El inocente raulito 10

Llega el fin de la saga del inocente chico...

EL INOCENTE RAULITO 10

Luego de la fiesta con los músicos, el inocente Raulito, durmió un día seguido.

Su colita roja le ardía, y tuvo que colocarse compresas frías para atemperar las molestias.

De todas maneras pensaba que se había pasado un poco al permitir que le metieran dos pijotas a la vez. Pero lo había disfrutado y eso no lo iba a cambiar. Es más lo volvería a hacer, se dijo.

El día estaba radiante. El abuelo había golpeado a la puerta y había entrado.

__¡Buen día abuelito!__ saludó el chico incorporándose en la cama y haciendo una mueca de dolor

__¿Como estas?__ pregunto Braulio

__¡Bien, he dormido como un oso!

__Sí pensé que algo te pasaba

__Nada abuelito…Solo una molestia__ aprovechó el inocente

__Pero ¿qué tienes?__ preguntó el hombre

__Una molestia

__Puedo ayudar…Vamos al médico…Donde es esa molestia

__¡Ay abuelito, es que me da vergüenza! __dijo con toda la cara de tonto el inocente ardiendo ya por dentro

__Vamos, soy yo…Te he visto en todas las formas

__¿En todas?__ preguntó el inocente putón diablillo

__Bueno si en casi todas, que se yo…Muéstrame y ya__ dijo un poco duramente el abuelo.

Entonces el inocente, lo primero que hizo fue  correr las sábanas y observar, escudriñar la cara del abuelo Braulio. Apareció la piel del joven. Sin nada, completamente desnudo, como habitualmente dormía. Su pija un poco endurecida ya por el olor a sexo que emanaba el abuelo. Aparte de sus imaginaciones, desde que lo vio al abuelo con el hijo de Ramón había deseado estar con el.

La cara del abuelo se puso pálida, no quería mirar pero miraba. El cuerpo lampiño del nieto. Esos muslos redondos. Con toda la intención lentamente Raulito se giro y quedó con su tremendo culazo hacia arriba. El abuelo transpiraba, su voz se puso temblorosa. Estaba caliente a punto de explotar.

__¡Es dentro!__ exclamó susurrando el inocente chico

__¿Donde?__ dijo el abuelo acariciando con sus manotas rudas las nalgas abultadas y sexuales del nieto que ya gemía suavemente, entrecortado.

__¡Allí!__ y se abrió las nalgas con sus propias manos. El hombre sintió como una puñalada en su entrepierna. Estaba tan caliente que las gotas de sudor caían sobre las sábanas.

__¡¡Uhh está colorado, como irritado, ohh, Uhhh, ahh!!

__¡Si, sí arde un poco, ayyy!!__ ese suspiro se clavo como una aguja en los sentidos del macho que estaba con su poronga como piedra. Pero es mi nieto pensaba el macho babeando. Instintivamente acariciaba las nalgas, perfectas, sobando y sobando.

__¿Que se podrá hacer abuelito?¡¡ay, ay!!__ dijo el emputecido chico con toda la intención. Sabiendo que el abuelo estaba re caliente. El se aprovechaba de la situación, haciendo arder a sabiendas al abuelo. Que seguía como autómata acariciando las nalgas del chico.

__Habría que pasar una cremita, no__ indujo el salvaje chico a su abuelo que chorreaba saliva por la comisura de los labios. Muy caliente. Era una brasa. En su cabeza se mezclaban los besos y los abrazos con el hijo de Ramón, su amante, de hacía ya algunos años.

Raulito abría el agujerito y se lo mostraba, porque seguía con sus manos abriendo las nalgas. El abuelo miraba ese ojo palpitante que lo llamaba, se le hacía agua la boca. Se tocaba su pedazo de carne. Se masajeaba sin sacarlo aún, por sobre la tela del pantalón.

__¡Abuelito!…No me escuchas…¿Que haces?__ resopla el joven Raulito con su pija ya totalmente endurecida. Raulito entonces atacará a fondo, y decide llegar con una de sus manitos a la poronga dura y erguida. La pasa por sobre la tela.

__¡¡Ohh abuelito…Estas muy duro!!…

__Tu me has hecho poner así…

__No pensé que te gustaban los jovencitos__ miente

__¡¡No sabes cuánto, ahhh!!__ tragaba saliva. Las abundantes gotas de sudor le chorreaban a montones.

__¿Quieres que lo acaricié bien?

__¡Ohh sí claro!!__ entonces bajando un poco el pantalón la serpiente caliente del abuelo saltó activamente. Los deditos del chico la acariciaron y el abuelo gimió, apretando un poco más las nalgas, sobándolas con energía, con ardor, con pasión. Ya la mano del chico se apoderó del garrote. Estaba cumpliendo su deseo de hacía días. Desde que lo había visto, con el hijo de Ramón. Lo masajeaba. Corría la piel del hermoso pijón y el macho tiritaba de tanta calentura y pasión.

