la tardecita de lo del vecino.

__¿Has ayudado a don Evaristo hijo?

__¡Sí ma, todo bien!¡Voy a ducharme hace calor y debo llevar unos libros a lo de Pino!!

__¿El profesor?

__¡Sí en realidad al hijo!!

__¡Ah ockey!__ el chico se mete en el baño. Al rato sale refrescado y limpio. Se ha escarbado bien su ojete, ha aprovechado y se ha metido los dedos, dejando limpito el orificio que ha sido penetrado varias veces por el vecino viejo.

Busca los libros que debe llevar. Sale a la calle y esta recién haciéndose noche. Una noche de sábado, en que la gente empieza a ir y venir. El mueve su culo y muchos se dan vuelta para verlo. El inocente Raulito llega a la casa donde va. Toca el timbre y espera.

__¡Hola profesor!!

__¡Raulito!

__¡Vengo a dejarle los libros a Pablito!!

__¡Qué lastima no está!¡Pero pasa, pasa!

__¡Bueno…es que lo buscaba a el…debo devolverle estos libros que me prestó!!

__¡Pasa que este fin de semana se ha ido con la madre!!

__¿Y no va a volver?

__¡Al menos este fin de semana!

__¡Entonces se lo dejo a usted profesor Pino!!

__¿Puedes ayudarme Raulito?__ dice el profesor cayéndole un hilo de baba

__¡Sí dígame!

__¡No…sabes…justo iba a darme un baño!!

__¿Y bueno?__ dice el inocente Raulito sonriendo con un brillo especial en los ojos.

__¡Acompáñame!__ dice el profesor alto y un poco encorvado. Raulito lo sigue, mordiéndose los labios. Entran a un baño grande, allí esta una bañera llena de agua cristalina. Un vapor se levanta casi imperceptible, y el perfume a limpio sacude los sentidos.

__¡Que lindo baño profesor!!!

__¿Te gusta?

__¡Oh si claro…__ dice Raulito tragando saliva, deseando lo que viene.

__¡Mira necesito que me ayudes a lavarme la espalda!!!__ dice el hombre mientras se va quitando la camisa, luego el pantalón y por último el calzoncillo. Aparece una anguila larga. Venosa, se mueve intentando levantarse. El hombre sonríe. Sabe que Raulito está deseando ya mismo ese pedazo.

__¿Te animas?__ pregunta el zorro del profesor mientras entra al agua. Se sienta y parece más chico de lo que es.

__¡Sí profesor, lo ayudare!!

__¡Me parece que tendrás que quitarte la ropa, para no mojarla!!

__¡Sí tiene razón!!__ Raulito inmediatamente queda en pelotas. La ultima prenda que se saca es el calzoncillo y para eso se pone delante del profesor y se agacha mostrando su enorme y hermoso culazo. El hombre traga saliva y siente que su poronga se pone nerviosa y dura.

Raulito toma el jabón y la esponja y empieza a frotar la espalda ancha del hombre.

__¡Así, sí, me encanta!__ gruñe el alzado macho. Su poronga aparece por debajo del agua, como un animal prehistórico. Frota el chico y el hombre suspira, cuando las manos del joven llegan a los pectorales, el hombre siente que mil caballos lo sacuden. Se tira hacia atrás y Raulito muerde suave su cuello.

__¡Oh que muchachito travieso eres Raulito!!¡En verdad es que sabes atender a un macho como yo!!¡Ahhhh!!__ los dedos del chico rozan la cabeza que se asoma por el agua. La poronga se pone mucho mas tensa. Raulito se mueve y aferra la vara rocosa. Esta tan dura. Como la suya propia, su pijita se ha alzado de manera vertiginosa. Sus pezones se han puesto duros, en tanto roza la espalda del hombre.

__¡Ven aquí delante, quieres!!__ dice el profesor Pino que apenas puede con su erección. Raulito cruza por delante de el. El hombre se ha sentado al borde de la blanca bañera. El joven observa aquel tronco magnifico.

