El infierno de Doña Florentina (5)

Lina, convertida ya en la nueva y absoluta dueña de la mansión, a mas de continuar torturando a Doña Florentina, organiza opulentas y ostentosas fiestas donde denigra a su marido.

El infierno de Doña Florentina (5)

Aquella noche, o más bien de madrugada, fue otra infernal jornada para la pobre y sufrida Doña Florentina.

-          ¡Remedios!!!!. ¡Remedios!!!!!.

-          ¡Eeeeh!. ………¡Que ocurre!!!. Exclame sobresaltada.

-          ¡Los señores requieren tu presencia!. Dijo alarmado mi marido.

-          ¡Que hora es!. Pregunte asustada temiendo haberme dormido.

-          ¡Las seis!.

-          ¡Es muy temprano…..!. Dije confundida y aun medio dormida.

-          ¡Anda!. ¡Levanta!. ¡No hagas esperar a los señores!. Me eche la bata y subí a la salita a toda prisa. Lina y Don Ramón daban claras muestras de un sobrecargado exceso etílico después de largas horas de licencioso guateque y fiesta desmandada.

-          ¡Perooooo…….!. ¡Idiotaaaaaa!!!!!. ¡A donde va usted asíííííí!!!!!!. Chillo con rabia Don Ramón que sentaba en un sofá fumando un cigarro puro llenando toda la estancia de pestilente olor a tabaco. Una circunstancia esta, que sin duda alguna tiempo atrás, el señor hubiera reprobado enérgicamente habiendo incluso prohibido fumar en la mansión.

-          ¡Subnormaaaaaaal!!!!!. Me vocifero cabreado y visiblemente sonrojado el marqués. ¡Como se atreve a presentarse ante nosotros vistiendo de este modo tan inapropiado para una sirvienta!!!!. ¡Estúpidaaaa!!!!. ¡Ineptaaaa!!!!. Lina seguía carialegre divertida la humillante bronca que me propinaba Don Ramón.

La radiante joven se había desprendido de la parte inferior del suntuoso vestido y lucia desnudas sus largas y bronceados piernas que cruzaba sentada una encima de la otra, exhibiendo sin rubor su diminuta braguita y cubriendo el torso con tan solo el sexy y provocador corsé de su lujoso vestido de bodas.

-          ¡Unifórmese inmediatamente!. ¡Torpe inútiiiiil!!!!. Sollozando marche a mi cuarto y a toda prisa me puse el atuendo que me identificaba como criada, volviendo a toda prisa ante los señores permaneciendo de pie e inmóvil con las manos colocadas ante mi.

-          Remedioooooosssss. Hablo Lina pausadamente arrastrando la “ssss” y volteando lentamente a mí alrededor, resonando fuerte por la sala sus finos taconazos y blandiendo en sus manos la terrible fusta que golpeaba suavemente en su otra palma, intimidándome y atemorizándome espantosamente.  ¡Debe personarse ante nos indiscutiblemente implacable!. ¡Entiendeeeee!!!!. ¡Mucama!!!!!!. ¡Jajajajajajajaja!. ¡jajajajajajajajaja!!!. Tanto Ella como el señor profirieron grandes risotadas ante mi inconfundible y temeroso estado de nervios.

-          ¡Abróchese el botón del sobrecuello!. Mando la joven, soberbia y arrogante, señalando el lugar con la bolita de oro que relucía en el extremo inferior de la lujosa fusta. ¡Haga o no calooooooor,……… debe de llevarlo siempre abrochado!. ¡O sea!. ¡Comprendeeeeeessss!!!!. ¡Subnormaaaaaalll!!!!.  Lina examinaba minuciosamente cada detalle de mi aspecto.

-          ¿Y los guantes?. ¿Donde están los guantes????. ¡Retrasadaaaaaa!!!!.

¡Oh!. ¡Noooooo!. Se me olvidó ponerme los guantes. ¡Pensé!. Mientras un escalofriante  sudor invadía mi frente.

-          Comooooo castigooooo…….. se le restará una parte de su sueldo. Dijo con astucia la bella joven jactándose descaradamente de mí. ¡Estos injustificados olvidos deben castigarse!. ¡Jajajajajajajaja!!!!. ¡Jajajajajajajajajajajajajajajaja!!!!!. ¡Así aprenderá a comportarse  con el debido respeto ante nos!.  ¡Mucamaaaaa!!!!. ¡Inútil!!!!!.

-          ¡Sirva  unas copas!!!!.......... ¡Ahora!!!!!.  Exigió vociferando fuerte Don Ramón.

Me apresure en servir a los señores sus bebidas tan presta como pude. Al volver a la salita los dos estaban amodorro nados.

