El inicio por Juan
Lía y Juan siguen, pero visto desde Juan
Había tenido un día duro en la oficina, los clientes estaban muy pesados, había una gran entrega ese viernes, y todos estaban como locos. Hace un tiempo que había empezado un proyecto personal de una página bdsm, en la que quería incluir relatos, pero necesitaba gente que los escribiera y colgara en la web.
Esa noche quería salir, tomarme algo en algún bar, y si pudiera ser, encontrar redactores para mi página. Entré en uno no muy lejano a mi casa, uno que solía tener buen ambiente casi todos los días. Me acerqué a la barra a por una bebida, y poder inspeccionar la sala desde allí, a ver si veía a alguien que pudiera aceptar mi pequeña oferta.
Una vez en la barra, reparé en una chica bastante más joven que yo, se la veía tan concentrada en sus pensamientos que no pensaba molestarla, pero no sé porqué me dio una vibración de que ella tenía que formar parte del equipo, y no tenía nada que perder por preguntarle.
J: Hola. -No me hizo ni caso, así que decidí tocar levemente su hombro y sonreír para no asustarla-.
Cuando por fin se dio la vuelta, pude ver que realmente era una chica joven, con el pelo largo, y unos ojos que me llamaron totalmente la atención. ¿Pero en qué estaba pensando? A esta chica la llevo unos años, va a pensar que soy un depravado, pero su sonrisa es tan cautivadora. Además no puedo romper mis dos normas fundamentales, no implicarme con nadie sentimentalmente ni que fuera menor de cuarenta, y está chiquilla no llega ni a los treinta.
J: Hola, me llamo Juan. Encantado. ¿Podría saber tu nombre? Tengo una pequeña proposición que hacerte.
L: Soy Lía. -Se estaba ruborizando, y me estaba encantando-. Por lo general no suelo aceptar, pero no pierdo nada por escucharla.
J: Busco gente que escriba relatos bdsm, para una página que estoy creando. ¿Sabes algo sobre el tema? ¿Querrías colaborar?
Nuestro ojos conectaron por unos instantes, y pude sentir como un escalofrío recorría su espalda y su cuerpo, haciendo que mi parte dominante saltara. ¿Qué tenía esta chica? Todo eran imaginaciones mías, ¡seguro!, pero la verdad es que seguro se podía pasar un buen rato con ella. ¡Olvídalo, céntrate Juan!
L: Sí, tengo conocimientos y experiencias sobre el tema, no me parece mala idea, así que te ayudaré, y escribiré relatos. -Se la veía decidida y eso me gustaba-.
J: Muy bien entonces, déjame tus datos de contacto y en cuanto esté listo, me pondré en contacto contigo. Ahora he de marcarme, ya nos veremos señorita.
Apuré mi copa, y antes de irme, eché un último vistazo a aquella chica, había algo misterioso en ella que me llamaba la atención, pero no sabría decir a ciencia cierta qué era. Fui directo a casa, tenía que seguir trabajando, y ya era tarde como para seguir buscando redactores para mi página. Tenía unos cuantos, pero había algo en mí, que me decía que la mayoría, si no todos, no contestarían a la hora de la verdad.
Ya en casa me puse a trabajar, había que continuar con la web, y ponerla en marcha cuanto antes, aunque por supuesto con las cosas bien hechas. Cuando consideré que era suficiente, apagué el ordenador y me fui directo a la cama.
Los días fueron pasando, y aunque avanzaba en la página, no iba lo suficientemente rápido, y eso en cierta forma me frustraba. ¡Por fin lo había conseguido! Tendría que seguir trabajando en ella, no era perfecta, pero al menos tenía lo básico para irla poniendo en marcha. Decidido a seguir con el plan, escribí a todos los redactores que había conseguido y a esperar si alguno me contestaba.
Al final de todos los que me habían facilitado sus datos, me contestaron tres al email, y entre ellos aquella chica del bar. Me pareció un tanto curioso, pero fue agradable, pensé que no contestaría, todo había sido un tanto... extraño. Contesté su email, y me ofrecí a ayudarla con las dudas que pudieran surgirle, y si hacía falta, podía desplazarme a su casa, para verlo más cómodamente.
Fui a ir una cocacola a la cocina, necesitaba algo de cafeína, llevaba varias noches trabajando hasta tarde en la página, y notaba que las fuerzas me faltaban un poco. Cuando volví al cuarto, me sorprendí de que la chica hubiera contestado, y más aún, al abrirlo, comprobar que quería resolver las dudas quedando en su casa, que podríamos tomar algo allí. Mi vena dominante se estaba encendiendo y no sabía porqué, desde el día del bar, no me había podido quitar a esa chiquilla de la cabeza. La contesté a su correo brevemente, diciéndola que estaría ahí a las ocho.