__¡Es muy grande!!__ exclama realmente sorprendido.

__¡Hace rato que quiero mostrártela!!

__¡Es muy linda y gruesa!!__ dice el chico que agarra la tremenda poronga, la rodea con su mano y empieza a sacudir aquel mástil sabroso. Sube y baja la barra de carne. Los gemidos del hombre empiezan a tronar. Raulito en tanto mientras hace esto, con sus deditos juega en su agujero. Lo abre. Lo dilata. Lo prepara y gime también alzando la voz y levantando la temperatura. La boca del chico se abre y la lengua saborea el brioso helado.

__¡Síi asiii, sigue, chupa, si, ahhh!!__ pide el desaforado profesor. El joven traga el sable. Lo mete hasta el fondo, sus arcadas no le impiden meter  hondo y mas hondo aquel pedazo de carne que hace que se caliente su cola. Todo su cuerpo. Las manos también aprietan los huevos del macho que gime y acaricia la cabeza del Raulito que traga y traga.

La saliva se mezcla con el agua de la bañera. Y el pedazo de carne se mueve y se encabrita saltarín. La boca es audaz. La boca es devoradora insaciable. Mordisquea. La lengua juega un poco, arrancando soplidos y bramidos salvajes, guturales.

__¡Ohh espera, espera Raulito, saca tu boca, que me harás llegar, date la vuelta, gírate!!__ el chico lo hace despacio, gira su cabeza sonriendo. El enorme culo aparece delante de los ojos del hombre. Lo acaricia extasiado. Masajea las masas de carne duras y firmes, las marcadas caderas.

__¡Es una belleza esta cola!¡Sos la envidia de muchas mujeres!__ el profesor Pino abre su boca y se mete en medio de las medialunas comiendo, atragantándose de agujero baboso, limpio, dilatado ya. Gime Raulito tirando hacia atrás su ojete. La lengua se pierde dentro. Hace dibujos y la pijita del chico expulsa líquidos como en un orgasmo feliz. Aúlla de placer y su arito se abre un poco más. El profesor induce al chico a que lentamente se vaya sentando en su tremenda vara.

El anillo se expande, el miembro morcillón va horadando, va ganando terreno. El hormigueo sacude ferozmente al macho. Hunde totalmente aquel garrote en el culito. El joven se empieza a mover, sacado, lujurioso.

__¡Ahh es tan grande profesor!!

__¿Te lastima?

__¡No no papi déjala dentro, ahhh, Uhhh me encanta sigue dándomela!!!__ el hombre se agarra bien prendido de las nalgas del chico. Lo levanta y lo deja caer. Su enorme garrote se mete dentro, se hunde. El anillo lo aprieta. Juega con el machete. Lo estruja, eso hace que el hombre aguante para no irse en jugos.

Las bocas se encuentran. Se muerden, se babean casi inhumanos. El fragor de los roces encienden las llamas aún más. Los gritos se escuchan desde la calle. El profesor Pino apura las embestidas su tremenda espada se endurece un poco más, se hincha, Raulito sabe que viene el chorro, los gemidos son incontenibles. Las ráfagas de leche lo inundan todo. Lo llenan todo. El dulce canal del chico pronto se ve totalmente colmado y escapan los chorros abundantemente. El sigue moviéndose y apretando la poronga con su anillo. Exprimiendo hasta la última gota del hombre que se relaja por fin, se deja caer como un muñeco apoyado en el chico.

__¡Ohh me has sacado hasta la última gota !¡Eres una putita muy hermosa Raulito!!

__¡Me encanta ser su putita profesor Pino!!

__¡Ese culo tuyo es muy poderoso!¡Es que lo tienes tan parado, tan bien formado que enloquece a cualquiera!!

__¡Ay a todos le dices lo mismo!!__ comenta histérico Raulito. Como toda respuesta el profesor muerde sensual los labios del chico y se besan ardientemente, comiéndose las bocas. En un momento todo volverá a empezar y el profesor volverá a apoderarse de ese culo que tanto le gusta.

El domingo luego del almuerzo Raulito se acostó a dormir una buena siesta. Los eventos ocurridos el día anterior lo habían dejado de cama.