Allí me quede. Fija, con la bandeja en mis manos e inamovible. Hasta que al cabo de unos diez minutos, que a mí me parecieron toda una eternidad, Lina despertó de su ensueño.

-          ¡Ramón!!!!!. ¡Ramón!!!!. Grito. ¡O seaaaaa!. ¡Tengo una mega idea súper i-de-al!. ¡Jajajajajajajajajajajajajaja!!!. ¡Qué te parece si comunicamos a la vieja que nos hemos casado!. Dijo divertida la maliciosa señorita González.

-          ¡Jajajajajajaja!. ¡Jajajajajajajajajajajaja!!!. Se carcajeo el ruin marqués. ¡Que morbosa eres!. ¡Lina!. Pero me encanta que seas tan perversamente cruel.

Don Ramón andaba muy agitado y acelerado, en parte debido al alcohol y en parte a la fuerte excitación que provocaba en él aquella endiosada muchacha.

Seguí bandeja en mano, presta y servicial tras los señores hasta el cuartucho en donde dormía la infeliz anciana.

-          ¡Despierta!. ¡Vieja!. Vociferó furioso su ex marido sin respeto para la enferma mujer. Doña Florentina dormía profundamente y no reacciono ante el griterío de Don Ramón..

-          ¡Es súper horrible esta vieja!. ¡Qué asssssscooo!!!. Expreso arrogante Lina poniendo cara de fastidio y repugnancia. ¡Dame el cigarro!. Comino la hermosa joven a su reciente esposo que aguantaba el cigarro puro entre sus labios.

La sádica Lina agarro el puro en sus manos y acerco la incandescente punta a las mejillas de la señora.

-          ¡Espabila!. ¡Minusválidaaaaa!. ¡O sea!. ¡Jajajajajajajajajajajajajaja!!!!. ¡Nos vamos a divertir un poco para celebrar la boda de Don Ramón y mía!. ¡Jajajajajajajaja!. ¡Jajajajajajajaja!. Se rió cruelmente la joven quemando finalmente la mejilla a la señora.

Doña Florentina despertó de sopetón horrorizada y reflejando pánico en su rostro al ver a Lina ante ella, arrancando su pavor diabólicas y perversas carcajadas a la despiadada pareja.

Con cara de linda viciosa, Lina dio una chupada al puro avivando la brasa, saliendo de entre sus brillantes labios carmesí una gran bocanada de humo. Gesticulando sensualmente su bella cara y frunciendo la nariz con la boca algo abierta por la excitación del momento, volvió la despiadada joven a aplicar la punta del cigarro puro en la otra mejilla.

-          Te voy a desgraciar aun mas está fea y arrugada cara de mamarracho que tienes. ¡Jajajajajajajajaja!!!. ¡Vieja nauseabunda!!!. ¡Jajajajajajajajajajaja!!!. ¡Es que de verdad!…….¡Eres patética!. ¡Jajajajajajajajajajajajajaja!!!!.

-          ¡Siervaaaaaaa!!!!!. Me chillo la pérfida Lina. ¡Traiga un cazo con agua hirviendoooo!!!. ¡Rápidooo!!!. ¡Inútiiiiilll!!!!.

-          ¡Señora!. Dije con temor y respeto porteando casi de inmediato el bullicioso cazo en mis manos y alargándolo a la despiadada Dama temiendo cuales debían de ser sus brutales intenciones.

La insaciable joven agarro el cazo con su lujuriosa mano de largas uñas doradas y con eróticos y voluptuosos movimientos de su respingón culito fue vaciando con suma satisfacción encima de la cara de la sufrida Doña Florentina el hirviente líquido, produciéndole en su piel grandes y dolorosas ampollas.

-          ¡Jajajajajajajajajajajajaja!!!!. ¡Megaguaaaaaay súper, súper ide-al!. ¡Jajajajajajajajajajaja!!!. ¡Lástima que la vieja no pueda gritar!. ¡Jajajajajajajajajajajajaja!!!. Unos leves y casi imperceptibles sonidos de congoja salían de la garganta de Doña Florentina.

-          ¡Perro!!!!!!. Grito Lina a su fiel esposo mientras aun gozaba aplicando el lacerante suplicio a la anciana. ¡Arrodíllate y despojadme mis braguitas con tus dientes!. ¡O seaaaa!. ¡A ver que tal lo haces!. ¡Estúpidooo!!!. ¡Jajajajajajajaja!.

El marqués que iba casi desnudo mostrando con orgullo su collar y el arete de oro incrustado en su pezón, termino por quitarse toda la ropa exhibiendo de nuevo una poderosa, rasurada y empinada polla.

Sus dientes tiraban de las blancas braguitas de blonda tipo tanga de su hermosa esposita, deslizándolas por las bronceadas nalgas y las firmes y pomposas piernas de la esbelta joven hasta llegar a los altísimos y blancos stilettos de Lina.

