El inicio de mis travesuras (o puterías)
En este correo comienzo a relatarles por qué y cómo es que empecé a serle infiel a mi esposo (ahora ex) con mi sobrino. Después les contaré otras travesuras, también ya de divorciada. Los nombres los he modificado.
Este relato me lo envió una amiga (Paty), por lo que en caso de tener un comentario para ella, que sea a su putipaty76@gmail.com
Antes de comenzar a contarles mis travesuritas, me presentaré y describiré brevemente, después les platicaré por qué y cómo comenzaron mis infidelidades de casada, y algunas travesuras ya divorciada. Me llamo Patricia (Paty), vivo en la Ciudad de México, tengo 42 años, abogada, divorciada como ya dije y tengo un hijo de 21 años y una hija de 18. Como ya se imaginarán me casé muy joven, a los 20 años; dejé la universidad un año y luego retomé mis estudios, gracias al apoyo de mis padres y de mi hermana mayor y la menor. Bueno, físicamente soy morena clara, muy clara, bajita, mido 1.65, no soy delgada, pero tengo muy buenas caderas, nalgas y sobre todo, al parecer, tetas, pues es lo que más me chulean los hombres.
Siempre me gustó mucho el sexo, en secundaria ya me daba mis buenos fajes en fiestas o las típicas tardes de hacer trabajos en equipos. A los 18 años perdí mi virginidad, en prepa cogí con varios, pero me hice novia de un chavo (Raúl) nos enamoramos, íbamos mucho de fiesta, cogíamos mucho y en una de esas (ya en la universidad) salí embarazada. Él estaba acabando la carrera y decidimos casarnos. Pero él quería seguir con la vida de universitario soltero, fiesta cada fin de semana, y borrachera cada fin de semana, desde el jueves y hasta el domingo. De hecho en varias ocasiones o no volvía en todo el fin de semana o hacía la fiesta en la casa. En cuanto empezó a crecer mi panza de embarazada, él perdió todo interés en mi, no me tocaba. Pensé que con el nacimiento de nuestro hijo dejaría la fiesta, sería papá y también esposo, creí que volvería a fijarse en mi, a tocarme, desearme, a cogerme…pero no fue así. De hecho mi segundo embarazo fue casi un milagro. Prefería irse de fiesta cada fin de semana, en lugar de estar con su familia, conmigo; prefería emborracharse en lugar de cogerme. Cinco meses después del nacimiento de mi hija, Raúl no me había cogido ni una sola vez –y obvio, tampoco desde el tercer mes de embarazo- y yo ya andaba muy necesitada de una buena cogida. Por supuesto que tenía mis juguetitos, así que me hacía cargo de mis orgasmos, pero quería que me tocaran, que me fajaran, que me agarraran las tetas, que me desvistieran, que me penetrara; necesitaba una verga qué lamer, qué mamar…que me cogiera. Como me quedaba sola en casa todo el fin de semana, los viernes saliendo del trabajo me iba a casa de mis papás o de mi hermana mayor, y ahí me quedaba hasta el domingo con mis hijos. A mi esposo comenzó a molestarle, no sé por qué, él ni estaba en casa…entonces Raúl aprovechó que un sobrino suyo quería venir a estudiar al norte de la Ciudad, para ofrecerle alojamiento. Siempre me dio la impresión que lo hizo para que yo me quedara en casa y en algún sentido tenerme vigilada; ja, quién lo iba a pensar!
El sobrino se llamaba Fernando, es hijo del hermano mayor de Raúl de un matrimonio anterior de su papá; estuvo año y medio con nosotros, de hecho se fue poco antes de que me separar. En aquel entonces tenía 18 años, recién iba a entrar a la universidad; era alto y fornido, jugaba futbol americano desde pequeño, así que tenía un cuerpazo! Era guapetón, no mucho, pero pasable, su cuerpo era su principal atractivo. Su recámara, que era el cuarto de tele, estaba a ladito de la nuestra y frente al estudio; la recámara de los niños estaba frente a nuestro cuarto. La verdad es que desde que llegó me lo comía con la mirada, le veía el paquete y las nalgas, se me antojaba muchísimo!! Buscaba el momento en que saliera de bañarse para verlo envuelto en su toalla, como acostumbraba; empezaba a provocarlo vistiéndome provocativa, incluso dejaba ropa interior mía muy a la vista en el cuarto de lavado o en la regadera. Imaginaba que las olería o se la jalaba con ellas y me mojaba delicioso. Él estudiaba en las mañanas y yo trabajaba medio tiempo, así que en la tarde estábamos toda la tarde juntos, con mis hijos por supuesto, pero nada más. Al cabo de un mes, noté que no le era indiferente, sentía cada vez más sus miradas, notaba que mi ropa interior –sucia o limpia- estaba movida y me hacía cumplidos cada vez más subidos de tono. Finalmente un día me estaba acompañando a la lavar los trastos, él estaba detrás de mi, viéndome las nalgas y me dijo: “No sé cómo mi tío no la atiende, tía”; “Perdón??”, le respondí sorprendida; “En el mes que llevó aquí, no he escuchado nada proveniente de su cuarto”; “Pues es que no hacemos escándalo, hay visitas”; “Jajaja…no, tengo muy buen oído; seguido voy al baño en la noche y nomás lo oigo roncar. Además se ve que anda con muchas ganas, tía. Desde que llegué me echó el ojo”, se me acercó y paró detrás de mi, “y yo también a usted, tía…”, me agarró de la cadera, “y me encanta que me ande dejando sus calzones…huelen delicioso y se moja bastante…”, me estaba calentando un chingo, “No, cómo crees, Fer…eres mi sobrino”, la verdad me estaba haciendo pendeja, sabía qué iba a pasar y lo deseaba, pero sólo quería calentarlo más y calentarme más, también; “No somos nada…soy sobrino de mi tío, usted es su esposa, además mi tío no la atiende y está muy atendible”, me embarró su paquete en mis nalgas, estaba dura su verga y se sentía de muy buen tamaño; “No, Fer…”, estaba empapada y quería que ahí me cogiera, pero aunque mi hija estaba dormida, mi hijo estaba viendo la tele en la sala, “muero por ver estas ricas nalgas y tetas”, subió las manos por mi abdomen hasta mis tetas y las apretó, después bajó su mano derecha hasta mi conchita y la acarició sobre mi vestido, “estás igual de caliente que yo, tía”; “sí…pero Pato está en la sala”; “al rato te subes…”. Entonces me soltó y se subió a la recámaras. Cuando acabé de lavar los trastos, le dije a mi hijo (Pato) que iría arriba a trabajar, mi hija (Paulina) estaba dormida, así que puse el baby monitor y me subí. Estaba muy nerviosa; aún me deseaba Fernando o fue sólo el momento? Se habría arrepentido por ser su tía? Se quería burlar de mi? Pero también estaba muy caliente, quería que me cogiera, necesitaba que me cogieran, necesitaba una buena verga.