__¡¡Ohhh Raulito eres tan hermoso, esas manos, ahh, ese culito tuyo!!

__¡Es todo tuyo abuelito!…

__No puede ser…Esto no puede ser…¡¡Ahhhh…!!!

__Tu poronga no dice lo mismo…Dice todo lo contrario abuelito…Pareciera que le gusta lo que ve y mis caricias, es tan duro abuelito ¡¡ay ay ay!! __ la espada va y viene corriendo en la mano frágil del chico. No suelta y se aferra cada vez con más ahínco al mástil, húmedo y erguido, señorial y poderoso. El macho gime, acercando sus dedos al hoyito, luego besa sus dedos, los moja con la saliva de su boca, y los pasa delicadamente por aquel agujero que lo está volviendo cada vez más loco y salvaje. Siente  todo el fuego del mundo que lo consume en su interior a punto de estallar y de explotarle por los poros de su cuerpo.

Teme hundirse en el agujero irremediable. Las manos del nieto juegan con el fierro, es entonces cuando el hombre se acerca de a poco al hoyito que pareciera que lo llama. La lengua penetra y escucha como resopla dulcemente el chico, el ojo del pez se relaja mucho mas y la lengua hace dibujos jugando con el hoyito colorado, que respira, abre y cierra los quejidos del nieto abruman al hombre, su cabeza está a punto de estallar.

La lengua ya se ha metido hasta lo más hondo.

__¡¡Ohh abuelito, ay, ay, si, si quiero tu lengua, ahhhhh!!__ chupa constante e insaciable. Gruñe el macho. Besa el agujerito. Los jugos empiezan a chorrear. Siente el hormigueo creciente. Raulito se ha prendido de la manguera de forma salvaje . La soba, besándola, mamándola. El sesenta y nueve es elástico. Lloriquea el efebo sintiendo la lengua que entra y entra, aliviando su molestia.

De pronto un golpe en la puerta y la voz de la abuela llamando.

__¡¡Braulio, estas por ahí!!__ Raulito no suelta la mamadera, apura las chupadas, de pronto el abuelo, saca de la boca insaciable el sable. Apoya su espada en el hoyito del chico sin entrar, solo rozando, acariciando con la cabeza del cipote, aprieta las mandíbulas, se muerde para adentro y llena de crema la entrada del ojete que come de a poquito la acabada del abuelo que besa la nuca del nieto amorosamente y enseguida guarda su sable y se incorpora, abriendo la puerta y saliendo raudamente dejando al chico con el agujerito lleno de crema.

Raulito pasa sus dedos por allí, luego se los chupa delicadamente, come, todo lo que puede, repasa su ojete, hunde apenas los deditos y vuelve a ponerlos en su boca. Se acaricia y se aprieta su pija endurecida, la masajea hasta que larga sus jugos. Así queda un par de horas tirado como si hubiese estado en un sueño.

Han pasado unos días de aquel maravilloso encuentro con su abuelo. Raulito, el inocente chico, no ha encontrado la manera de estar a solas con el otra vez. Siempre la abuela anda cerca. Siempre hay gente que va y viene y el abuelo Braulio anda muy atareado.

Era cerca del mediodía de un sábado de brillante sol y por fin después de una semana se encontraron el inocente Raulito y el abuelo en la cocina de la casa.

__¡Abuelo! ¿cómo has estado?

__Bien Raulito ¿y tú?__ preguntó Braulio mientras se sentaba en la mesa.

__Muy bien abuelito, no he visto a la abuela…

__Se ha ido

__¿Cómo se ha ido?

__Sí se fue de visita a lo de los Medina , que la mujer andaba medio enferma, y se iba a quedar allí por si la necesitaban..

__¡Son grandes ya !__ comentó el chico relamiéndose

__Y sí un poco más que nosotros

__Así es que estaremos solitos abuelito__ dijo con la voz más sensual que pudo. El abuelo se movió nervioso porque el chico estaba en un instante parado junto a el. Tragó saliva. Raulito apoyó su hermoso trasero sobre el borde de la fuerte mesa de madera.

Tomo la mano del hombre que sudaba. Chupo un par de dedos. Les pasó la lengua de forma desmesurada y muy de putita. Casi de forma desesperada., Entregado al placer.

