El infierno de Doña Florentina (8)
Ultimo capitulo. Eclosión de crueldad por parte de la sádica protagonista y.............Advertencia, macabro final de Doña Florentina.
El infierno de Doña Florentina (8)
Las voces y risas de los Marqueses y de su augusto invitado se apagaban lentamente a medida que me alejaba del jardín camino de mi habitación donde mi marido me aguardaba bastante nervioso y alterado.
- ¡Yo no puedo!!!. ¡Mamadou!. ¡No puedo ni pienso hacerlo!. Le dije resuelta y lloriqueando desasosegada a mí esposo.
- ¡Ya estamos de nuevo con tu dichosa moralidad!!!!. ¡Anda!. ¡No seas boba!. ¿Vas a echar a perder la ayuda que la Marquesita nos ha concedido?. Me dijo enojado mi esposo que ya llevaba puesta en su cabeza una ajustada capucha de cuero que Lina deseaba nos enfundáramos.
- ¡Me da mucha congoja tener que actuar así!. ¡A mas,….. me da vergüenza y pudor que me vean los pechos desnudos!. Exprese angustiada poniéndome a rezar.
- ¡Déjate de rezos y recatos!. ¡Estúpida!!!...... Su Excelencia, la señorita de Obregón, te prohibió rezar. ¿Nooooo?. Lina, en una de sus caprichosas y blasfemas ocurrencias, ordeno privar a Doña Florentina y a mí del derecho de realizar nuestras plegarias y oraciones al Señor y a la Virgen, erigiéndose Ella en única y omnipotente deidad y ordenando requisar biblias, rosarios, medallas y demás distintivos religiosos, a mas de vetar nuestra asistencia a las misas dominicales.
- ¡Vamos desvístete y deja el pudor para otra ocasión!. Grito Mamadou arrancándome la camisa de cuajo, acción está que me hizo entristecer y llorar más desconsolada y amargamente.
Sin reparos, Mamadou inserto la ajustada capucha en mi cabeza y fijo la mordaza de bola que tanto él como yo debíamos llevar puesta sellando así nuestra boca.
Aprisiono luego mis pezones con unas pinzas de afilados y dolorosos dientes de metal dorado unidos con una cadena en la cual colgó unas incomodas pesas.
Mi marido andaba ya con el torso desnudo, y a diferencia que yo, no fue obligado a castigar sus pezones. Calzaba sus altas botas de chofer por encima de los oscuros pantalones bombachos con raya lateral, guantes de cuero y la cabeza embutida en la ceñida capucha.
- ¡Fíjame el bozal!. Me exigió Mamadou alcanzándome la mordaza para que se la fijara también en su boca, cumpliendo disciplinadamente los designios de la despiadada y antojadiza Marquesita.
Mis quejidos y lamentos quedaron enmudecidos por aquella agobiante mordaza junto a la incómoda capucha que tan solo disponía de unos pequeños orificios en los ojos para poder ver, quedando completamente taponadas nuestras orejas y fosas nasales.
Respirando con suma dificultad nos dirigimos al cuartucho donde dormitaba la anciana ex esposa de Don Ramón.
Con bastante mala uva mi marido despertó a Doña Florentina que se sobresalto y alarmo nada más vernos con aquellos horribles atuendos y los torosos completamente desnudos.
A lo bruto, Mamadou levanto de la cama a la anciana minusválida desgarrándole violentamente la camisa de dormir con que cubría su demacrado y anoréxico cuerpo, marcándose bajo su fina piel los huesos de su frágil esqueleto.
Su aspecto enfermizo y pálido, ya de por si debido a la propia enfermedad que padecía Doña Florentina, se veía sumamente agravado por la falta de nutrición a que era sometida diariamente por órdenes expresas de la diabólica señorita de Obregón y por los estigmas de las crueles torturas a que era sometía por la sádica Marquesita.
Una vez la anciana estuvo sobre su silla de ruedas Mamadou procedió, por antojo de la perversa Lina, a vejarla todavía mas rasurándole la cabeza.
La pobre Doña Florentina estaba visiblemente asustada y desmesuradamente nerviosa. Su endeble cuerpo temblequeaba y tiritaba de pánico y desconfianza.
Con la escasa fuerza que posee en sus manos apretó mi brazo como si quisiera implorarme ayuda, de sus humedecidos ojos resbalaron unas angustiosas lágrimas.
Mi corazón se encogió de dolor y vergüenza. ¡Qué estaba haciendo!.
Me comportando como Judas traicionando a su Maestro. Como podía yo vender a la mujer que me acogió en su casa y me dio todo su cariño. Como una fiel creyente cristiana como yo podía colaborar en tal vil y mezquina infamia, me preguntaba deprimida a mí misma.
Mamadou dejo el cráneo de Doña Florentina completamente rasurado. Estoy convencida que tras la excusa de hacer lo que fuera para recibir la ayuda prometida por la Señorita de Obregón para rescatar a nuestro hijo, se encuentra la sombría voluntad por parte de mi marido de satisfacer las ansias de morbo y poder de la egocéntrica y narcisista Marquesa Lina de Obregón.
Un enorme sentimiento de culpabilidad y rabia hacia mí misma me impedía mirar a la cara de la sufrida y ansiosa señora que seguía temblando inquieta y nerviosa, interrogándome perpleja con su triste y taciturna mirada, emitiendo con su garganta unos casi imperceptibles lamentos.
Mamadou me forzó a que le ayudara a vestir a la anciana mujer con un pijama a rayas, parecido a los humillantes trajes que llevan los reos.
Cubrió luego su cabeza con un cucurucho de ropa negra y colgó de su cuello una injuriosa tablilla en la que se leía. “Despojo infrahumano”.
Aceleradamente conducimos a Doña Florentina sentada en la silla de ruedas hasta el jardín donde los señores seguían con su alegre y divertida charla.
Al llegar ante ellos, el alboroto dio paso a un silencio absoluto, tan solo Lina sonreía silenciosa, pero satisfecha y ufana.
Recostada plácidamente en su mullido sillón, la Marquesita, cruzando sus esbeltas y morenazas piernas encendió entre sus brillantes labios carmesí, coronados con el reluciente pircing, un cigarrito de caro tabaco rubio lanzando al aire una vigorosa bocanada de humo reflejando depravación y maldad en su bello rostro.
Alexei asistía asombrado al numerito que ante él se estaba representando. Don Ramón parecía absorto, ignorando adrede el sufrimiento que su ex mujer estaba padeciendo en sus mismas narices.
Mi esposo quito el capuchón que cubría la cabeza de la pobre anciana minusválida, dejando a los asistentes contemplar por unos instantes, la atroz y abominable obra de la joven e implacable Marquesita, que se regocijaba orgullosa chupando a placer de su pitillo sostenido entre dos de sus finos deditos terminados en largas uñas oscuras salpicadas de brillante dorado y rodeando uno de ellos con unas delgadas tiritas de pequeños diamantes a modo de anillo que se alargaban por encima de sus bronceadas manos hasta un lujoso y ancho brazalete con el que Lina adornaba su muñeca.
Alexei aun no daba crédito a lo que sus ojos estaban palpando. Las expresiones de su cara no podían disimular la sorpresa y el asco que le producía ver el demacrado y vejado aspecto de aquella anciana y enferma mujer.