Don Ramón se aplico entonces a besarlos. Lina levanto un pie y el marqués saco con sus labios las braguitas de entre el.

-          ¡Dámelas!. ¡Perro!!!!. Exigió la insidiosa joven alargando la palma de su suntuosa mano cargada de grandes y ostentosos anillos.

Como un fiel y domesticado perrito, el señor deposito con los dientes las finas braguitas en la palma de la mano de su Ama. Lina tapono con sus dedos la nariz de Doña Florentina obligándola abrir la boca y apretujo las calcetas hacia el interior de su garganta.

-          ¡Darle la vuelta!. Ordeno Lina dando un sorbito a su copa de cointreau con hielo reposándola de nuevo en la bandeja  que yo sostenía en mis entumecidas manos.

Entre Mamadou y Don Ramón colocaron a Doña Florentina tumbada en la cama boca abajo, mostrando toda la desnudez de su espalda. En la dermis se apreciaban todavía las marcas aun no cicatrizadas de la tanda de azotes que la sádica joven propino días atrás por puro placer a la enferma anciana.

-          ¡Clash!!!!. Clash!!!!!!. ¡Clash!!!!!!!!. Sin decir palabra alguna, Lina, embriagada por el alcohol y embravecida de soberbia, agarro su ostentosa fusta y descargó unos despiadados azotes en la piel de Doña Florentina.

-          ¡Clash!!!!. Clash!!!!!!. ¡Clash!. ¡Clash!!!. La bolita de oro estratégicamente colocada en el extremo del látigo desgarraba de nuevo las infectas llagas en la carne de la señora.

La hermosa cara de Lina mostraba risueña el supremo gozo que la desalmada chica obtenía torturando salvajemente a la anciana.

Don Ramón, postrado a sus pies, lamía con frenesí sus taconazos. Lina cesó el castigo antes de que la señora pudiera perder el conocimiento.

-          ¡Escupe mis braguitas!!!!. ¡Asquerosa!. ¡Escupe!!!!. ¡Ya las has saboreado bastante!!!. ¡Jajajajajajajaja!!!!. La despiadada joven forzó y zarandeo a Doña Florentina para que expulsará las calcetas de su boca.

Luego la despampanante chica salió de la habitación, para volver unos instantes después mostrando en su entrepierna, sujeto con unas correas de cuero, un grueso pene de látex.

-          ¡Aaaaagggg!!!!!. De la garganta de Doña Florentina emergieron unos musitantes sonidos cuando Lina introdujo en ella un artilugio de hierro con unos tensores a ambos lados de los paladares que, la muy pécora, extendió hasta abrir descomunalmente las mandíbulas a la pobre anciana obligándola a permanecer con la boca extremadamente forzada e incómodamente abierta.

Carialegre, la señorita González, pellizco los decaídos pezones de la vieja con unas dentadas y lacerantes mordazas de donde colgaban unas pesas que sin duda debían producirle bastante dolor y malestar.

-          ¡Enderézate sobre tus rodillas!. ¡Esclavooooo!!!!. Grito tiránica la joven esposa del marqués que seguía aun con la lengua pegada en sus blancos stilettos.

-          ¡Traga pollón!. ¡Cerdo!. Lina metió de golpe el grueso pene de goma en la boca de Don Ramón que arrodillado ante Ella quedaba a la misma altura de la esbelta cintura de su flamante esposa.

Con la mano sujetando la nuca del marqués, que también daba aun muestras de su moña, Lina follaba inflexiblemente la castigada boca del señor.

-          ¡O seaaaa!. ¡Cabrón de mierda!. ¡Jajajajajajajajajajajaja!!!. ¡Ensaliva pollón!. ¡Hijo de perra!. ¡Jajajajajajajaja!. ¡Jajajajajajajaja!!!!. ¡Come!!!. ¡Comeeee!!!!. ¡Perro de mierdaaaaa!!!. Vociferaba Lina insultando y denigrando al señor, enaltecida y carcajeándose perversamente hermosa y viciosa.

Como podía Don Ramón aguantar que aquella malcriada y grosera pija sinvergüenza le insultara y calumniara de aquel modo tan vil.

-          Vennnn…. aquiiií….. perritooooo miooooo. Se expreso con cursilería y sensual boquita de piñón la ambiciosa joven.  ¿Te pajeaste alguna vez en la boca de esta paralítica beata?. Seguía hablando Lina dulce y cariñosa. ¡Jajajajajajajajaja!!!. Se carcajeó escandalosamente satisfecha al ver los desorbitados ojos de Doña Florentina que la miraban suplicantes y llorosos.

