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Esta es la historia de como me inicié en estos nuevos placeres.
Ah, hola, ¡gracias por venir!, estaba terminando de calificar estos exámenes, ¿mande?, ¿Quieren saber cómo fue que me inicié en este mundo tabú? Claro que estoy dispuesta a decirles.
Déjenme contarles una historia:
Cuando me interesé en el tema tenía ya 18 años, aunque debo confesar que ya había tenido curiosidad desde que era un poco más pequeña, lo descubrí por error en internet, ah… en esos años en el que el internet era lento, se conectaba por la conexión del teléfono y no podías hacer ni recibir llamadas mientras estabas conectado/a.
Recuerdo muy bien que mientras navegaba a “alta velocidad” de pronto me saltó una de las ya famosas paginas “pop up” pornográficas, en ella había fotos de varios fetichismos y parafilias, al verla me dio pena, pero como a todos nosotros, también me dio una curiosidad extraordinaria, hice lo que muchas personas harían o hacen, comencé a explorarla.
Después de ver tantas fotos comencé a sentir algo de vergüenza, así que ya estaba por cerrar la ventana, cuando una foto llamó mi atención más que las otras, una mujer siendo montada por un perro. Al principio pensé que era falsa, que eso no podía ser posible, lo normal que una persona piensa al ver por primera vez ve fotos de esta práctica sexual, la verdad no sé si me llamó la atención por lo increíble que me parecía o por el morbo que sentí al ver la foto ya ampliada, de todas maneras, en esos tiempos sólo sentía curiosidad y pensé pocas veces en el tema.
Ahora demos un salto hacia adelante en el tiempo, ya tengo 17 años, junté el dinero que me dieron mis padres y otros familiares el día de mi cumpleaños y logre acumular el suficiente para comprar un perro, ya que siempre me han gustado. Fui a varias tiendas de animales, me sentía decepcionada al no encontrar un buen cachorro, no me mal interpreten, todos eran lindos, pero simplemente no llenaban mis expectativas. Fue hasta el día siguiente que fuimos a una plaza al sur de la ciudad, y no pude resistirme a ir a las tiendas de mascotas que hay ahí, al llegar al fondo, donde tienen las perreras, lo vi.
Un hermoso cachorro Pastor Alemán, me enamoró con esos hermosos ojos inocentes, esa tierna cara oscura, que con el tiempo se tornaría un poco mas clara, de inmediato llamé al encargado para que me lo mostrara y finalmente comprarlo.
Ya en casa, como tenía un compromiso esa misma tarde, se lo encargué a mis padres, al regresar en la noche, descubrí que ya le habían puesto nombre, Trevor.
Saltamos un año mas, ya que no quiero extender mi historia dando detalles del crecimiento de Trevor, vayamos directo al punto de esta historia. Ya con 18 años cumplidos, me sentí un poco liberada, al fin soy adulta, así que puedo experimentar mi vida sexual como me plazca, debo admitir que mientras mi Trevor crecía nunca cruzo por mi mente el llegar a tener sexo con él, como lo dije anteriormente, me gustan mucho los perros y como a él lo amé desde el primer día que lo vi, pues fue un punto a favor de esta experiencia. Un día, en una sala de chat, encontré a una chica que decía dar consejos “zoo”, me llamó la atención de nuevo y le envié un mensaje privado preguntando a que se refería con “zoo”, a lo que ella abiertamente escribió, “zoofilia, querida, sexo con animales”.
De inmediato me vinieron a la mente esas imágenes que años atrás había visto en esa ventana pop up y de inmediato le pregunte si en verdad era posible hacer eso, ella me respondió que sí, y que era mas fácil de lo que pensaba, solo debía tener la valentía de hacerlo. Chateamos por un tiempo y con toda la paciencia del mundo me explico más o menos como hacerlo, pero aun así ella me recomendó buscar más información acerca del tema en internet.
En cuanto terminamos de chatear y haber intercambiado correos, tuve mucha curiosidad y nervios, y lo primero que hice después de apagar la computadora fue llamar a Trevor para que subiera a mi habitación. Una vez arriba, me dispuse a examinar su anatomía, que fue el primer consejo que ella me dio. Y si ustedes son buenos seguidores, sabrán que también fue uno de mis consejos en el primer manual. Cerré la puerta y me dispuse a acariciarlo, primero como siempre lo hago, acaricié su cabeza, jugué con sus orejas, seguí acariciándolo, su sedoso pelo se metía entre mis dedos, bajé la mano, acaricié su pecho, pero conforme seguía avanzando me entró un nerviosismo como nunca antes había sentido, me detuve y tuve un horrible sentimiento de culpa. En ese momento me detuve y reflexioné: ¿En verdad quiero hacer esto? ¿Por qué estoy haciéndolo? Esa primera experiencia la dejé inconclusa por esa horrible culpa que sentí.