Mamadou no había abrochado adrede los botones de la chaqueta del humillante uniforme de rea, dejando a la vista las terribles e infectas cicatrices producidas por la amputación de los pezones de la torturada mujer.
- ¡Genial!!!. ¡Querida!!!. ¡Jajajajajajajajajajajajaja!!!. El ruin Marqués no pudo contener su júbilo al contemplar a su ex en aquella lamentable situación. Todo con el morboso propósito de satisfacer los sanguinarios deseos de su hermosa y insidiosa esposa.
Don Ramón aproximo sus labios a la bella mano de Lina para besarla en una clara muestra de adicción y servil devoción a sus crueles actos. Ella sonrió soberbia y endiosada.
Un detalle sin duda percibido por la pobre anciana a la cual saltaron aun unas lagrimas de congoja, seguramente más apenada por la infame y corrupta tentación en la que había sucumbido otro hora su querido y bondadoso esposo que del mismo dolor que la cristiana mujer padecia.
- ¡Jajajajajajajajajajajajajaja!!!!. ¡Jajajajajajajajajajajajaja!!!. La Marquesita se deleitaba dichosa y con el depravado propósito de ahondar aun más en las profundas heridas del corazón de Doña Florentina desplego todo su agresivo potencial sensual al cual se entrego Don Ramón, lamiéndole las puntitas de sus enjoyados dedos para chuparle luego sus erectos y duros pezones que Lina le acercaba con sus manos.
Mi marido situó la silla de ruedas, con Doña Florentina sentada en ella, en un rincón algo oscuro del patio. Allí, sin que los Señores y su augusto invitado pudieran por el momento percatarse de lo que sucedía, inserto en su cuello una soga que colgaba de una polea fijada en un poste de madera.
Fui yo la encargada de encender unos potentes focos que iluminaron el estremecedor y aterrorizado rostro de la demacrada y rapada anciana, revelando en él su enorme y angustioso pánico ante el tremendo desasosiego de lo que le iba a suceder.
Una hermosa e incitante mueca de vicio y perversión se dibujo en la linda cara de la Marquesita y con una maléfica risita en sus sensuales labios destellando encima de ellos el diminuto pircing, la cruel jovencita inclino hacia el suelo la larga uña de su pulgar derecho, reluciendo en él un grueso anillo de oro en forma de calavera, indicando a su fiel verdugo que debía proceder con la ejecución.
Hasta aquellos momentos conserve la esperanza de que todo fuera una mera pantomima. Rece clandestinamente, muy a pesar de la absoluta prohibición decretada por la Señorita de Obregón, con toda mi alma y fe para que el oscuro corazón de Lina se ablandara compadeciéndose de la pobre anciana y decidiera cesar de una vez por todas los suplicios a que la había sometido.
¡Pero no!!!!. Los robustos brazos de mi marido, sin compasión ni insubordinación ante tal degenerado acto, empezaron a tirar del dogal. No le costó mucho al robusto Mamadou elevar el sutil y esquelético cuerpo de Doña Florentina, oprimiendo lentamente con la soga la garganta de la desdichada anciana.
Una espasmódica respiración dio paso a una larga lengua que tendía de su boca repleta de espuma agonizante, a la vez que su cadavérica cara se amorataba y sus labios se hinchaban en una macabra exhibición de muerte y degradación.
Con sus felinos ojos embellecidos por el violáceo sombreado de sus parparos y largas pestañas acicaladas de áureos tonos, Lina seguía atenta y sonriendo picara a la cruel ejecución, mirando complacida la brutal agonía de su indefensa víctima.
Agarro la Marquesita su larga copa de champagne saboreándolo con exquisita delicadeza, mientras que con las puntitas de sus finos deditos acariciaba ligeramente sus erectos pezones, a la vez que su entre abierta boquita y bribona cara denotaban excitación y apasionamiento ante tal exaltación de poder.
Las piernas de la indefensa anciana dieron unas fuertes sacudidas en el momento que su quebradizo cuerpo se convulsionaba colgado de la mortífera cuerda, con sus pies desnudos inclinados ya casi sin vida hacia al suelo.
Mamadou ato el cabo de la soga al poste donde pendía la polea, dejando que el cuerpo sin vida de Doña Florentina se balanceara en la horca mostrando bochornosa la tablilla que por expreso deseo de la Marquesita pendía de su cuello, con la vejatoria inscripción “Desecho infrahumano”.
Levemente y sin emitir sonido alguno, Alexei sonreía malvado, con su mirada fija en el anoréxico cuerpo de la enferma mujer que colgaba inerte de la horca. Parecía gozar de aquel sádico episodio, mientras frívolamente él también paladeaba gustoso de su larga copa.
Aquella noche la glamurosa y pecadora Marquesa de Obregón supero todos los límites inimaginables de barbarie y crueldad.
Atractiva, bella, estilizada, joven y rica, que más podía desear la desalmada y poderosa Marquesita.
Lina se mostraba complacida y risueña, sus blanquecidos dientes asomaban entre unos brillantes labios coronados con el reluciente diamante que destellaba luz al compás de su libidinosa risa.
- ¿Queeeeé le…. ha parecidoooo……. miiiiii…………sorpresaaaaa…..?. Pregunto Lina guasona y dulzona sacando obscenamente lengua para morrear con saliva al rubio magnate.
Los potentes focos seguían iluminando el cuerpo de la indefensa enferma paralítica colgado de la soga. Seguramente que a causa de su lamentable estado físico y psíquico, Doña Florentina hubiera muerto en unas pocas semanas o tal vez meses. Pero quiso ser Ella, la cruel, altiva y endiosada Lina de Obregón la que decretará cuando y como debía morir la desvalida y desamparada anciana. Humillándola y vejándola hasta el último momento de su atormentada existencia, dando a la infortunada mujer una terrible y bochornosa muerte por tan solo el morboso afán de satisfacer su envanecimiento y el degenerado ego de la libertina Marquesa
Mientras lloraba silenciosa mi amargura, sentí lastima y pena de mi misma y también de Mamadou que había sucumbido en la mas absoluta infamia y flaqueza moral.
- ¡Sublime!!!!. ¡Soberbia!!!!!.¡Divinaaa!!!!. ¡Es Usted una…….una. Zzzzarinaaa!!!!!. Se expreso Alexei con su peculiar acento mitad ruso mitad español, besando primero la enjoyada mano de la inmoral y desfrenada Marquesita para luego darle lengua en la boca.
- ¡Noooo!!!!!....... ¡Es Diooooooos!!!!!!. Grito exasperado el Marques arrojándose a besar la sobresaliente curvatura de los sedosos y eróticos empeines de los bronceados pies de su hermosa y exultante esposa.
- ¡Jajajajajajajajajajaja!!!. ¡Jajajajajajajajajajaja!!!. Se carcajeaba triunfante la Marquesita saboreando una vez más de su cristalina copa de champagne.
