El inicio, Sara me masturba.

Mi hermana se vió obligada a masturbarme en un probador.

Esto sucedió hace ya bastantes años, tendría alrededor de 18 años, y estaba atravesando la peor etapa de mi vida.

Estaba repitiendo curso en el instituto y aún así no me iba bien, básicamente por mi falta de interés, lo único que para lo que vivía y tenía ganas era para salir los fines de semana con mis amigos y emborracharnos.

La situación en casa era muy tensa dado mi apatía y mi comportamiento, me pasaba el día discutiendo con mis padres, pero sobretodo con mi hermana Sara.

Sara es mayor que yo, por aquel entonces tendría 19 años, y mi relación con ella era bastante mala, apenas nos soportábamos y nos puteábamos mutuamente de forma constante. Físicamente Sara para mí era una chica del montón, un poco más baja que yo 1,65, delgada, pechos más bien pequeños, y de escaso culo.

Por aquella fecha no se qué familiar se casaba y después de mucho discutir con mi madre, y sobre todo después de amenazarme con retirarme mi paga, mi madre me convenció para que fuera a comprarme ropa para la boda mencionada.

Como en otras ocasiones ya se suponía que había salido a comprarme ropa para ese acontecimiento y había vuelto a casa sin nada, mi madre obligó a mi hermana a que me acompañara y que se asegurase que terminaba con las compras bajo la amenaza de retirarle también a ella la paga.

La tarde en cuestión empezó fatal, naturalmente a Sara no le hacía ninguna gracia perder una tarde conmigo, y mucho menos poner en peligro su paga, ya que precisamente ese fin de semana le hacía más falta que nunca ya que se iba a un concierto con sus amigas, así que ya en el coche mientras íbamos al centro comercial no parábamos de discutir.

En la primera de las tiendas decidimos que lo primero deberían ser los pantalones y que a partir de ahí iríamos buscando el resto de cosas a juego. Sara me ayudó a elegir unos pantalones y me los probé. Para mi sorpresa no me disgustaron así que decidí quedármelos para terminar con todo eso cuanto antes.

Mi hermana llamó a la dependienta para que me cogiera los bajos del pantalón ya que me sobraban unos cuantos centímetros. La dependienta sería más o menos de la edad de Sara, jovencita, con un tipazo de muerte y sobre todo con cara de viciosa, fue verla y empecé a ponerme malo, no dejaba de pensar como sería esa chica follando.

El caso es que para marcar por donde tenían que coger los pantalones, esa diosa rubia se arrodilló a mis pies. Aquello era demasiado para mi, su cabeza estaba a la altura de mi entrepierna, ella miraba hacia mis pies atendiendo a la tarea que estaba desempeñando. A mí el tenerla en esa posición y tan cerca de mi polla me excitó.

Cuando acabó de poner todos los alfileres se incorporó, y dijo:

-Bueno ya está, luego me los lleváis al mostrador y me tomo nota, os dejo para que sigáis con las camisas si necesitáis algo me dais un toque vale.

Yo sonreí como un idiota ya que estaba embobado con aquella chica, cuando de repente Sara me dio un fuerte pellizco en el brazo y me empujó hacia el interior del probador.

-Se puede saber qué coño haces?- me dijo con la cara desencajada.

-Qué mierda haces? A qué viene esto imbécil?- conteste desconcertado.

-De verdad eres tan tonto o te lo haces? – me dijo ella al tiempo que señalaba hacia mi paquete.

Yo bajé mi mirada y ….. joder, yo sabía que se me había puesto un poco dura, pero en aquellos pantalones de color claro y con la tela tan fina, el bulto de mi entrepierna era enorme, pero en lugar de avergonzarme me dio por reírme, cosa que enojó más aún a mi hermana.

-Haz el favor de no salir del vestidor hasta que te baje eso, yo voy a elegir unas camisas mientras tanto. – Ella salió del probador y se dirigió hacia la zona de las camisas.

Yo dentro del probador intenté poner la polla en otra posición en la que se disimulase más mi erección pero aquella manipulación lo único que consiguió fue incrementar su tamaño. Tenía un problema, yo en aquella época tenía las hormonas disparadas y bajar aquello era una misión imposible.