__Podemos continuar lo del otro día…

__¡Espera, espera, no sé!

__Sí sabes abuelito__ seguía chupando los dedos. Abría la boca y acariciaba los dedos y el hombre tragaba saliva y no podía articular palabra de la calentura que le subía desde abajo.

__¡Debo decirte que te vi con el hijo de Ramón!!

__¿Cómo?

__¡Si abuelito, pero está bien, me gusta que te gusten los chicos!!

__Bueno, que decirte…

__No te sientas mal…

__Es que me vi tentado, ese chico, era un zorrita, un buscón…

__Como yo, abuelito, como yo…

__Además tu abuela….Bueno con ella…Hace mucho tiempo que no la puedo tocar, ya perdí la cuenta y bueno este chiquillo me hizo ver que todavía podía…

__Abuelito me encanta hacerte sentir hombre…__ diciendo así avanzó un poco más y busco la bragueta del macho que sudaba y sentía correr las gotas dentro de la camisa. Con una mano desprendió los botones de la camisa y acarició el pecho del abuelo que gemía turbado, pero con el deseo arremetiendo con toda su furia en los sentidos.

Acarició con los dedos las tetillas del abuelo. Apretó al mismo tiempo la vara del hombre que estaba dura, los botones de la bragueta y el cinturón se aflojaron y saltó el muñeco fuera. Raulito se puso de rodillas prontamente y lo metió en la boca. Luego lo olfateó unos momentos.

__¡Oh pequeño bribón, chupapijas, que bien lo haces…Traga cariño, ohhh amorcito…ahhhhh!!!__ gruñó en el ambiente de la cocina retumbando entre ollas y platos. Ya estaba mojado por completo aquel hombre que sentía que lo estaban devorando. Y era comido por su nieto. El inocente Raulito mamaba y fagocitaba la poronga engarrotada.

__¡Ahhh que demonio eres, ay, ahhh, me volves loco!!__ casi gritaba aquel macho. Mientras Raulito chupeteaba a placer aquel garrote. Los pantalones estaban ya por el piso fresco en aquel mediodía de verano sofocante y bravo. Así pasaba la lengua por las bolas gordas del abuelo que gruñía desesperado ante tales caricias que lo desquiciaban.

La experiencia de su nieto lo deslumbraba. No podía creer que fuera tan avezado con el asunto del sexo. Lo comía y el notaba que disfrutaba masajeando, acariciando el palo lleno de saliva. Lo apretaba, lo sacudía y el acariciaba los cabellos, siguiendo el ritmo que le daba a las chupadas. Deglutía las bolas con un ardor que hacían al macho vibrar y sentir el cosquilleo previo a largar los jugos.

El inocente daba arcadas de placer al meter bien al fondo de la garganta aquel mástil. Lo adoraba, lamía. Con las manos estrujaba las bolas. Jugaba con ellas. Las metía en la boca.

__¡Ahhh cariño eres tan bueno metiendo las bolas, ahhh en tu boca, ohhh si dame esa lengua, tienes todo mi fierro metido a fondo, así cariño, así bebe, cómelo todo ahhhhh!!!__ gritaba volcánico el abuelo Braulio, enajenado, preso de las fauces de su nieto que se comía el pedazo que le  ofrendaba aquel macho maduro.

Empezó a largar los escupitajos que pronto llenaron la boca. Pronto rebalsaron y ahogaron al chico desquiciado. Raulito tragaba el néctar, hasta lo último. Todo lo que pudo fue comido como debía ser.

El abuelo gemía y resoplaba al sentir la boca tragona succionando y limpiando el sable. Dejándolo brillante. El inocente chico olfateaba aún aquel preciado bocado.

Braulio, el abuelo, buscaba aire. Aquel chico era un salvaje. Un come vergas de primera.

__¡Oh pequeño, eres un amor, cariño, como te gusta chupar y beber la rica leche!!

__¡Sí abuelito, tu lechita me vuelve loco, me gusta, la quiero siempre!!!__ seguía metiendo la poronga en su boca, dándole besos furtivos, calientes, sonoros, aprovechando de aquella soledad que había en la casa. Aprovechando que estaban solos y el tenía a disposición aquella verga que tanto le atraía, como le atraían las vergas de los hombres mayores, desde siempre. Pero esta del abuelo, tenía un morbo especial.

Quizá porque era precisamente su abuelo.

