El inicio del placer

Aquí cuento de como empezó a gustarme la lencería y la verga...

En mi adolecencia tenía la manía de espiar a una vecina, que al llegar de la escuela, se cambiaba de ropa y se masturbaba. A escondidas tomaba su ropa interior que tendía para secar, me escondía en mi cuarto y la aspiraba con lujuria. Una de esas veces, me puse sus pantaletitas, y la imitaba masturbándome, me tocaba mi pecho, acariciaba mis nalgas, me puñeteaba y al mismo tiempo pasaba mis dedos debajo de mis huevos, imaginando que estimulaba una vagina. Eso me llevó a excitarme con la lencería.

Con el tiempo tuve relaciones homosexuales que me llenaron de gran placer. Todo empezó con un vecino primo de la chica que espiaba, es afeminado y yo de caliente le pedí las nalgas, mientras me lo cogía tocaba su verga, mucho más grande que la mía, la sensación de tenerla en mi mano más me excitaba. La segunda vez que lo busqué, él me quería coger, yo me resistía pero lo deseaba, me volteó y se puso detrás de mí, sentía por primera vez una verga en mis nalgas, simulaba que me cogía, me notaba indeciso, así que frotó su verga entre mis piernas como si me cogiera, acariciaba mi pecho y besaba mi nuca, ese cabrón me llevaba al cielo. Así duramos unos meses, lo mas que hacía era mamársela hasta que se venía en mi boca, que después de varias veces le había tomado un gustazo por tragarme su leche, mientras él se desesperaba por cogerme, yo no me animaba.

Todo cambió cuando por problemas en mi casa me fui a vivir con mi hermana, yo salía a un campo de fútbol, para "hacer ejercicio", él llegaba e en la oscuridad y entre matorrales, me agasajaba del mismo modo hasta que se vino. Cierta ocasión, mi hermana se fue unos días con sus suegros, le llamé a mi amigo para vernos,

Yo quería sentir la comodidad de estar en una cama con él. Cuando llegó, pasamos a la recámara de mi hermana, era en la tarde y hacía mucho calor, se acostó desnudo, su verga parada y enorme apuntaba al techo, veía ese enorme palo y me estremecía de temor y deseo por sentirlo dentro de mi culo. Estaba tan caliente que no me importaba que me penetrara, había un espejo en el que nos veíamos abrazados y amándonos, para penetrarme usó un lubricante que por accidente encontré en el cajón de una cómoda, me untó generosamente pero al llegar el momento de la penetración, el miedo se apoderó de mí. Se molestó un poco, le dije que mejor se la mamaba hasta venirse, pero no quiso, se iba a parar para marcharse y lo detuve, me vino una idea y le dije que saliera, que entrara cuando le avisara, le prometí que me cogería pero que hiciera lo que le decía.

Esperó impaciente en la sala, yo me puse un baby doll de mi hermana, color rosa pastel, tenía abertura entre las piernas y liguero, había también unas medias que hacían juego, me puse unos tacones y me puse perfume de mujer. Me acosté provocativamente y le hablé para que entrara, se asombró de verme, se abalanzó hacia mí besándome, acariciándome y yo me dejé llevar, me empinó y desabrochó el baby doll de entre mis piernas, acariciaba mis nalgas, yo me movía con el deseo de la penetración, se acostó boca arriba y me subí en él, colocó su verga en mi ano, yo abría mi culo para facilitar la cogida, poco a poco entraba su verga, me dolía sí, y mucho, pero era más el placer de sentir un miembro rico y enorme en mi culito, el haberme puesto ese baby doll y las medias, facilitó las cosas y me llenaron más de deseo de sentirme como me gusta, como una mujer puta, la más puta. Prometió no lastimarme y lo cumplió, cuando entró completamente su verga en mi, dejó que mi ano se relajara, luego poco a poco la sacaba y metía, yo con el placer que sentía empecé a mover mi trasero en círculos, imitando a las mujeres que veía en películas porno.

Él estaba fascinado, acariciaba mis tetas, las chupaba y mordía suavemente haciéndome sentir delicioso, veía su cara llena de placer, recuerdo que me dijo que ese era mi trono, que estaba sentado en el trono, y que era la REYNA DE LAS PUTAS, y cuando quiere cogerme de esa manera, me pide subirme a mi "trono". En la acción me encantaba verme en el espejo, mi pensamiento estaba nublado, nada me importaba, estaba con un hombre que me cogía, que realizaba mi más grande fantasía sexual, sentirme una mujer cachonda, una puta.

Esa tarde fue maravillosa, nos amamos como cualquier pareja, mil posiciones que hicimos, las que se nos ocurrían, cuando me puse arriba de él, dándole la espalda, moví rapidamente mis nalgas, quería que se viniera, y cuando estaba a punto, saqué su verga de mi culo y rápido me coloqué para mamársela, él me tomó de la cabeza sometiéndome su leche llegó a mi garganta, ese sabor que tantas veces había probado, era diferente, pues acababa de estar metido por un buen reto en mi recto.

Cuando terminó de venirse, dejé su verga en mi boca, me acomodé para abrazarlo, le dí la espalda para descansar un poco, se acercó a mi oído y me dijo que hubiera querido venirse la primera vez en mi culo, nos besamos como los más grandes amantes, y otra vez nos calentamos, me empiné en la orilla de la cama, me quitó la lencería y empezó a cogerme, su verga parecía nueva, llena de ganas para coger. Nos pusimos de pié, se sentó en una silla y yo arriba de él, en esa misma silla me volteó y frente a frente gozamos de la cogida, moví mis caderas y trataba de aprisionas su verga con mis nalgas para provocar su venida, y lo logré, su respiración se aceleraba, su venida inundó por primera vez mi recto, sin sacarla me llevó a la cama y dormimos profundamente, mi fantasía se cumplió, con uno de los mejores amantes que he tenido.