Al cabo de unos minutos, Sara volvió, toco a la puerta, yo la abrí y allí estaba mi hermana con tres o cuatro camisas en las manos. Sara  lo primero que hizo fue bajar su mirada hacia mi paquete y al ver que aquello no solo no había bajado sino que estaba peor, se le desencajó el rostro, me empujó hacia el interior del probador y entró ella tras de mí.

-Me cago en tu sombra, pero que haces desgraciado? Quieres dejarte de tonterías y estar a lo que estamos, se está haciendo tarde, tenemos que terminar de comprar la ropa y tú te pones a hacer tonterías.

A mi esa situación y ver a Sara tan enojada me divertía, ser el motivo de los enfados de mi hermana era algo que me gustaba.

-Mira, yo no estoy haciendo, nada. Se me ha puesto dura eso es todo, ha sido por culpa de la dependienta, échale la bronca a ella.

-Bueno, te doy 5 minutos, como vuelva y sigas igual te mato aquí mismo. Haz que baje para que sigamos o no nos dará tiempo a terminar esta tarde. Esta semana no puedo perder mi paga por nada del mundo o no podré ir con mis amigas al concierto.

Su amenaza para nada me causaba preocupación sin embargo su angustia y tener en mis manos la posibilidad de putearla era algo que me encantaba.

Al cabo de los cinco minutos, Sara volvió a tocar a la puerta del probador, yo abrí la puerta y ella pasó al interior directamente, miró hacia mi paquete y …

-Por favor, te lo pido por favor, no nos va a dar tiempo  a terminar y nos vamos a quedar sin paga.

-Bueno, y que quieres que yo le haga, si no hay forma de que me baje, yo no tengo la culpa.

-Mira, te lo suplico, déjate de tonterías por favor.

-Sara, no lo estoy haciendo a posta- cosa que era verdad, pero lo que no pensaba decirle es que estaba disfrutando con aquella situación.

-Oye, y si te haces una paja? Te dejo solo un rato, te haces una paja y a ver si así terminamos ya con esta tontería.

-Yo aquí no pienso hacerme una paja, no quiero, además no tengo nada para estimularme, como no le digas a la dependienta que venga a ayudarme – le dije con una sonrisa.

A Sara aquello no le hizo ninguna gracia.

-No se cómo decírtelo, que es lo que no entiendes, no ves que si no terminamos con todas las compras estamos jodidos. Venga, te dejo sólo un rato, pero no tardes o nos cerrarán las tiendas.

-Vete si quieres, pero no pienso hacerme una paja aquí.

Sara suspiró, estaba al borde de la desesperación, ella y sus amigas habían estado preparando el concierto desde hacía semanas y ahora estaba todo en el aire por este contratiempo.

-Y si te la hago yo?

Aquellas palabras  me dejaron helado, me quedé petrificado, pero oírle decir a mi hermana eso me puso más caliente aún.

-Venga ya!, y una mierda.- dije incrédulo.

-En serio, ven aquí- Sara se sentó en el taburete que había en un rincón del probador y tiró de mi cintura hacia ella, me aproximó hacia sí, y llevó sus monos hacia los pantalones, abrió el botón y bajó la cremallera. Yo estaba flipando por lo que estaba pasando.

-Escucha como le digas esto a alguien te juro que te mato- Esa frase me la soltaba todos los días como unas quince veces. Yo no decía nada, estaba tan sorprendido que simplemente me la dejaba hacer.

Sara bajo mis pantalones, bajo el slip que llevaba y llevó una de sus manos a mi erecta polla, cogiéndola por la base.

-Venga, te la pajeo un poco y luego continuas tu vale?- y comenzó a deslizar su mano a lo largo de mi polla, era una situación que nunca me podría haber imaginado.

-Sara me haces algo de daño,  tienes que ponerme saliva o me haces daño.

-Joder, encima con exigencias, - Sara dejo asomar saliva un hilo de saliva de sus labios que dejó caer sobre la palma de la mano que había comenzado a hacerme la paja, y acto seguido la volvió a llevar a mi polla para seguir con su tarea.

