El inicio de una borderline
De como mis demonios me hacen tomar decisiones cuestionables
Comenzaré con algo de contexto personal, soy una mujer casada, un hijo pequeño, trabajo y atiendo mi casa, físicamente soy blanca, cabello oscuro, mido 1.65mts, tengo buen trasero, los senos medianos y con algo de caída natural, piernas bien formadas, piel suave y con pecas, creo que suficientemente atractiva para ser una mujer normal que no es fitness, modelo o actriz.
Si hay algo que realmente me diferencia es que sufro de TLP, soy de las personas que comúnmente llaman borderline, si desean saber más sobre eso pueden googlearlo, se preguntarán porque es esto importante, porque ese demonio me ha hecho hacer demasiadas cosas de las que me arrepiento.
La gente me conoce como alguien explosiva, incluso violenta, es lo más obvio y la faceta que más ha sufrido mi esposo, pero hay algo no tan evidente que para mi es mucho más problemático, verán, el TLP es como un motor de la destrucción y su combustible es la ansiedad, esa ansiedad me hace ser violenta en ocasiones, pero cuando se mezcla con mi depresión me hace tomar muchas decisiones autodestructivas.
Desde joven fui muy fogosa, me masturbo desde que tengo uso de razón y durante mi adolescencia fue una práctica compulsiva, no era muy atractiva en esa época y le tenía terror a un embarazo por lo que prefería mantener mi placer en mis propias manos, a los 19 comencé a beber alcohol y ahí todo se fue al diablo.
Me ponía en situaciones muy peligrosas, me emborrachaba en cualquier casa de amigos y en más de una ocasión desperté semidesnuda y con fluidos ajenos encima de mi, por suerte no llegaron a penetrarme, al menos nunca sentí molestias o alguna otra señal de que algo así hubiese sucedido.
Para mis 20s ya trabajaba y podía vestirme mejor, mi cuerpo se volvió más cercano al de una mujer completa y con eso comenzó el interés masculino más directo, me invitaban a salir y comencé a practicar el sexo oral, se volvió habitual, semanalmente en mi boca entraban en promedio 3 o 4 penes distintos, no me importaba si era riesgoso, simplemente me sentía insignificante y esa atención me ayudaba a calmar la ansiedad, había un muchacho al que se lo hacía muy seguido, estaba obsesionado con quitarme la virginidad, no lo había hecho porque por una razón u otra no se daba la oportunidad, no porque yo opusiera particular resistencia.
Una noche me invitó a salir con unos amigos, bebíamos cervezas y yo como siempre tomaba como si no hubiese un mañana, y con eso comenzó el manoseo, no sabía bien de quién era, se sentía como muchas manos pero estaba en la barra, no podían ser tan osados en público, pero alguien lo estaba siendo, los roces constantes a mi trasero, piernas y pecho me activaron un poco la conciencia, comencé a poner más atención y pude notar que mi amigo intentaba llegar a mi entrepierna desde la derecha (tenía un jean ajustado) y del otro lado tenía una mano de uno de sus amigos en una teta, nunca usaba sujetador por lo que eso era algo a lo que estaba acostumbrada, pero está vez me hizo sentir un fuego incontrolable, quería más, no iba a darle una mamada a alguno y a mi casa, no, está noche tenía que ser usada, quería a un hombre saciandose con mi cuerpo, le susurré a mi amigo que me llevará a un hotel, y a la vez le apretaba el pene como columna del otro muchacho, como si le pidiese que no nos dejara ir solos.
Mi amigo fue a pagar la cuenta y el otro me guío hasta el carro, me sentó en el asiento trasero y comenzó a besarme como si quisiera comerme, lo hacía brusco y sin coordinación, era pura lujuria dominandolo, cuando mi amigo llegó casi lo golpea, se enfureció y lo bajó del carro, afuera hubo gritos y luego todo se calmó, yo estaba asustada y no quería salir, de repente entraron y mi amigo me pregunta si me atrevo a hacerlo con ambos, que no podían quedarse así y que si no lo hacíamos se iban a terminar matando, yo ya estaba en poco menos que un shock, entre exitada y asustada, no podía emitir sonido alguno simplemente no estaba en condiciones de decidir eso, pero supongo que ese silencio fue tomado como una respuesta afirmativa, porque mi amigo solo encendió el carro y salimos.
Ambos hombres iban adelante, yo solo podía imaginar lo que iba a suceder, solo temblaba, quería tener sexo y sentirme usada, pero no por 2 hombres a la vez, pero no sé si debido a mi pobre autoestima o al miedo, decidí que daba igual, si ha de pasar que pase.
Ya en la habitación entre directo al baño, quería estar conciente de lo que sucedía y también necesitaba refrescarme luego de toda la intensidad de la noche, cuando salí el amigo de mi amigo estaba desnudo esperándome cerca de la puerta del baño, mientras el otro estaba solo en boxer sentado frente a la cama, tantos meses deseando mi virginidad y la perdió con un piedra, papel o tijeras, tenía los ojos llorosos y resignado, se sentó a esperar su turno.