Pasaron varios días hasta que volviera a intentarlo, debido a dos razones, primera: no tenía ganas, segunda: mi amiga no se había conectado y no tenía idea de cómo volver a comenzar.
Al conectarme al Messenger, vi con alegría que ella estaba en línea y le comenté todo lo sucedido, ella me respondió que debía dejar la culpa atrás, ya que en estos casos, sería una gran barrera en cuanto vida sexual se refiere, y me dio el segundo consejo, que Trevor me explorara a mí y dejarlo lamer mi sexo. Le di las gracias y me desconecté, ya que un poco más tarde mis padres irían al súper mercado y ahí es donde aprovecharía para que Trevor iniciara su exploración de un cuerpo femenino.
Veinte minutos más tarde, despedía a mis padres desde la puerta, al ver el carro desaparecer, de nuevo los nervios me invadieron, hasta el grado de tener pequeños temblores, entré a la casa, y sin dudarlo llamé a Trevor, entré a la cocina y lo primero que vi fue el paquete de Danoninos que había en la base del refrigerador, tomé uno, fui por una cuchara y entré de nuevo a la sala, donde Trevor estaba esperándome tan fiel como siempre. Me senté en el sofá, me detuve un poco casi al punto de volver a dejar pasar la oportunidad, pero recordé sus palabras y dejé salir un coraje que nunca había sentido, llamé a Trevor, de nuevo acaricié su cabeza y le dije: Mi amor, Mami tiene una sorpresa para ti. Habiendo dicho esto, bajé mis pantaletas hasta las rodillas, subí mi falda y agarré a Trevor por el collar, para empezar unté un poco del postre en mi zona púbica, Trevor miraba impaciente y esperaba que lo soltara para así alcanzar su postre favorito, prepare mi mente y al fin lo solté.
Por desgracia no pensé en lo rápido que se lo acabaría, ya que de una lamida se lo termino, pero lógicamente dio un poco más para dejar limpio mi pubis, sabiendo lo rápido que se lo terminaría, volví a sujetarlo, le ordené que se sentara y así lo hizo, justo al lado mío, de nuevo me dispuse a untar el postre, esta vez, abarcando toda mi vagina, me estremecí un poco al sentir lo frío del postre, fue difícil al principio, ya que tenía que sostener a Trevor con la otra mano, pero logré untar la mayoría con la cuchara, después, con mis dedos, distribuí uniformemente a lo largo de mis labios vaginales, unté lo poco del postre que quedaba en la cuchara y ahora sí, estaba lista para recibir esa lengua grande y húmeda.
Lo solté y de inmediato se abalanzó hacia mi vagina, lamiéndola incesantemente por unos instantes, pero, de nuevo, a pesar de haber untado todo lo que quedaba, había terminado el postre, se lo había terminado en un santiamén, pero en esos pocos instantes sentí un placer inigualable. No se comparaba con el sexo oral que me habían hecho mis amigas cuando teníamos relaciones, ya que la lengua de una persona, al ser pequeña en comparación a la de un perro, la sensación se concentra en puntos estratégicos, por así decirlo, pero Trevor me lamió toda la vagina por completo, haciéndome sentir el placer en esas zonas al mismo tiempo. El poco tiempo que duró su faena, me hizo soltar un gemido agudo, debido al placer enorme que sentí.
Desafortunadamente no tuve tiempo para disfrutarlo, ya que Trevor dejó de interesarse en seguir lamiendo una vez que terminó su postre. Volteó a verme con ojos dudosos, inmediatamente interpreté su expresión: “Ya se acabo, ¿pondrás más?”. Pero al ver que yo no reaccionaba, se alejo un poco y se sentó, esperando a que yo pusiera más postre en mi vagina. Pero no lo hice, no hace falta ser científica para saber cómo hacerlo lamer de nuevo, ya que sus efímeras lamidas me habían dejado caliente, me dispuse a masturbarme frente a él, frotando mi vagina, simulando sus lamidas logré adquirir un ritmo, acaricié mi clítoris con el pulgar, estimulándolo para así poder lubricar y darle otro “postre” para probar.