__¡Te gusta mi pija bebe hermoso!__ comentaba el abuelo en tanto el chico lamía la alicaída herramienta.

__¡Disfrútala, es toda tuya!!

__¿De verdad?__ preguntaba sonando lo mas cándido que pudiera

__¡Si amorcito, es tuya, no sabes cuánto me gustan los chicos como tu!__ el chico no largaba la manguera del abuelo que suspiraba y gemía. Estirado en la silla de paja, cómodamente, con los pantalones en el suelo. Así estuvo hasta que su nieto se cansó de lamer y chupar los huevos y el mástil que no se levantó, es más, fue decayendo.

Por fin el chico se levanto y el abuelo lo abrazó por la cintura y puso sus manos en las nalgas del culazo portentoso del joven. Buscaron sus bocas. Lamiendo sus lenguas. Chocando. Mordieron los labios. Baboseándose.

__¡Ahh cariño ya no soy tan joven!!

__¡Hay tiempo abuelito, ya lo buscaremos! ¡Es tan temprano!¡Quiero seguir sacando tu leche!

__¿De veras lo quieres?

__¡Por supuesto abuelito, nada me gustaría mas!__ abrazó al macho adulto por el cuello, casi colgado, en tanto, el abuelo metía las manos en la cola.

Las estrujaba. Las amasaba. Luego dejó al joven. Levantó sus pantalones y poniéndose de pie fue a buscar la comida y luego de lavarse las manos se pusieron a almorzar tranquilamente.

La noche llegó iluminada con una luna redonda y blanca enorme y grande. El abuelo Braulio dio unas vueltas por la casa que se sentía muy quieta y silenciosa.

Se metió al baño y fue a darse un baño refrescante y delicioso.

Raulito en su cuarto también recién salía del baño espumante que se había dado. Perfumado todo su cuerpo. Era un dios pagano. Con sus pechitos abultados, cada vez más, su pija bamboleante y semi erecta. Estaba caliente como siempre. Y su trasero imponente, tremendo, hermoso, sensual.

Se colocó la tanguita de color negra. Se miró al espejo y vio que le quedaba perfecta. Se gustó viéndose reflejado.

Se vistió con la parte de abajo del piyama floreado con pintas. Era un pantaloncito corto casi un short.

Sabía que su abuelo tarde o temprano aparecería en su habitación. Se puso a leer un libro que había empezado hacía un tiempo.

La noche avanzaba. Era tarde. La luz de la luna era tremenda. Antes de apagar la luz de la habitación, Raulito se untó su colita con una crema con aroma a canela, muy fuerte y penetrante.

La luz de la poderosa luna entró por el ventanal. Casi se veían los objetos. Las sombras. Los rostros.

Al cabo de un rato, la puerta del dormitorio se abrió despacio. Vio la cabeza del abuelo, asomándose como un ladrón sospechoso.

Se acercó a la cama y Raulito pudo ver que estaba desnudo, con su poronga semi erecta. Corrió las sábanas y se metió en la cama con el nieto.

__¿Estás dormido Raulito?__ susurró al oído

__¡Tu que crees abuelito!__ sintió la vergota dura La claridad entraba por el ventanal abierto sin cortinas. Rozaba con su barra de carne las nalgas del travieso chico, su nieto, estaba tan dura aquella espada. Tan virilmente alzada.

__¡Ohh abuelito tu serpiente me toca y me roza, quieres meterla adentro!!

__¡Quiero penetrarte ya!!

__¡Espera abuelito, quítame el pantaloncito, hazlo, anda y enciende la luz!!__ los gemidos del macho maduro se hacían sentir como un temblor en medio del cuarto. La luz se hace y el chico emputecido corre las sábanas. Muestra a su abuelo la tanguita negra, delira el hombre ante la visión de aquella prenda puesta en el sensual cuerpo de su nieto.

Su poronga que es de piedra se endurece aún un poco más.

__¡Quieres correrme la tanguita!

__¡Eres preciosa amorcito, me tienes loco, quiero meterte mi espada ya mismo!!__ el macho gruñe deseando todo. Quiere hundirse ya mismo en el trasero que tiene ahí  al alcance de su portentosa pijota.

La carne deseada estaba allí. Su vergota rozando otra vez el agujero. Metiéndose entre las nalgas frescas de su joven nieto que gime y se mueve guiando el trabuco hasta la hendidura que espera sagaz, perverso, para que se hunda . La crema ayuda para tal fin. Entra y el chico resopla ardiendo en deseos. El pistón se mete, avanza, va camino a lo profundo. Lo ensarta. Lo clava. Lo horada y el chico que gime y ruega por más. El pedazo de carne penetra.