Mm tenía que prepararme, y pensar en que podía pasar aquella noche. He de concentrarme en que solo va a ser una redactora más, cuando la solucione sus dudas, cada uno irá a lo suyo, ¿pero.. y si no? Tenía que ir preparado para todo, así que en una pequeña bolsa, preparé algunas cositas que llevar a su casa, por si acaso, nunca se sabe. A la hora de salir, cogí las llaves del coche, y miré la dirección que me había mandado al móvil, la verdad es que esa chica no deja de sorprenderme. Salí al garaje y una vez en el coche, puse rumbo a su casa. A las ocho en punto, ya estaba tocando el timbre de su puerta, impaciente por entrar.
Cuando me abrió la puerta, casi me quedo sin habla, estaba guapísima, con ese vestido que incitaba a arrancárselo, y follarla duramente en el suelo. La miré un par de veces más de arriba a bajo, y mientras ella se ponía como un tomate, me pareció ver que no llevaba ropa interior, pero creo que eran imaginaciones mías. Me invitó a entrar y a sentarme en el sofá, que realmente era cómodo, me sirvió una copa de vino, y luego a ella. Mmm sería una buena perra sirviendo primero al Amo. ¡Juan, aleja esos pensamientos! Es tu redactora y una chiquilla, por favor.
Comenzamos a hablar de diversos temas, la verdad es que para ser una chica tan joven, tenía las ideas muy claras y parecía muy madura para su edad. Coincidíamos en muchas cosas, y la charla era muy animada entre nosotros, me estaba despertando unos sentimientos que creí enterrados hace mucho tiempo. Yo solo usaba a las sumisas, y luego las dejaba, ellas siempre sabían hasta donde iban a llegar conmigo desde el principio, ¿pero por qué con ella sentía que todo era diferente? Quería que fuera mía y de nadie más, nadie que no fuera yo podía tocar su piel, oírla gemir, y satisfacerla como ella se merece.
¡Por favor Juan, va a pesar que eres un maldito salido! Aunque ojalá ella diera el primer paso, eso me facilitaría mucho las cosas. Cada vez me fijaba más en ella, veía sus piernas, sus caderas, sus tetas que tanto me gustaría apretar, y esos carnosos labios. Me los imaginaba rodeando mi polla, apretándola, subiendo y bajando por ella, succionándola, y sacando todo de mi. Cuando menos me lo esperaba, ella se acercó y me besó, con esos labios que sabían muy dulce. ¿Sabéis qué? ¡A la mierda mis normas, hoy esta chica sería mía!
Comencé un beso desenfrenado, sentía que mi dominante salía de mi interior, que tomaba el control, que la veía como una hembra a la que montar, de la que satisfacerse, y a la que también satisfacer, si quería que ella permaneciese a su lado. Necesitaba sentir más de ella, así que sin más preámbulos, empecé a acariciar su pecho por encima del vestido, e intentando provocarla, bajé la parte del escote de su vestido, y lamí su pezonera despacio, atento a sus reacciones. Lo chupé, succioné y mordí, mientras veía como su cara cambiaba de angelical a perra mojada y cachonda, haciendo que mi polla comenzase a endurecerse, y apretarme el pantalón. No paraba de gemir, sabía que le estaba provocando un dolor controlado, pero en vez de salir corriendo, me metía más el pezón en la boca. Esta chica era una perra, e iba a ser mía, tenía que serlo. Paré en seco, tenía que decirle mis intenciones, yo no puedo tener una simple relación vainilla, yo quería más, una guarra que cumpliese mis expectativas y deseos, y eso tenía que saberlo. La miré y la dije:
J: Sabes que soy Amo, lo has visto en la página, y yo necesito eso. Si no quieres lo mismo, o no estás segura, podemos dejarlo aquí sin ningún problema, pero necesito que sepas dónde te metes, al querer algo conmigo.
L: Sé donde me estoy metiendo, no tienes que preocuparte. Ahora no pares, por favor.
Eso era lo que necesitaba oír, o al menos la primera parte de lo que necesitaba escuchar. Le quité el vestido, y pude comprobar que mi intuición era cierta, la muy guarra no llevaba ropa interior, por lo que sonreí como premio a su sorpresa. Necesitaba más de ella, y ese sofá no me daría suficiente juego como para utilizarlo hoy, así que la agarré, la atraje hacia mí, y susurrando en su oído, la pregunté donde tenía la habitación. Espero que la cama sea grande.