Metía y sacaba lentamente mi dedo índice, mientras que con el pulgar seguía acariciando mi clítoris, aceleré el ritmo y estuve así más o menos cinco minutos, en lo que mi vagina lubricaba lo suficiente. Volteé a ver a Trevor y ya se había recostado, con la cabeza entre sus patas delanteras me miraba con su tierna cara, su expresión seguía reflejando esa duda: “¿Cuándo pondrás el postre de nuevo?”. Satisfecha ya con mi lubricación, estiré la mano izquierda y simulé tomar la cuchara, hice ademán de haber untado mas postre y esto llamó la atención de Trevor. Lo llamé ya que sabía que por sí solo no se acercaría. Ya cerca de mi olfateó curioso mi vagina, sabía que ese olor no era el del postre, así que curioso, acercó más su nariz, so olfateo me dio cosquillas, pero a la vez me prendió mas, ese airecillo que soltaba cada vez que expiraba me hacía querer más tener su lengua en mi vagina otra vez, pero justamente en ese momento, comenzó a lamer de nuevo, esta vez un poco más lento ya que, supongo, estaba reconociendo este nuevo sabor que descubría, y por supuesto, degustándolo.
Me tenía loca, al fin lograba sentir de nuevo este hermoso placer que solo un perro puede dar, sentía como si pequeñas descargas eléctricas se activaban en toda mi zona genital, salían disparadas y recorrían todo mi cuerpo, estiré los dedos de pies y manos, en un instante los apreté entre gemidos decía palabras incoherentes, tenía su nombre y las frases que quería decirle a mi nuevo amante en la mente, pero simplemente al tratar de pronunciarlas salían solo balbuceos y gemidos. Trevor ahora sí siguió lamiendo, justo como lo esperaba, cada vez lo hacía con más tenacidad, sabía de dónde provenía ese sabor y parecía que trataba llegar hasta mi cérvix con su lengua para alcanzar el origen de ese sabor, sentía cómo aumentaba la fuerza, esos lengüetazos curiosos ahora parecían desesperados, al tratar de meter su lengua lo más profundo posible, sentía su lengua entre mis labios, claramente sentía como se abrían a cada lengüetazo, sentía como su lengua estimulaba mi clítoris, ya que con ese movimiento de hocico y lengua, lograba mover mi “capuchón” a cada lengüetazo y la estimulación simplemente era perfecta. Ya no pude más, sentía esas ganas de orinar, pero en realidad ya sabía lo que eran, un largo orgasmo se acercaba, lo mejor era que él seguía estimulándome así que cuando llegó ese orgasmo tan esperado, simplemente grité de placer ya que el orgasmo había prolongado gracias a los continuos estímulos de Trevor, así, lo que sería un orgasmo “normal” se prolongó en un orgasmo de más o menos 30 segundos, tiempo en el que mi grito y se volvió en unos gritos intermitentes debido a la respiración acelerada que tenía. Al fin terminó de lamer, y a decir verdad, no fue mucho el tiempo que duró, a lo mucho diría que siete minutos, pero esos siete minutos se sintieron como media hora.
Aun exaltada y con la respiración entrecortada, al fin pude pronunciar mi primer palabra después de tan placentero orgasmo – Gracias – dije con la voz cortada, – gracias por tan linda experiencia, Trevor, ahora te amo más que antes y sé que ahora podemos conectarnos más gracias a estas experiencias.
Ya en mis cinco sentidos, ordené a Trevor a alejarse para que yo pudiera arreglarme, subí mis pantaletas, no limpié mi vagina ya que quería que Trevor supiera que ahora llevaba parte de su esencia en mi cuerpo. Acomodé mi falda, me levanté y me dirigí a la cocina para tomar un vaso de agua y así poder relajarme después de esta nueva experiencia.
Ahora mis amig@s, l@s dejare tomar un poco de aire ya que mi historia se está prolongando un poco.