Su amigo me levanto sin mediar palabras y me tiró en la cama, abrí mis piernas y comenzó a lamer como un perro mi vagina, nadie lo había hecho nunca y se sentía bien, pero al poco tiempo se volvió cansino, era muy repetitivo y no mantenía el ritmo lo que me desconcentraba, al final decidí tomarlo por La cabeza y guiarlo hacia mis senos, los beso con una delicadeza impropia de alguien tan descoordinado, eso me volvió a activar, puse su cara entre mis pechos y me incorporé un poco, logré ver la cara de mi amigo, ya desnudo con una erección titánica viendo con ojos de estrella, creo que ese día descubrió su gusto por el voyeur, le pido a su amigo que se ponga boca arriba, mojé mucho su pene o bolas con saliva, y comencé a frotar mis labios vaginales por todo su pene, media solo unos 15cm pero era fuerte y me volvió loca sentir sus palpitaciones en mi clítoris a medida que lo recorría, me alcanzó un condón, se lo coloqué con algo de dificultad, solo lo había hecho con un plátano en una clase de secundaria, cuando ya estuvo todo cubierto volví a mojarlo, lo puse en mi entrada, frote la punta y comencé a jalarlo hacia mi como tratando me meter solo la punta, no por miedo al dolor, sino para alargar el gemido de ansias que el estaba emitiendo, casi sin darme cuenta ya estaba en mi, por fin después de tantos años de masturbarme había un pene en mi vagina, y era glorioso, el dolor apenas se notó, sentía la suavidad de su roce unida a la firmesa con la que mis paredes vaginales lo apresaban, el comenzó a moverse y yo lo frenaba, no me iba a quitar mi momento con su inexperiencia, nunca había tenido sexo con un hombre pero si sabía cómo llegar al climax y estaba decidida a lograrlo, a mi ritmo y mi control, pero la inocencia me golpeó con un grito seco y contenido, yo quería controlar mi orgasmo y no consideré el de el, no aguantó y llegó clavando sus dedos en mis nalgas y presionando como si quisiera sacar su pene por mi boca, fue una inesperada satisfacción pero para nada la que buscaba, aunque no habría tiempo para decepciones, un pene más grande y ansioso no podía esperar más y aún con el otro escondido en la guarida de mi sexo, el tronco de mi amigo taladraba mi garganta.
Estaba esperando ser usada y resultó todo lo contrario, había perdido la virginidad llevando las riendas, pero eso estaba por cambiar, mi amigo no era un potrillo dócil e inexperto, era un bisonte velludo y poderoso esperando usar a su hembra, luego de hacerme tener arcadas en un movimiento sacó su pene y empujó a su amigo de la cama, me tomo del cuello, me puso boca arriba en la cama, abrió mis piernas y me penetró, me penetró con la pasión y rabia de algo que deseaba con furia, como si quisiera romperme, no podía evitar gritar, con el otro apenas hice sonidos pero este me hacía gritar de placer, era la escena qué tantas veces simule con mis dedos, estaba siendo usada por un hombre grande y fuerte, sus ojos de animal parecían haber perdido la cordura, solo bombeaba y resoplaba, era intenso, me lastimaba pero el ritmo me hacía perder la conciencia por momentos, prácticamente no note cuando me puso en cuatro y me cogía abriendome el culo con los pulgares, voltee y parecía estar grabando la imagen, estaba absorto, perdí el control de mis piernas, estaba por caer y el se aferró para no dejar salir el pene, estaba acostado sobre mi y ya no bombeaba, solo lo dejo adentro presionando la profundidad, mientras yo casi me desmayaba entre espasmos y fluidos, era por mucho el mejor orgasmo que había sentido, lo sentí hasta en la punta del cabello, no imaginé que pudiese sentir algo así de intenso y tan largo, me perdí en la sensación, para volver con su voz diciéndome
- ahora voy a llegar yo -
Comenzó a bombear como pistón de nuevo, sudaba sobre mi, me tomó una teta con fuerza y aumentó la velocidad, yo sentí que la cascada de placer de antes estaba al caer de nuevo, el se incorporó un poco sin dejar de penetrarme, me levantó el culo dejando frente a el mi espalda arqueada y la imagen de mi cara mordiendo las sábanas, hasta que de golpe lo sacó y sentí como todo el semen caliente caía en mi espalda, cabello y trasero, me sentía agotada sin haber hecho más que dejarme usar, el presionó la punta de su herramienta en mi ano, y luego lo deslizó entre mis nalgas como salchicha en hotdog, lo frotó varias veces como si estuviese exprimiendo hasta la última gota, y se dejó caer.
Cuando volví en mi ví al otro apuntando si pene a mi cara y bum, su nueva explosión cayó en mi frente y ojos, apenas alcance a cerrarlos, me lo metió en la boca y me pidió que lo chupara hasta que no quedara nada, lo hice, y se dejó caer.
Yo no podía dejar de querer más, pero mis machos estaban tirados exhaustos, así que mirando al techo, abrí las piernas, posé una en cada hombre y me masturbe antes de dormirme.
Luego de eso lo hice algunas veces más con mi amigo el Bisonte, pero el demonio en mi siempre quiso más, este es solo el inicio de mi historia, mi vida de locura y peligros apenas comenzaba y aún a mis 37 años y con 15 de casada no parece que se vaya a calmar pronto.