- Sopeseeeeee….. la posibilidad deeeeee…….. ordenar a mis dogos que despedazaran y descuartizaran viva a la vieja. ¡Jajajajajajajajajajajajajaja!!!!. Pero se me antojo luego una condena a muerte….….. masssss…….refinadaaaaa, sin vísceras ni tanta sangre. ¡Jajajajajajajajajajajajaj!!!. Y…… opteeeeeé… por algo más convencional, vejatorio y denigrante. Hablaba superflua y divertida la malvada Marquesita con encantadora y melosa voz. ¡O seaaaaa….., se me inundo el coñito en pensar algo tan escabroso y cruel como condenarla a muerte a la horca a manos de mi fiel e incondicional verdugo!. ¡Jajajajajajajajajajajaja!!!. ¡Jajajajajajajajajaja!!!.
- ¡Bravuconaaa!!!!!. Elogió el rubito ruso a la hermosa Marquesita lamiéndole los sobresalientes pezones que se marcaban erectos bajo el fino tul que apenas si los cubría algo.
- ¡Uuummm!. ¡Alexei!. ¡Qué súper abultado tiene la polla!. Dijo libidinosa e impúdica la Señorita de Obregón acariciando con sus manos repletas de ostentosos anillos la entrepierna del apuesto magnate.
Lina se levantó de su butacón y agarrando a Alexei por el pescuezo lo arrimo a sus mojados labios morreandole lujuriosa y apasionada.
- ¡Tengo el coño súper……, súper ardiente!. Susurro melosa a su elegante invitado. ¡Mis perversas maldades me ponen realmente cachonda!. ¡Jajajajajajajajajajajajajajaja!!!. ¡O seaaaaa, mega caliente!!!!!. ¡Jajajajajajajajajaja!!!. Añadió bribona la libertina e inmoral Marquesita.
- ¡Perooooo……..!. ¡Y…!. Y..y…y..y..y!. Don…Ra…Ra…... Alexei no pudo completar la frase, Lina lo beso de nuevo metiendo toda su lengua dentro de su boca y mordisqueándole en los labios.
- ¿Ramón……?????. Interrogo Ella con rin tintín y diablilla sonrisa. ¡Jajajajajajajajajaja!. ¡Jajajajajajajajajaja!!!. ¡Ramón es mi perro!!. ¡Mi esclavo!!!!!!!. Añadió perversamente sonriente y seductora la pecaminosa Marquesita.
- ¡Ramón!!!!. Grito tajante. ¡Suplica a Sir Alexei que me folle!. Dijo arrogante la joven a un enviciado y degenerado Marques que seguía pegado de labios y lengua a los realzados y sensuales empeines de la linda aristócrata.
- ¡Por….por…..poooor favoooor!!!!. Hablo tartamudeando Don Ramón. ¡Sir Alexei!….. ¡Follese a mi esposa!!!!. Suplico tímido Don Ramón a un incrédulo Alexei que contemplaba satisfecho como se degradaba ante él el poderoso banquero.
- ¡Jajajajajajajajaja!. ¡Jajajajajajajajaj!. ¡Es un cornudo!!!!. ¡Jajajajajajajaja!. Grito carcajeándose el apuesto y bizarro joven.
- ¡Humíllate mas!!!!. ¡Perro estúpido!. ¡Quiero mas bajeza!. ¡Más degradación! Pataleo y abofeteo con saña la bella Señorita de Obregón con su hermosa cara de viciosa pervertida a su sumiso marido. ¡Lame sus zapatos!. ¡Esclavo!!!!. ¡Jajajajajajaja!. ¡Jajajajajajaja!. Lina sonreía exuberante y desenfrenada.
Don Ramón se entrego a chupar y besar los relucientes zapatos del magnate ruso. Mientras Lina desabrochaba el cinturón del apuesto Caballero mirándole con lascivia y masajeando su descomunal bulto, no cejando de alabar sus potentes atributos.
- ¡Ooooooh!!. Exclamo sorprendida la Marquesita al descubrir que Alexei lucía un deslumbrante anillo de pequeños diamantes en la bases de su rasurada polla. ¡Me encantaaaaa!!!! Dijo Lina sonriente y graciosa. ¡Jajajajajajajajajajaja!!!. ¡Jajajajajajajajajajajaja!!!. ¡Esta bueeeenisssssimaaaaa!!!!. Manifestó refregando con su suave y cálida mano el duro pene del joven ruso. ¡Clavádmela entera en mi súper mojado coñito!. Exteriorizo dulzona y seductora la bella joven una vez liberado del pantalón el duro pollón de Alexei.
- ¡Vamos viejo perro!. ¡Lubrica este súper, súper atributo!. ¡Esclavo de mierda!. Chillo sonriendo maléficamente enardecida la Marquesa a su vejado esposo amarrándole de los pelos y acercando su boca al pene de Alexei.
El viejo Marqués se metió entero el pollon del elegante rubio en su boca y lo embadurno todo con su saliva.
Mamadou, corrompido y envilecido y sin conciencia alguna después de asesinar inhumanamente a la pobre anciana, tan solo para satisfacer los retorcidos deseos de la señorita de Obregón, se frotaba descaradamente su entrepierna observando a la pecadora y criminal Lina gozar lasciva y desvergonzada con su chulazo ruso, ultrajando y denigrando a su cornudo marido.
- ¡Pajeate!.......... ¡Verdugo!. Animo imperativa la Marquesita mirándolo provocativa y obscena. ¡De rodillas!. Añadió arrogante humillando aun más al infeliz Mamadou.
- ¡Ummmmmm, estoy muuuuuuy, muuuuuuy, mega excitadaaaaa!. ¡Me encantaaaaa follar a todas horas, sentirme deseada, observada, que me miren mientras gozo y se masturben a mi salud!. Hablaba inmoralmente la voluptuosa joven mirando depravada a su negro mayordomo, o verdugo que de rodillas ante Ella se pajeaba ya desvergonzadamente sin rubor ignorando intencionadamente mi presencia.
- ¡Es increíble lo cachondo que me esta poniendo!. ¡Excelencia!!!!!. Expreso un acalorado y apasionado Alexei a la guapa Marquesita con su tranca todavía metida hasta el fondo de la garganta del depravado Don Ramón.
Lina sentó de un empujón al rico ruso en el mullido diván, momento en que apartando las finas telas de tul de su seductor y vaporoso vestido negro dejo a la vista su delicioso sexo y montándose encima de la tiesa polla del magnate empezó a cabalgar sobre ella mientras se burlaba de su viejo marido.
- ¡Esta síííí….. es una súper, súper polla que se merece mi Divinooooo Coñoooo!. ¡Jajajajajajajaja!!!. ¡Jajajajajajajajajajaja!!!. ¡No la mierda de pollita que tienes……., pequeña y arrugada!. ¡Cornudo de mierda!!!!. ¡Jajajajajajajajajaja!!!. ¡Jajajajajajajajajajajajaja!!!. Ridiculizaba y maltrataba Lina a su sumiso esclavo.
Creo que jamás al señor ha podido hacer el amor con su bella esposa. Don Ramón se limita sumisamente a pajearse o a correrse precozmente besando y lamiendo los pies o zapatos de la Marquesita y en algunos pocos casos, en que Ella se lo permite, chupándole el coño.