-          ¡Anda perritooooo,……. dale leche a la vieja!. Lina hizo poner a Don Ramón en pie y algo curvado con el culo en pompa, apuntando su tiesa tranca en la forzada abierta boca de Doña Florentina, empezando a pajearla fina y lentamente.

-          Esta noche voy a desvirgarte el culo. ¡Esclavo!!!. ¡Jajajajajajaja!. ¡Lindoooo!. ¿Noooo?. Dijo musitando la erótica muchacha a Don Ramón acercando sus abrillantados labios grana al oído del señor.

-          ¡Aiiiiggaaaaaaaaaaaaaaauuuu!!!. ¡Aaaaaaahhhhh!.          ¡Sufre Cabroooooon!!!!. ¡Jajajajajajajajajajajajaja!!!. ¡Jajajajajajajajajajajaja!.

Lina ensarto en su culo el grueso pene arrancando de él unos horripilantes alaridos de dolor, mientras que con su sedosa mano continuaba bombeando con suavidad la rasurada polla del marqués.

-          ¡Chaca!. ¡Chaca!. ¡Chaca!.  ¡Jajajajajajajajajajajaja!!!. Empezó entonces la señorita González a meter y sacar el pollón de goma del culo de Don Ramón fallándolo sin ñoñerías ni recatos.

-          ¡Es súper….!. ¿Verdad?. ¡Cerdo inmundo!. ¡O sea….., deliciosoooo!. ¡Jajajajajajajajajajaja!!!. ¿Te gusta que te folle el culoooo?. ¡Maricón de mierdaaaaa!. ¿Te gustaaaaa?. ¡Verdad!. ¡O sea, es total!. ¡Jajajajajajajajajajajajaja!!!.

Yo estaba horrorizada ante aquel abominable, repugnante y odioso espectáculo.

-          ¡Uauaauuu!. ¡Uauauauauauaua!!!!. Don Ramón empezó a jadear de gusto, ahora era él quien se masturbaba aceleradamente con su mano. Lina seguía machacando su culo con dureza y metiendo dos de sus lujuriosos deditos en la boca del marqués, mientras que con la otra mano tiraba con fuerza de la cadena sujeta al collar del señor.

Don Ramón chupaba y besaba los deditos de Lina impregnándolos de saliva. Su respiración era cada vez más intensa y agitada.

-          ¡Que gustooooo!. ¡Diooooos!. ¡Que gustoooo!. Exclamaba titubeando mientras se bombeaba el pene con frenesí. El mismo frenesí con que Lina le perforaba el ano.

-          ¡Chaca!. ¡Chaca!!!. ¡Chacaaaa!!!!. ¡Jajajajajajajajajajajaja!!!!. ¡Jajajajajajajajajaja!!!. ¡Correteeeee cabróoooooon de mierdaaaaaa!!!!!. ¡Correteeeeee!!!.  ¡Jajajajajajajajajajajaja!!!!.

-          ¡Aaaaaiiiiiiiggggg!!!!!!. ¡Uauuaaauuauauuua!!!!. Unas grandes lefadas fueron a parar al interior de la boca de Doña Florentina.

-          ¡Mega guay!!!!. ¡Traga leche!. ¡Vieja Repugnante!. ¡Jajajajajajajaja!. ¡Traga la leche de tu desayuno!. ¡Fósil inmundo!. Profería Lina ensañándose con ella lanzando terribles insultos e injurias a la enferma señora.

-          ¿Has oído paralítica?. ¡Traga mi leche!. ¡Cabrona!. Don Ramón también se unió a la degradación física y moral de su pobre ex esposa.

La nueva señorita de Obregón se monto entonces encima de la cama en la que yacía Doña Florentina y encajando entre la raja de su precioso culo la nariz de la señora, dejo reposar su sutil peso encima la cara de la anciana provocándole una angustiosa asfixia.

-          ¡Acércate mucama!. Me ordeno en tono despectivo la presuntuosa señorita de Obregón.

Me aproxime hasta que Lina pudo alcanzar la copa de cointreau que yo aguantaba en la bandeja. Don Ramón se mostraba agotado, de su culo salía un pequeño hilillo de sangre.

Lina saboreó su copa mientras apretujaba la cara de Doña Florentina con sus imponentes nalgas.

-          ¡Esta buenissssssssssiiiimoooo!. Dijo la chica saboreando a placer de su copa. ¿Te imaginas?. ¿Vieja?. ¿Te imaginas morir asfixiada bajo mi sagrado culito?. ¡Jajajajajajajajajaja!. Expreso con divertimiento la sádica joven notando bajo sus posaderas los acongojados espasmos de ahogo que por falta de aire producía la pobre señora.  Alzo entonces unos centímetros sus posaderas para permitir a Doña Florentina tomar algo de aire apretujándola de nuevo al instante.

