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Esta es la historia de como empece a perderme dentro de lo que es la busqueda infinita de un amor perdido y un nuevo camino.

Este relato bien podría ser una historia, bien podría ser un libro donde contar paso por paso como sucedieron los hechos, como avanzaron y como llegaron a envolverme en esta indecisión eterna donde no sé que hacer ni que decir, donde todos resultaron heridos y tal vez todos resultaron engañados.

Marcos, nunca fue mi tipo, blanco con pecas y bigote, era mi adorado amigo, el que me abrazaba descaradamente delante de todos y sin importarle nada, ni siquiera mi recta opinión, el que llegaba a un lugar y a todos simpatizaba, era de contextura delgada y vestía medio descuidado por esta y muchas otras razones nunca me impresionó.

Mi físico en esta historia tal vez no importe pero para que el lector se haga una idea soy una india canela (para muchos precioso color), cabello negro con unas mechas doradas, ojos cafés, grandes, soy delgada ni mas que decir que soy bien delgada, pero tengo encantos que ninguna otra posee, un cuerpo con perfectas proporciones, un abdomen totalmente plano, un trasero firme y bien puesto, piernas de contextura normal, tal vez uno de mis mas grandes atributos es el poder conversar abiertamente de cualquier tema, provoco y hasta cierto punto soy sexy. Muchos me han dicho que debía ser modelo, pero siempre me encontré demasiado pequeña para esa profesión.

Todo comenzó hace cosa ya de tres años, aun conservaba mi virginidad intacta, era esquiva en cuanto al sexo, odiaba a todo el que intentaba llevarme a la cama, hasta que tope con Marcos, me encantaba como tocaba mis manos, como me miraba y como me desvestía con esos enormes ojos marrones, sus comentarios siempre eran atrevidos nunca me tuvo miedo ni vergüenza, ahí es donde empieza a interesarme, siempre alardeaba de lo bueno que era en la cama, pero yo, insegura, nunca me había enamorado, hasta que caí en la red de un amor inestable y hasta cierto punto destructivo.

Pero así son las cosas del destino, me enamore de Marcos perdidamente, me enamoré de cómo me hacia el amor, como se introducía en lo mas profundo de mi ser y como hacia que yo perdiera el pudor ante todo acontecimiento, era maravilloso estar bajo él, encima, de lado, todas las posiciones delegaban en mí placer.

La primera vez estábamos en la ducha, tal vez yo no iba a hacer nada, pero cuando comenzó a besar mi cuerpo mojado, cuando besó mi cuello y manoseo mi sexo, supe que estaba perdida y que no importaba cuanto luchara él había ganado, lo tenia todo, mi cuerpo y mi corazón unidos en una sola, así fue que el dolor aunque no pasó desapercibido pasó con lagrimas dulces saladas de un placer infinito. Cuando se hizo insoportable el tratar de hacerlo de pie, me sentó en la tapa del toilet y ahí empecé a sentirme que iba y venia de un lado a otro en un universo que no conocía, su pene estaba solo a la mitad dentro de mi cuerpo, pero sentía un placer que me hacia la mujer menos miserable de esta tierra. Tal vez puedo decir que fue mi primer orgasmo sentada en la tapa del toilet de un hotel cerca de la playa que no contaba ni con una estrella a su favor, pero ahí estaba yo, en una habitación con bacón, una televisión pequeña, una cama de tres plazas y una cama pequeña, compartíamos habitación con otras dos personas, así que cuando salimos del baño duchados, yo sin virginidad y Marcos con una gran sonrisa en los labios, no nos quedó de otra que esperar, esperar para seguir comiéndonos en la clandestinidad de unas vacaciones improvisadas y en las que no se planearon ninguno de los hechos que acontecían.

Estuvimos haciéndolo mucho tiempo, cuando me lo pudo entrar completamente sentí que moría, revivía y luego moría nuevamente, sentí que la gloria era poco, y que el cielo se estremecía en mi estomago, porque todo mi cuerpo temblaba de placer, el placer que da un buen pene dentro de una vagina recién estrenada… todo mi sexo se irritó pero yo no quería parar, tuvimos sexo ora, hicimos un 69 increíble, mientras se lo mamaba pensaba en las nuevas sensaciones, las repercusiones poco me importaban, no estaba segura de nada, solo estaba segura que quería que me diera hasta matarme.

Con Marcos siempre era novedad, tenia una imaginación increíble, a veces lo hacíamos yo en el borde la cama y el parado, dándome, esa posición siempre hacia que yo gritara de placer, una vez lo hicimos en un sillón en cuero que hizo que sudaramos hasta el cansancio, pero no importaba porque estar debajo o arriba siempre era bueno, en la forma normal era también buenísimo, yo cerraba totalmente mis piernas mientras el me introducía su pene y besaba mis labios.