- ¡Vamoooos!. ¡Asquerosa basura!. Besa y chupa mi culito mientras tu adorada esposa folla con un hombre de verdad. hablaba la seductora Marquesita a Don Ramón poniendo su encantadora boquita de piñón.
- ¡Gracias!. ¡Gracias!. ¡Mi Ama!. ¡Gracias!. Se deshonraba y arrastraba extremadamente excitado el Marqués arrodillado ante su bella Diosa.
- ¡Sublime!!!. ¡Jajajajajajajajajaja!!!. ¡Muy divertidooo como trata a este viejo cabrón!. ¡Jajajajajajajajajaja!. Se expreso Alexei soltando una diabólica carcajada.
- ¡Jajajajajajajajaja!. ¡Jajajajajajajajajajajaja!!!. ¡Ya ve!. Dijo graciosa la provocadora joven. ¡De macho dominante en los negocios a putita sumisa a mis pies!. ¡Jajajajajajajajajajajajajaja!. Se carcajearon con ganas los dos bellazones.
- ¡Penétrame tu súper tranca hasta lo más profundo de mi coño!. ¡Alexei!. ¡Uauauauaua!. ¡Que gustooooo!. ¡Que gustoooooo!!!!!. Gemía y gritaba la linda Marquesita moviendo eróticamente su fina cintura rodeada con una cadena de oro que relucía brillante sobre su morenaza piel, colgando obscenamente de ella una cruz que Lina requiso a Doña Florentina y que ahora era un triste testimonio de los lujuriosos pecados de la joven y voluptuosa aristócrata.
- ¡Aiiiiiggggg!!!!. ¡Uaaaaiiggg!. La ondulada y azabache melena de la cruel Marquesita se agitaba en el aire cubriendo y destapando sus felinos ojos de largas pestañas áureas al compás de sus gozosos suspiros, mientras el rubio magnate ruso sobaba sus preciosos pechos y recorría con su lengua los pezones que sobresalían erectos de la fina tela de blonda del sexy vestido de Lina.
La lengua del vicioso Don Ramón penetraba como podía el agujerito del culo de su linda esposa chupándoselo ardoroso y apasionado.
- ¡Me voy a correr!!!!!. Grito Alexei. ¡Me corrooooo!!!!!!. ¡Me corroooo!!!!!!!. ¡Que caliente me pones, eres una puta perversa!. ¡Uauuuuuu!!!!. Exclamaba sobrexcitado el magnate ruso.
- ¡Sííííí!. ¡Síííí!!. ¡Sííííííí!!!. ¡Uauauauaua!. ¡Asíííí!. ¡Asííííííí!. ¡Asíííííí se follaaaaa! ¡Uauauauaua!. ¡Síííí!. ¡Sííííí!.....¡Síííí!. Jadeaba sobre excitada la hermosa Lina, aspirando y expirando oxigeno, suspirando sonoramente exaltada de placer y frunciendo viciosamente su nariz haciendo destellar el pequeño brillante que exhibe Lina sobre sus sensuales labios purpuras.
- ¡No aguanto maaaas!. ¡AAAAAAAaaaaa!. ¡Uauuuuuuuuuuuuu!!!!!!!!. Se corrió Alexei en medio de espasmos y chillidos de dicha, recorriendo con su lengua y chupando con sus labios los duros pezones de la Marquesita que se retorcía de gusto y bravura corriéndose Ella también en un mar de gritos y gimoteos.
- ¡Que…… gozadaaaaa!. ¡Ha….ha… ha estado usted in, in… increíbleeee!. ¡Marquesaaaaa!........ ¡Jamaaaaaaás…… había follado como hoy!. Hablaba apasionado y con la respiración entrecortada el chulazo rubio, piropeando y halagando a su bella y glamurosa amante.
- ¡Brrrravoooo!!!!!. ¡Has estado bárbarooooo!. ¡Amooooor!. Respondió Ella dulce y cariñosa besando en la boca a su audaz galán follador.
Don Ramón lamia ahora mansamente como un perro lo pies a su vanidosa y coqueta esposa que hacia caso omiso de ello, hasta que la joven Marquesita, cansada de hacer mimos al ruso se percato de ello.
- ¡Fíjate!. ¡Alexei!. ¡El viejo sigue empalmado!!!. ¡Jajajajajajajajajajaja!!. ¡Jajajajajajajajaja!!!!!. Don Ramón lucia su arrugada polla extremadamente tiesa, no deseando otra cosa que acabar corriéndose lamiendo los lujuriosos pies de la Señorita de Obregón.
- ¡Aparta!!!!!. ¡Cerdo baboso!. Grito Lina despreciando a su humilde marido dándole en su cara con toda la suela de su despampanante sandalia e hincando el fino taco en la palma de su mano.
Ante las burlonas risas de los dos soberbios jóvenes el señor rodó por el suelo. Deseoso y caliente Don Ramón se levanto.
- ¡Ven aquí!. ¡Puta filipina!. El señor fuera de sí, como jamás antes lo había visto, en un colérico arrebato de delirio y pasión desenfrenada, me agarro con violencia, y rompiendo mi falda me desgarro los pantis intentando, sin poder conseguirlo, penetrar su asquerosa polla en mi vagina por detrás de la espalda como hacen los perros.
Un ataque de rabia y nervios invadió mi alma, saqué de ella toda la fuerza que pude para impedir al Marqués que me violara.
- ¡Mamadou!!!!!!. Llamo entonces Don Ramón a mi marido. ¡Agarre a esta puta!!!!. Ordeno déspota e inflexible a mi esposo viendo que el solo no podría consumar la violación.
Mi marido, increíblemente dócil, se resigno en obedecer la brutalidad del ignominioso y pecador Don Ramón. Amarró mis frágiles y débiles brazos con toda su fuerza para facilitar al señor la brutal penetración de mi sexo.
- ¡Muy bien!. ¡Viejo!. ¡Así me gusta!. ¡Demuestra que eres su amo!. ¡Follate a esta puta filipina con tu insignificante polla!!!!!. ¡Jajajajajajajajajaja!!!!!!. Grito Lina entusiasmada, carcajeándose los lindos jóvenes y pintorreándose de Don Ramón y sus achuchados atributos.
Enardecido, el Marqués, con la inestimable colaboración de mi esposo, calo su pequeña y arrugada, pero tiesa polla en mi coño.
Yo lloraba desesperada, emitiendo unos ensordecidos rugidos por la imposibilidad de poder gritar libremente y con todas mis fuerzas, debido a la eficiente mordaza que taponaba mi boca.
Mis pezones me dolían una barbaridad a causa de las pinzas y las pesas que colgaban de ellos, martirizando salvajemente mis ya de por sí caídas tetas.
La ausencia de orificios nasales en la agobiante capucha que cubría mi rostro me producía una terrible y angustiosa sensación de ahogo.
- ¡Jajajajajajajajajaja!!!. ¡Oh my god!. ¡O sea…….., que fuerte!!!. Alexei, mira como follan estos perros. ¡Jajajajajajajajajaja!!!. ¡O seaaaaa, es totaaaal!. ¡Jajajajajajajajajajaja!. ¡Jajajajajajajajajajajaja!!!. Se carcajeaba sonoramente divertida la Marquesita gozando del humillante y degradante trato que me infligía el señor.