-          ¡Perro!!!. Llamo la desconsiderada joven a Don Ramón que de inmediato se postro encima de sus rodillas y con la lengua fuera avanzó hasta la malvada señorita de Obregón.

-          ¡Chupame el coño!. ¡Esclavo!!!!!. ¡Estoy mega cachonda!!!!!. ¡Jajajajajajajajajajajajaja!!!. Grito entusiasmada la preciosa joven.

Don Ramón, arrodillado al lado de la cama se inclino al máximo encima del frágil cuerpo de la anciana apretujándolo fastidiosamente con su peso para llegar a pegar su lengua en el sexo de su Ama. Empezando entonces a lamerlo, besarlo y chuparlo.

Lina gemía, gritaba, aullaba, entrecerraba sus felinos ojos y se acariciaba los pezones relamiéndose obscenamente sus granas labios con la lengua.

Doña Florentina se agitaba y convulsionaba por la falta de oxigeno en sus pulmones, Lina le permitía aspirar algo de aire y se sentaba de nuevo en su cara.

Cuando sus aullidos y jadeos de placer se hacían más y más intensos, se elevo de nuevo unos centímetros por encima de la cara de Doña Florentina empezando a defecar en la brutalmente abierta boca de la anciana.

¡Que asquerosidad!. ¡Por Dios!. ¡Como puede ser tan guarra!. Pensé en mi interior. Aquella escena me daba repulsión y ganas de vomitar. ¡Vergonzante!.

Pero a Don Ramón no le debía parecer tan repugnante aquella situación, sino más bien todo lo contrario, si nos centramos por la pasión con que lamía el rasurado clítoris de Lina.

-          ¡Clash!. ¡Clash!. ¡Clash!!!. Fusta en mano, la señorita de Obregón, fustigaba la espalda de Don Ramón que lamia sin parar su depilado sexo.

-          ¡Aig!. ¡Aig!!!. ¡Aig!. ¡Uauuuuuauauuu!!!!!!. ¡Súper, súper, bueníssimoooooo!!!. ¡Uauuuuu!!. ¡O!. ¡O!. ¡O!. ¡Ooooooooooooooo!!!!. La joven belleza se corrió en la boca del marqués habiéndose cagado en la de Doña Florentina.

Lina descabalgó de la cama y sonriendo miro su degradante obra. La infeliz anciana yacía inmóvil con toda su boca rebosante de pastosos excrementos.

-          ¡Divinoooo de la muerte!.  ¡Jajajajajajajajaja!!. ¡O sea, súper total!. ¡Jajajajajajajajajajajaja!!!. ¡Jajajajajajajajajajajajaj!!!!. ¡Esclavo de mierda!. ¡Límpiame el culo!. El sumiso marqués con la lengua colgando como los perros se arrimo al encantador culito de Lina y empezó a limpiárselo con gran esmero.

-          ¡Shuff!. ¡Shuff!. La lengua de Don Ramón relamía la rajita del culo de Lina chupando los restos de sus heces. Ella se inclinó algo hacia delante y con sus manos forzaba sus fibrosas nalgas para permitir al marqués penetrar el órgano gustativo en el interior de su lindo agujerito anal.

-          ¡Jajajajajajajaja!. ¡Jajajajajajajajaja!. Sonreía maliciosa la señorita de Obregón. ¡Sigue!. ¡Sigue!. ¡Súper, súper total!. ¡Jajajajajajajajajajaja!!!. ¡Tu cosquilleó me ara correr de nuevo!. ¡Uaigggg!. ¡Uauuuauaua!. ¡Mas adentroooo!. ¡Perroooo!. ¡Mas adentroooo!. Don Ramón forzaba tanto como podía la lengua y su boca en el trasero de la blasfema joven, que eyaculo de nuevo con un potente orgasmo de culo.

Agotados de tanta fiesta y alcohol, Lina y Don Ramón se acostaron cuando ya había amanecido el día.

Me costo un enorme trabajo y tiempo, limpiar, adecentar, curar y desinfectar las terribles y dolorosas heridas de Doña Florentina. Tanto las tremendas ampollas que se levantaban en su piel como las atroces heridas de la espalda junto las que todavía atormentan sus paladares y que ahora han infectado de nuevo debido a las heces que la señorita de Obregón deposito en ella, teniendo obligatoriamente que continuar con la alimentación triturada o licuada.


Pronto el señor hizo todo lo posible para despojar del titulo de marquesa a su ex esposa, alegando  incapacidad mental para poder defenderse.

Una vez desposeída la señora del noble titulo, Don Ramón lo otorgo inmediatamente y sin remordimientos de conciencia a su hermosa y refinada esposa que esperaba ansiosa ostentar oficialmente el aristocrático titulo de Marquesa de Obregón.