Cuando subí escuché la tele en el cuarto de Fer, entré pero él no estaba, me llegó por detrás, “estás riquísima, tía”, me abrazó y me embarró su paquete en las nalgas, “me encantas, no sabes cómo me la he jalado pensando en ti”; “Mmmmmm…qué rico, es bueno pensar que todavía alguien me desea, que a alguien le gusto”; “Cómo no?! Estás riquísima!! Lo mismo piensan algunos amigos míos”; “Y cómo me han visto?”; “Te he sacado fotos, tía…y te ves riquísma”; “Qué cabrón!”, me volteó y me besó toqueteándome todo el cuerpo, me levantó el vestido y me agarró las nalgas, me abrió el vestido por la parte de arriba para agarrarme las tetas; “Estás buenísima, tía, qué ganas de cogerte”, “Y qué esperas…cógeme, métemela, Fer…antes de que me llamen los niños”, entonces me dio la vuelta, me recargó en el escritorio, me levantó el vestido sobre mis nalgas, “no mames qué nalgas tienes, tía”, se abrió y bajó el pantalón y el bóxer, me acarició la conchita sobre mi panty, estaba empapada, “métemela, Fer…cógeme, por favor, ya no aguanto”, hizo a un lado mi panty, acomodó su verga en la entrada de mi panochita, “ya?”, “Sí, métemela, métemela, por favor…”, me la metió de un empujón, “Ay, qué rico!!! Cógeme, cógeme, Fer”; “Qué rica concha, tía!”, me estuvo bombeando; “Me hacía falta esto…Dios, qué rica la tienes…mmmmm…cógeme, cógeme, sobrino”; “Estás bien buena, Paty”, me agarró las tetas; “En serio te gusto?”; “Un chingo, no mames qué nalgas y qué tetas”; “Tu tío ni me toca hace meses y yo necesito sexo”, “Te voy a coger diario, Paty…estás bien rica”, empecé a apretarle la verga con mi conchita, “ay, no mames qué rico…cómo le haces…nunca me la habían apretado así”, “Te gusta, papi?”, no podía creer que me estuviera cogiendo mi sobrino de apenas 18 años, pero ya me urgía y él se me antojaba muchísimo; me dio una nalgada, “Shhh, nos van a oir”; “Perdón pero moría por hacer eso, no sabes cómo me la jalé imaginando esto, tía”, “Jálame el cabello…ay, así, así…”; “Quiero cogerte diario”; “Desde mañana tu tío agarra el pedo…ay, me voy a venir, papi…síguele, cógeme, cógeme…mmmmmmmmm…aaaaaahhhhh…”, segundo después mi sobrino se salió y se vino en mis nalgas; acabó de embarrarme todo su semen con su rica verga; “No te limpies”, me dijo”, “quiero que te quedes con mi lechita embarrada en tus ricas nalgas”. Así lo hice. Ese fue el inicio de mis infidelidades, y con mi sobrino, el mismo que llegó para mantenerme vigilada en casa.
Ya en la noche, estando acostada y a punto de dormir, me llegó un mensaje de mi sobrino –por suerte Raúl estaba en el baño- era una foto de mi mientras él me la metía y decía: “Ahora tengo con qué jalármela más rico…pero te seguiré cogiendo, tía”, y minutos después otra foto, ahora su verga y el mensaje: “Si en la madrugada te levantas y me extrañas, ésta te espera”. Me calentó ver ambas fotos, y me sentía muy bien de que un chavito se hubiera fijado en mi.
Ya quería que fuera jueves para que Raúl se fuera de fiesta y me dejara sola con mi sobrino, sin embargo, para mi sorpresa Raúl no salió, así que nos aguantamos las ganas. Pero el viernes me mandó un mensaje avisando que al salir de la oficina se iría con unos amigos y que llegaría muy tarde, así que preparé una ropa interior muy sexy para que en cuanto mis hijos se durmieran, mi sobrino hiciera lo que quisiera conmigo y yo con él (putipaty76@gmail.com).