Un año después, me despedí del mejor sexo que jamás he tenido. Me despedí del amor y me despedí de Marcos llorando lagrimas con sal y pensando que regresaría pidiéndole a mi cuerpo otra oportunidad, prometiéndole a mi corazón amor eterno y con él mi buen sexo. Pero nunca sucedió, pasó un mes y yo dormí con otro que fue solo sexo sin sentido, porque encontré que su pene era demasiado pequeño, que sus embestidas no llenaban mi hueco y que mi sed de sexo era interminable. Aun así disfrutaba del acto en sí, me encantaba, siempre he creído que soy ninfomana compulsiva porque nunca quiero parar y siempre quiero más. Todo el tiempo le pedía que me diera más duro, más fuerte, más rapido.

Pasaron dos meses y repetí la acción con otro que no era el otro, no me lo encontré pequeño realmente era grande, alguna vez fue una persona importante en mi vida, pero dejó de serlo cuando lo desprecié por Marcos, cogimos toda una hora, un solo polvo en todas las posiciones, increíble tenia tanta resistencia con mi adorado Marcos, después de casi una hora y media se vino, mientras yo caía a un lado de la cama rendida, cansada y extasiada pero pensando descaradamente en lo que le faltaba al momento.

Tres meses y dormí con uno nuevo y van tres, Beto, ahí creí que definitivamente olvidaría a marcos, era alto y bien parecido, con un pene increíblemente bello, gordo y grande, pero la decepción llego a la hora de coger, era pesado y no se movía mucho, cómodo en demasía, aun así grité por el éxtasis y la desesperación de sentir algo que te inunda que es demasiado gordo para tu estrechez, fue tal vez hasta increíble. Ya estábamos vestidos para irnos cuando comenzamos a besarnos nuevamente, me cogió a la orilla de la cama inundándome, metiéndomelo como un salvaje sin compasión, ahí bajo su cuerpo supe que existía otra piel que no era la que yo añoraba, llegamos al mismo tiempo entre gemidos, besos y mordidas al oído, al cuello y arañazos en su espalda.

Un mes después volví a coger con Beto, tal vez la primera vez no fue tan buena, y la segunda mucho menos, la mejor parte fue cuando hicimos un excelente 69, donde me desesperaron sus lamidas a mi vagina, y donde grité una y otra vez mentalmente mientras tragaba su leche amarga y con sabor a detergente.

Después de esa segunda vez descubrí que no había ninguna afinidad entre nosotros y que sus deseos no eran los mismos que los míos, así que dejé eso a la deriva y me concentré en olvidar todo lo que no había olvidado en esos 5 meses de naufragio.

Un tiempo después dormí con un compañero de trabajo, que lleno mi cuerpo con otras sensaciones y me enseñó a perder la vergüenza, el descaro me acompaño después de eso y entendí que sí no dejaba de ser una niña en la cama nunca sería una mujer para un hombre con sed de sexo, Noel tenia novia, una novia de 4 años atrás, la verdad es que no me interesaba, nunca lo vi atrayente, al contrario siempre vivía atacándome, decía que yo no era bonita, y muchas otras cosas, comenzamos una amistad fuera de la oficina y como todo es puramente sexual terminamos en la cama, tal vez al primer momento no le encontré ningún defecto, me besaba el cuello como nadie, y daba unos besos que derretirían un témpano de hielo, me calentaba su experiencia 32 a 21 mucha diferencia, me encantaba como me tocaba y como encontraba la forma de evitar que huyera, hacia el sexo oral de una forma increíble, daba unos lengüetazos que sabían a gloria, mientras introducía dos dedos en mi vagina, perdí la noción del tiempo, hasta que se subió encima mío y me introdujo todo su miembro, no era muy grande, tal vez hasta delgado, pero se sentía adentró tan adentro que quemaba, no tuvimos mucho tiempo para seguir descubriendo, se vino dos vez y yo tal vez una, pero goce como nunca.

Aquí puede ser que comience a marcarse la diferencia, aquí es donde inicia mi perdición, cuando descubro que no soy tonta ni ingenua, que era una mujer, una mujer que sabia estar en la cama como cualquier otra. Una mujer que había descubierto el placer del amor, el placer del sexo y el placer de solo sentir placer.

Este es el inicio, tal vez en otro relato cuente el final inconcluso de esta historia, donde tal vez engañé a muchos de los que me rodeaban sin querer y a otros con toda la intención del mundo.

Este es el principio de mi historia y quizás claramente el principio de mi perdición, porque si hubiese vivido en otras tierras otro tono en el canto sería pero soy mujer, soy isleña y sus habitantes donde quiera que miren solo ven agua, mientras yo veo otras tierras, otros horizontes. Si el lector considera que soy una zorra que así sea, no es de mi cuidado, pero en la carretera de la vida, se aprende como se pueda.