A pesar de la galopante crisis que azota el país, los Marqueses de Obregón siguen enriqueciéndose desmesuradamente. Pertenecen a una selecta y privilegiada minoría que no existe, para ellos, recesión alguna. Sumiendo en la miseria a miles de familias y multitud de pequeñas y medianas empresas que se ven obligadas a devolver con creces los préstamos que el Banco de Obregón les facilito en su día.

Una actitud poca o nada escrupulosa que sin duda tiene mucho que ver con la nefasta influencia que ejerce la malvada Lina en el infame y manejable marqués. Una conducta, otra hora, rechazada por Don Ramón y su humilde y creyente esposa por ser inmoral, poco ética y nada caritativa.

Pero ahora con Lina es totalmente diferente, lo tiene loco, corrompido con sus perversidades y rendido completamente a sus pies. El señor ha perdido la honestidad y la honra, mostrándose desalmado, inhumano y falto de conciencia.

Lina hace y deshace los negocios como le viene en gana. El dinámico y astuto marqués es ahora incapaz de tomar decisión alguna sin previa consulta a su pérfida y bribona esposa.

Por expreso deseo de la nueva Marquesa se traslado a Doña Florentina a un húmedo cuartucho en los sótanos, sin ventilación ni luz natural, condenada allí al ostracismo y postergación.

En la pared, justo al lado de la cama, donde la cristiana anciana gustaba ornamentar con un san cristo, la vanidosa señorita de Obregón, con el mero deseo de escandalizar e incomodar a la devota enferma,  hizo que colgaran una inmensa fotografía donde aparece Ella,  increíblemente despampanante y en actitud obscena e indecente.

Apoderándose la nueva Marquesa de la amplia habitación que un día fue el nido de amor de Doña Florentina y Don Ramón, la hizo decorar con unos recargados muebles blancos ribeteados en oro al estilo barroco, reconstruyendo en ella un lujoso y amplio baño.

La presumida Marquesa estaba pletorita, derrochaba grandes dinerales en caprichos y frivolidades. Se hizo labrar por un prestigioso orfebre una bajilla y cubertería toda en oro.

En el palacete, los distinguidos Marqueses, daban continuamente a sus amistades ostentosas fiestas destinadas a ensalzar su grandeza donde los invitados comían a la carta, exhibiéndose la Marquesa de Obregón en todo su esplendor de gracia, belleza, simpatía y glamour.

Era desolador constatar como ninguna de las antiguas amistades de Doña Florentina le echaba en falta, ignorando su paradero o interesando por su salud.

Especial y fastuoso advenimiento fue una brillante cena y baile de disfrazas donde los invitados no repararon en lujosos y caros vestidos.

Lina lucia estupenda y despampanante, ataviada con un excitante e insinuante look de Sultana que tenía como fin mostrar todos sus espectaculares encantos.

Un suntuoso turbante de lame dorado cubría su linda cabecita, asomando debajo de él la parte inferior de sus lóbulos en donde colgaban unos largos y resplandecientes pendientes de centelleantes diminutos cristales.

Adornaba su frente una gruesa perla que colgaba de un broche de brillantes encajado en la parte central del majestuoso turbante.

La provocativa joven cubría sus erectos pezones con dos insinuantes y estrechas tiras de cuero dorado que recorrían verticalmente su morenazo cuerpo partiendo de un alzado cuello hasta juntarse trianguladamente justo debajo de su ombligo, embelleciéndolo con  un largo piercing de pendiente.

La sedosa y bronceada piel de su llamativa espalda brillaba desnuda desde sus hombros hasta la seductora rajita de su culito, donde ahora Lina luce un nuevo tatto consistente en un águila imperial con las alas extendidas aferrando entre sus garras una cruz gamada.

Unas bombachas de tul negro con unas impresionantes rajas laterales, abiertas hasta las caderas, delataban que la libertina Marquesita no utilizaba ropa interior alguna, vislumbrándose entre las finas telas su rasurado y pecaminoso coñito.

Una serpiente de dorado metal se enroscaba brillando por el fino y morenazo antebrazo de la hermosa y sensual joven, convertida ahora en una autentica Sultana que envanecida presumía lujuriosa sus deditos recargados de gruesas sortijas, llegando a lucir hasta dos en un solo dedo.

La princesa calzaba sus bellos piececitos con unas chanclas áureas de alto tacón aguja, resaltando en su pequeño índice el sugerente anillo de brillantes y la espectacular ajorca rodeando su sutil tobillo regalo de bodas de su sumiso esposo.