¿Ya están listos? Bien, debido a que la historia se está volviendo larga, omitiré los innumerables intentos fallidos que tuve al tratar mi primera relación sexual con Trevor e iré directo a la historia de la primera relación satisfactoria:
Estoy en mi habitación, es la misma hora que he usado para poder copular con Trevor, la puerta está cerrada para evitar incomodas situaciones con mi familia, como de un ritual se tratara, coloqué los cojines de las sillas de mi habitación en el piso, me desnudé, me masturbé un poco para estar más preparada y después me hinqué, llamé a Trevor y le hice la invitación, me coloqué en la posición fuerte (a estas alturas ya tenía conocimiento de la posición y del lenguaje corporal), al verme y oírme, Trevor me inspeccionó como de costumbre, ya sabe que soy hembra, y no tarda en lamer mi húmeda vagina, no tarda mucho en saber que es hora de copular, ya no necesitaba estimularlo manualmente, el ritual había funcionado a la perfección, me montó como de costumbre, su pene, aún en estado de reposo apenas si podía tocar mi vagina, al saber que no podría lograr penetrarme así, estratégicamente me agarro más fuerte, se acercó más, recargó su cuerpo contra mi espalda, al punto de tener su cabeza junto a la mía, sentía su peludo cachete izquierdo rozar mi cachete derecho, oía su jadeo junto a mi oído, todo esto duro unos minutos hasta que logré sentir como la punta de su pene al fin tocaba mi vagina, poco a poco sentía el calor de su pene, cómo iba cambiando su tamaño, era oficial, estaba teniendo una erección y estaba a punto de penetrarme. Poco a poco sus embestidas fueron aumentando la fuerza, él mismo se acomodaba para poder conseguir la penetración, a veces se detenía un instante para lograr ubicar mi abertura vaginal, que ya estaba completamente lubricada y lista para recibir ese salvaje pene. Al fin dio una embestida certera y logró meter parcialmente su pene, que ya estaba erecto y muy caliente, pero lógicamente no estaba completamente erecto, al sentir que su pene entraba, dio varias embestidas rápidas, así logró meter su pene y comenzar a bombear. Sentí esa embestida como si un dildo enorme entrara en mi vagina, sentí cómo separó mis labios y cómo estimulaba mi canal vaginal con cada embestida que daba. Estuvo así por unos minutos, después sentí cómo su pene iba apretando cada vez más mi canal vaginal, yo gemía de dolor y placer al mismo tiempo, mi amante por fin estaba copulando conmigo, mientras le decía frases amorosas: ¡Así papi, haz de tu mami una perra completa! ¡Más mi rey, quiero sentir ese famoso nudo tuyo! Ahí fue donde me dio mi primer orgasmo, realmente me vine rápido porque ya estaba muy excitada al sentir todo ese movimiento. De nuevo el orgasmo se prolongo como la vez del sexo oral, porque Trevor seguía bombeando mientras yo tenía mi orgasmo.
Cada vez sus embestidas eran más rápidas y fuertes, tanto que al fin logré sentir su nudo golpear mi vagina, pero no pude disfrutar ese sentimiento en mis labios vaginales, ya que casi de inmediato, el nudo, entró sin advertencia alguna, solté un pequeño grito al sentir el nudo entrar, inconscientemente me moví de mi puesto, avanzando un poco, mi cuerpo me dijo que debía sacar ese nudo, pero por supuesto, yo no quería, me quedé quieta de nuevo y seguí sintiendo las embestidas de Trevor, ya que seguía moviéndose como un desquiciado. En este momento ya sentía venir mi segundo orgasmo ya que al sentir el nudo mi excitación sobrepaso mis límites de placer al conocer esta nueva estimulación desconocida hasta ese momento por mí.
El nudo comenzó a estimular mi clítoris a cada movimiento, comprobé que este mito era verdad, el nudo del perro está hecho especialmente para dar placer a la mujer humana. De pronto disminuyó la velocidad de las envestidas, así, hasta el punto de quedarse quieto, aun tenía su cara al lado de la mía. De nuevo era oficial, estábamos “abotonados”. Al quedarse quieto, pude sentir como su pene seguía moviéndose dentro de mi vagina, eran los espasmos de Trevor que estaba a punto de eyacular, después de varios minutos inmóviles, sentí varios chorros, notablemente un poco más fuertes que los chorros de liquido preseminal, en su momento no lo sabía, pero eso demostraba que mi Trevor había alcanzado el éxtasis al fin.
Permanecimos “abotonados” por unos minutos más, hasta que Trevor comenzó a impacientarse, comenzó a jalarse para lograr sacar el pene, cosa que a mí me dolía mucho, comencé a tranquilizarlo hablándole suavemente, funcionó por unos instantes, pero él siguió jalándose cada vez más fuerte, subió su pierna izquierda y la sentí en mis nalgas, permaneció así unos treinta segundos, cosa que para mí parecían minutos ya que el dolor era muy intenso. Al fin de un jalón, acompañado de un “pop”, sacó su pene y se alejó de mí. Yo solté un pequeño grito pero a la vez me sentía aliviada de que el nudo por fin haya salido. Jadeando por el dolor, volteé a ver a Trevor, que aun seguía de pie, aun con el pene erecto, lamiéndolo. Lo mire un rato y comencé a notar cómo iba perdiendo su erección, su pene pasó de un grueso pedazo de carne roja y palpitante, a una de color rosa fuerte, menos gruesa y aun palpitante. Mientras recuperaba el aliento, me desplomé en el piso para descansar del agotador dolor que fue el desabotonamiento. Me recosté en mi costado izquierdo para poder ver a mi Trevor, y de nuevo le agradecí el haberme dado esta inolvidable experiencia, él a su vez, estaba recostado y al voltear a verme cuando le hablé, noté que también tenía una mirada de satisfacción.
Bueno amig@s, espero les haya gustado esta historia que acabo de contarles y esperen mis otras historias, que no serán acerca de mí, pero los dejaran satisfechos como esta historia.
Váyanse directo a sus casas y tengan mucho cuidado.
¡Hasta pronto!