Al levantarse, el sol, aún alumbraba en lo alto. Eran como las siete de la tarde calurosa.

__¡Raulito, ya te iba a llamar!!

__¿Qué pasa mamá?

__El padre Luis quiere que vayas a la iglesia

__¿No dijo para qué?

__¡Raulito, sabes que no pregunto al cura!

__¡Está bien ma, no te enojes!

__¡No me enojo, haz como quieras!

__¡Sabes que voy a ir mamá!__ el chico se da un baño profundo, como los que se da siempre que sale a la calle.

Llega al templo, se está retirando la gente que ha ido a la misa de las seis.

__¡Oh Raulito!¿Como estas?

__¡Bien padre!

__¡Pensé que no vendrías!

__¿Y por qué no iba a venir?

__¡Ven, ven vamos a la pieza a charlar!

__¿A charlar?__ sonríe el inocente Raulito. El chico se dirige a la habitación moviendo su culo bello y el cura se intranquiliza ante la imagen que seduce y golpea los sentidos. La fragancia que despide el muchacho al caminar también al cura Luis le hacen perder los estribos.

Cierra la puerta de la habitación y toma las manos del chico. Las manos del cura arden.

__¡Cuéntame Raulito, dime tus pecados!!

__¡Bueno…desobedecí a mamá…mentí algunas veces…!!

__¡Vamos, vamos Raulito, dime algo mas!!

__¿Pero qué quiere saber?__ pregunta divertido el chico

__¡Raulito, no seas malo!…tu sabes…¿Tuviste relaciones carnales?

__¡Oh bueno, padre…!!

__¡Dilo ya, dilo, dilo…sabes que me gusta escucharlo!!__ decía el hombre en tanto su temperatura subía y su entrepierna pujaba por salir de su encierro.

__¡Bueno si he tenido a algunos hombres conmigo!!

__¡Oh estoy tan caliente!!

__¡¡Creo que fueron tres!!

__¿En la semana?

__¡No, no ayer…soy muy pecador!!

__¡Quítate ya mismo la ropa!!__ Raulito con velocidad queda desnudo. El cura muerde los pezones del chico y estruja sus glúteos, parece un desaforado. Se quita sus prendas. Besa al chico en la boca . Lo acuesta junto a el. Hace que se pongan en sesenta y nueve. El debajo,  Raulito engulle su poronga alzada y dura. La lengua esponjosa del cura se mete veloz  en el frugal ojete del chico. Lo chupa. Rasca y escarba. Las manos de Raulito juegan con el mástil. Con las gordas bolas lampiñas. El goloso chico se come las bolas, de a una, las relame, la baba chorrea por las piernas del cura. El abierto culito de Raulito es un manjar para el padre Luis.  Los gemidos han inundado el lugar. Hunde un dedo en ese ojete que tanto le gusta y luego dos. Los grititos del chico hacen que el hombre se vuelva más loco, más caliente.

__¡Oh no sabes cuánto te he extrañado estos días, pequeña putita!!___ vuelve a hundir la lengua, y de paso lame las pequeñas bolitas del chico. Este se retuerce de gusto y larga las gotas de su lechita sobre el pecho del cura que ya está ardiendo en una hoguera de perversión.

__¡Ven, sube, sube trepa, cabálgame por favor Raulito cabalga!!!__ el joven deja el garrote, se gira y mirando los ojos en blanco del cura, va enterrando en su orto la lanza. El hombre grita con desesperación, desgarradoramente. Hunde toda la barra en la fosa oscura y palpitante. Raulito empieza a subir y bajar, gimoteando, chorreando baba de su boca. Lanza un poco más de su lechita y baña la cara y la boca del cura Luis de la enorme potencia con que han salido esos chorros. El hombre se aferra a las caderas, a las nalgas y en un grito salvaje animal se deja ir y los chorros golpean con fuerza el interior de Raulito que cae desanimado sobre el hombre. Son ríos de leche que caen en catarata, buscan aire, desplomados, con un último suspiro el cura ruega que Raulito se quede a cenar con el.-