Amarrado con una cadena a su collar de perro, la fascinante Reina de la fiesta exhibía a Don Ramón como esclavo personal, arrastrando pesados grilletes en las muñecas y en los tobillos.

Lo que para algunos era una mera representación teatral, para el señor era una excitante y licenciosa obscenidad. Para la orgullosa señorita de Obregón una lasciva y placentera demostración de su enigmático poderío.

Pero para exhibición de poder y preponderancia, la veleidosa Marquesita hizo concentrar aquella peculiar noche de fiesta en un rincón de su jardín a decenas de sin techo, con la esperanza de recibir las sobras del delicioso banquete que allí se celebraba. Se concentraron en el lugar hombres, mujeres y niños de todas las edades que debido a la grave crisis deambulan por las calles mendingando y rebuscando en contenedores de basuras algo con que aliviar su voraz hambre.

Aquella sucia y pestilente chusma, como les llamaba la antojadiza Lina, permanecían amontonados y postrados des de hacia varias horas en un rincón del jardín, rodeados por una cerca de alambre espinoso, observando como los ricos comensales de la Marquesa de Obregón devoraban glotonamente los deliciosos manjares que un impecable personal de servicio contratado para la ocasión les proporcionaban.

El sonoro murmullo y las divertidas risotadas de los distinguidos y selectos invitados contrastaban con el riguroso silencio de aquellos angustiados y hambrientos rostros, atormentados por las duras condiciones que les tocaba vivir.

Aquella numerosa masa de gente anónima se mantenía inmóvil y atenta, vigilada en todo momento por un eficiente servicio de seguridad, las Falanges Negras de la cual Lina es una destacada simpatizante y una de las principales patrocinadoras y  alentadoras de los llamados escuadrones de la muerte, una disciplinada y jerarquizada organización armada de ideología fascista o neo nazi cuyos miembros visten impecable uniforme militar de color negro, gozando de total impunidad, gran notoriedad y prestigio entre la burguesía y las clases altas y adineradas, por tener a izquierdistas, sindicalistas y a los numerosos sin techo y mendigos que vagan por las calles de las ciudades, los cuales son considerados como escoria y parásitos de la sociedad, como uno de los principales objetivos de su extrema violencia, siendo las Falanges utilizadas en numerosos desahucios promovidos por el Banco de Obregón.

Aquel eficaz dispositivo de seguridad impedía a los numerosos míseros allí concentrados, salir de la alambrada y acercarse a la lujosa mesa repleta de deliciosos alimentos, atentos a la expectativa de que se les dieran los excedentes, o quizás tan solo los despojos de aquella fastuosa cena celebrada en el palacete de la Marquesa de Obregón.

Especialmente cruel e inhumano fue el momento en que la caprichosa Marquesita, con su sensual carita de picara desalmada y protegida por los guardias de seguridad, lanzó a la hambrienta turba unos trozos de oleosa carne asada.

-          ¡Jajajajajajajaja!!!. ¡Jajajajajajajaja!!!. ¡Jajajajajajajajajaja!!!!. Se carcajeaba la hermosa Sultana cuando la famélica muchedumbre se lanzó en masa a pillar algo de su caritativo gesto.

Entonces, lo que antes era un silencio sepulcral, estallo en un tumultuoso alboroto de chillidos, empujes y amenazas entre los hambrientos indigentes.

-          ¡Divertido!!!. ¡Jajajajajajajajajajaja!!!. ¡O sea,……. es total!!!!. ¡Qué fuerteeee!!!. ¡Jajajajajajajajajajajajajaja!!!!. Grito Lina atrayendo la atención de la mayoría de comensales que quisieron imitar a su maléfica anfitriona.

-          ¡Uuuuuffff!. ¡Uuuuufffff!!!. Arrodillado a su lado, Don Ramón lamía los sensuales y enjoyados deditos de vertiginosas uñas doradas de su espectacular Ama, pringados ahora de oleosos jugos.

-          ¡Chafffff!. Un nuevo pedazo de carne cayo entre la turba que se peleaba por aquel trozo de chicha.

Poco a poco y sumamente excitados los invitados de la Marquesa se animaron a tirar porciones de comida a los pobres mendigos.

-          ¡Jajajajajajajajajaja!. ¡Fijaooooos!. ¡Los mas fuertotes no dejan comer a los débiles!. ¡Jajajajajaja!!!. ¡Divino de muerte!!!!!. ¡Jajajajajajajajajajajajaja!!!!. Se jactaba Lina y sus no menos despiadados convidados, que los hombres, siempre algo más fuertes que las débiles mujeres y sobre todo que los niños y ancianos, acaparaban violentamente todos los despojos que podían de aquellos apetitosos manjares.