Me llevó hasta la habitación, y me alegro comprobar que tenía una cama de matrimonio, lo que me permitiría tener espacio suficiente. Necesitaba estar dentro de ella, mi polla necesitaba ser calmada, y ella debía pagar el precio de haberla puesto tan dura. La ordené que se tumbase boca abajo, quería que sintiera que estaba por encima de ella, que yo me servía de ella y no al revés, así que cuando se acabó de colocar, me hundí en ella sin ninguna contemplación y ¡joder! Menudo coño tenía la chica, estaba bien estrecho, me apretaba tanto la polla que creía que iba a correrme. Ella soltó un sonido gutural de su garganta cuando la sintió dentro, era el sonido de una hembra que necesitaba a su macho, y lo había encontrado.
Le demostraré que es mía, y sólo mía, que ahora ella me pertenece, la marcaré hoy. La empecé a montar con unas embestidas profundas y brutales, estaba fuera de mi, sentía un gran placer gracias a ese coño, así que agarré su pelo y tirando de él, dejé su cara hacia arriba, por lo que con la otra mano tapé su boca, para acallar sus gritos de placer.
Todavía está puta no podía correrse, tenía que aprender que ahora su placer era mío, así que cuando sentía que se iba a correr paraba, era como estar en el cielo y el infierno a la vez, porque su coño estrujaba fuerte mi polla, y tenía que controlar el no correrme todavía. Notaba como ella estaba rozando la locura, así que después de la última parada, empecé a moverme lento, quería oír el resto de la frase, necesitaba oírla decir que era mía, que quería ser de mi propiedad.
J: ¿Quieres ser mi sumisa? -Note la sorpresa en su cara, y destapé su boca para que pudiera contestar-.
L: Sí, por favor.
J: Vas a ser mi zorrita? No tendrás voluntad, solo te dedicarás a darme placer, a obedecerme porque estás por y para mi, nada más. (Mientras daba una embestida fuerte arrancándome un gemido fuerte).
L: Sí, seré tu zorra, me entregaré a ti en cuerpo y alma, soy tuya.
¡Por fin lo había oído! ¡Esa perra sería mía! Así que no me demoré más, y me la follé con fuerza y brutalidad, quería sé que corriera con todas sus fuerzas, y sabía que una guarra como ella, era lo que necesitaba. Se corrió apretando mi polla bien fuerte, y tuve que esforzarme por no correrme todavía, debía marcarla como mía, bautizarla. Salí de ella, cuando noté que su cuerpo empezaba a relajarse, por lo que me puse de pie, y la di un azote en el culo para llamar su atención. Me miró, y con una simple seña entendió que quería que se pusiese de rodillas, por lo que enseguida ejecutó la acción, y eso me complació, mi parte dominante estaba exultante, había conseguido la puta que necesitaba a su lado.
Sabía que la descolocaría, por lo que me masturbé en su cara, en vez de hacer que ella me la chupara, tenía que comprender que eso era un premio y un privilegio para ella, el poder alimentarse de su dueño. Vi su cara de guarra, tenía la boca abierta y la lengua fuera, esperaba con ansias mi semen, por lo que no tardó en salir, y embadurnarla toda la cara. No paraba de tragarse lo que le iba cayendo directamente a la boca.
J: Quedas bautizada como mi perra, como mi propiedad.
L: Sí Amo.
Ahora me alegraba de haber preparado la bolsa, fui hacia ella, y cogí el collar que marcaría ahora mi propiedad, me acerqué a ella y se lo coloqué en el cuello. Como debía aprender que mi semen era algo preciado para ella, le ayudé a meter todos los restos de la cara en su boca, y comprobé que nada había caído al suelo, una pena, me habría gustado verla lamerlo como una nueva perra. Aunque la verdad, es que su cara no tenía desperdicio al tragarse todo lo de su cara, era una completa puta, zorra, guarra y todo lo que yo podía desear.
Nos tumbamos juntos en su cama, por hoy la dejaría descansar ahí, pero a partir de ahora le esperaba una vida completamente diferente, la haría a mi gusto, y eso volvía a encenderme.
J: A partir de ahora eres de mi propiedad, mi sumisa, mi esclava, mi todo. Obedecerás a tu amo, y yo por ello te educaré y cuidaré, te moldearé a mi gusto.
Tapé sus labios con mi dedo, y respiré el olor a frutado de su nuca que me había cautivado desde el primer día. Y así, me quedé dormido junto a ella.
Espero q os guste, y vuestros comentarios.