La sensación de asfixia y sofoco, debido a mi alterado estado y a la agobiante y opresiva capucha que me impedía tomar aire fresco era descomunal.
Un enorme calor, acompañado de abundante sudor, impregnaba mi cara y la piel de todo mi cuerpo enfundado bajo el dichoso uniforme de criada.
- ¡Chaca!. ¡Chaca!. ¡Chaca!. La polla del repelente viejo verde penetraba mi sexo con enorme brutalidad y sin consideración alguna, acometiendo con dureza hasta que su pene estallo inundando mis entrañas de viscoso y repugnante liquido seminal.
Un fuerte empujón de desprecio por parte de mi violador me lanzo al suelo, quedando ahí, tirada, con pena y dolor, siendo objeto de las hirientes burlas por parte de Lina y de Alexei y con la total complicidad de mí silencioso y pelele marido que no movió ni un dedo en mi defensa.
- ¡Mayordomo!!!!. Ordeno tajante la esbelta Marquesita. ¡Unifórmese y prepare el auto!. O sea. ¡Rápido!!!!!. ¡Estúpido!!!!. ¡Jajajajajajajajaja!!!!. ¡Jajajajajajajajaja!!!.
Yo lloraba silenciosa mi pesadumbre por la terrible vejación y maltrato recibido por el ignominioso y canalla marques con la deshonrosa complicidad de mi cobarde marido.
- Todo a punto. ¡Excelencias!. Anunció inclinando la cabeza el fiel mayordomo, librado ya de su capuchón y mordaza, ataviado con su ridícula chaqueta oscura de dorados botones y galones en las hombreras y cubriendo su cabeza con gorra de plato.
Lina, dando un sorbo a la copa que aguantaba en sus lujuriosas manos repletas de opulentos y gruesos anillos, lanzo una arrogante mirada de despreció y asco a mi odiado marido.
- ¡Forever, forever!. ¡Negro!. Dijo Ella sonriendo malvada en tono humillante. Extendiendo sus finos brazos hacia los dos Caballeros que se apostaban elegantes a ambos lados de la cruel Dama para que la ayudaran a levantar.
Chula y vanidosa la Marquesita taconeo moviendo eróticamente sus voluptuosas caderas y bamboleando su culito con sus dos escoltas pegados a ambos lados de su sutil cuerpo. Encaminándose presumida hacia su pomposo auto que les debía llevar a disfrutar de una loca noche, jugando, bebiendo y bailando sin parar en el grandioso Casino hasta altas horas de la madrugada, sin moralidad ni remordimiento alguno por el brutal asesinato que acababan de cometer.
Glamorosa y triunfante, la Señorita de Obregón se monto en el coche. El mayordomo, mi marido, sujetaba firme la puerta del auto, postrándose de rodillas beso el suelo y reverencio a la hermosa y altanera Señorita en una clara demostración de adepta fidelidad a la poderosa y cruel Marquesita.
Los sollozos entrecortaban mi respiración. Mire a mi alrededor y vi todavía alumbrada la escalofriante imagen del esquelético cuerpo de Doña Florentina oscilando colgado de la horca. Sus brazos pendían inertes, paralelos a su cuerpo, su rasurada cabeza torcía hacia un costado y su hinchada lengua sobresalía considerablemente de su boca junto a un espumoso líquido blanquecino y unos ojos desorbitadamente abiertos.
Corrí desesperada y muerta de miedo hasta mi habitación, mi cuerpo temblaba presa de terror y pánico, me deshice como pude de la odiosa capucha y de la molesta mordaza, así como de las dolorosas pinzas de mis pezones. Respirando hondo, ahora sí, pude llenar a fondo mis pulmones.
Me eche en la cama y escondí mi cuerpo bajo la sabana como queriendo tapar mi vergüenza. ¡Mi horroroso pecado!. Porque yo, a diferencia de mi marido y los malignos y perversos Marqueses y su millonario acompañante, sí que pesaba en mi conciencia el terrible y horripilante crimen el cual había ayudado a consumar.
Además me sentía sucia y ultrajada por la deshonra que suponía haber sido violada por el corrompido y pecador marqués.
Finalmente el agotamiento pudo más que el dolor en mi escocida vagina y el desconsuelo y pena en mi atormentada alma y el sueño termino venciéndome.
- ¡Remedios!. ¡Remedios!. ¡La policía quiere interrogarte!. Me despertó Mamadou.
Salí angustiada al jardín y de nuevo tuve que enfrentarme con la espantosa y horripilante imagen del dogal donde aun pendía el cuerpo sin vida y con el rostro amoratado la pobre señora.
Un funcionario de policía acompañado por Don Ramón y un Magistrado intimo suyo, procedió a interrogarme dando a entender que era yo la principal sospechosa de tan horrendo crimen.
Fue el Marqués quien apunto que me había marchado a dormir olvidando a la desvalida anciana en el jardín, aprovechando la infeliz mujer para ahorcarse y poner fin a su indeseable existencia.
Una teoría, que el juez buen amigo de Don Ramón, certifico y dio por buena pese a la terrible enfermedad que aquejaba a Doña Florentina postrándola en una parálisis casi total, imposibilitándola de realizar cualquier movimiento y por supuesto de colgar una soga y ahorcarse en ella.
No hubo autopsia, no hubo inspección ni averiguación alguna. Las influencias de los Marqueses eren demasiado poderosas como para iniciar investigaciones que llevaran a esclarecer la verdad sobre aquel espeluznante crimen, siendo más que evidentes las terribles marcas de suplicio y tortura que presentaba el cuerpo de Doña Florentina.
- ¡Remedios!. ¡Su Excelencia la Marquesa de Obregón requiere su asistencia inmediata en sus aposentos!. Requirió el secuaz mayordomo.
A pesar de la presencia policial y judicial, Lina ni tan siquiera se había dignado a levantar de su lecho, mostrando así su frivolidad y absoluta falta de sentimientos y carencia de moral.
- ¿Excelencia?. Pronuncie en tono de pregunta con la cabeza gacha, en parte temerosa de la Señorita y en parte avergonzada por mi vil actitud.
- ¿A que espera?. ¡Mierda inútil!. ¿A que espera en servirme mi desayuno?. Me reprendió Lina con dureza todo y saber que hasta entonces había sido interrogada por la policía.
¡Dios mío!. ¡Que frivolidad y falta de sentimientos!. ¡Como puede ser alguien tan ruin y amoral!. Acababa la malvada Marquesita de ordenar la ejecución de la pobre e infeliz Doña Florentina, humillándola y denigrándola hasta convertirla en un guiñapo y sin pena ni aflicción se disponía a desayunar como si nada hubiera ocurrido.
¡Que alma tan oscura!!!. Pensé en el momento en que presente como de costumbre a la Señorita Lina González de Obregón el dorado carrito con su ostentoso almuerzo, consistente en una lata de oro de caviar iraní acompañado de champagne francés y unas fresas con nata.
No podía faltar en su lujoso desayuno unas perfumadas rosas; a veces blancas, otras rojas o amarillas junto a unas aromatizadas velas. Aprovechaba Don Ramón en alguna ocasión para ofrecer a su bella esposa alguna valiosa joya. Aquella mañana y como homenaje al sádico comportamiento que tuvo la linda Marquesita con su ex, el señor la agasajó con unos preciosos y largos collares de autenticas perlas.