-          ¡Vamos enclenques!. Grito la Sultana a los más desnutridos. ¡Si no espabiláis, no pillareis nada!. ¡Jajajajajajajajaja!!!. Lanzando a la multitud otro pedazo de carne y animándolos  a pelear por él.

Horrible y vergonzoso fue presenciar impotente, ante la inmoral falta de conciencia de aquellos ricos desalmados, que se reían y divertían contemplando como un malcarado y vulgar hombretón abofeteaba con saña a un pobre niño para quitarle un pedazo de carne que el famélico muchachito había podido pillar de entre la bulliciosa muchedumbre.

-          ¡Destrozadlo!!!!!!. Grito entusiasmada la pérfida Lina al miserable matón que, más muerto de hambre que peleón, había despojado al débil chiquillo de su escaso alimento.

-          ¡Acércate!!!!. Indico la Marquesa de Obregón doblando su anular luciendo en él un valioso y lujoso anillo al “heroico” bravucón, mientras el tumulto seguía disputando, ruidosa y alborotada, por un bocado de alimento.

-          ¡Toma!..... ¡Te lo has merecido!. Dijo sonriendo perversamente Lina tirando en el suelo un grueso pedazo de carne que aquel muerto de hambre devoró con sus manos en unos pocos instantes, premiando así la vil actitud del traga niños, siendo la sensual Sultana aplaudida y vitoreada por sus allegados admiradores.

-          Siiiii…….. quieeeeres….. masssss,……….Dale de nuevo al chiquillo. ¡Jajajajajajajajajajajajaja!!!. Animo cruel la señorita de Obregón con su insinuante y melosa voz al bellaco sin escrúpulos.

-          ¡Paf!. ¡Paf!. Envalentonado por la pécora Marquesa, el mísero rufián abofeteó y zarandeo de nuevo al pobre niño que con los labios ensangrentados desapareció llorando entre la multitud, acudiendo después el desdichado granuja a recibir de la mano de una complacida y sonriente Reina una nueva ración de sucia carne, que comió del suelo después de ser pisoteada por las chanclas de la bella Sultana.

-          ¡Les damos algo de beber!. Vociferó un respetable magistrado agitando una botella de champagne apuntando el tapón que salio despedido hacia la multitud.

-          ¡Aaaaaaa!. ¡Jajajajajajajaja!. ¡Jajajajajajaja!. El honorable caballero reía y reía alegre y animado rociando con espuma a los desgraciados necesitados. A él se unieron, encabezados por la ostentosa Marquesita, gran numero de convidados que vaciaron sobre la hambrienta masa docenas de botellas de carísimo champagne francés.

-          ¡Fuera!!!!!!!. ¡Rápido!!!!. ¡Echar a esta porquería!. Grito autoritaria la malvada joven cansada ya de los ruegos e imploraciones de aquella inocente y famélica masa,  ordenando sin contemplaciones a sus Escuadrones que hicieran fuera a los numerosos mendigos.

-          ¡Por favoooor!. ¡Por favoooor!. ¡Señora!!!. ¡Señoraaa!!!. Suplicaban e imploraban algunos infelices indigentes estirando sus abiertas palmas de la mano hacia la depravada y enviciada Marquesa, esperando de Ella o de algún que otro acaudalado millonario un piadoso gesto, recibiendo por el contrario. golpes de porra y cadenas, patadas y empujones de los duros Guardias de Negro.

-          ¡Mañana rebuscáis en los contenedores!. ¡Jajajajajajajaja!. Dijo sarcástica la hermosa Reina mofándose y vejando divertida a los pobres y famélicos mendigos.

-          ¡Pordioseros!!!!. ¡Muertos de hambre!!!. ¡Jajajajajajajajaja!!. ¡Jajajajajajajajajajaja!!!!. Vociferaban algunos desalmados ricachones uniéndose a la burla y escarnio que placenteramente gustaba a Lina.

Era bastante habitual entre los comensales de aquellas ostentosas bacanales terminar en lujuriosas sesiones de sexo desenfrenado.

Entrada ya la madrugada la libertina Marquesita solía ausentarse de la fiesta acompañada de uno o más atractivo playboy, ultrajando sin respeto ni consideración alguna a su resignado marido ante el resto de invitados, los cuales se mofaban y pitorreaban de un resignado Don Ramón que aceptaba dócil y sumiso con la cara caída de vergüenza las perversas extravagancias de su hermosa y desalmada esposa.

Por supuesto que aquella noche no iba a ser ninguna excepción, la libidinosa y voluptuosa joven se llevo a su alcoba a dos musculosos chulazos con los cuales follo a placer, dejando al pobre Don Ramón pegado como un perro a la puerta de su habitación para que pudiera oír de primera mano sus jadeos y suspiros de gozo y satisfacción sin permitirle pajearse con ello.

(Continuará)