Yo estaba en la gloria allí de pie, con las piernas separadas, con mi hermana justo delante de mío, sentada de forma que mi polla estaba a dos palmos de su cara ya haciéndome una paja.

-Venga ahora sigues tu, termina y cuando estés sales- Sara intentó ponerse de pie, pero yo no la dejé, le puse la mano sobre uno de sus hombros e impedí que se incorporase.

-Ni de coña, como me vas a dejar así, además si lo haces tú terminaré enseguida.

-Que cabrón eres, venga ven- y volvió a coger mi polla con su mano, pero esta vez con la otra mano empezó a acariciarme los huevos.

-Ponme otra vez saliva o me harás daño. –Sara suspiró fuerte como para no perder la paciencia, volvió a mostrarme su saliva como asomaba por sus labios pero esta vez se acercó hacia mí y la dejó caer directamente sobre la punta de mi polla.

-Venga no tardes, córrete de una vez.

-Déjame que te coja las tetas y así terminaré antes- y sin esperar a su consentimiento, llevé mi mano hacia sus pechos y comencé a sobárselos por encima del la blusa que llevaba. Para mi sorpresa Sara no dijo absolutamente nada, seguía haciéndome la paja. Miraba fijamente mi polla mientras me la pajeaba, estaba concentrada en la tarea.

En vista que no había opuesto resistencia, metí una de mis manos por su escote con el objeto de meter mi mano entre uno de sus pechos y el sujetador y así sentir directamente el tacto de su piel. Cuando ya tuve mi mano allí comencé a sobarle la teta y acariciar el pezón que al cabo de unos segundos ya se había puesto duro.

-Joder que bueno Sara, vas a hacer que me corra.

-Venga  hazlo ya, córrete de un vez. – Sara quito la mano con la que me había estado acariciando los huevos y la puso delante de mi polla boca arriba.-

-Córrete en mi mano, no se te ocurra manchar nada con tu semen.

-Escúpemela otra vez más que se está quedando seca.- Sara se volvió a acercar a mi polla para dejar caer su saliva sobre ella, y yo en ese momento me aproximé más con lo que mi polla llegó a tocar su mejilla.

-Que haces? Confórmate con la paja, que quieres que te la chupe, no te lo crees ni tú.

-Solo un poco, venga.

-Que no, y haz el favor de correrte ya, venga- y aceleró el ritmo de su pajeo, poniendo cara de esfuerzo, se notaba que se le estaba cansando el brazo de estar pajeándome.

Pero lo que sí hizo Sara fue desabrocharse algunos botones de la blusa y se sacó las tetas por encima del sujetador, dejándolas totalmente a mi disposición.

-Venga cógeme las tetas y córrete en mi mano,  pero hazlo ya córrete.

-Si, si, no pares joder, estoy a punto - le dije excitado perdido, mientras no dejaba de sobarle las tetas.

En el instante  que noté que me iba a salir ya la leche me aproxime todo lo que pude a Sara, llevé mi polla hacia tus tetas que aún estaban en mis manos, y disparé varios chorros de lefa sobre sus tetas. Quería salpicarla toda de mi semen, quería marcarla como si fuera un animal.

Sara, hizo por apartarse pero no le dio tiempo.

-Pero serás hijo de puta, que cabrón eres.-Sara se apresuraba a coger los pegotes de mis semen de su escote y sacudir sus manos contra el suelo para que se desprendiera de ellas, mientras no dejaba de maldecir.

Yo por mi parte, me sentía de puta de madre, mi hermana a la que tanto odiaba me acaba de hacer una paja de campeonato y había podido correrme en sus tetas.

Sara se volvió a abrochar la blusa, restregó sus manos sobre la pared de probador para limpiársela, y dijo.

-Venga, ya problema resuelto, cámbiate, te espero fuera, y no tardes que vamos fatal de tiempo.

Yo asentí y comencé a cambiarme, pero  en mi interior solo había un pensamiento. REPETIR Y A SER POSIBLE LLEGAR MÁS LEJOS CON AQUELLA ASQUEROSA.