Yo debía permanecer allí, en pie, uniformada, cabeza gacha y atenta a que no faltará nada a la quisquillosa y veleidosa Marquesa.
Aquel día no pude ocultar mi resentimiento y vergüenza por lo sucedido en la noche anterior, todo lo contrario que la cruel y desalmada Lina que me miraba de reojo sonriendo burlona.
Transcurridos unos pocos días Alberto nos mando una carta de gratitud en la cual, sin saber en qué modo las cosas habían cambiado en el palacete de los Marqueses de Obregón, nos alentaba a seguir al servicio, de según creía mi hijo, benevolentes Señores.
Mama, papa. Agradezco con toda sinceridad los esfuerzos que habéis realizado para ayudarme a sufragar la deuda que pendía sobre mí y sobre todo agradezco y os pido que hagáis llegar mi mas noble gratitud y reconocimiento al señor Marqués y por supuesto a su joven esposa.
Expreso mi dolor y condolencia a Don Ramón por la terrible muerte de la buena de Doña Florentina y os exhorto a seguir fieles a tan honorables y magnánimos señores, sirviéndoles con la mas absoluta devoción y dedicación.
Vuestro estimado hijo.
Alberto
La actitud de la joven Marquesita hacia Mamadou y sobre todo hacia mi es ahora de un despotismo absoluto.
- ¡Filipina!!!!. ¡Limpie aquí!. Señalo Lina con su temida fusta, esbelta y gallarda sobre sus taconazos de fina aguja.
Me apresure de rodillas a fregar la huella de su mule plasmada sobre el brillante suelo de negro mármol.
- ¡Ahora aquí!. ¡Estúpida!. Señalo de nuevo otra de sus huellas. ¡Es que yo flaipo!. Pronuncio enojada.
Lina se dedicaba frecuentemente por pura diversión a pisar con la suela sucia de sus siempre impresionantes zapatos de alto y fino tacón los lugares donde yo hacia poco había minuciosamente limpiado.
Aquel día se paseaba de un lado a otro de la sala, exhibiendo cuerpazo y blandiendo su lujosa fusta en sus siempre lujuriosas y enjoyadas manos de largas uñas.
Yo me arrastraba tras Ella fregando sus pisotones hasta que con un descaro abrumador, Lina se acuclillo y sonriendo malvada y Divina se meo en el suelo.
Me arrastre con una humildad increíble y dócilmente absorbí con mi lengua el dorado y aun caliente liquido que la hermosa Señorita de Obregón había orinado.
Luego, bajo su bella y viciosa perversa sonrisa, chupe sumisa su coñito recordando el cosquilleo que sentí la primera y única, hasta entonces, vez que le había lamido el sexo.
Ella se corrió satisfecha en mi boca dejando caer, antes de partir, un escupitajo de desprecio en mi cara.
Quizás me estoy volviendo loca o quizás mi baja autoestima me ha llevado a un derrumbe moral de mi personalidad, lo cierto es que estoy empezando yo misma a experimentar una fatal atracción, adoración y culto hacia la glamurosa y endiosada Marquesita.
Lina, inflexible y tiránica, decreto la disolución de mi matrimonio con Mamadou a pesar de que ya estaba prácticamente roto desde que mi marido se entrego totalmente a los crueles y desalmados designios de la joven y bella aristócrata, aunque las circunstancias como criados nos obligaban a continuar compartiendo cama y habitación.
- Mayordomooooo. Ordeno la Marquesita con su dulce tono entre alegre y bribón. Ocupará usted la habitación de los sótanos que habitaba la vieja. ¡Jajajajajajajajajajajajajaja!!!!. O sea……, tu mucama, continuaras donde hasta ahora. Así recompensaba Lina la devoción que Mamadou sentía por Ella, confinándolo en la oscura, húmeda y legumbre celda donde la pobre Doña Florentina se podría en sus últimos días de su maltrecha vida.
- Gracias. ¡Excelencia!. Mamadou aceptó sumiso con la cabeza gacha haciendo una genuflexión la decisión de la Señorita de Obregón.
Al vicioso y sinvergüenza Don Ramón le era permitido dormir en los amplios aposentos de la Marquesita, pero como perro que es el señor lo debía hacer totalmente desnudo y acostado en el frio suelo de mármol, al lado de la cama de la Señorita y siempre cuidadoso de sí Ella deseaba que le calzase las zapatillas con la boca.
Esta mañana, Lina, ataviada con un sexy y ceñido conjunto de leggyns de cuero negro y holgada camisa blanca, calzando sus divinos pies con aquellas impresionantes mules con que torturo tiempo atrás a la pobre vieja en los jardines de palacio, a castigado severamente a Mamadou a pesar de la fiebre gripal que le aqueja, por el simple hecho de que por causa de su tremendo resfriado a tenido la desventurada fatalidad de toser en su envanecida y gallarda presencia.
- ¡Clahs!. ¡Clash!. ¡Clash!. La Marquesita ha azotado despiadadamente la negra y ancha espalda de su mayordomo que colgaba totalmente desnudo, encadenado por las muñecas de una argolla que pendía del techo, con su cabeza embutida en una ajustada capucha de cuero taponándole los orificios nasales y obstaculizando así su ya de por sí agraviada respiración a causa del fuerte catarro.
Una incómoda barra de hierro fijada entre sus tobillos obligaba a Mamadou a permanecer con las piernas separadas más de un metro.
- ¡Clahs!. ¡Clash!. ¡Clash!. ¡Cloc!!. ¡Cloc!. Lina golpeaba con dureza las carnes de su fiel mayordomo con un corto y trenzado látigo de cuero. Lo recogía entre sus enguantadas manos y taconeando lentamente a su alrededor volvía a golpearlo con saña.
- ¡Perdón!. ¡Excelencia!. ¡Clash!. ¡Clash!. A cada azote, Mamadou debía suplicar perdón a la despiadada Marquesita con la extrema dificultad que esto le suponia.
Don Ramón permanecía desnudo a cuatro patas en un rincón de la sala llevando puesto su collar de perro y un plug con larga cola insertado en el agujero del culo.
Una servidora se mantenía en pie, silenciosa, con la cabeza gacha, las manos juntas frente mi sexo y vistiendo completo uniforme de doncella.
En otro rincón de la sala dos oficiales de las Falanges Negras contemplaban carialegres los brutales azotes que Lina asestaba a su criado.
- ¡Jajajajajajajajajajaja! ¡Clahs!. Clash!. ¡Jajajajajajajajaja!!!. ¡Uauuu!. ¡Es total!!!. ¡Clash!.
- ¡Perdón Excelencia!.
- ¡Clash!. ¡Clash!. ¡O seaaaaa………., súper!. ¡Jajajajajajajajajajajajaja!!!. ¿Sabes cuantos latigazos llevas?. ¿Esclavo?.
- ¡Nooo!. ¡Excelencia!. Contesto Mamadou respirando agitadamente con dificultad a través de la pequeña abertura en la boca que la capucha permitía.