__¡Ay, ay abuelito, que linda pija tienes, me encanta, ahhh, eres un machote!!

__¡Recibe esta verga…Estaba deseoso esperando cogerte…Estoy tan caliente Ahhhh!!!

__¡Te gusta mi cola!__ dice ronroneando el inocente Raulito

__¡Me tienes loco bebe, cariño, tu no sabes lo que es, ahhh, tener ganas y no poder tener sexo….!!

__Abuela te tenía abandonado…Ay, si, ay, ay__ Va y viene el tronco que se inflama y se enerva, se hincha. La cola abierta recibe el aguijón que se mete en las carnes. El hoyo dilatado y ardiente recibe la gloriosa verga que lo penetra y lo sacude.

Las manos del hombre  se prenden a los pechitos saltones y gorditos. Las tetitas se ponen duras. Las puntas son dos frutillas y el macho maduro las acaricia. Las goza. Las aprovecha en tanto horada y golpea con las bolas las nalgas del cachondo chico.

La lanza está dentro del joven por completo, en toda su extensión. El sable del macho va y viene por el canal.

Entonces el abuelo desgarrado en ardor y deseos acaricia la pija del nieto, la masajea, se apodera de ella y la estruja, la machaca, hace que el chico se deshaga en grititos y lloriqueos que lo vuelven más loco de lo que esta.

El deseo le golpea las sienes. Es un animal buscando aire. Siente que es despiadado cuando el chico chorrea sus jugos en la mano grande  y fuerte, tras el grito, el aullido de gozo pleno que da el inocente nieto enculado por el macho maduro que lo goza sin remedio.

Recorre con las pegajosas manos el pecho dorado, el joven se retuerce con la víbora en su ojete divino. Mueve sus caderas, enterrando un poco más el perno endemoniado. Choca y pega contra el. Lo aprieta con su anillo, lo suelta, lo vuelve a apretar. Los gemidos del macho se alzan, se hacen cada vez más poderosos. La cola del nieto succiona el gran pene.

__¡Uhhh me enloqueces amorcito, que gran cola tienes…ahhh es tan sedienta!!!

__¡Es toda para ti abuelito, ohhh, cógemela, dame tu pijón, ahhh!!!

__¡No quiero hacer otra cosa nunca más!!__ dice esto y saca la serpiente chorreando jugos y crema. La boca del chico glotón traga la poronga. Se la come. El abuelo, su macho, se sienta en la cama y el culito del joven respingón y fibroso es entregado a la boca del hombre, la lengua del macho maduro se hunde repasando los pliegues. Esta abierto el agujero así que la lengua explora muy profundo.

Al rato el macho gira al chico y hace que este se siente en la poderosa herramienta. Sube y baja y el lo toma dulcemente de las caderas. Tiene la visión de la espalda del chico que lloriquea y balbucea frases que nadie entiende.

La barra de carne esta chorreando jugos que resbalan por las bolas del macho.

__¡Despacio cariño, hazlo más suave, amorcito, quiero tenerte todo lo  posible!!!

__¡Bueno abuelito, así, ay, ay, ay, siento que muero de placer!!

__¡Es lo que quiero darte, mi chiquito, mi cariño, bebe, ohhh, como me haces gozar!!

Un rato después el abuelo empezó a convulsionar, y cuando menos lo esperaba, tremendos escupitajos empezaron a salir y a llenar el ojete del chico caliente. Los chicotazos golpeaban las paredes del túnel del joven que lloraba de placer. Sintiendo que el máximo placer lo había conseguido con ese macho adulto, que es su abuelo. Mientras el macho llenaba el hoyito. Chorreando líquidos la cola fogosa se fue calmando. La salchicha babosa fue dormitando de a poco, pero los amantes se fundieron en besos y caricias durante toda la noche.

Los años pasaron y Raulito se convirtió en un hombre. El abuelo y todos sus amantes partieron  de este mundo. El siguió siendo un sexual personaje. Un hambriento ser que no podía dejar de pensar en sexo. Pero sus amantes fueron convirtiéndose en jóvenes, como cuando el era el joven y sus amantes eran los maduros y abuelos.

De vez en cuando Raulito sueña que es el inocente Raulito otra vez y camina por las calles meneando el trasero maravilloso, agradecido de haber sido dotado por la madre naturaleza . Sueña que su madre le encarga unos mandados y va hasta un almacén que se encuentra en la esquina de su casa de chico, el almacenero le sonríe cuando lo ve llegar y mientras el pasa moviendo su trasero sensual, el hombre maduro cierra con llave la puerta del almacén.-

FIN