El inicio de una nueva vida (capítulo primero)

La llegada a mi casa de dos jovenes de 22 y 23 años cambiará el rumbo de una manera más insospechada de lo que podia llegar a pensar en un inicio..

Todo comenzó cuando hubo cambio de inquilinos en la casa donde vivía. Dada mi situación económica (y la de medio país) estaba compartiendo vivienda con tres parejas. Era una casa muy grande, antigua pero confortable, en la que había suficiente espacio como para vivir siete personas. Llegado el momento, dos de estas parejas decidieron ir a vivir por su cuenta con la intención de formar una familia. Los demás, aún jóvenes, no teníamos aspiraciones, por el momento, de formar un núcleo familiar y disfrutábamos de la vida en un pequeño y tranquilo pueblo a treinta minutos de la ciudad. Ante la imposibilidad de mantener una casa de tales dimensiones con tan sólo tres personas (la pareja que quedaba y yo), tuvimos que recurrir a las amistadas para llenar las dos habitaciones que habían quedado vacías. Digamos que la suerte se puso de mi parte y que quiso que las dos habitaciones fueran ocupadas por dos chicas: Ana y Gina.

El ritmo de vida diario en casa mejoró sustancialmente. En primer lugar porqué acostumbrado a vivir con tres parejas, apenas había días en que hiciésemos cosas juntos, cosa que cambio con la llegada de savia nueva. Cenábamos juntos, salíamos por ahí juntos, compartíamos comida, aficiones, etc… El hecho de ser menos inquilinos también influenció, anteriormente era raro poder estar toda una tarde leyendo tranquilamente en el sofá o comer tomando el sol en el jardín un fin de semana ya que siempre había alguien importunando. Al pasar a ser cinco empezó a ser habitual la soledad y el silencio, algo bastante importante en mi vida diaria. Todos llevábamos una vida ajetreada, teníamos trabajos dispares, cosa que hacía que coincidiéramos relativamente poco todos juntos. La relación con Ana y Gina fue muy buena desde el inicio. Ya nos conocíamos anteriormente, aunque curiosamente eran las dos chicas de todo el grupo de amigos con las que tenía menos confianza o que quizás conocía menos. Yo, tan solo hacía unos tres años que formaba parte de este “grupo” de amistades ya que me había mudado desde otra ciudad. Era fácil llevarse bien con las dos, ya que, eran de un carácter muy afable, simpáticas, amables y además eran unas auténticas bellezas.

Ana y Gina tenían 22 y 23 años respectivamente. Las dos acababan de salir de la universidad y ya trabajaban, Ana como enfermera y Gina como maestra en una escuela. Las dos tenían algo que las hacía especiales y que despertaba en mí un sentimiento de deseo hacia ellas. Este sentimiento era totalmente distinto entre las dos, ya que en una era un deseo totalmente morboso y carnal de poseerla materialmente y en la otra era algo totalmente opuesto, como una especie de enamoramiento basado en la afinidad de gustos. Ana era la más joven y la que tenía mayor carácter, morena de pelo largo y tez clara, era pequeñita y bajita, delgada, pero con un cuerpo con curvas. De pechos grandes y con la manía de llevar siempre unas camisetas a tiras que no dejaban lugar a la imaginación y que te ponían en algún apuro cuando hablabas con ella. Gina, en cambio, era más estilizada, muy delgada, alta, cabello castaño y muy largo, pechos pequeños y unas piernas muy largas enfundadas siempre en unos pantalones apretados que además le marcaban un precioso trasero.

[Continuará...]