- ¡Jajajajajajajajajajajajaja!!!!. ¡Jajajajajajajajajaja!!. ¡Voy a propinarte cien azotes!!!!. ¡Esclavo!!!. ¡Yo no voy a tener la molestia de contarlos!. ¡O sea……………, tú mismo…… sí pierdes la cuenta!. ¡Jajajajajajajajajajajajaja!!!!. ¡Clash!. ¡Clash!.
Lo insólito de aquella brutal tanda de azotes es que tanto parecía gozar la cruel Marquesita que sádicamente los propinaba, como el fiel mayordomo que sumisamente los recibía, evidenciando su excitación mostrando endurecida su gruesa polla.
- ¡Clash!!!. ¡Clash!!!.¡Perdón!. ¡Excelencia!. ¡Jajajajajajajajajajajaja!!!. ¡Clash!. ¡Clash!!!. ¡Clash!!!. Aquel suplicio se fue intensificando, Lina golpeaba cada vez con mayor dureza pareciendo haber perdido el control y riendo diabólicamente gozosa mientras los tirabuzones de su voluminosa melena azabache se agitaba sensualmente en el aire.
- ¡Aaaaaaaaah!!!!!!. ¡Perdoooon!. ¡Excelencia!. ¡Clash!. Clash!. ¡Ùaaaaaauuu!!!!. ¡Clash!. ¡Clash!. ¡Clash!!!. En la sala tan solo se escuchaba el chasquido del látigo cortando el aire y del cuero golpeando la espalda del mayordomo que gritaba y se agitaba atrozmente de dolor, implorando perdón a su cruel dueña que taconeaba de un costado a otro de su presa, garbosa y placenteramente sonriente.
- ¡Jajajajajajajajajajajajaja!!!. ¡Jajajajajajajajajajajaja!!!. ¿Duelee Perrooooooo?. Interrogo Lina acercándose lentamente majestuosa a su sufrido mayordomo y tirando violentamente de su cabeza hacia atrás.
- ¡Sííííí!!!. ¡Excelencia!!!. Contesto Mamadou sin perder el respeto a la Marquesita.
- ¡Jajajajajajajajajajajajaja!!!. ¿Te gustaaaa? ¿Te gustaaaa sufrir por tu Diosaaaa?. Pregunto mimosa la Señorita de Obregón con sensual entonación en sus labios.
- ¡Sííííí!!!. ¡Excelencia!!!. Contesto de nuevo Mamadou dócil y entregado a su Ama.
- ¡Oh my god!!!. ¡Divino de muerte!!!. ¡Clash!. ¡Clash!. ¡Clash!!!. Lina volteo el látigo en el aire para darle impulso y azoto con más furor a Mamadou. ¡Uaaaaaaaaaaah!. ¡Jajajajajajajajajaja!!!. ¡Entonces sufre!. ¡Sufre por mi placer!!!. ¡Esclavo!!!!!. ¡Jajajajajajajajajajaja!!!. ¡Jajajajajajajajajajajaja!!!. ¡Clash!. ¡Clash!. ¡Clash!!!. Lina continuó de nuevo enseñándose con mí………marido.
- ¡Clash!. ¡Clash!.
- ¡Aaaaaaaaaaaaaaarrggg!!!!. ¡Per….!. ¡Perrr….!!!. ¡….don!. ¡Exce….len..cia!!!!. Cada vez costaba más a Mamadou pronunciar palabra a través de su agitada respiración y cuanto más dolor le infligía la cruel Marquesita, mas gozosa y soberbia se mostraba.
- ¡Jajajajajajajajajajajajajaja!!!. ¿Cuántos latigazos llevas?. ¿Esclavo?.
- ¡No….. no….. se…!!!!!!. ¡Excelencia!!!.
- ¡Megaguay, es súper, súper i-deal!. ¡Jajajajajajajajajajajajajaja!!!. ¿Entonces empezamos de cerooooo?. ¿Esclavo?
- ¡Noooooo!. ¡Se lo, se looo… suplicoooo!. ¡Excelencia!. ¡Noooooo!. ¡No, no… me azote mas!!!!!!. ¡Por, por….por…. favor!. ¡Perdón!. ¡Perdón Excelencia!.
- ¡Calla!. ¡Negro!. ¡Clash!. ¡Clash!. ¡Clash!!!. Hare cuanto me plazca contigo. ¿Entiendes?. ¿Gusano de mierda?. Lina inserto en la boca de Mamadou un grueso cirio prendiendo fuego en la mecha.
- ¡Mantén la cabeza inclinada hacia arriba!. ¡Hijo de perra!. ¡Clash!. ¡Clash!. ¡Clash!!!. Lina se despojo de su holgada camisa blanca dejando al aire unos hermosos y perfectos pechos coronados de unos erguidos y duros pezones. Lucia en su garganta un grueso collar de brillantes con su nombre incrustado en él. Se alejo de Mamadou y blandiendo de nuevo en su enguantada mano el atroz látigo, golpeo la ya ensangrentada espalda de su fiel criado.
- ¡Clash!. ¡Clash!. ¡Comoooo….. seeee…. teee….. ocurraaaaa dejaaaaaar caeeeeer laaaa velaaaaa, te quemoooo los huevos!. ¡Esclavo!. ¡Clash!. ¡Clash!. ¡Clash! ¡Clash!. ¡Clash!!. Lina taconeaba y azotaba brutalmente a Mamadou. Sobre la morenaza piel de su estrecha cintura, rodeada con la cadenita de oro con la gruesa cruz enganchada en ella, destellaba brillante el largo pircing que colgaba de su perfecto ombligo.
- ¡Seraaaaás inútil!!!!. Grito Lina enfurecida taconeando airada hasta agarrar entre su anillada mano la encapuchada cabeza de Mamadou para zarandearla con violencia al tiempo que escupía en su boca. ¡Cómo te atreves a dejar caer la vela!!!. ¡Imbécil!!!. Un intenso e incontrolado ataque de tos hizo expulsar la vela a unos metros de donde Mamadou pendía del techo.
- ¡Perdón!. ¡Perdón!. ¡Excelencia!. ¡Perdón!. Suplicaba Mamadou lloroso y aterrorizado.
- Ahora te enterarás de lo que es el dolor. ¡Subnormal de mierda!. ¡Jajajajajajajajajajaja!!!. ¡Jajajajajajajajajajaja!!!.
- ¡Perro!!!!. Llamo Lina a Don Ramón que a cuatro patas corrió ladrando hacia los pies de su Ama.
- ¡Extiende tus palmas hacia arriba!. Don Ramón, erguido sobre sus rodillas, se coloco frente a Mamadou depositando en las palmas de sus manos los testículos de mi marido. Lina, lentamente complacida y maliciosamente sonriendo, cambió su látigo por la lujosa fusta con que el marqués le ofrendo y arqueándola entre sus enguantadas manos, taconeo hasta situarse firme ante sus dos sumisos esclavos.
- ¡Zaaaas!. ¡Uaaaaaaaaaaaaaaaaa!!!. ¡Zaaaaaaas!. ¡Uauuuuuuuuuu!. Lina empezó a golpear los huevos de Mamadou a la vez que no reparaba en lesionar a Don Ramón que dócilmente y a pesar del dolor que de rebote él también sufría, mantenía en sus palmas los testículos del mayordomo.
- ¡Jajajajajajajajajajajajaja!!!. ¡Zaaaas!!. ¡Uaaaaaaaaaaaa!!!!!!. ¡Zaaaas!!. Con diablilla sonrisa la Marquesita azotaba los testículos de mi ex marido y así continuó hasta que a Mamadou se le pusieron los huevos amoratados.
- ¡Perro!!!!. ¡Recoge la vela!. Ordeno imperativa la Señorita de Obregón al viejo y sumiso marques. Don Ramón, corriendo a cuatro patas, agarro la vela con sus dientes y volvió hasta su Ama.
- ¡Es i-de-al!. ¡Jajajajajajajajajajajaja!!!. ¡O seaaaa………., megaguay!. ¡Jajajajajajajajajajajajaja!!!. Lina inserto ahora la vela en la boca del perro marqués y encendiendo de nuevo la mecha tiro de la cadena unida al collar de Don Ramón hasta acercarlo a la entrepierna del castigado mayordomo, luego forzó violentamente su cabeza de tal manera que la llama de la vela abrasaba los morados cojones de Mamadou.
- ¡Uaaaaaaaaaauuuu!!!!!!. ¡Uaaaaaaaaaauuuuuuu!!!!. ¡Ooooooh!. ¿Ya no gusta tantooooo este dolooooor?. ¿Esclavo?.
- ¡Nooooooooo!!!!!!. ¡Por favor Excelencia!. ¡Perdón!. ¡Perdón!!!.
- ¡Jajajajajajajajajajajajajajaja!. Pueeeees a mi sí me gusta. ¡Jajajajajajajajajajajajajajaja!!!!. ¡Clash!. ¡Clash!. Clash!. Blandiendo de nuevo su desgarrador látigo la sádica Marquesita continuó aplicando el cruel castigo en la espalda de Mamadou mientras la llama seguía quemándole los testículos.
- ¡Uaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa!!!!!!. ¡ Uaaaaaaaaaaaaaaaaaaa!!!!. Mamadou ya no pedía perdón ni suplicaba, el dolor era tan intenso que de su garganta tan solo podían salir alaridos de congoja y sufrimiento. Su negra y lisa piel brillaba humedecía por el sudor que empapaba todo su cuerpo.
- Tuuuu…..dolooooor… me ha puestoooo…. realmente cachonda. ¡Esclavo!. Hablo la Marquesita con sensual boquita de piñón relamiéndose libidinosa sus brillantes labios carmesí, acercándose risueña y taconeando hasta Mamadou que deliraba con su encapuchada cabeza inclinada hacia el suelo respirando hondo por la boca. ¡Jajajajajajajajajajajajajaja!!!. Lina se sobaba sus erectos pezones con sus lujosos deditos repletos de caros anillos, abriendo lasciva y llena de lujuria sus eróticos labios.
- Debes de sentirte orgulloso de excitarme con tu dolor. ¡Perro!. ¡Jajajajajajajajajajajajaja!. Inquirió la cruel Dama a su mayordomo levantándole la cabeza y gozando con su sufrimiento mientras se hurgaba el clítoris con la fálica empuñadura de su flagelo que luego hundió hasta el fondo de la garganta de mi ex esposo. ¡Jajajajajajajajajajajajajaja!!!. ¡Traga polla!!. ¡Negro!!!. ¡Jajajajajajajajajajajaja!!!.
Mamadou no reaccionaba, su encapuchada cabeza cayó de nuevo encorvada hacia al suelo. Su respiración era ahora tenue, emitiendo por su boca unos imperceptibles y afligidos quejidos, como si todas sus fuerzas lo hubieran abandonado.
Sus testículos eran todavía despiadadamente abrasados por la llama de la vela que Don Ramón aguantaba dócilmente en su boca, presentando un feo aspecto chamuscado y con dolorosas llagas y ampollas en ellos.
Lina exhalaba delicados y sutiles suspiros de placer, sus enguantados deditos seguían estimulando con pasión sus erectos pezones, masturbándose complacida y dichosa ante Mamadou, abatido y doblegado por la tortura.
Me quede pasmada admirando la extraordinaria belleza de la Marquesita, su ondulado y negro pelo medio cubría un lindo rostro que se mostraba esplendorosamente hermoso con muecas, guiños y monerías del sumo placer que la Señorita percibía sensacionalmente en sus sentidos.
Sus felinos ojos, divinamente maquillados, se entrecerraban a la vez que fruncía la nariz. Me percate en aquellos momentos de la portentosa fascinación que Lina ejercía sobre mi subyugada voluntad.
Exhausto, Mamadou, fue retirado por los dos oficiales de la Falanges Negras, presentes en la sala durante la dura sesión de tormento que la sádica Marquesita sometió a mi odiado ex esposo, aquellos corpulentos milicianos lo arrastraron por el suelo propinándole golpes y patadas y riéndose a carcajadas del infeliz mayordomo.
- ¡Dejarlo con la capucha puesta!. Sugirió Lina sonriendo perversa y mostrándose hermosamente engreída blandiendo el látigo en sus enjoyadas manos.
A pesar del dolor y resentimiento que aun sentía por la muerte de Doña Florentina, repte por el suelo hasta postrarme a sus pies, sin imposición alguna, nada más que por propio deseo y anhelo. Bese adictamente sus sensuales empeines, dedicándome de lleno en el que lleva caligrafiado la palabra “sexy goddes”, y lamí lentamente con la punta de mi lengua sus granas uñas, chupándole sus finos deditos y besando el brillante anillo que Lina luce glamurosa en el índice.
Adule, resiguiendo con mis labios, los ceñidos leggyns de cuero negro arrapados a las esbeltas piernas de la Marquesita, que se alzaba Divina sobre sus finos tacos aguja, rozando con la lengua sus perfectos muslos hasta besarle sus redondeadas nalgas con pasión y veneración. Aquellos suntuosos momentos fueron algo mágico y solemne para mí.
- ¡Que fuerte!!.¡Jajajajajajajajajajajaja!!!. ¡O seaaaaa…….., siempre supe que acabarías convirtiéndote en una perra viciosa!. ¡Jajajajajajajajajajaja!!!. Bese y chupe con devoción sus altísimos tacos y perree tras Ella mientras taconeaba alejándose de la estancia.
La monopolización de la producción mundial de cereales y de maíz por parte de la corporación dirigida por el chulo magnate ruso y el Banco de Obregón reporto autenticas fortunas a sus dirigentes, a la vez que produjo una terrible hambruna acompañada de una gran mortalidad de famélicos desvalidos que no podían acceder a sus básicos alimentos por falta de crédito con que pagarlos.
Poco a poco Lina ha ido ocupando con cargos de su total confianza y adhesión hacia su endiosada persona, los altos puestos en la cúpula del poderoso e influyente Banco de Obregón desplazando por completo a un envejecido y sumiso Don Ramón convertido en poco mas que su perro y no teniendo más esperanzas que acabar su desdichada y viciosa vida como la vieja, convertido en un pelele en manos de la caprichosa y sádica Marquesita Lina González de Obregón.
FIN